23 ene 2013

You belong with me. ESPECIAL DOS CAPÍTULOS.

Wihihihihi, ayer lo dije en mi twitter ... puesto que llevo mucho tiempo sin subir y me sabe mal pues hoy os subo dos. Porque hoy se ha terminado mi tortura. Por fin he entregado el trabajo de recerca... aunque ahora vienen muchos exámenes me he quitado de encima lo más gordo. Así que... FIESTA. Dos capítulos para celebrarlo y para compensaros.
El primer capítulo tiene esta canción ( I hate that I love you - Rihanna ft. Neyo; http://www.youtube.com/watch?v=KMOOr7GEkj8 ) que es alucinante y muy Hodie. Y nada... espero que os gusten.


Capítulo treinta y uno: Snow White.
Harry se quedó allí de pie completamente confuso. No podía creerse que ella le hubiera pegado, y más cuando intentaba disculparse. ¡Si le escuchara! Pero como nunca lo hace…
-Tío, ¿estás bien? – preguntó Niall acercándose.
-No mucho. Pega fuerte. – rió ya que no podía hacer otra cosa.
-¡Te la merecías!
-Calla, Tomlinson. – se quejó.
Se tocó la zona afectada. Que la tenía bastante roja y algo hinchada. La maquilladora le iba a matar, iba a tener demasiado trabajo para esconder eso. Suspiró. ¿Por qué le pasaban a él esas cosas?
Niall le pasó la mano por los hombros intentando reconfortarle mientras miraba a Louis preocupado. La apuesta iba mal. Muy mal. Después de aquel contratiempo estaba clarísimo que debían actuar. El mayor asintió con la cabeza, respondiéndole sin palabras a su conversación, era hora de hacer algo. Y cuanto antes. Aunque quizá dejarían sufrir un poco al rizos, se lo merecía.   
Harry se retiró para poder estar a solar un rato. Necesitaba pensar. Pero sobre todo necesitaba asimilar lo que había sucedido. Se dio cuenta de que para que Jodie le pegara debía haberla herido mucho. Y es que aunque hubiera querido hacer la vista gorda, hasta él,  se había dado cuenta desde el primer momento de que aquella chica sentía algo muy fuerte por él. Era un idiota, pero un idiota con mayúsculas. Debía hacer algo para arreglar aquello porque, en el fondo, no quería herirla solo quería asegurarse que entre ellos no pasaría nada. Quería tener la certeza de que era capaz de mantener la decisión de estar con Caroline.
En otro lugar del recinto, perdidas entre pasillos, se encontraban Eleanor y Danielle acompañando a la pequeña Jodie en busca de un lavabo. Ambas escuchaban atentamente todo lo que decía para desahogarse mientras la más mayor le acariciaba el pelo.
-Le he pegado… - susurró. – No puede ser.
-Tranquila, Jodie. – la tranquilizó Eleanor. – A saber que ha hecho… pero tus motivos tendrías.
-Es un idiota, Els, pero le quiero.
Rompió a llorar otra vez más. ¿Por qué no podía parar de pensar en disculparse si la culpa de todo aquí la tenía Harry? No lo sabía. Quizá se sentía mal por lo ocurrido. Caminaba sin saber a dónde iba inmersa en aquel estado de shock. No podía creerse que le hubiera pegado una hostia al amor de su vida que casualmente también era su ídolo.
Jodie tenía un cúmulo de sentimientos contradictorios que la atormentaban. Se sentía mal por pegarle, pero a la vez se sentía bien porque Harry se la había ganado. Se sentía confusa porque quizá estaba más perdida de lo que ella creía pero también sabía que una solución rápida a todo aquello era pasar del chico de rizos. Se sentía idiota por quererle y más idiota aún por no poder evitar sentir aquello. Odiaba quererle tanto. Lo odiaba mucho.
Estuvieron un buen rato las tres encerradas en uno de los baños, esperando a que Jodie se tranquilizara. Hasta que sonó el móvil de Danielle.
