9 dic 2013

You Belong With Me: Capítulo cincuenta y dos.

Holiiiiiiiii :)
Sé que he tardado un montón en subir y ruego que me disculpéis... de verdad. (Ya no sé cuantas veces tendré que decir esto... aunque con el siguiente fic no pasará porque ya está casi terminado y listo para colgar cuando toque).
He de deciros que he tenido (y tengo) una época personal bastante mala y bueno, sinceramente, lo último que tengo ganas es de escribir. Además de añadirle las clases, los trabajos, los exámenes y mi vida social. Así que, una vez más os pido perdón... y os dejo el capítulo que espero que lo disfrutéis.

Capítulo cincuenta y dos: Terremoto emocional.

Adam salió corriendo tras de Jodie cuando reaccionó y se dio cuenta de que su plan estaba haciendo aguas. Pero por mucho que corrió no fue capaz de encontrarla. El daño ya estaba hecho y sólo podía esperar que, de alguna manera o otra, hiciera que el pequeño Harry se enterara de que su relación no era tan perfecta como creía. Así pues, Adam se resignó a seguir con su vida a la espera de que llegara aquel desastre que tanto necesitaba.
Minutos más tarde Jodie y Harry seguían abrazados en medio del pasillo. Ella no quería soltarle y él tampoco es que tuviera prisa por soltarla. La camisa del chico estaba húmeda de las lágrimas de Jodie y ella, aunque quería parar, no podía dejar de llorar.

-    Pero... Jodie – susurró Harry, otra vez, pasándole la mano por el cabello, acariciándola suavemente. - ¿Qué ha pasado? ¿Ha sido Caroline?

Jodie negó con la cabeza y sorbió por la nariz apartándose un poco del chico. Le miró a los ojos fugazmente porque, después de todo, no era capaz de mirarle y ser consciente de que destrozaría la luz que había en ellos si le contaba la verdad.

-    No, no ha sido ella. - dijo, como pudo.
-    ¿Entonces? ¿Por qué lloras? - inquirió él, intentando aclarar todo aquello. - Sé que ha ido a buscarte, lo he visto... si no quieres decirme nada para no preocuparme... - suspiró.- Jodie no es tu culpa. Las cosas entre nosotros están mal.

La chica rió sin poder evitarlo. ¿Mal? ¡Si solo fuera eso! La mano de Harry se posó en su mejilla y le secó las lágrimas que seguían cayendo sin parar.

-    Eh... No llores más, por favor.

Y aquello fue como pulsar un botón mágico que hizo que ella rompiera a llorar, otra vez. Harry volvió a suspirar. Sin saber que narices estaba sucediendo. En su interior latía, cada vez más fuerte, el enfado porque sabía que, de alguna manera o otra, él y Caroline tenían la culpa de las lágrimas de aquella pequeña y frágil chica.

-    Harry... yo... yo... - empezó a decir Jodie entre sollozos. - Lo siento...
-    ¿Qué sientes? No has hecho nada malo...
-    Lo siento – volvió a repetir ella.

El chico de rizos ya no sabía que hacer, así que simplemente se quedó allí con ella, abrazándola fuerte esperando que así su corazón podría juntar todas las piezas en las que se había roto por su culpa. Sus respiraciones eran lentas y acompasadas. Y sus pensamientos estaban lejos, muy lejos de allí.

*

Louis interrumpió la escena que estaba teniendo lugar en el pasillo sin tan siquiera ser consciente de ello. Se encontró a Harry y a Jodie abrazados y cuando se separaron ella ya no lloraba a pesar de que era totalmente obvio que lo había estado haciendo. El mayor optó por no preguntar nada aunque sí se prometió a sí mismo que averiguaría que estaba pasando.
Cogió a Jodie de la cintura y empezó a hablar con su peculiar alegría sobre temas que realmente no tenían mucha más importancia pero servían de distracción. Y así, Louis agarrando a Jodie por la cintura y ésta cogiendo fuerte mano de Harry, que les seguía en silencio, salieron al exterior de los estudios dónde los demás les esperaban.
Los chicos tenían ganas de salir todos juntos aunque fuera a cenar ya que les sabía mal haber dedicado tan poco tiempo a sus invitadas aquella noche pero Jodie no tenía muchas ganas.

-    Estoy bien, de verdad. Sólo necesito descansar. - insistió la chica. - Id vosotras. - añadió mirando a sus amigas. - Ya me contaréis que tal.

-    ¿Estás segura? - volvió a preguntar Sam, a lo que la pequeña asintió. Ambas se sonrieron y se dieron un tierno abrazo. - Descansa y sonríe.

-    Eso haré.

Todos se despidieron de Jodie tristemente y con promesas de verla pronto, excepto Harry quién se había ofrecido a llevarla a casa en su coche. Cuando las despedidas cesaron, la pareja que seguía sin ser pareja se puso camino hacia el coche con paso lento. Harry le pasó la mano por la cintura a Jodie y la atrajo hacia sí, intentando reconfortarla con su presencia. El chico dudó de sí era una buena idea, debido a todo lo que estaba sucediendo en su vida y a la de gente que podría verle teniendo en cuenta dónde estaban, pero se dio cuenta de que sí que era una buena idea cuando vio a Jodie sonreír, aunque solo fueran un par de segundos.

