18 ene 2014

You Belong With Me: Prólogo + Capítulo uno.

¡Holi lector@s!

Sé que no toca que suba este capítulo... pero no sé por qué se borró la entrada en la que estaba puesta y si alguien que no se ha leído el fic quiere hacerlo... pues es importante que se lea todos los capítulos pero este más porque es el primero... XDDD Así que lo subo para que se quede aquí y se pueda releer cuando se quiera. :))
(Y sí, subiré el siguiente pronto, ya estoy trabajando en ello!!! <3)


Prólogo.¿Dejarías de luchar por tus sueños porque los consideras inalcanzables? ¿Y dejarías que el corazón de un amigo se rompiera en mil pedazos? ¿Dejarías que todo aquello que conoces, y que te hace feliz, se hunda? ¿Dejarías que un chico que no conoces te invitara a cenar? ¿Dejarías que tus amigos dejaran de sonreír? ¿Dejarías toda tu vida por alguien a quien quieres pero que no conoce tu existencia? ¿Dejarías de vivir tu vida por alguien a quién no le importas? ¿Llorarías por él, cuando sabes que él llora por otra? ¿Serías capaz de hacerle creer a alguien que le quieres cuando sabes qué no? Es más, ¿serías capaz de renunciar a tu propia felicidad por la de aquella persona a la que quieres? ¿Serías capaz de hacer ver que todo está bien cuando realmente tu mundo se desmorona por momentos? ¿Serías capaz de hacer las locuras más idiotas sólo por amor? ¿Tú lo harías? Los protagonistas de esta historia son capaces de eso y mucho más. No tardarás en descubrir todo esto y mucho más. Pero es que realmente sólo son las consecuencias de enamorarse locamente y sin medida.
Capítulo uno; ¿Y el amor, dónde queda?
Era una tranquila tarde de invierno y cinco chicos estaban de camino hacia un grandioso recinto donde esa misma noche darían un concierto. Iban a ver el escenario, a hacer las pruebas de sonido y, por qué no, a divertirse un rato. El tour estaba siendo todo un éxito, las entradas agotadas en doce minutos, los estadios llenos, y miles de fans entregadísimas en todos los conciertos. Bien cierto es, y todos los integrantes del grupo lo sabían, que una gira es agotadora pero también tiene muchas cosas buenas.
En el coche se respiraban nervios, inquietudes, pero también ganas de comerse el escenario. Todo estaba demasiado tranquilo en aquel vehículo donde viajaban los cinco chicos y su amigo (y jefe) Simon. Aquellos cinco chicos eran bastante peculiares, y divertidos. Todos tenían entre diecisiete y veinte años. Tenían en común demasiadas cosas pero la más clara era su pasión por la música.
Uno de ellos le enviaba un mensaje a su madre. No era un mensaje largo, ni extremadamente sentimental, era un simple “Te quiero mamá”. Él estaba seguro, y no se equivocaba, de que haría sonreír a su madre. Ninguno de ellos tenía todo el tiempo que desearían para estar con su familia pero… ¡estaban cumpliendo su sueño! ¿Qué más podían pedir? Desde el principio sabían que aquello sería así pero asumieron el riesgo y tuvieron el apoyo de su familia para adentrarse en aquella aventura. El chico de pelo ondulado acababa de leer el mensaje por enésima vez y se guardó el teléfono en el bolsillo sonriendo. Se llamaba Liam, Liam Payne. Tenía los ojos marrones y una marca de nacimiento en el cuello. Era sensato y responsable pero también divertido. Liam aportaba a aquel pequeño grupo lo que necesitaban en cada momento, les daba estabilidad. Y luchaba por lo que quería. Siempre lo había hecho porque desde bien pequeño creyó en aquel viejo dicho que dice: “Quien la sigue, la consigue”. Y Liam siguió su sueño desde que tenía catorce años y en aquel momento, cuatro años más tarde, se daba cuenta de que lo había conseguido.