-Hola amor. – dijo ella sonriente. – Sí, está mejor. Gracias por preguntar. – miró a la pequeña Jodie. – Ella agradece que todos os preocupéis tanto, de verdad. – volvió a callar escuchando lo que su novio le decía. – Vale, pues ahora vamos. Yo también te quiero.
Y colgó. Las chicas la miraron interrogativas.
-Era Liam, que querían saber cómo estabas y que salen al escenario en cinco minutos.
-No creo que tenga ganas de verlo ahora. – respondió la pequeña.
-Venga, va, Jodie. Pasa de Harry y disfruta; es tu regalo de cumpleaños.
Aquello la medio convenció, aunque no el todo. No le gustaba nada que Harry fuera parte de su regalo. O quizá sí. Claro, claro que le gustaba. El problema es que no quería que le gustara.
Volvieron al backstage y se situaron entre bambalinas para ver el concierto todas las chicas juntas. Observaron a los chicos abrazarse entre ellos para desearse suerte. Harry quiso acercarse hacia la pequeña pero no quería volver a poner en peligro su integridad física, así que se dedicó a mirarla en la distancia.
Justo antes de salir llegó un chico con el teléfono de Harry en la mano y diciéndole que le había llegado un mensaje. El chico cogió el teléfono con gesto de preocupación ya que sospechaba que no sería buenas noticias. Era de Caroline: “Cariño, no puedo ir al final… ha venido mi hermana a familia a casa por sorpresa. Mucha suerte esta noche con ese fin de gira. Te quiero, xx.”
-¿Todo bien? – preguntó Louis.
-Sí, sí. - mintió.
Todos estaban pendientes del chico y su reacción, quién dejó el móvil en uno de los amplificadores de allí cerca. Suspiró. Estaba harto de sus excusas. ¿Por qué siempre se las arreglaba para no ir a verle? Sonrió forzadamente y puso un pie en el escenario. Era hora de salir a cantar por última vez.
El concierto salió de lujo y las chicas habían disfrutado mucho del espectáculo. Aunque algunas más que otras. Jodie seguía confusa pero no podía quitarle los ojos de encima al chico de rizos, que de vez en cuando la miraba de reojo.
Al terminar se quedaron hablando todos en el camerino un rato más y después vino Dylan a recoger a las chicas. El chico estaba más tranquilo que antes aunque mejor que no supiera las miradas furtivas que se habían cruzado entre su novia y el cantante de ascendencia árabe. 
-¿Qué tal el concierto?
-Genial, estupendo, maravilloso. – rió Sam.
-Me alegro.
-¿Sabes lo mejor? – continuó. – Jodie le ha pegado a Harry.
-¿Y eso?
-Se lo merecía. – repuso la pequeña.
Todos rieron. Dylan estaba más contento por esa noticia y no quiso indagar más porque no quería discutir otra vez con su novia.
Anne estaba muy callada y el único pensamiento que ocupaba su mente era un chico irlandés con ojos azules. Sonrió. Le gustaba estar bien con él. Y sabía que él quería tirar aquello hacia delante otra vez, pero tenía miedo. Tenía miedo y no sabía qué era lo que le hacía falta para dejarlo todo y saltar a sus brazos. Quizá… algo más de confianza. 
-Anne, ¿en qué piensas? – preguntó Jodie.
-En Niall. – dijo Sam corriendo.
-¡Agh, cállate, Sam!
-¡He acertado! – rió.
-Puede…
-¿Y en qué piensas exactamente?
-Pues en todo. Quiero decir… él se porta estupendamente conmigo y yo soy tan estúpida que no le hago ni caso.
-Cierto. – opinó Jodie. – Él te quiere. Y lo sabes.
-Pero tengo miedo de que no sea suficiente.
-¿Cómo no va a ser suficiente? – preguntó Sam. – Uno de los chicos más guapos de todo el mundo está enamorado de ti y tú dices que no es suficiente. – todas rieron, visto así parecía muy fácil. - ¡Tierra llamando a Anne!
