16 nov 2013

You Belong With Me: Capítulo cincuenta y uno.

It's late night but here I am.
Sé que he tardado mucho en subir este capítulo... pero es uno de los más importantes hasta el momento y quería que fuese perfecto. Y aún no lo es. Pero os prometí que lo subiría antes de que terminara el viernes (y ha terminado hace cuatro minutos....). Y no me enrrollo mucho más porque esto no os lo leeréis e iréis directas al capítulo. So, enjoy it!! :DDD



Capítulo cincuenta y uno: Saviors.


Jodie acababa de conocer a Adam Brown, el amante de Caroline, pero ella no tenía ni la más mínima idea de quién era este. Estaba desconcertada por su encuentro que había sido demasiado impredecible y precipitado.


Observó a sus amigas, quiénes se habían parado entre medio de toda la marea de gente a esperarla, y luego miró otra vez a Adam. Se fijó en sus ojos color miel y en su barba de tres días. Era un chico apuesto y parecía bastante joven. Era obvio que era mayor que ella pero tampoco aparentaba más de treinta y cinco. No parecía un mal tipo pero no podía evitar dudar si haría bien accediendo a hablar con él.


Su mirada de posó en su brazo, el cual seguía agarrado por la mano del chico, y luego volvió a mirarle a él. No podía confiar plenamente en él pero, de alguna manera, sus ojos le decían que no le haría daño, al menos no físicamente.


Jodie sopesó las opciones posibles y, a decir verdad, la idea de saber que quería aquel desconocido que, por lo visto, la conocía se le antojó demasiado interesante como para dejarla escapar. Lo miró otra vez y asintió levemente.
-          Está bien, hablemos. - susurró. Después se giró hacía sus amigas con la mejor de sus sonrisas, claramente fingida, y gritó: - ¡Nos vemos después, tengo que resolver unas cosas!

Sus amigas no entendieron nada pero tampoco cuestionaron la actitud de su amiga. Así que siguieron caminando hacia al exterior de los estudios donde esperarían pacientemente a su amiga junto a los chicos de One Direction, que se unirían a ellas cuando terminaran de atender a todas las fans que habían ido a verles.


Así que, entre todo el ajetreo, la ausencia de la pequeña Jodie pasó desapercibida.


Después de que la chica aceptara hablar con Adam sobre un asunto muy importante y que era, totalmente, desconocido para ella, él la arrastró casi con urgencia por los pasillos más escondidos del edificio para asegurarse de que aquella conversación quedaba solo entre ellos dos. 

-          No quiero ser agua fiestas pero... ¿tan secreto es eso que tienes que decirme? Parece que quieras matarme o algo así. – bromeó ella mientras se veía arrastrada hacía una pequeña sala que encontró demasiado oscura. 
-          Créeme, cuando sepas lo que es entenderás mi secretismo. - le contestó Adam mientras cerraba la puerta tras de sí y la atrancaba con una escoba que la chica no sabía ni de donde había salido.
 -           ¿Es necesario todo esto? - él enarcó una ceja y Jodie se puso nerviosa. - Perdona mi escepticismo pero viene un desconocido a decirme que tiene que hablar conmigo y me encierra con él en una sala que tiene... - miró a su alrededor y rodó los ojos. - menos de diez metros cuadrados, que parece un cuarto de limpieza o un armario... y tengo que hacer ver que la situación es habitual y que esto me pasa todos los días.



Adam se rió a carcajadas sin poder evitarlo porque, visto así, las cosas parecían lo que no eran. Jodie podía pensar dos cosas en aquel momento: o que iba a matarla o a hacerle daño físicamente o que iba a intentar seducirla, o algo peor incluso. Pero a la chica no le hizo tanta gracia que él se riera ante su explicación. Cuando aceptó hablar con él nunca se imaginó algo así y su nerviosismo e incomodidad eran más que obvias.
-          Sí, es necesario. - repuso él cuando terminó de carcajearse. - Y entiendo tu escepticismo pero no había otra manera de hacerlo. 
-          ¿De hacer qué? - inquirió la chica, cada vez más arrepentida de haber accedido a hablar con aquel desconocido.
 -          Tengo que decirte algo muy importante. - Adam remarcó la palabra “muy”, tanto que a Jodie le dio hasta miedo. ¿Qué sería eso tan importante y misterioso?
-            ¿A que esperas? - la chica contestó rápidamente, reuniendo la poca valentía que le quedaba.