Al lado de Liam se encontraba un chico de pelo largo y liso que estaba cantando una canción de una manera un tanto peculiar. Pero no sólo su manera de hacer las cosas era peculiar, él también. Su nombre era Louis Tomlinson y a sus veinte años no parecía el más mayor del grupo. Tenía el pelo de color castaño y los ojos azules claros. Era divertido, y alegre. Además tenía un gran sentido de la amistad y la lealtad. A pesar de ser risueño y soñador tenía los pies puestos en la tierra. Apreciaba los pequeños placeres de la vida, y aprecia más que nadie los pequeños detalles al igual que también apreciaba muchísimo los grandes esfuerzos. Le gustaba mucho hacer reír a la gente y eso es lo que estaba haciendo en aquel momento; hacer que tres chicos, que estaban también en aquel vehículo, se retorcieran de risa. ¿Qué hacía exactamente? Cantaba una canción conocida para todos aquellos chicos que se titulaba “Tell me a lie” donde se narra la historia de un desamor bastante trágica. Pero un desamor siempre tiene dos partes y como nadie había querido participar en aquella interpretación junto a él decidió hacer los dos papeles. Cambiaba la cara dependiendo de la parte de la canción y gritaba como un loco la letra.
El causante de que aquella risa provocada por Louis se contagiara por todo el coche era Niall Horan. El chico irlandés de la eterna sonrisa. Tenía dieciocho años, al igual que Liam, su pelo era rubio y sus ojos de color azul cielo. Era bastante inseguro en depende que sentidos, pero a la vez disfrutaba de cada segundo de la vida como si fuera el último. También podría decirse que era bastante supersticioso, tenía por costumbre ponerse siempre calcetines blancos para las ocasiones importantes ya que, según sus experiencias, le daban suerte. Le tenía mucho miedo a la muerte, y por eso sus amigos se apoyaban en la teoría, bastante inverosímil, de que había sido criado por elfos y que por ello jamás crecería. Algo así como una especie de “Peter Pan” irlandés. A pesar de que siempre ha querido cantar y dedicarse a la música profesionalmente no estaba demasiado acostumbrado a la fama. No se podía imaginar una habitación de una chica adolescente toda llena de posters con su cara. Y también le costaba acostumbrarse a ver a sus fans llorar y gritar ya que jamás nadie había tenido una reacción similar por conocerle.
A su lado, también muerto de risa, se encontraba un joven de cabello y ojos oscuros pero su mirada a pesar parecer una noche sin estrellas era bonita y muy irresistible. El joven de ascendencia paquistaní se llamaba Zayn Malik y tenía diecinueve años. Era bastante tímido y reservado al principio pero poco a poco empezaba a salir de esa jaula. O eso decía Louis. Era sensato, protector y simpático. Una de sus mayores pasiones era la moda, le encantaba la ropa y podía pasarse horas y horas de compras. Al igual que Liam, él también es un luchador. Tuvo algún que otro problema con el baile a la hora de empezar aquella gran aventura y al principio trató de esconderse pero se dio cuenta de que debía hacerlo. Y lo hizo. No volvió a suponer un problema para él. A veces era un poco perezoso, le gustaba dormir mucho. Tenía un mal hábito que aún no ha conseguido cambiar; su adicción al tabaco. Vale, puede que no sea exactamente una adicción pero lo hacía, y era algo que descontentaba a sus fans por lo que él siempre ha intentando mejorar ese aspecto de su vida. En aquellos instantes Zayn reía a carcajadas pero no sabía si era por las tonterías de Louis o por la risa, algo más que contagiosa, de su amigo irlandés.