Anne deseó poder ver las cosas igual de fáciles como las veía Sam. Poder hacer las cosas sin torturarse tanto pero, desgraciadamente, no era así. Y le costaría algo más que palabras bonitas confiar en el precio de la fama. Ese precio tan alto que hace que las relacione amorosas peligren, como habían peligrado las de Danielle o Eleanor.
Una vez en casa, Jodie quería olvidarse de todo el altercado con Harry pero le fue imposible. Y ya no solo porque su mente no paraba de repetir la escena en su cabeza una y otra vez sino porque fue recibida por un precioso gato blanco que maullaba débilmente. Se agachó y lo cogió en brazos.
-¿Qué pasa, preciosa? – le dijo tocándole el morro. - ¿Qué te pasa a ti? ¿Te has enterado de lo de Harry? – rió.
Con la gatita en brazos subió hasta su habitación. Quería mucho a aquel animal. Puede que fuera, en parte, porque se la había regalado él. O puede que simplemente fuera por su amor incondicional hacia los animales.
Dejó a la gata en el suelo quien con una gracilidad espantosa se subió a la cama de su dueña. Mientras ella se ponía el pijama no podía evitar pensar en el larguísimo día que había tenido. La gata maulló otra vez sacándola de sus pensamientos.
-Tendremos que pensar un nombre bonito para ti, eh, gordita. – dijo sentándose en la cama.
La observó otra vez. Era preciosa. De un color blanco impecable y tenía los ojos claros. Fue entonces cuando se le ocurrió el nombre perfecto. La llamaría Snow White*. Era perfecto. Primero porque ella era amante de los cuentos de hada y segundo porque era blanca como la nieve. 
-Ya lo tengo. Te llamaré Snow White. – la gata maulló y se acurrucó cerca de la chica. – Me alegra que te guste, Snow.
Poco después la pequeña se tumbó en su cama junto a la gata y acabó pensando en qué diantres estaría haciendo Harry, quién casualmente también estaba estirado en su cama dando vueltas sin poder dormir.
Aquella iba a ser una noche larga para ambos. Ella pensaba en él y él en otra que resultaba ser su novia. La misma que le ponía excusas, la misma que se veía a escondidas con otro y le mentía de mala manera. Pero aquello no lo sabía nadie, no por el momento. Aunque quizá no tardarían mucho en descubrirlo.

*Nota de la autora: "Snow White" es Blancanieves en inglés, por eso dice lo de blanco y lo de princesas de disney. 

Capítulo treinta y dos: Favores imprevisibles.
Harry se despertó gracias a una pesadilla. No había sido una gran noche. Miró su móvil para saber la hora: siete y veinte. Aquel día, a pesar de tener mucho trabajo, no les tocaba madrugar y eso era una gran manera de empezar el día. Sonrió pensando que quizá sí que era verdad aquello de que todos los días sale el sol.
Se levantó de la cama y se revolvió el pelo, ya se lo arreglaría luego. Marcó un  número rápidamente mientras salía del cuarto y caminaba por el pasillo, dónde estaban todas las habitaciones, para bajar al comedor.  
-¡Mi amooooooooooooor!.- le contestaron, alargando la o demasiado, al otro lado de la línea.
-Buenos días, princesa. – respondió él.
Louis salió de su habitación cuando Harry ya había pasado por su puerta y se quedó escuchando lo que hablaba su amigo. Esperaba que aquel “buenos días princesa” fuera para Jodie, pero no caería esa breva. Deberían hacer algo para que el rumbo de las cosas cambiara.
-Buenos días, guapito.
-¿Cómo estás? – se paró en el pasillo y se apoyó en una pared, sin tan siquiera darse cuenta de la presencia de Louis.
-Muy bien, aunque un poco cansada – rió ella. - ¿Y tú? ¿Qué tal el concierto anoche?
