El primer capítulo tiene esta canción ( I hate that I love you - Rihanna ft. Neyo; http://www.youtube.com/watch?v=KMOOr7GEkj8 ) que es alucinante y muy Hodie. Y nada... espero que os gusten.
Capítulo treinta y uno: Snow White.
Harry se quedó allí de pie completamente confuso. No podía creerse que
ella le hubiera pegado, y más cuando intentaba disculparse. ¡Si le escuchara!
Pero como nunca lo hace…
-Tío, ¿estás bien? – preguntó Niall acercándose.
-No mucho. Pega fuerte. – rió ya que no podía hacer otra cosa.
-¡Te la merecías!
-Calla, Tomlinson. – se quejó.
-No mucho. Pega fuerte. – rió ya que no podía hacer otra cosa.
-¡Te la merecías!
-Calla, Tomlinson. – se quejó.
Se tocó la zona afectada. Que la tenía bastante roja y algo hinchada. La
maquilladora le iba a matar, iba a tener demasiado trabajo para esconder eso.
Suspiró. ¿Por qué le pasaban a él esas cosas?
Niall le pasó la mano por los hombros intentando reconfortarle mientras
miraba a Louis preocupado. La apuesta iba mal. Muy mal. Después de aquel
contratiempo estaba clarísimo que debían actuar. El mayor asintió con la cabeza,
respondiéndole sin palabras a su conversación, era hora de hacer algo. Y cuanto
antes. Aunque quizá dejarían sufrir un poco al rizos, se lo merecía.
Harry se retiró para poder estar a solar un rato. Necesitaba pensar.
Pero sobre todo necesitaba asimilar lo que había sucedido. Se dio cuenta de que
para que Jodie le pegara debía haberla herido mucho. Y es que aunque hubiera
querido hacer la vista gorda, hasta él,
se había dado cuenta desde el primer momento de que aquella chica sentía
algo muy fuerte por él. Era un idiota, pero un idiota con mayúsculas. Debía
hacer algo para arreglar aquello porque, en el fondo, no quería herirla solo
quería asegurarse que entre ellos no pasaría nada. Quería tener la certeza de
que era capaz de mantener la decisión de estar con Caroline.
En otro lugar del recinto, perdidas entre pasillos, se encontraban
Eleanor y Danielle acompañando a la pequeña Jodie en busca de un lavabo. Ambas
escuchaban atentamente todo lo que decía para desahogarse mientras la más mayor
le acariciaba el pelo.
-Le he pegado… - susurró. – No puede ser.
-Tranquila, Jodie. – la tranquilizó Eleanor. – A saber que ha hecho… pero tus motivos tendrías.
-Es un idiota, Els, pero le quiero.
-Tranquila, Jodie. – la tranquilizó Eleanor. – A saber que ha hecho… pero tus motivos tendrías.
-Es un idiota, Els, pero le quiero.
Rompió a llorar otra vez más. ¿Por qué no podía parar de pensar en
disculparse si la culpa de todo aquí la tenía Harry? No lo sabía. Quizá se
sentía mal por lo ocurrido. Caminaba sin saber a dónde iba inmersa en aquel
estado de shock. No podía creerse que le hubiera pegado una hostia al amor de
su vida que casualmente también era su ídolo.
Jodie tenía un cúmulo de sentimientos contradictorios que la
atormentaban. Se sentía mal por pegarle, pero a la vez se sentía bien porque
Harry se la había ganado. Se sentía confusa porque quizá estaba más perdida de
lo que ella creía pero también sabía que una solución rápida a todo aquello era
pasar del chico de rizos. Se sentía idiota por quererle y más idiota aún por no
poder evitar sentir aquello. Odiaba quererle tanto. Lo odiaba mucho.
Estuvieron un buen rato las tres encerradas en uno de los baños,
esperando a que Jodie se tranquilizara. Hasta que sonó el móvil de Danielle.
-Hola amor. – dijo ella sonriente. – Sí, está mejor. Gracias por
preguntar. – miró a la pequeña Jodie. – Ella agradece que todos os preocupéis
tanto, de verdad. – volvió a callar escuchando lo que su novio le decía. –
Vale, pues ahora vamos. Yo también te quiero.