Adam notó la impaciencia de la chica y suspiró. Ahora tocaba la parte más difícil de todo aquello contarle que él era el amante de Caroline. Y, estaba seguro de que, debería darle pruebas verídicas porque su testimonio podría no ser suficiente para convencer a Jodie. Y él necesitaba convencerla. Necesitaba su ayuda para deshacerse de Harry. 


-           Es complicado de explicar – empezó a decir él. - Primero me presentaré: me llamo Adam Brown y soy un buen amigo de Caroline. 
-          ¿Amigo de Caroline? - Jodie resopló. - Si me has traído aquí a decirme que me aleje de Harry no te servirá de nada. 
-          ¿Alejarte? ¡Nada más lejos que eso! Me encanta que rondes cerca de Harry. - Adam volvió a reír y Jodie seguía sin entender nada. 
-          En mi cabeza tenía sentido. No sé por qué te ríes. - susurró. - Caroline es la novia del chico que me gusta... lo lógico sería que intentaras apartarme de él.
-          Déjame que te enseñe una cosa y creo que entenderás mi postura.

Aquello dejó a la pequeña Jodie totalmente descolocada. ¿Qué iba a enseñarle? ¿Y qué narices tenía que entender? Todo aquello se estaba volviendo demasiado raro pero la cosa tenía que ver con Harry y Caroline, o eso había entendido ella, así que iba a llegar al fondo del asunto. Sin embargo, con total parsimonia, Adam se metió la mano en el bolsillo y eso puso en tensión a Jodie quién se relajó cuando vio que el chico sacaba su teléfono móvil y no una navaja multiusos. Segundos después el chico le mostraba algo que se hallaba en su aparato. Era un mensaje de móvil. -           Puedes leerlo en voz alta, si quieres. Me lo sé de memoria. - le dijo él. 

-           “Discusión solucionada: el enano sigue creyendo que le amo por encima de todo... ¡vaya tontería, ¿verdad?! En cuanto salga de su casa me paso por la tuya, que tengo ganas de verte. Te quiero.” - leyó Jodie en voz alta. - Caroline. - susurró. 
-           ¿Me entiendes ahora?

Adam esperaba no tener que pronunciar las palabras que se le estaban cruzando por la mente a la chica. No le gustaba tener que decir que era “el amante” de Caroline, aunque fuese cierto.

-          ¿Caroline le está...?

La pequeña Jodie apenas podía articular una palabra. No podía creerse lo que acaba de leer. Era imposible que ella, por muy zorra que fuera, le estuviera poniendo los cuernos a Harry. No era justo para el chico de rizos. Pero entonces entendió muchas cosas, cosas que no había entendido hasta entonces: las actitudes esquivas de ella, las excusas que tenía para no aparecer cuando quedaban, la manera en la que trataba a Harry como si fuera un trofeo al que podía exhibir... Cerró los ojos y se imaginó a Harry destrozado al enterarse de que todo había sido una mentira y que su amor había terminado en la basura. Al volver abrir los ojos se sorprendió al notarlos anegados de lágrimas, pero no podía llorar. 


-           ¿Siendo infiel a Harry? - le ayudó Adam. - Sí.
-          ¿¡Y lo dices tan tranquilo!? - se quejó ella. 
-          ¿Tienes en cuenta que el otro soy yo?
-          ¡Me das asco! - gritó ella. - ¡Me das asco!

Adam intentó acercarse a la chica pero ella retrocedió, enfadada e irritada. En aquel preciso momento odiaba a Adam por permitir el sufrimiento de la persona a la que más había querido nunca. De Caroline se lo esperaba, ¡claro que sí! Esa guarra era capaz de todo... pero nunca jamás había creído que cualquier otra persona podría permitir y estar conforme con ser el otro y más sabiendo que los sentimientos de otros estaban en juego. No sólo Caroline estaba jugando con Harry, Adam también. Y eso a ella le dolía. Le dolía como si estuvieran jugando con ella, o puede que incluso más. 