-¿Yo? Bien. ¿Cómo iba a estar, sino? – mintió. – Y el concierto… fue genial, un gran cierre de gira.
-Me alegro, cariño.
-Gracias, Caroline. Pero hubiera sido mejor si hubieras venido.
Louis rodó los ojos. Ya estaba mendigando algo de atención. Siempre estaba igual. Le iba detrás en busca de un poquito de protagonismo en la vida de aquella treinta añera repelente. Pero podía llegar a entenderle: estaba enamorado.
-Siento no haber podido ir, amor.
-Ya sé que lo sientes… Sé que estás muy ocupada tú también, lo entiendo… pero era un día importante para mí. – suspiró.
-Lo sé, mi vida. – Caroline sonrió. Disfrutaba cada vez que él se arrastraba. – Pero bueno, esta noche… es incluso más importante y no te fallaré.
-¿Quieres que te pase a buscar?
-No, no te preocupes por eso. Yo voy a tu casa, ¿vale?
-Vale. Pues nos vemos esta noche, preciosa. Te quiero. – dijo Harry sonriendo algo más animado.
-Hasta luego, amor.
Colgó y se quedó mirando al móvil sin dejar de sonreír. Quizá le hubiera fallado el día anterior… pero aquella noche iba a ser mágica para ambos, de eso estaba seguro. En otras circunstancias estaría algo molesto con ella y quizá no le hablaría durante un buen rato pero aquella noche era diferente.
-Buenos días, pagafantas. – le dijo Louis sobresaltándolo.
-¡Pagafantas tu madre! – se quejó el chico de rizos pegándole en el brazo.
-Lo que tú digas, Hazza, pero estás perdiendo el tiempo con ella mientras otras pierden el tiempo contigo.
-Piérdete, Tomlinson.
Harry se fue rápidamente por el pasillo, algo molesto. Pero Louis se encogió de hombros pensando en una única cosa: “quién se pica, ajos come.”
Durante el almuerzo los chicos pidieron explicaciones sobre lo que había pasado con Jodie y Harry, muy a su pesar, las tuvo que dar. Les contó que fue a ver a Caroline y después a Jodie y que ella estaba molesta por decir que simplemente eran amigos, que es lo que supuestamente eran. Les contó que la cosa acabó torciéndose y que él dijo cosas que no debería haber dicho como que él seguía siendo igual de inalcanzable para ella.
El pequeño se llevó un par de collejas por parte de Zayn y Niall quienes no podían creer que hubiera hecho eso. Y Liam le echó la bronca. Es posible que lo que había dicho Harry fuera cierto puesto que el pequeño estaba en una relación y eso significa inaccesibilidad a tener otra… pero, ¿decirlo de esa manera? ¿A quién se le ocurre?
Louis y Niall estaban preocupados, la apuesta iba mal. Muy mal. Y si perdían deberían salir al escenario en calzoncillos… eso sin añadir que, Harry, seguiría saliendo con la arpía de Caroline Flack.  Estaba clarísimo que ella no le quería y en toda aquella relación había algo que no olía demasiado bien… la cuestión era averiguar qué estaba pasando. Debían abrirle los ojos a su amigo. Debían descubrir que se escondía detrás de la máscara de su adorada novia.
En ese mismo momento, en otro lugar algo lejos de allí, Eleanor estaba hablando con Anne en un café del centro. Las dos habían quedado para hablar de todo lo que había pasado. Algo así como una reunión de chicas, aunque faltaban muchas de ellas.
-Muy fuerte lo de Jodie y Harry… - susurró Eleanor.
-Mucho. De verdad. Pero él es un imbécil.
-¿Más que Louis? – rió.
-De manera diferente. – la morena le acompañó con su risa.
La gente las miraba, no solo porque reían sino porque eran dos personas muy cercanas a la banda de moda de entonces. Pero ellas seguían ajenas a todo.
-¿Con quién vas a ir a los premios esta noche?
-No lo sé. – suspiró Anne.