Finalmente el chico de los ojos verdes y el pelo ondulado también estaba a punto de morir de la risa. No podía parar. A la actuación tan peculiar de Louis se le sumaban aquellos dos chicos riendo, y probablemente Liam acabaría igual que ellos. Él era el más pequeño del grupo con apenas diecisiete años. Le encantaba su pelo y lo cuidaba mucho porque además de ser muy coqueto siempre había dicho que a las chicas les gustaba más su pelo rizado. Era bastante soñador, y a veces un poco romántico pero le costaba dar el primer paso aunque gracias a aquellos cuatro chicos empezaba a ser un poco más descarado en aquel sentido. Tenía la mala costumbre, a su parecer, de ir desnudo casi siempre cosa que ha hecho que otros miembros de la banda empezaran a hacerlo también pero a sus fans no les desagradaba. Reconocía que su estilo para vestir era un tanto peculiar ya que poca gente solía combinar unos tejanos con una americana. Él sí, y lo lucía bien orgulloso. Harry Styles, se llamaba. Y era divertido, gracioso. Puede que hubiera roto bastantes corazones, aunque él no lo supiera. De hecho… los cinco habían roto muchos corazones de chicas adolescentes, y ellos ni tan siquiera lo sabían.
-Louis…. – empezó a hablar Simon. - ¿Quieres parar de hacer ya el tonto? ¿No ves que se van a morir de la risa?
-Esa es la gracia – replicó Louis riendo.
-Nunca ideas una buena – añadió.
-Vale, ya paro.
-¿Lo prometes? – preguntó Harry aún riendo.
-Lo prometo – asintió el chico.
Se quedaron callados unos minutos y miraron por la ventana ya que Simon les había indicado la llegada a su destino. Bajaron del coche sin dejar de mirar el edificio que tenían ante sí. Delante de sus ojos se alzaba un imponente estadio que, por lo menos a Harry, le hacía sentir demasiado pequeño. Sonrío levemente puesto que aquello era lo que siempre había soñado, cantar en un estadio enorme para hacer disfrutar a miles de personas.
Aquel recinto era igual de impresionante por fuera que por dentro. Había un montón de pasillos con camerinos y salas para dejar todos los materiales necesarios para los conciertos y un inmenso espacio interior donde en unas horas se encontrarían sus fans.
El camerino que les habían asignado era muy grande y espacioso. Tenía dos sofás de color rojo, cinco sillas, cinco espejos, y cosas preparadas en las mesas que necesitarían para prepararse. También había una pequeña mesilla de café donde había botellas de agua y una nota. Liam se acercó, la cogió y la leyó en voz alta:
-Queridos One Direction esperamos que el camerino sea de vuestro agrado, y que estéis cómodos. Hay cinco botellas de agua en la mesa, pero no os preocupéis que traeremos más en breves, al igual que también traeremos la ropa para que seleccionéis cual queréis poneros. Un cordial saludo; la organización.
-Vaya… ¡qué simpáticos! – dijo Niall sentándose en un sofá.
-Mucho – corroboró Louis.
-Chicos, podéis relajaros aquí un rato. Voy a hablar con los de luces y sonido para ver cómo van los preparativos. En una hora empezamos con la prueba de sonido, ¿de acuerdo? – informó Simon abriendo la puerta para salir.
-Entendido – afirmaron casi al unísono.
-No hagáis mucho el tonto, que os conozco… - les pidió antes de salir por la puerta pero sabía que les estaba pidiendo demasiado.
Los chicos se sentaron en los sofás y empezaron a conversar sobre temas diversos; la gira, los conciertos, las fans. El ambiente estaba cada vez más relajado, los nervios ya no se olían tanto, y las tensiones ya se habían exiliado a algún sitio demasiado lejano. Harry siempre decía que entre broma y broma las risas de asoman. Sí, es un dicho que se había inventado él, ¿pero a caso no es totalmente cierto? Claro está que, también, entre broma y broma la verdad se asoma, pero nadie podía negarle que entre esas bromas y verdades también se asomaban risas. Niall rió a causa de una tontería que Louis había dicho. ¿Veis? Una risa que se asomaba, y alguna que otra verdad no tardaría en aparecer por allí.