-          Jodie, escucha... - empezó a decir el chico.
-           ¡No! ¡No escucho! - Jodie se pasó las manos por la cara. - ¡¿Que vas a decirme que lo sientes?! ¡¿Qué no querías hacerlo?! Ahorrátelo porque no te creo. Tanto tú como ella os estáis aprovechando de Harry y de sus sentimientos. 
-           Te equivocas. - susurró él. - Desde el principio he intentado que Caroline deje a Harry y que esté conmigo. La quiero, ¿sabes? Y prefiero ser el otro que no ser nada. Por eso te necesito. 
-          ¿Me necesitas? - Jodie enarcó una ceja. - Ah, ya claro... para quitarte a Harry de encima, ¿verdad? Eres muy egoísta Adam. Y no entiendo como puedes querer a Caroline. ¿Quién te dice que ella no te hará eso si sale contigo?
-          Ella me quiere. - rebatió él y ella solo pudo carcajearse irónicamente.

-           ¡Venga ya! Es una mentirosa. Y una puta. 
-          No consiento que hables así de ella.
-          Me importa bien poco lo que me consientas o no, Adam. - se quejó ella. - Estáis jugando con los sentimientos de Harry y con los míos. ¿Sabes cuantas veces había soñado con estar cerca de él y que se fijara en mi? ¿Sabes cuantas veces había soñado tener una mínima oportunidad? Y cuando lo consigo resulta que he tenido que tragarme mis palabras y quedarme con las ganas de estar con él porque él está enamorado de una tía que encima le pone los cuernos. ¡Esto es de locos!

Adam escuchaba en silencio a Jodie y esta cada vez estaba más enfadada y indignada, con Caroline, con Adam, con ella misma, con el mundo... ¡Aquello no podía estar pasando! Aunque podría habérselo imaginado. Las señales siempre habían estado ahí. Suspiró cansada. Alejaría a Harry de aquella situación, aún no sabía como pero lo haría.


 -          No tenéis ni la más mínima idea de lo que estáis haciendo y del daño que le haréis. Y si le hacéis daño a él, me lo hacéis a mi. - susurró. - Pero no te preocupes, pienso salvarle de esta situación y de esa … arpía que dice ser su novia.

La chica apartó a Adam con rabia y desatrancó la puerta rápidamente dispuesta a irse, aunque no sin antes girarse para mirar a aquel chico con odio. Ella sabía que odiar estaba mal y que era un sentimiento demasiado negativo pero estaba tan dolida por Harry que no podía hacer otra cosa.
Sin decir nada se marchó corriendo pasillo abajo notando como sus mejillas se mojaban con sus lágrimas. Corrió por los pasillos, como si así pudiera huir de Adam, de Caroline, como si así todo lo que había pasado jamás la alcanzaría... pero ya la había alcanzado y caía sobre ella como una losa, una losa que la oprimía.
De repente, mientras corría cegada por sus lágrimas, se chocó con algo. O más bien con alguien. Cerró los ojos deseando con todas sus fuerzas que no fuera Caroline, porque no podría hacerle frente, no en aquel estado.

-          ¿Jodie? ¿Por qué lloras? ¿Estás bien? - esa voz le era familiar.

En cuestión de segundos se vio envuelta entre los fuertes brazos de Harry Styles, que una vez más estaba allí para salvarla cuando era ella la que debía salvarle a él. Jodie se acurrucó en el pecho del chico, llorando desconsoladamente, sin poder decir una palabra. Y él, en vez de insistir más, la abrazó fuerte en medio del pasillo de los estudios de televisión aún sin saber lo que le pasaba. 


 

Good night loves, 
Mery xx.

3 nov 2013

El "Troy Bolton" del fútbol. (One Shot)

¡Holis queridas lectoras!
Aquí os traigo un One Shot Personalizado de muestra para que veáis como son. Este se lo he hecho a mi amiga Lis, que es un amor de chica y la quiero mucho mucho, porque me apetecía y porque ella quería una historia donde saliera un Louis Tomlinson en su faceta de fútbolista. Me pareció interesante y ha quedado bastante largo. He de decir que tengo unas cuantas ideas y que, este one shot en concreto, tendrá segunda parte. ¿Por qué? Ya lo descubriréis cuando lo leáis y veáis que da pie a continuar la historia. 
Y si queréis un One Shots Personalizado solo hace falta que hagáis click aquí y descubráis como. 
Espero que os guste y esas cosis, sobre todo a Lis. <3 

El "Troy Bolton" del fútbol.