Y colgó. Las chicas la miraron interrogativas.
-Era Liam, que querían saber cómo estabas y que salen al escenario en
cinco minutos.
-No creo que tenga ganas de verlo ahora. – respondió la pequeña.
-Venga, va, Jodie. Pasa de Harry y disfruta; es tu regalo de cumpleaños.
-No creo que tenga ganas de verlo ahora. – respondió la pequeña.
-Venga, va, Jodie. Pasa de Harry y disfruta; es tu regalo de cumpleaños.
Aquello la medio convenció, aunque no el todo. No le gustaba nada que
Harry fuera parte de su regalo. O quizá sí. Claro, claro que le gustaba. El
problema es que no quería que le gustara.
Volvieron al backstage y se situaron entre bambalinas para ver el
concierto todas las chicas juntas. Observaron a los chicos abrazarse entre
ellos para desearse suerte. Harry quiso acercarse hacia la pequeña pero no
quería volver a poner en peligro su integridad física, así que se dedicó a
mirarla en la distancia.
Justo antes de salir llegó un chico con el teléfono de Harry en la mano
y diciéndole que le había llegado un mensaje. El chico cogió el teléfono con
gesto de preocupación ya que sospechaba que no sería buenas noticias. Era de
Caroline: “Cariño, no puedo ir al final… ha venido mi hermana a familia a casa
por sorpresa. Mucha suerte esta noche con ese fin de gira. Te quiero, xx.”
-¿Todo bien? – preguntó Louis.
-Sí, sí. - mintió.
-Sí, sí. - mintió.
Todos estaban pendientes del chico y su reacción, quién dejó el móvil en
uno de los amplificadores de allí cerca. Suspiró. Estaba harto de sus excusas.
¿Por qué siempre se las arreglaba para no ir a verle? Sonrió forzadamente y
puso un pie en el escenario. Era hora de salir a cantar por última vez.
El concierto salió de lujo y las chicas habían disfrutado mucho del
espectáculo. Aunque algunas más que otras. Jodie seguía confusa pero no podía
quitarle los ojos de encima al chico de rizos, que de vez en cuando la miraba
de reojo.
Al terminar se quedaron hablando todos en el camerino un rato más y
después vino Dylan a recoger a las chicas. El chico estaba más tranquilo que
antes aunque mejor que no supiera las miradas furtivas que se habían cruzado
entre su novia y el cantante de ascendencia árabe.
-¿Qué tal el concierto?
-Genial, estupendo, maravilloso. – rió Sam.
-Me alegro.
-¿Sabes lo mejor? – continuó. – Jodie le ha pegado a Harry.
-¿Y eso?
-Se lo merecía. – repuso la pequeña.
-Genial, estupendo, maravilloso. – rió Sam.
-Me alegro.
-¿Sabes lo mejor? – continuó. – Jodie le ha pegado a Harry.
-¿Y eso?
-Se lo merecía. – repuso la pequeña.
Todos rieron. Dylan estaba más contento por esa noticia y no quiso
indagar más porque no quería discutir otra vez con su novia.
Anne estaba muy callada y el único pensamiento que ocupaba su mente era
un chico irlandés con ojos azules. Sonrió. Le gustaba estar bien con él. Y
sabía que él quería tirar aquello hacia delante otra vez, pero tenía miedo.
Tenía miedo y no sabía qué era lo que le hacía falta para dejarlo todo y saltar
a sus brazos. Quizá… algo más de confianza.
-Anne, ¿en qué piensas? – preguntó Jodie.
-En Niall. – dijo Sam corriendo.
-¡Agh, cállate, Sam!
-¡He acertado! – rió.
-Puede…
-¿Y en qué piensas exactamente?
-Pues en todo. Quiero decir… él se porta estupendamente conmigo y yo soy tan estúpida que no le hago ni caso.
-Cierto. – opinó Jodie. – Él te quiere. Y lo sabes.
-Pero tengo miedo de que no sea suficiente.
