Enjoy it girls. <3333
Capítulo treinta y cinco: El desayuno es la comida más importante del
día.
Unos tímidos rayos de sol entraban por la ventana alumbrando tenuemente
la cara de Jodie que seguía dormida después de la gran noche. Le proporcionaban
un calor agradable y sonrió en sueños. Se encontraba en el séptimo cielo en
aquel momento, pero era hora de despertarse.
Rodó por la cama algo adormilada y se dio cuenta de que aquella era
mucho más grande que la suya. Abrió los ojos de golpe, alarmada, y vio que
estaba en lo cierto. Esa cama era más grande y esa habitación no era la suya.
Ni tampoco una que reconociera.
Cuando estaba intentando razonar lo que había pasado y dónde narices
estaba su teléfono empezó a sonar. Se sobresaltó pero corrió a cogerlo. Suspiró
al ver un nombre conocido en la pantalla.
-
¿Qué hay, Sam? – susurró ella debido al dolor de cabeza.
-
¡Tía, ¿dónde te metes?!
-
Ehhh… Estoy en…
Jodie pensó algo que decir, que sonara convincente, pero no encontró
nada adecuado. Miró alrededor suyo pero en aquella habitación no había ninguna
pista que le delatara donde se encontraba. Ni una foto, ni pósters colgados en
las paredes, nada. Sólo algún que otro cuadro de Londres, un escritorio lleno
de cosas y un par de guitarras en un rincón.
-
No lo sé. – admitió susurrando. - ¿Qué pasó anoche?
-
Lo último que recuerdo es… - siseó Sam. – Ah, sí. Te dejé en el
reservado enrollándote con Eddie.
-
¿¡QUÉ!? – Jodie abrió los ojos, sorprendida. Ahora empezaba a recordarlo
todo, mínimamente. Sam rió.
-
No te acuerdas, ¿verdad?
Mierda. Mierda. Mierda. ¿Se enrolló con Eddie? ¿Precisamente anoche?
¡Vaya cagada más monumental! Rodó los ojos. Ese año se iba a llevar el premio a
la persona más desgraciada. A ver… no malinterpretemos: enrollarse con Eddie no
era una desgracia, el chico no estaba nada mal y había cierta química entre
ambos, pero… la situación no acompañaba y ella no quería hacer daño a nadie.
-
Tengo lagunas.
Sam volvió a reír y antes de que pudiera decir nada Eddie acababa de
entrar en la habitación vestido solo con unos pantalones y una sonrisa. Jodie
creyó que iba a morirse. Eddie era mucho más atractivo de lo que ella jamás
habría creído.
- Buenos días – susurró él al verla con el
teléfono en la oreja.
- Sam, tengo que colgar. Luego te llamo y
quedamos o lo que quieras.
- Creo que me imagino tu situación ahora
mismo. Eddie entrando por la puerta. – Jodie rió levemente. – Llámame luego,
enana. ¡Y aclárate! Que lo necesitas.
La pequeña colgó el teléfono y suspiró. ¡Qué se aclarara! Ni que fuera
tan fácil…
Eddie se acercó y se sentó en la cama con una sonrisa. Ella quería
preguntarle qué había pasado entre ellos, necesitaba saberlo, pero no era la
opción más políticamente correcta aunque el supiera que no estaba en plenas
facultades la noche anterior.
Entonces la culpa la golpeó. Harry. Los premios. La borrachera. Eddie.
La discoteca. Caroline. MIERDA. Se pasó
las manos por él pelo, intentando relajarse.
- Eh… ¿todo bien? – preguntó Eddie.
- Supongo. – susurró ella.
Ese pelirrojo era demasiado bueno y adorable. Realmente lo era y por eso
le jodía haberla fastidiado de esa manera. Y aún así… él seguía allí con esa
sonrisa imborrable y le tendía la mano.
- Te he hecho el desayuno. – dijo – Ven a desayunar
conmigo, te contaré todo lo que quieras saber sobre lo ocurrido.
Jodie miró la mano y luego miró sus ojos verdes. Sonrió sin quererlo
dándose cuenta de lo buena persona que era. Era una joya de chico, una joya que
su corazón no quería guardar en su reserva y ella no entendía por qué. Todo
sería mucho más fácil, entonces.
La sonrisa de Eddie se hizo más ancha y volvió a insistir hasta que
ella, finalmente, le cogió la mano y le acompañó a desayunar.
*
Louis estaba sentado en la
mesa de la cocina, esperando al resto de sus amigos, con una taza de café en la
mano y mirando al infinito con una sonrisa en los labios. Estaba contento.
Después de todo, la noche anterior había salido a pedir de boca. Cuando los
premios terminaron los chicos y sus acompañantes asistieron a la llamada
“after-party” que los mismos organizadores ofrecían. Se divirtieron mucho y
bebieron mucho, también, pero… ¡qué más daba! Estaban de celebración y por todo
lo alto, además.
El ruido de su teléfono le
sorprendió. Rebuscó en sus pantalones rápidamente mientras dejaba la taza de
café en la mesa. Miró el aparato tenía una llamada entrante de un número que no
tenía guardado en su agenda. Qué raro… Aún así contestó, por curiosidad, más
que otra cosa.
-
Louis Tomlinson al habla.
-
Ya sé que eres tú, sino no
te llamaría. – una voz bastante familiar habló al otro lado de la línea. Louis
rodó los ojos.
-
No quedó bastante claro el
mensaje la última vez que nos vimos, por lo que veo, ¿no?