El sábado era un día que, para la mayoría de adolescentes, era el día perfecto para quedarse en cada durmiendo sin hacer nada pero para Louis Tomlinson no era así. Desde que era un niño pequeño los sábados eran los mejores días de la semana porque era cuando, después de seis días aburrídisimos, tocaba jugar el partido de fútbol. Era gratificante para él pasarse toda la semana entrenando durísimo para después demostrar en el campo, delante de su familia, amigos y adversarios, que valía la pena y que era bueno.
Ese sábado, al campo de la universidad de Doncaster, llegó un pletórico Louis Tomlinson. Estaba contento y con ganas de empezar el que, si todo iba a bien, sería el partido de su vida. Jugaban la semifinal de la competición más importante entre las universidades del Reino Unido y para hacerlo todavía más interesante iban a ir un par de ojeadores de equipos profesionales. Aquello podía ser beneficioso para él porque, a pesar de estar estudiando, tenía claro que le gustaría ser futbolista profesional. Ese sábado era su oportunidad de demostrar que sus casi quince años de dedicación a ese deporte habían servido para algo.
Caminaba por el campo de camino a los vestuarios mientras que toda la gente con la que se cruzaba lo miraba y le daba palabras de ánimo entre millones de sonrisas y palmadas en la espalda.

-          ¡Eh, Tomlinson! - gritaron unos chicos de las gradas. Él se giró y les sonrió afectivamente a pesar de no haberles visto nunca, que él recordara. - ¡Mucha suerte hoy, capitán! ¡Vais a machacarles!
-          ¡Muchas gracias chicos! - les contestó él. - Se agradece vuestro apoyo.

Después de eso entró en el vestuario concienciándose de que, en aquel preciso momento, era todo o nada.
Dejó la mochila en el banco y se sentó al lado. Estaba solo en el vestuario, le gustaba disfrutar de la tranquilidad del vestuario aunque nunca duraba mucho tiempo, y le gustaba ser el primero en llegar y el último en irse. Era una especie de imposición, un deber como capitán del equipo. Con una tranquilidad poco común en él sacó la indumentaria de la bolsa y la dejó preparada encima del banco: la camiseta, los pantalones, las botas, los calcetines y su brazalete de capitán. Acto seguido cogió su botella de agua y se dirigió al campo dispuesto a esperar al entrenador y al resto de jugadores.