-¿Cómo no va a ser suficiente? – preguntó Sam. – Uno de los chicos más guapos de todo el mundo está enamorado de ti y tú dices que no es suficiente. – todas rieron, visto así parecía muy fácil. - ¡Tierra llamando a Anne!
-En Niall. – dijo Sam corriendo.
-¡Agh, cállate, Sam!
-¡He acertado! – rió.
-Puede…
-¿Y en qué piensas exactamente?
-Pues en todo. Quiero decir… él se porta estupendamente conmigo y yo soy tan estúpida que no le hago ni caso.
-Cierto. – opinó Jodie. – Él te quiere. Y lo sabes.
-Pero tengo miedo de que no sea suficiente.
-¿Cómo no va a ser suficiente? – preguntó Sam. – Uno de los chicos más guapos de todo el mundo está enamorado de ti y tú dices que no es suficiente. – todas rieron, visto así parecía muy fácil. - ¡Tierra llamando a Anne!
Anne deseó poder ver las cosas igual de fáciles como las veía Sam. Poder
hacer las cosas sin torturarse tanto pero, desgraciadamente, no era así. Y le
costaría algo más que palabras bonitas confiar en el precio de la fama. Ese
precio tan alto que hace que las relacione amorosas peligren, como habían
peligrado las de Danielle o Eleanor.
Una vez en casa, Jodie quería olvidarse de todo el altercado con Harry
pero le fue imposible. Y ya no solo porque su mente no paraba de repetir la
escena en su cabeza una y otra vez sino porque fue recibida por un precioso
gato blanco que maullaba débilmente. Se agachó y lo cogió en brazos.
-¿Qué pasa, preciosa? – le dijo tocándole el morro. - ¿Qué te pasa a ti?
¿Te has enterado de lo de Harry? – rió.
Con la gatita en brazos subió hasta su habitación. Quería mucho a aquel
animal. Puede que fuera, en parte, porque se la había regalado él. O puede que
simplemente fuera por su amor incondicional hacia los animales.
Dejó a la gata en el suelo quien con una gracilidad espantosa se subió a
la cama de su dueña. Mientras ella se ponía el pijama no podía evitar pensar en
el larguísimo día que había tenido. La gata maulló otra vez sacándola de sus
pensamientos.
-Tendremos que pensar un nombre bonito para ti, eh, gordita. – dijo
sentándose en la cama.
La observó otra vez. Era preciosa. De un color blanco impecable y tenía
los ojos claros. Fue entonces cuando se le ocurrió el nombre perfecto. La
llamaría Snow White*. Era perfecto. Primero porque ella era amante de los
cuentos de hada y segundo porque era blanca como la nieve.
-Ya lo tengo. Te llamaré Snow White. – la gata maulló y se acurrucó
cerca de la chica. – Me alegra que te guste, Snow.
Poco después la pequeña se tumbó en su cama junto a la gata y acabó
pensando en qué diantres estaría haciendo Harry, quién casualmente también
estaba estirado en su cama dando vueltas sin poder dormir.
Aquella iba a ser una noche larga para ambos. Ella pensaba en él y él en
otra que resultaba ser su novia. La misma que le ponía excusas, la misma que se
veía a escondidas con otro y le mentía de mala manera. Pero aquello no lo sabía
nadie, no por el momento. Aunque quizá no tardarían mucho en descubrirlo.
*Nota de la autora: "Snow White" es Blancanieves en inglés, por eso dice lo de blanco y lo de princesas de disney.
Capítulo treinta y dos: Favores imprevisibles.
Harry se despertó gracias a una pesadilla. No había sido una gran noche.
Miró su móvil para saber la hora: siete y veinte. Aquel día, a pesar de tener
mucho trabajo, no les tocaba madrugar y eso era una gran manera de empezar el día.
Sonrió pensando que quizá sí que era verdad aquello de que todos los días sale
el sol.
Se levantó de la cama y se revolvió el pelo, ya se lo arreglaría luego. Marcó
un número rápidamente mientras salía del
cuarto y caminaba por el pasillo, dónde estaban todas las habitaciones, para
bajar al comedor.
-¡Mi amooooooooooooor!.- le contestaron, alargando la o demasiado, al
otro lado de la línea.