-
El mensaje está más que
captado, Tomlinson. – repuso la chica con algo de arrogancia.
-
¿Entonces? ¿Por qué me
llamas? – Louis seguía a la defensiva, realmente, pretendía alejarse de aquel
turbio asunto para poder dedicarse a su novia completamente. – Quiero decir… yo
sigo sin poder darte lo que buscas.
-
Bueno… yo solo llamaba
porque… - la chica había dejado de lado su faceta arrogante y ahora parecía más
dulce, más tímida. – Quería hablar contigo y felicitarte por el premio de
anoche.
-
Ah. – repuso el secamente. Le dio otro sorbo al café dejando la
conversación en vilo. - Mensaje captado.
Muy bien. Gracias.
Louis iba a colgar el teléfono porque no quería seguir con aquello.
Tenía claro que era lo que quería y estaba claro que no la quería a ella.
-
¡Espera, Louis! No cuelgues…
-
¿Qué quieres, Naomi? – replicó él. – No quiero saber nada más de ti. ¿No
puedes entender eso? Quiero estar con Eleanor, quiero ser el novio que se
merece y eso no incluye, precisamente, acostarse con fans.
-
¿Eso es lo que soy para ti? ¿Una fan? – Naomi parecía dolida pero a él
no le importó.
-
Supongo que queda bastante claro, ¿no? – oyó un suspiro al otro lado de
la línea. – Lo que pasó entre tú y yo no fue nada más que sexo. Sexo que no se
volverá a repetir, por cierto. Así que, haz el favor de no llamarme más. Esto
termina aquí.
-
Eres un gilipollas, Louis.
La voz de ella denotaba rabia y sufrimiento pero eso ya no era problema
suyo. Louis estaba centrado en lo que quería conseguir y eso era librarse de
Naomi para poder seguir con su vida. Él rodó los ojos, otra vez, cansado de
todas las veces que había oído esas palabras cuando Niall y Harry entraron en
la cocina sonrientes.
-
Sí, lo que tú digas. – dijo el mayor. – No me llames más. ¿Está claro?
No obtuvo respuesta alguna pero él sabía que Naomi seguía al otro lado
de la línea.
-
¿Está claro? – repitió con más firmeza.
-
Clarísimo – susurró ella.
-
Perfecto. Que te vaya todo muy bien.
Dicho esto, y sin dejar a que ella le respondiera, colgó el teléfono y
lo dejó encima de la mesa. Sus dos amigos lo observaban atónitos pero
prefirieron no decir nada y se sentaron a su lado a esperar a los demás para
empezar a desayunar.
*
En casa de Eddie había una mesa enorme en el comedor llena de todo tipo
de cosas: tostadas, galletas, cruasanes, tortitas, zumo, café, fruta… Todo lo
que pudieras imaginar.
Jodie observó a la mesa con asombro y luego miró a Eddie quien tenía su
mano cogida, todavía.
- Vaya, que gran festín de buena mañana. –
dijo ella sonriendo.
- El desayuno es la comida más importante
del día.
- Eso dicen.
Los dos se sentaron en la mesa y empezaron a comer mientras charlaban de
cosas sin importancia. Aunque Jodie no estaba de muy buen humor aquella mañana
las tonterías que el pelirrojo le contaba lograron sacarle más de una sonrisa y
más de dos.
- Oye, Eddie… - empezó ella mientras se
comía una galleta.
- Dime.
- ¿Anoche tu y yo…? – no quiso terminar la
frase.
- No te preocupes, no hicimos nada que no
quisieras. – Ella suspiró aliviada porque de haberse acostado con Eddie las
cosas hubieran sido más complicadas.
- Eso significa… ¿que tu sí que querías?
- Puede. – Eddie le dio un mordisco a su
cruasán.
- Pero yo… bueno… - Jodie no sabía que
decir, no sabía por qué narices le había preguntado eso. Removió la cuchara
dentro de su taza, nerviosa. – ya sabes… Harry… que yo no sé si...
Eddie rió divertido. Sabía lo que ella intentaba decirle, lo sabía de
sobras, era algo así como: “estoy enamorada de Harry”. ¡Todo el mundo sabía
eso! ¡Incluso Harry! Y si no lo sabía… era para pegarle de hostias. Jodie
enarcó una ceja al ver que Eddie reía.
- Tranquila, sé lo que quieres decirme –
comentó él, como si nada.
- ¿Ah sí?
- Sí. Estás enamorada de Harry. – Jodie se
sorprendió de que Eddie lo supiera, pero en cierta manera ya se había Sam de
contarlo en la discoteca la noche anterior.
- Entonces entenderás que me sienta mal por
haberme enrollado contigo, ¿verdad? Yo no puedo quererte igual que a él. Y mira
que me gustaría poder hacerlo…
- Jodie, Jodie. – la llamó él. – No le des
vueltas a eso. No tienes porque sentirte mal. ¿Sabes? Dos no se enrollan si uno
no quiere y yo era plenamente consciente de tus sentimientos por el ricitos.
Ella no dijo nada. Las palabras se habían quedado congeladas en su
garganta aunque quería preguntarle el por qué de todo aquello. Pero no puedo,
simplemente esperó a que él dijera algo más.
- Prefería tenerte así a no tenerte.
Eddie es un amor de persona, dios mío. Me encanta, pero ante todo siempre estará Harry. Ese ricitos... tiene algo que le hace especial. ¿Dentro de poco Hodie? Lo necesito!
ResponderEliminarLove you xx
Laia.