Si bien Louis siempre llegaba el primero y se iba el último... Elisabeth Jones, también conocida como Lis, era todo lo contrario. Llegaba la última, o de las últimas, y se iba la primera. ¿Por qué? Porque no soportaba el fútbol. No le veía la gracia a ese deporte, es más, le aburría pero debía ir a todos y a cada uno de los partidos. Era una de las cosas más horribles que le habían hecho en sus años de universidad pero debía cumplir.
A Lis siempre le había gustado la fotografía y, de hecho, estaba estudiando para ser fotógrafa en la universidad de Doncaster y su amiga Mery la había liado para que se encargara de las fotos para el periódico que ella dirigía. Así que, como fotógrafa y medio reportera, debía cubrir todos los eventos del campus, incluyendo así los partidos de fútbol. ¿Qué era lo único bueno de todo aquello? Deleitarse con el atractivo nato del capitán del equipo. Aunque Lis no era como todas aquellas chicas que suspiraban por los rincones, enamoradas perdidas, ni como las animadoras que perseguían al chico por todos los lados... ella simplemente se sentaba en las gradas, acompañada de su coca-cola, y a veces de su amiga Mery, con su cámara y se dedicaba a hacer fotos. Muchas fotos.
De las miles de fotos que hacía en cada partido puede que solo usara dos o tres para el artículo del periódico que, obviamente, no escribía ella. Si lo hiciera se resumiría en: "El partido aburrido, como siempre. Ganaron, como siempre". Así que ella ponía las fotos y alguno de los redactores chicos apasionados por el fútbol escribían una reseña digna del partido en cuestión. ¿Qué hacía con las otras fotos? Muchas las descartaba por no ser lo suficientemente buenas y las demás, casi siempre todas del capitán, Louis Tomlinson, se las quedaba para ella. Eran su pequeño secreto. No solo por el motivo obvio de que le daba vergüenza que supieran que se pasaba la mayor parte del tiempo admirando la belleza de Louis sino porque, teóricamente y de cara al resto del mundo, no le soportaba.
Louis Tomlinson le parecía el típico niñato popular que acaparaba la atención de todo el mundo y los suspiros de todas las chicas. Quizá no se hubiera buscado el solo ese estatus social pero lo tenía y eso, juntándolo con sus aires de superioridad y su afán por querer ser el mejor en todo, la ponía enferma. Y puede que ella le estuviera juzgando precipitadamente porque nunca habían cruzado ni una palabra pero ya le iba bien así. No quería tener nada que ver con su increíble mundo.
Lis se sentó en las gradas y sacó su teléfono para enviarle un mensaje de desesperación a su amiga Mery. Ella ya había llegado todo lo tarde posible, ¿como podía ser que su amiga llegara aún más tarde? No podía dejarla sola en un partido tan importante como aquel, necesitaba apoyo moral.
"¿Dónde estás? No creo que aguante un segundo más entre tanta animadora tonta. Sálvame, por favor. - Lis."
Después de eso se quedó allí, con su cámara, haciendo un par de pruebas de luz, enfoque, y demás cosas que solo entendía ella. Y, para su suerte, no pasaron ni dos minutos cuando la voz cantarina de su amiga la llamó.

-          Llegas a tardar un segundo más... y te hubiera matado - suspiró aliviada la más mayor.
-          Me encanta tu buen humor los sábados por la mañana, Lis. Eres encantadora.

Se dieron un pequeño abrazo a modo de saludo y se sentaron la una al lado de la otra en las gradas, rodeadas de hinchas del fútbol, chicas súper populares y animadoras. 
 
-          ¿Ha sucedido algo interesante en mi ausencia? - preguntó Mery.
-          Emh. No estoy segura. - susurró Lis. - El señorito Bolton ha desplegado sus encantos y las niñas suspiran por él, como siempre. - ambas rieron alegremente y Mery rodó los ojos.
-          ¿Aún sigues llamándole así?
-          ¿Cómo quieres que le llame? - se quejó la mayor colgándose la cámara, miró por el objetivo, apuntó y disparó. Otra foto más de Louis para su colección. - Sabes que es una especie de Troy Bolton del fútbol.
-          Sí, sí... por la popularidad, las chicas y demás. - volvió a reír Mery. Lis sacó otra foto, esta vez al equipo en general que calentaba en el campo. - ¡Sólo le falta cantar y encontrar a su Gabriella!

Lis rodó los ojos e hizo caso omiso de su amiga. Desde que ella le bautizó como "El Troy Bolton del fútbol" su pequeña y diabólica amiga no había parado de decirle que ella era la Gabriella que el chico necesitaba para darle un cambio radical a su vida. ¡Menuda tontería! Esas cosas solo pasan en las películas. Louis Tomlinson siempre sería el capitán guaperas y popular que acabaría con alguna de animadora rubia y tonta que manosearía por los pasillos de la universidad y exhibiría cual trofeo. Y eso era así. En la vida real, al menos.
Después de calentar los jugadores de ambos equipos se retiraron a los vestuarios y después de veinte minutos, en los que nadie salvo ellos saben que hacen allí metidos, saltaron al terreno de juego. Nada más poner un pie en el césped, Louis sintió la euforia de la afición, sintió la confianza que depositaban en él y en el resto del equipo y se hizo la promesa de que no iban a perder, no jugando en casa. Sonrió y se dispuso a realizar el mejor partido que hubiera realizado jamás.
Durante la primera parte hubo unas cuantas ocasiones de gol por parte de los dos equipos y, por tanto, unos cuantos momentos tensos. Los dos equipos estaban jugando bien y el nivel era bastante equilibrado. En el campo Louis daba lo mejor de sí, corriendo mucho más que cualquier otra vez, mientras que en las gradas Lis y Mery hablaban a la vez que la mayor hacía fotos. A escasos minutos de acabar la primera parte un balón llegó a los pies de Louis, que estaba bastante cerca de la portería. Sin pensárselo dos veces echó a correr, esquivando a los defensas del otro equipo, y finalmente chutó. Fue un disparo potente y conciso que puso a la universidad de Doncaster por encima en el marcador.
La segunda parte no tuvo nada remarcable. Un gol del equipo contrario y otro más del local. Acabaron después de los noventa minutos con ese mismo resultado: 2-1. Al finalizar el partido las gradas se fueron vaciando y el campo se fue quedando solitario poco a poco.
Mery y Lis estaban a punto de salir del campo cuando vieron a un montón de chicas acercarse al victorioso capitán. Él simplemente sonreía y agradecía los alagos de todas, así como también coqueteaba con alguna de ellas. Lis rodó los ojos. Esa era una de las cosas que no sorportaba de él.