Una vez en el coche el silencio reinó durante gran parte del trayecto pero no porque no tuvieran nada que decirse, que lo tenían, sino porque ninguno de los dos sabía cómo decirlo. Harry conducía con una tranquilidad y serenidad digna de un conductor experto y por ello, a veces, se permitía el lujo de desviar la mirada de la carretera y observar a Jodie, quién miraba por la ventana. Tenía los ojos rojos y sorbía por la nariz, llorando silenciosamente. Al chico de rizos le entristecía verla así y, para hacerla sentir mejor, posó su mano derecha en el muslo de ella. No era un gesto sexual, ni mucho menos. Era uno amigable, un gesto que decía: “Eh, estoy aquí por si me necesitas, no te olvides.” Jodie sonrió ante aquel gesto como agradecimiento pero no dijo nada.
Así pues después de casi veinte minutos de trayecto en silencio, cuando llegaron a la puerta de la casa de Jodie, y Harry estacionó el coche se aventuró a hablar él primero:

-    Lo siento. - Jodie le miró interrogativa, sin entender a que venía aquella disculpa. - Por hacerte llorar, digo.

La pequeña soltó una carcajada sin poder evitarlo y aquello desconcertó a Harry. ¿Qué era tan gracioso? Porque llorar no lo era...

-    Si supieras la de veces que he llorado por tu culpa... deberías pedirme perdón hasta el día del juicio final. - dijo ella provocando un suspiro de Harry.

-    Lo tendré en cuenta. - añadió simplemente él. Y los dos se volvieron a quedar en silencio. - ¿Vas a contarme lo que te pasa? - volvió a hablar él.

-    Es complicado. - susurró Jodie.

-    Bueno eso no lo puedo saber porque no sé que es: si me lo cuentas y, realmente, es complicado entre los dos podemos encontrar una solución.

Jodie miró a Harry a los ojos y sonrió sin poder evitarlo. Aquel chico era tan encantador. No se merecía nada malo. No se lo merecía. Y ella, si le contaba lo que tenía en mente en aquel momento, le destrozaría. ¡Qué irónica es la vida! Ella, una chica corriente, era capaz de destrozarle la vida al mismísimo Harry Styles. El problema es que ella no quería hacer eso, no le gustaría tener que hacerlo.
Llevaba tiempo reflexionando sobre qué hacer y había llegado a la conclusión de que si Harry se acababa enterando de todo y, sobre todo, de que ella lo sabía... jamás la perdonaría porque aquello era un asunto demasiado delicado como para guardarlo en un cajón para siempre. Pero también sabía que si se lo decía, no importaba cuando o cómo, sería un duro palo para él.

-    Estoy intentando encontrar una solución que no termine con un corazón roto – volvió a susurrar ella. - Pero parece que por más que lo intento... no existe esa solución.

-    ¿Un corazón roto? Oh, no... ¿Eddie se ha enfadado contigo por mí? ¿O Caroline te ha dicho algo que no debería?

-    Nada de eso, Harry.

-    ¿Entonces?

Jodie cogió aire, sabiendo que en algún momento o otro debía contarle lo que estaba sucediendo, y cerró los ojos. Pensó que si no le veía quizá sería más fácil decirlo. Estuvo unos segundos así: con los ojos cerrados, en silencio, pensando. Y Harry la observaba sin perderse detalle. “¿Qué sería aquello tan complicado?” se preguntaba para sí.

-    ¿Jodie?

La chica abrió los ojos y le vio. Se había quitado el cinturón y se había girado ligeramente, para hablar bien con ella. Sus grandes ojos verdes la observaban expectantes, sus rizos caían libremente cubriendo gran parte de su cara y sus manos repiqueteaban, nerviosas, sobre sus piernas. “¿Cómo era posible que alguien teniéndole a él necesitara alguien más?” se preguntó Jodie. Volvió a suspirar.

-    Harry... - empezó a decir intentando buscar las palabras adecuadas. - Yo... no sé como decirte esto pero debo hacerlo.

-    ¿Qué? ¿Decirme qué?

-    Caroline te está siendo infiel con un compañero de su trabajo. - susurró.

En el mismo segundo que sus palabras salieron por su boca se arrepintió de haberlas dicho. Podría haber usado otras palabras, dar un rodeo... no hacía falta ser tan directa. Pero a lo hecho, pecho. O eso suelen decir. Y aquello ya estaba hecho.
Harry se quedó helado al escuchar esas palabras y su cerebro se negaba a procesarlas. La mandíbula se le había desencajado y los ojos se le habían abierto de par en par. Y el silencio que reinaba en el coche fue interrumpido por una sonora carcajada. Parecía que le habían contado el chiste más gracioso del mundo y Jodie no podía creerse que el chico se estuviera riendo como si nada. Levantó una ceja.

-    Venga ya, Jodie. - dijo Harry entre risas. - Estás de coña, ¿verdad? Caroline nunca haría eso.