-Buenos días, princesa. – respondió él.
-Buenos días, princesa. – respondió él.
Louis salió de su habitación cuando Harry ya había pasado por su puerta
y se quedó escuchando lo que hablaba su amigo. Esperaba que aquel “buenos días
princesa” fuera para Jodie, pero no caería esa breva. Deberían hacer algo para
que el rumbo de las cosas cambiara.
-Buenos días, guapito.
-¿Cómo estás? – se paró en el pasillo y se apoyó en una pared, sin tan siquiera darse cuenta de la presencia de Louis.
-Muy bien, aunque un poco cansada – rió ella. - ¿Y tú? ¿Qué tal el concierto anoche?
-¿Yo? Bien. ¿Cómo iba a estar, sino? – mintió. – Y el concierto… fue genial, un gran cierre de gira.
-Me alegro, cariño.
-Gracias, Caroline. Pero hubiera sido mejor si hubieras venido.
-¿Cómo estás? – se paró en el pasillo y se apoyó en una pared, sin tan siquiera darse cuenta de la presencia de Louis.
-Muy bien, aunque un poco cansada – rió ella. - ¿Y tú? ¿Qué tal el concierto anoche?
-¿Yo? Bien. ¿Cómo iba a estar, sino? – mintió. – Y el concierto… fue genial, un gran cierre de gira.
-Me alegro, cariño.
-Gracias, Caroline. Pero hubiera sido mejor si hubieras venido.
Louis rodó los ojos. Ya estaba mendigando algo de atención. Siempre estaba
igual. Le iba detrás en busca de un poquito de protagonismo en la vida de aquella
treinta añera repelente. Pero podía llegar a entenderle: estaba enamorado.
-Siento no haber podido ir, amor.
-Ya sé que lo sientes… Sé que estás muy ocupada tú también, lo entiendo… pero era un día importante para mí. – suspiró.
-Lo sé, mi vida. – Caroline sonrió. Disfrutaba cada vez que él se arrastraba. – Pero bueno, esta noche… es incluso más importante y no te fallaré.
-¿Quieres que te pase a buscar?
-No, no te preocupes por eso. Yo voy a tu casa, ¿vale?
-Vale. Pues nos vemos esta noche, preciosa. Te quiero. – dijo Harry sonriendo algo más animado.
-Hasta luego, amor.
-Ya sé que lo sientes… Sé que estás muy ocupada tú también, lo entiendo… pero era un día importante para mí. – suspiró.
-Lo sé, mi vida. – Caroline sonrió. Disfrutaba cada vez que él se arrastraba. – Pero bueno, esta noche… es incluso más importante y no te fallaré.
-¿Quieres que te pase a buscar?
-No, no te preocupes por eso. Yo voy a tu casa, ¿vale?
-Vale. Pues nos vemos esta noche, preciosa. Te quiero. – dijo Harry sonriendo algo más animado.
-Hasta luego, amor.
Colgó y se quedó mirando al móvil sin dejar de sonreír. Quizá le hubiera
fallado el día anterior… pero aquella noche iba a ser mágica para ambos, de eso
estaba seguro. En otras circunstancias estaría algo molesto con ella y quizá no
le hablaría durante un buen rato pero aquella noche era diferente.
-Buenos días, pagafantas. – le dijo Louis sobresaltándolo.
-¡Pagafantas tu madre! – se quejó el chico de rizos pegándole en el brazo.
-Lo que tú digas, Hazza, pero estás perdiendo el tiempo con ella mientras otras pierden el tiempo contigo.
-Piérdete, Tomlinson.
-¡Pagafantas tu madre! – se quejó el chico de rizos pegándole en el brazo.
-Lo que tú digas, Hazza, pero estás perdiendo el tiempo con ella mientras otras pierden el tiempo contigo.
-Piérdete, Tomlinson.
Harry se fue rápidamente por el pasillo, algo molesto. Pero Louis se
encogió de hombros pensando en una única cosa: “quién se pica, ajos come.”