-          Está guapo hoy, eh. - siseó Mery para picar a su amiga. - Y más así sudado....
-          Mery o te callas o te doy con la cámara en la boca. ¿Qué prefieres? - dijo su amiga claramente molesta.
-          Elisabeth... si tienes tanta mala leche nunca serás la Gabriella de esta historia. - rió una vez más.
-          ¿Te quieres callar de una vez? No necesito ser nadie que no sea yo, Lis Jones. Fin.
-          Que quisquillosa eres. Anda vamos, te invito a comer.

Antes de desaparecer por completo del campo Lis miró una vez más a la mareabunta de chicas que envolvía a Louis Tomlinson y se encontró con la sorpresa, aunque no sabía si se podría calificar como "grata", de que éste las estaba mirando divertido. ¿Qué cojones le pasaba al Troy Bolton de Doncaster?


*

Como solía ser costumbre el lunes a primera hora de la mañana Lis tenía que llevar las fotos editadas para insertarlas en el artículo y poder sacar el semanario al final del día. Y, como de costumbre, se había dormido e iba con el pen en la mano, corriendo por todo el campus para entregarle a tiempo las fotos a Mery, la directora del periódico y amiga. Aunque no os creíais que por ser amiga de Lis era más blanda con ella... en temas del periódico y la literatura era la persona más estricta del mundo.

-          Llegas tarde - dijo al ver entrar a la la mayor con el pelo revuelto.
-          Lo sé, lo sé. - bufó Lis. - Pero tengo las fotos.
-           Más te valía... tengo que mandar a imprimir el periódico en media hora.

Lis se sentó delante del ordenador que había en la redacción e insertó el pen. Tenía que elegir las fotos que más le gustaran de todas las que traía editadas y ponerlas en el reportaje pero cuando iba a ponerse a ello aparecieron por la puerta Niall Horan y Louis Tomlinson. Las dos chicas se quedaron atónitas al verles entrar. A Niall ya lo tenían muy visto, y a pesar de ser de ese tipo de chicos populares al convivir con él creando el periódico se dieron cuenta que no era un mal tipo. Él era el que se encargaba de comentar todos y cada uno de los partidos del equipo de la universidad y, por desgracia, era amigo de Louis Tomlinson a quien se había traído consigo esa mañana a la redacción.

-          Dichosos los ojos. - rió Mery al verlos entrar. - El capitán del equipo de fútbol se digna a visitar mi pequeña redacción del periódico.
-          Ya ves - la voz de Louis resonó en la sala con un tono bastante pedante y Lis rodó los ojos. Cada vez que abría la boca la cagaba. Por eso le gustaban las fotos, ellas no hablaban. - Niall me ha invitado a que venga a ver las fotos y eliga las que quiero que aparezcan.
-          ¡Pero si siempre las elije Lis! - se quejó ella. - Además nunca hemos tenido ninguna queja por las fotos que publicamos...
-           La verdad es que todas las fotos son fantásticas, mis felicitaciones al fotógrafo, pero me apetecería elegirlas esta vez a mí. Es... importante. - repuso el chico, con tranquilidad, mientras se colocaba bien el pelo.