-Harry te está sonando el móvil. – le advirtió Zayn.
La verdad había hecho su acto de presencia, y la persona que le llamaba esperaba una respuesta. El chico de pelo rizado sacó el móvil del bolsillo y miró la pantalla para ver quién era la persona que dedicaba parte de su preciado tiempo en llamarle. Caroline. Sonrió inconscientemente al imaginársela al otro lado de la línea con el teléfono pegado a la oreja escuchando los tonos de llamada. Bip. Bip. Bip. Quizá empezaba a desesperarse y estaría pensando en cómo vengarse de aquel endiablado adolescente que no le respondía a su llamada. Esperó un poco más, le gustaba hacerla esperar. No por nada, sino porque luego le hacía gracia ver como ella intentaba hacerse la ofendida o la enfadada.
-Hey preciosa, ¿Cómo estás? – contestó risueño.
-No tan bien como tú – le dijo ella riendo – Sabes, estabas a punto de quedarte sin beso de buenas noches.
-¿Si? Vaya… Suerte que he contestado antes de que me quitaras ese privilegio.
Se levantó del sofá y les hizo una seña a sus amigos para decirles que se iba a ir a otro sitio para no tener que aguantarles mientras mantenía aquella conversación.
-Vigila la próxima vez porque es posible que si tardas tanto te quedes sin él… – parecía un intento de amenaza y si no se hubiera reído en el último segundo es posible, sólo es posible, que Harry la hubiera creído.
-¿Qué vigile? ¿Me estás amenazando, Caroline Flack? – intentó sonar ofendido.
-Es posible. – rieron ambos.
-Pues no lo vuelva a hacer a ver si va a ser usted la que se quede sin mis besos… y no sólo el de buenas noches, sino todos.
-¿Todos? No eres capaz de estar sin besarme y lo sabes. Y no me trates de usted, enano – dijo ella al otro lado de la línea.
-Y tú no me llames enano. – replicó tocándose los rizos.
-Intentaré no intentarlo.
Se la imaginó, entonces, riendo ella sola o tocándose el pelo. Siempre se toca el pelo cuando está nerviosa. Puede que acabara de llegar a casa después de un largo día de trabajo, o puede que ya estuviera preparada para irse a la cama. Quién sabe. Sonrió, y se apenó un poco ya que aquella preciosa chica no podía alegrarle la noche con su grata presencia. Se quedó callado recordando esas pequeñas cosas que tanto le gustaban de ella; el olor de su pelo, su perfecta sonrisa, lo guapa que estaba recién levantada, esa mirada que le había hipnotizado desde el primer segundo…
-¿Harry? ¿Estás ahí? – preguntó Caroline al ver que no le contestaba con cualquier tontería o impertinencia.
-Sí que estoy. Lo siento es que estaba pensando… - contestó el chico volviendo otra vez al mundo real.
-¿Y en que pensabas?
-En ti. Y en lo mucho que te voy a echar de menos esta noche.
-Yo también te voy a echar de menos.
-Pero yo más. – se apresuró a decir él.
Esta vez el silencio fue por parte de ella. No sabía que decir. ¿Qué se suponía que tenía que decir? ¿Para qué mentirle? Ella sabía que no le iba a echar de menos, bueno, quizá un poco sí pero no tanto como él a ella… y es que aquel pobre adolescente estaba muy enamorado. Todo el mundo decía que desde que su relación se había estrechado más a Harry se le veía más contento, más feliz. Y ella todo cuanto podía hacer era sonreír. No eran novios, pero tampoco eran simples amigos, y ambos lo sabían. Pero el amor… ¿Y el amor, dónde quedaba? El amor de Caroline parecía un fugitivo escapándose para no ser encarcelado. Ella quería quererle pero su amor se había ido. Puede que la mejor solución fuese ir a buscarlo y traerlo de vuelta, pero ella no tenía fuerzas para hacerlo. Y para qué engañarse; tampoco le importaba demasiado dónde diablos estuviera el amor. Harry era como un niño pequeño, con poco se contentaba, y eso a la larga le compensaría a ella de un modo u otro. 