Durante el almuerzo los chicos pidieron explicaciones sobre lo que había
pasado con Jodie y Harry, muy a su pesar, las tuvo que dar. Les contó que fue a
ver a Caroline y después a Jodie y que ella estaba molesta por decir que
simplemente eran amigos, que es lo que supuestamente eran. Les contó que la
cosa acabó torciéndose y que él dijo cosas que no debería haber dicho como que él
seguía siendo igual de inalcanzable para ella.
El pequeño se llevó un par de collejas por parte de Zayn y Niall quienes
no podían creer que hubiera hecho eso. Y Liam le echó la bronca. Es posible que
lo que había dicho Harry fuera cierto puesto que el pequeño estaba en una
relación y eso significa inaccesibilidad a tener otra… pero, ¿decirlo de esa
manera? ¿A quién se le ocurre?
Louis y Niall estaban preocupados, la apuesta iba mal. Muy mal. Y si
perdían deberían salir al escenario en calzoncillos… eso sin añadir que, Harry,
seguiría saliendo con la arpía de Caroline Flack. Estaba clarísimo que ella no le quería y en
toda aquella relación había algo que no olía demasiado bien… la cuestión era
averiguar qué estaba pasando. Debían abrirle los ojos a su amigo. Debían
descubrir que se escondía detrás de la máscara de su adorada novia.
En ese mismo momento, en otro lugar algo lejos de allí, Eleanor estaba
hablando con Anne en un café del centro. Las dos habían quedado para hablar de
todo lo que había pasado. Algo así como una reunión de chicas, aunque faltaban
muchas de ellas.
-Muy fuerte lo de Jodie y Harry… - susurró Eleanor.
-Mucho. De verdad. Pero él es un imbécil.
-¿Más que Louis? – rió.
-De manera diferente. – la morena le acompañó con su risa.
-Mucho. De verdad. Pero él es un imbécil.
-¿Más que Louis? – rió.
-De manera diferente. – la morena le acompañó con su risa.
La gente las miraba, no solo porque reían sino porque eran dos personas muy
cercanas a la banda de moda de entonces. Pero ellas seguían ajenas a todo.
-¿Con quién vas a ir a los premios esta noche?
-No lo sé. – suspiró Anne.
-Ves con Niall, no seas tonta.
-Que no, que no.
-Vamos, mujer, si te mueres de ganas. – Eleanor bebió de su café.
-Sí, ¿y qué? No quiero que me relacionen con Niall, no quiero que digan que somos novios o algo parecido.
-¿Por qué? – inquirió la mayor.
-Porque no. No me gustan los cotilleos de famosillos baratos.
-Niall no es un “famosillo barato”.
-Ai, Els, calla que me lías. – volvió a suspirar la pequeña provocando que la otra chica riera.
-Eso es lo que pretendo.
-No lo sé. – suspiró Anne.
-Ves con Niall, no seas tonta.
-Que no, que no.
-Vamos, mujer, si te mueres de ganas. – Eleanor bebió de su café.
-Sí, ¿y qué? No quiero que me relacionen con Niall, no quiero que digan que somos novios o algo parecido.
-¿Por qué? – inquirió la mayor.
-Porque no. No me gustan los cotilleos de famosillos baratos.
-Niall no es un “famosillo barato”.
-Ai, Els, calla que me lías. – volvió a suspirar la pequeña provocando que la otra chica riera.
-Eso es lo que pretendo.
Se quedaron calladas unos segundos y Anne tuvo una idea más que
brillante. Sonrió. Ya tenía pareja para los premios, o eso creía ella.
-¿Me presta a tu hermano? – preguntó.
-¿Para ir a los premios? ¡Ni de coña!
-¿Qué? ¿Por qué no?
-O vas con Niall, o vas sola… o no vas. – le dijo.
-Eres una mala amiga – le sacó la lengua.
-No, no lo soy. Me lo agradecerás cuando tú y Niall volváis a estar juntos. – le devolvió el gesto y rieron juntas.
-Va Els… por favor. – Anne volvió a intentarlo.
-Que no te digo.
-Malvada.
-Te quiero.- dijo la mayor.
-¿Para ir a los premios? ¡Ni de coña!
-¿Qué? ¿Por qué no?