La sangre de Lis herbía y estaba a punto de echar a patadas a Louis de allí. ¿Quién se creía para presentarse en la redacción del periódico a hacer su trabajo? Nunca nadie había tenido una sola pega sobre las fotos y mucho menos sobre el contenido de los artículos. ¿Por qué ahora tenía que venir a supervisar el trabajo de unas personas que, seguramente, estaban más capacitadas para hacerlo que él mismo?
Se levantó de la silla de delante del ordenador, con cara de pocos amigos, y dejó el pen con las fotos en él para que el capitán y Niall las pudieran observar. Ambos se acercaron a la pantalla casi al instante y Lis, medio muerta de vergüenza y medio iracunda por que su trabajo iba a ser juzgado por alguien que, seguramente, no tendría ni idea de fotografía, les observaba.

-          Si tienes alguna queja con mis fotos, lo dices, eh. No te cortes - dijo bastante seca. Mery le propinó un codazo silencioso y empezaron a discutir entre susurros mientras los dos chicos miraban las fotos.
El capitán del equipo de fútbol miro a Lis con curiosidad. A pesar de haber visto todas las fotos de los partidos que habían realizado nunca se había parado a pensar en quien sería el fotógrafo ya que, no sabía por qué, había dado por supuesto que los eventos deportivos los cubriría un chico. Aunque fue una grata sorpresa para el chico. Y recordó cuando las vio, a las dos, en el campo el otro día. Sonrió y se centró otra vez en las fotos, que era lo importante en aquel momento.
Lis se dio la vuelta, le ponía nerviosa que examinaran su trabajo delante de ella, y se apoyó en una de las mesas de escritorio que había allí. Si no fuera porque estaban dentro del colegio ya se habría encendido un cigarro pero debido a la situación no lo hizo porque podría buscarse más de un problema y más de dos. Mery, en cambio, miraba a los chicos con una ceja alzada y un atisbo de ilusión en su cara quizá, les gustaran las fotos y eso sería estupendo.


-          ¿Qué te parece esta, Louis?
-          Me gusta. - siseó el susodicho. - Es... interesante. Tiene un enfoque que me gusta bastante. El hecho de que se vea la grada distorsionada y, de repente, mi figura completamente nítida. - se hizo el silencio en la sala y Louis se giró para hablarle a la chica. -  ¿Hiciste algo raro con el diafragma no es así...?

Lis se giró un momento para observarle con una ceja alzada. No se podía creer lo que Louis acababa de decir. Quizá no mucho pero parecía que Louis Tomlinson sabía algo sobre fotografía. Aquello la dejó pasmada.

-          Así es. Lo abrí para desenfocar toda la zona de gradería. Me parecía importante que se viera la afición pero no quería que captara toda la atención de la foto. - explicó algo sonrojada. Quería que la atención la captara él y su preciosa sonrisa victoriosa.
-          Me gusta. Esta quiero que salga. - sonrió y sus ojos se achinaron levemente. Parecía más humano, más normal, más persona.

Mery dio unas cuantas palmatidas de alegría mientras saltaba por la pequeña redacción. Al final la visita de Louis estaba resultando bastante interesante. Más de lo que todo el mundo esperaba que fuera. Lis rodó los ojos y sonrió levemente.

-          Me gustaría que saliera alguna de todo el equipo... - susurró Louis otra vez. - Pero que se nos vea unidos, como un equipo que somos. - se volvió a girar hacia Lis. - ¿Hay alguna así? ¿Que estemos en plan... piña? ¿Abrazados todos o algo por el estilo?
-           Alguna debe haber de antes del partido o de las celebraciones de los goles. Busca. - se limitó a decir ella. Louis cogió rápidamente el ratón del ordenador y rebuscó entre las fotos. No tardó ni un minuto en encontrar una que le gustara.
-          ¡Esta! Esta me gusta mucho.