-Ves con Niall, no seas tonta.
-Que no, que no.
-Vamos, mujer, si te mueres de ganas. – Eleanor bebió de su café.
-Sí, ¿y qué? No quiero que me relacionen con Niall, no quiero que digan que somos novios o algo parecido.
-¿Por qué? – inquirió la mayor.
-Porque no. No me gustan los cotilleos de famosillos baratos.
-Niall no es un “famosillo barato”.
-Ai, Els, calla que me lías. – volvió a suspirar la pequeña provocando que la otra chica riera.
-Eso es lo que pretendo.
Se quedaron calladas unos segundos y Anne tuvo una idea más que brillante. Sonrió. Ya tenía pareja para los premios, o eso creía ella.
-¿Me presta a tu hermano? – preguntó.
-¿Para ir a los premios? ¡Ni de coña!
-¿Qué? ¿Por qué no?
-O vas con Niall, o vas sola… o no vas. – le dijo.
-Eres una mala amiga – le sacó la lengua.
-No, no lo soy. Me lo agradecerás cuando tú y Niall volváis a estar juntos. – le devolvió el gesto y rieron juntas.
-Va Els… por favor. – Anne volvió a intentarlo.
-Que no te digo.
-Malvada.
-Te quiero.- dijo la mayor.
Y más risas. Aunque todo fuera muy cómico Anne estaba preocupada porque seguía sin tener pareja y seguía negándose a ir con Niall. Le encantaría aparecer allí cogida de la mano del irlandés, juntos, pero no estaba dispuesta a aceptar la repercusión mediática que eso comportaría. Pero… coger su mano y pasear por la alfombra roja con él, como lo hacían Brad Pitt y Angelina Jolie cuando estaban juntos, sería fantástico. Suspiró. Quizá debía hacer el paso. Quizá eso le demostraría a Niall que de verdad le apoyaba en todo.
-Deberías ir con él. – dijo Eleanor como si le leyera los pensamientos. – Él espera que lo hagas, tiene esperanzas.
-No sé qué haré, Els.
-Yo sí.
Cogió su teléfono y marcó el número de Niall aunque Anne no tenía ni idea. El chico rubio se extrañó al ver el número de una de sus mejores amigas llamándole a esas horas y sin previo aviso.
-¿Els? – dijo. La voz de Louis de fondo sonó diciendo “Eh, ¿qué hace mi novia llamándote? ¡Hola mi amor!”. Ella rió.
-Hola, Niall. Dile hola a Louis de mi parte.
El irlandés se apartó el teléfono y le pasó el recado al mayor de los chicos.
-¿Querías algo en especial o… - empezó a decir él.
-Mira, pues sí. – le cortó Eleanor. – Te llamo porque estoy con Anne.
-¿Anne?
Niall se tensó, nervioso y los demás rieron. Eleanor pudo escuchar las risas y los vítoreos de los chicos y sonrió.
 -Sí. – rió. – Bueno… la cosa es que va a ir contigo a los premios.
-¿¡Qué!? – dijeron a la vez Niall y Anne. Eleanor rió y le hizo un gesto a su amiga para que se callara.
-Pues eso. De nada por el favor y eso, eh rubito. – el chico se ruborizó al saber que Anne estaba allí escuchándolo todo.
-Gracias, Els. De todas maneras te mataré porque ahora ella lo sabe todo.
-Ya lo sabía de antes. – rió. – Te veo luego guapetón.
-Adiós, preciosa. – dijo antes de colgar.
Eleanor dejó el teléfono en la mesa riendo. Anne estaba muda sin poderse creer lo que había hecho pero ese estado le duró poco ya que segundos después echándole la bronca.
-¿¡QUÉ HAS HECHO!?
-Solucionaros la vida. – dijo la mayor sonriendo.
-¿¡Pero tú sabes lo que acabas de hacer!? – la chica asintió. - Te odio, Eleanor Calder.
-Eso es mentira. Sabes que querías llamarle para ir con él.