-O vas con Niall, o vas sola… o no vas. – le dijo.
-Eres una mala amiga – le sacó la lengua.
-No, no lo soy. Me lo agradecerás cuando tú y Niall volváis a estar juntos. – le devolvió el gesto y rieron juntas.
-Va Els… por favor. – Anne volvió a intentarlo.
-Que no te digo.
-Malvada.
-Te quiero.- dijo la mayor.
Y más risas. Aunque todo fuera muy cómico Anne estaba preocupada porque
seguía sin tener pareja y seguía negándose a ir con Niall. Le encantaría
aparecer allí cogida de la mano del irlandés, juntos, pero no estaba dispuesta
a aceptar la repercusión mediática que eso comportaría. Pero… coger su mano y
pasear por la alfombra roja con él, como lo hacían Brad Pitt y Angelina Jolie
cuando estaban juntos, sería fantástico. Suspiró. Quizá debía hacer el paso.
Quizá eso le demostraría a Niall que de verdad le apoyaba en todo.
-Deberías ir con él. – dijo Eleanor como si le leyera los pensamientos. –
Él espera que lo hagas, tiene esperanzas.
-No sé qué haré, Els.
-Yo sí.
-No sé qué haré, Els.
-Yo sí.
Cogió su teléfono y marcó el número de Niall aunque Anne no tenía ni
idea. El chico rubio se extrañó al ver el número de una de sus mejores amigas llamándole
a esas horas y sin previo aviso.
-¿Els? – dijo. La voz de Louis de fondo sonó diciendo “Eh, ¿qué hace mi
novia llamándote? ¡Hola mi amor!”. Ella rió.
-Hola, Niall. Dile hola a Louis de mi parte.
-Hola, Niall. Dile hola a Louis de mi parte.
El irlandés se apartó el teléfono y le pasó el recado al mayor de los chicos.
-¿Querías algo en especial o… - empezó a decir él.
-Mira, pues sí. – le cortó Eleanor. – Te llamo porque estoy con Anne.
-¿Anne?
-Mira, pues sí. – le cortó Eleanor. – Te llamo porque estoy con Anne.
-¿Anne?
Niall se tensó, nervioso y los demás rieron. Eleanor pudo escuchar las
risas y los vítoreos de los chicos y sonrió.
-Sí. – rió. – Bueno… la cosa es
que va a ir contigo a los premios.
-¿¡Qué!? – dijeron a la vez Niall y Anne. Eleanor rió y le hizo un gesto a su amiga para que se callara.
-Pues eso. De nada por el favor y eso, eh rubito. – el chico se ruborizó al saber que Anne estaba allí escuchándolo todo.
-Gracias, Els. De todas maneras te mataré porque ahora ella lo sabe todo.
-Ya lo sabía de antes. – rió. – Te veo luego guapetón.
-Adiós, preciosa. – dijo antes de colgar.
-¿¡Qué!? – dijeron a la vez Niall y Anne. Eleanor rió y le hizo un gesto a su amiga para que se callara.
-Pues eso. De nada por el favor y eso, eh rubito. – el chico se ruborizó al saber que Anne estaba allí escuchándolo todo.
-Gracias, Els. De todas maneras te mataré porque ahora ella lo sabe todo.
-Ya lo sabía de antes. – rió. – Te veo luego guapetón.
-Adiós, preciosa. – dijo antes de colgar.
Eleanor dejó el teléfono en la mesa riendo. Anne estaba muda sin poderse
creer lo que había hecho pero ese estado le duró poco ya que segundos después echándole
la bronca.
-¿¡QUÉ HAS HECHO!?
-Solucionaros la vida. – dijo la mayor sonriendo.
-¿¡Pero tú sabes lo que acabas de hacer!? – la chica asintió. - Te odio, Eleanor Calder.
-Eso es mentira. Sabes que querías llamarle para ir con él.
-Solucionaros la vida. – dijo la mayor sonriendo.
-¿¡Pero tú sabes lo que acabas de hacer!? – la chica asintió. - Te odio, Eleanor Calder.
-Eso es mentira. Sabes que querías llamarle para ir con él.