Volvió a sonreír por segunda vez consecutiva en menos de dos minutos. ¿Dónde estaba el Louis prepotente? Si seguía así aquello iba a cambiar radicalmente la imagen que Lis tenía del chico y eso no era bueno para ella y su salud mental. No podía verle como una persona. No. Él era Louis Tomlinson. El Troy Bolton del fútbol. El capitán gruñón y macizo. No podía convertirse en Louis Tomlinson el popular guapo que sabe sobre fotografía y simpático.
Los dos chicos acabaron de escoger las fotos y Louis decidió leerse el artículo. Para él era muy importante porque, además del partido, los ojeadores que fueron se fijarían en las publicaciones y en la opinión de la gente. Así que todo tenía que salir perfecto.
Se levantaron de delante del ordenador y se pusieron a la altura de Mery y Lis hablando precisamente de eso. Louis no paraba de alabar el gran trabajo de Niall y el de Lis también, por supuesto. Ella no podía parar de sonrojarse y tener ganas de marcharse de allí. Había pasado uno de los momentos más raros de su vida: por una parte le daba muchísimas vergüenza que, precisamente él, juzgara y alabara su trabajo pero por otra le gustaba, le hacía ver que quizá sí que valía para ello.

-           Muchas gracias a los tres. - dijo Louis otra vez. - De verdad. Es la primera y última vez que vengo a incordiar y a juzgar vuestro trabajo. Pero es que... era, y es, bastante importante.
-          ¿Puedo saber por qué? - preguntó Mery a lo que Lis le dio un codazo. ¿Para qué preguntar tanto? ¡Que se marchara ya!
-          Vinieron unos ojeadores profesionales al partido y no solo se fijarán en la técnica y el resultado del sábado... sino también en la repercusión mediática y en lo que la gene opine sobre mí y sobre el equipo.

Cuando Louis acabó de hablar las dos chicas entendieron perfectamente la preocupación del capitán y sonrieron con cortesía. Segundos más tarde sonó el timbre de las clases y Niall se despidió corriendo dejando a los tres solos.

-          Bueno... - el chico empezó a hablar otra vez y miró a Lis con sus grandes ojos azules. Ella se perdió en ellos unos instantes pero la voz del chico la sacó de su fantasía y la devolvió a la realidad. - Me gustaría... - miró a Mery unos segundos y se volvió a centrar en la más mayor. - Me gustaría invitarte a cenar.

Lis enarcó una ceja, completamente sorprendida. ¿Le estaba hablando a ella? ¿A Elisabeth Jones? Y lo peor de todo... ¿le estaba invitando a cenar? ¿Desde cuando el chico más guapo y popular del colegio se fijaba en personas como ella? Miró de reojo a Mery quien, literalmente, saltaba de la alegría y daba palmadas con las manos. Louis sonrió, nervioso, esperando a que ella le contestara.

-          ¿Estás de broma? - preguntó Lis.
-          No. Lo digo totalmente en serio. - Louis se arregló el peló, con un movimiento de cabeza bastante sexy. - Tómatelo como una compensación por tus estupendas fotos.

A la mayor no le dio tiempo ni de procesar toda la información que estaba llegando a su cerebro cuando Mery la cogió de la cintura, la estrechó contra ella y le dijo a su oído, con un tono cantarín: Gabriella. Lis rodó los ojos, una vez más, y antes de que pudiera contestar su amiga habló por ella:

-           ¡Claro que irá! Será un placer para ella compartir un cena contigo. - Louis volvió a sonreír y Lis solo podía observarle sin decir ni una palabra.
-          Emh... Mery... - siseó Lis. - Yo creo que...
-          ¡Nada! - la cortó su amiga. - ¿Mañana a las ocho te va bien?
-          Por mi estupendo.
-          ¡No se hable más! - rió Mery. - Mañana vais a cenar juntitos.

Louis le dejó un papel con su número encima de la mesa y se marchó por la puerta con la promesa de volver aparecer por la redacción si Lis no daba señales de vida.
En el momento en el que el chico abandonó la sala la mayor se dio cuenta de que, en aquel preciso instante, tenía una cita con Louis Tomlinson. ¿Era aquello posible? ¿Cómo narices iba a hacer ver delante de todo el mundo que, supuestamente, no lo soportaba si tenía que ir a cenar con él? De todas maneras sonrió porque, en el fondo, le apetecía conocerle y saber como era ese proyecto de Troy Bolton en la vida real. Le gustaría ser Gabriella aunque solo fuera una noche. Solo una. Y ya está.


Cheers and kisses, 
Mery, xx.