-    No, Harry. - rebatió ella muy seria. Debía admitir que, en el fondo, le dolía que se lo hubiera tomado así. Podía sonar cruel pero hubiera preferido que él se hubiera quedado destrozado y ella tuviera que consolarle antes que él confiara tanto en Caroline como para poner en duda su palabra. - Lo digo totalmente en serio.

Harry miró a Jodie y vio su semblante serio. Entonces su mente procesó aquellas palabras: “Caroline te está siendo infiel”, “Lo digo totalmente en serio”. Y su risa cesó. Frunció el ceño y torció la boca. No, no. No podía ser cierto. Cerró los ojos un segundo, intentando borrar aquellas palabras de su mente, y cuando los volvió a abrir estaban anegados de lágrimas pero no podía permitirse llorar.

-    ¿Cómo sabes tu eso? - preguntó a media voz.

-    Me lo ha dicho alguien hoy en el programa... - susurró Jodie. - Lo siento, Harry.

-    No, no lo sientes. - dijo de repente. - A ti ya te ta bien que sea verdad.

-    ¿Qué estás diciendo, Harry? ¡Me preocupas! ¡Y claro que siento que ella sea una puta que no sabe apreciarte como te mereces! - Jodie había alzado un poco la voz, cansada de que quedar siempre como la mala. Ella solo quería salvarle, como él había hecho con ella miles de veces aún sin saberlo.

-    ¿Te preocupo yo o te preocupa que no esté contigo? - le recriminó Harry. No quería creer que Caroline le estaba poniendo los cuernos, no podía creerlo.

-    ¿¡Tú estás tonto o qué te pasa!? - se quejó Jodie. - ¿¡Tú te crees que si no me importaras hubiera estado llorando por lo que te ha hecho esa zorra!? ¡Vamos Harry, que me ha afectado más a mí que a ti!

-    ¡Es que no ha hecho nada! Caroline me quiere, ¿vale? ¡Me quiere! - esta vez fue Jodie la que soltó una sonora carcajada.

-    ¿¡Quieres quedarte ahí sentado negando lo evidente!? ¡Pues vale, quédate! ¡Por mi perfecto! - aquello no estaba saliendo muy bien, se suponía que ella debía consolarle y él debería estar montándole la escena a Caroline. - ¿¡Cuántas veces te ha puesto excusas tontas para no ir a verte, cuántas veces se ha comportado de manera extraña, cuántas veces te ha devuelto un “te quiero” o una sonrisa!? - suspiró.

Abrió la puerta del coche y se bajó rápidamente, no sin antes mirar una vez más al chico de rizos que seguía negándolo todo. Sus ojos estaban rojos y las lágrimas amenazaban con caer en cualquier momento y a Jodie se le partió el corazón en mil pedazos al verle así. Pero alguien debía quitarle la venda de los ojos a Harry, aunque doliera. ¡Y lo peor de todo es que, en el fondo de su corazón, él lo intuía desde hacía mucho! Y todos lo sabían... incluso él.

-    Sigue engañándote a ti mismo, como lo hace ella. Así las cosas te van muy bien. - susurró ella antes de cerrar la puerta.

-    ¿¡Y tú que sabes!? - gritó él con rabia.

La puerta ya se había cerrado y, probablemente, Jodie no le habría escuchado. La vio marcharse corriendo hacía el interior de su casa. Le dio un golpe fuerte al volante del coche con las manos y se quedó allí, en su coche aparcado en la calle, solo con su rabia, dolor y decepción.

*

Una vez ya en el interior de su casa Jodie se recostó en la puerta cerrada y se dejó caer al suelo. ¿Por qué narices no habían intentado superar aquel obstáculo juntos? Se suponía que había algo entre ellos, por poco que fuera, y que iban a estar allí siempre. Y tampoco entendía que Harry se pusiera de parte de Caroline. Es obvio que sentía cosas por ella, es su novia, y habían compartido miles de cosas juntos pero... últimamente las cosas no eran igual entre ambos y él lo sabía. ¿A que venía el numerito de “Caroline y yo somos súper felices y tu quieres fastidiarnos”? Suspiró. Quiso creer, y en parte no se equivocaba, que a nadie le gusta que le pongan los cuernos.
Lo que sí que estaba claro es que aquello no podía quedarse así. Harry no le había creído cuando se lo había contado y había preferido pensar que su novia era una santa. Necesitaba hacerle ver que las cosas no eran así, tenía que romper la burbuja en la que Harry se había metido para protegerse a él mismo aunque significara acabar haciéndole daño. Volvió a suspirar. Lo último que quería era hacerle daño a Harry... pero la realidad, a veces, suele ser muy dura y cruel. Y la realidad de Harry era eso y mucho más.
Sacó su teléfono del bolsillo de su pantalón con las manos temblorosas y los ojos aún empañados con lágrimas. Acto seguido buscó en la agenda un número en concreto y pulsó la tecla de llamada. Sonaron tres o cuatro timbrazos antes de que le respondieran al otro lado de la línea.

-    ¿Si? ¿Jodie? ¿Sucede algo?
-    Louis... - dijo ella entre lágrimas. - Necesito tu ayuda.


See u soon,
Mery xx.