See you soon, xoxo
Mery.   

12 ene 2014

You Belong With Me: Capítulo cincuenta y tres.

¡Holi lector@s!

Sé, lo sé, soy muy consciente de que os dije que este fin de semana habría doble capítulo (y os juro que estoy trabajando en ello) pero cómo queda poco de fin de semana y me sabía mal no subir nada... os subo el capítulo cincuenta y tres y cuando termine el siguiente (que lo acabaré entre esta noche y mañana) lo subo. ¿Os parece bien? Y si no... es lo que hay, porque yo más ya no puedo correr. xDDDDD
No tengo mucha más cosa que añadir, aparte de que estoy trabajando ya en el horario de subidas que se pondrá en marcha en breves (cuando se termine este fan fic seguramente). Y que nada... espero que os guste. Es un capítulo que salió a raíz de un sueño mío y ese sueño fue impulsado por Gossip Girl y Chuck Bass. En la serie hay una escena parecida a la que sale en este capítulo.... así que si habéis visto la serie pues eso, no me acuséis de plagio... es ligeramente diferente xDDD
AH, SE ME OLVIDABA. Este capítulo se lo dedico a mi prima Alba Ferrero porque la quiero mucho y porque estas navidades cuando la vi me sorprendió cuando me dijo que leía todas mis historias. Así que nada... le prometí que se lo dedicaría y aquí está <3 I love you Alba.

Capítulo cincuenta y tres: Soy Harry Styles.

0:00 am.

Harry seguía sin aparecer por casa y nadie, excepto a Louis, se había dado cuenta de ello.
Desde que el mayor había recibido, hacía un par de horas, la angustiada llamada de Jodie se había quedado en el sofá esperando a que su amigo llegara con los ojos anegados en lágrimas pero no fue así. Y se quedó horas esperando. Y cada hora que pasaba se desesperaba más. Su amigo Harry estaba por ahí, en algún lugar de la ciudad, con el corazón roto intentando ser fuerte cuando sabía que no lo era, no en aquella situación.
El chico no quería precipitar las cosas y causar revuelvo por la no aparición de Harry, ya que aquello no se podía llamar “desaparición”, pero le estaba empezando a preocupar la seguridad de su amigo y aquello le consumía por dentro. Sabía que tenía que hacer algo para salvarle, se lo había prometido a Jodie.
Se volvió a sentar en el sofá y encendió la televisión, aunque estaba claro que no iba a ver lo que fuera que estuvieran dando, mientras en su cabeza se repetía que si pasaban las horas y Harry no aparecía sería él mismo el que fuera a buscarle.

* * *
0:30 am

En un pequeño bar de un barrio no muy bonito de Londres se encontraba un joven de diecinueve años empapado en sus propias lágrimas y en alcohol. Tanto él como el camarero habían perdido la cuenta de cuantas copas llevaba pero ni al uno ni al otro le importaba. Al camarero ya le iba bien, puesto que aquello beneficiaba a su negocio, y al joven solo le apetecía olvidarse de todo y vio en ese bar una manera bastante efectiva de hacerlo.

- Ponme otro de estos. - pidió el chico levantando el vaso vacío. Segundos después su vaso volvía a llenarse, como por arte de magia.

Nadie parecía conocerle, nadie parecía importarle la existencia de aquel joven. Era, simplemente, otro de tantos buscando ahogarse en el culo de una de las miles de botellas del bar. Allí, en ese pequeño antro que olía a alcohol, tabaco y humedad, no era Harry Styles.
Solo quería pasar desapercibido y beber con la soledad de sus pensamientos pero estos le atormentaban a cada segundo. Cada gota de alcohol lo contaminaba un poco más y el mundo seguía siendo igual de asqueroso. Y en ese momento le entraron ganas de gritar. Y apretó la mano contra el vaso de cristal, con fuerza, como si quisiera romperlo, como sino le importara cortarse porque, de hecho, tenía el alma cortada en pedazos.
Bebió otro trago y el vaso se volvió a quedar vacío mientras un pensamiento persistía en su mente: “Eres Harry Styles.”
* * *

1:30 am

El tiempo pasaba implacable y Harry seguía sin aparecer por casa.
Louis se pasó las manos por la cara, cansado, y suspiró sabiendo que, por lo menos, no era el único que no podía conciliar el sueño.
Se levantó del sofá y dio vueltas por el comedor, como un león enjaulado. Estaba preocupado y no quería preocupar a nadie más pero tenía que hacer algo. Así que sacó su móvil y llamó a Paul Higgins, su jefe de seguridad.

-Paul, Harry ha desaparecido – dijo en cuanto descolgó.
-¿Desaparecido? ¿No crees que eso es algo brusco? Harry siempre sale y entra cuando quiere.
-No Paul. Escúchame se ha enterado de algo horrible, algo que estoy seguro que le estará destrozando por dentro, y en vez de volver a casa... se ha ido. No sé a donde, no sé donde está, pero tenemos que encontrarle.
-¿Qué? Louis, ¿estás seguro de lo que estás diciendo?
-¡Cómo no iba a estar seguro! - Louis estaba empezando a desesperarse. - ¿Vas a ayudarme a encontrarlo o tengo que ir yo solo?
-Voy para allá.
-Estupendo, nos vemos ahora.

Nada más colgar el teléfono Louis se vistió con lo primero que encontró en su armario y se dedicó a buscar por todas las redes sociales algún rastro sobre Harry. Un famoso no pasaba desapercibido así como así, siempre había alguien que te veía incluso en la calle más pequeña y menos concurrida. Así que con un poco de suerte alguien habría visto a Harry y habría puesto su localización. O eso esperaba porque no tenía ningún otro plan para encontrarlo.

* * *

1:30 am

Harry caminaba solo por las calles de Londres aguantándose en las farolas, las paredes y cualquier cosa que encontrara por ahí. No es que no pudiera caminar sin ningún tipo de apoyo pero, a veces, el mundo se le nublaba y todo le daba vueltas.
Le dolía la cabeza, los pies y el corazón pero nada le importaba, ya nada tenía sentido. Ni siquiera emborracharse pero no le quedaba otra alternativa.
Consiguió dar un par de pasos más y divisó a lo lejos gente en la calle. Eso era lo que buscaba: gente. Le daba igual quienes fueran, sus nombres o qué les gustara, sólo buscaba a gente que le dijera: “¡Eh yo te conozco, eres Harry Styles!”
Se acercó como pudo y se entremezcló con la gente, respirando débilmente, entrecerrando los ojos para que las luces no lo cegaran. Pero mientras caminaba se dio cuenta que nadie le había reconocido, que nadie le había parado para hacerse una foto y sintió rabia. ¡Vamos! ¡Era Harry Styles! ¿Quién no quería conocerle? ¡Siempre debía haber alguien, ¿no?!
El chico volvió a admirar el panorama que tenía delante y estudió la situación todo lo que su estado ebrio le permitía. Vio un monumento dedicado a vete tu a saber qué y una calle llena de bares y tiendas cerradas. Y otra idea cruzó su mente.
Se apresuró hasta llegar a la escultura situada en una pequeña plaza y se quedó allí. Abrió los brazos, cerró los ojos y dejó que el viento jugara con él. El frío le azotaba con fuerza en la cara como pequeños cuchillos afilados pero no le importó. Se aclaró la garganta y sonrió.

-¡SOY HARRY STYLES! - gritó.

La gente que paseaba por allí se giró a mirarle pero él no pudo verlo porque seguía con los ojos cerrados. El aire volvió a revolverlo todo una vez más.

-¡SOY HARRY STYLES! - volvió a gritar y, esta vez sí, abrió los ojos.

Unas cuantas personas lo habían reconocido y para su suerte había adolescentes entre ellas. Miró a una pequeña multitud de gente que lo miraban algunos desconcertados, algunos sorprendidos, algunos divertidos... vio como algunos de ellos sacaban el teléfono para hacerle una foto o algo parecido y no le importó. Porque seguía gritando sin cesar:

-¡SOY HARRY STYLES!

* * *

1:40 am

Un range over de color negro callejeaba por las oscuras calles de Londres. A simple vista eso era cuanto podías ver si veías ese coche pasar: un coche como cualquier otro, pero en su interior se encontraban Louis Tomlinson y Paul Higgins.
Louis llevaba su teléfono en la mano e iba recargando una y otra vez su página de twitter. No había querido twittear nada para no alarmar a las fans ya que sería extraño que él pusiera algo cómo: “¡Hey!, ¿alguien ha visto a Harry?”. Así que simplemente puso: Harry Styles y esperó a que alguien publicara algo que le diera una pista sobre dónde se encontraba.

-¿Louis, vas a contarme lo que está pasando? - preguntó otra vez Paul.
-Gira esa calle a la derecha. - le contestó evadiendo su pregunta. Paul asintió y se resignó, con un suspiro, a girar por la calle que Louis le indicaba. El silencio se hizo paso en el vehículo, un silencio pesado, hasta que finalmente Louis decidió romperlo. - ¿Qué harías si te enteras de que tu novia te ha puesto los cuernos?
-Deprimirme y no salir de la cama, supongo.
-Como la mayoría de seres humanos – rió Louis. - Pero a Harry le ha dado por desaparecer.

Paul no dijo nada más porque no había nada más que decir y Louis siguió a lo suyo en busca de la posible localización de Harry. Y entonces vio algo que le sirvió de gran ayuda. Una chica acababa de ver a Harry, hacía cosa de diez minutos, cerca de dónde se encontraban. ¡Hasta había adjuntado una foto! Louis sonrió victorioso y se recordó a sí mismo que cada vez que estuviera harto de que les controlaran recordaría ese momento.
El joven le dio las instrucciones a su acompañante para llegar todo lo rápido posible hasta el sitio donde habían visto a Harry y rezaba interiormente para que no se hubiera movido de allí.
El coche se desplazaba velozmente por las calles de Londres, como si de una persecución se tratase, aunque realmente era lo que era sólo que ellos no eran los que huían.
Paul aparcó el coche cerca de la plaza donde estaba la escultura y al bajarse los dos empezaron a caminar deprisa en busca de Harry. La gente los miraba extrañados pero no era para menos.

-¡SOY HARRY STYLES! - gritó Harry no muy lejos de allí y Louis pudo escucharle.

Nada más oír la voz de su perjudicado amigo el joven echó a correr, seguido por Paul de cerca, siguiendo el sonido. Unos cuantos metros más allá Louis pudo divisar al chico de rizos que se encontraba subido a un pequeño muro agarrándose a una farola. Rodó los ojos y suspiró sin dejar de correr. Quiso gritar su nombre para hacerle ver que estaba allí pero tampoco quería asustarle y que provocar que se cayera del muro.

La visión de Harry estaba más nublada de lo habitual y las luces bailaban a su alrededor, cosa que le parecía bastante divertida. A pesar de que su mente había dejado de tener pensamientos coherentes hacía mucho rato, él seguía allí demasiado deshecho como para irse.

-¡SOY... - empezó a gritar otra vez, balanceándose encima del muro.
-¡Eres Harry Styles! ¡Ya te he oído!

¿Esa era la voz de Louis? Harry se giró todo lo rápido que sus reflejos le permitieron y a dos metros de él vio a su amigo Louis Tomlinson junto a Paul Higgins. Hizo una mueca y se enocogió de hombros. Que Paul estuviera allí significaba que se había metido en un buen lío.

-¡PERO A NADIE LE IMPORTA UNA MIERDA! - gritó Harry, otra vez. Louis sonrió torcidamente y se subió al muro con él colocándose bien la chaqueta para protegerse del frío aunque no sirviera de mucho.
-No me grites, ¿quieres?

Paul los observaba desde el suelo con los brazos cruzados sobre el pecho. Se suponía que tenía que conseguir que Harry bajara, no subirse él. Con uno dando la nota ya tenían suficiente. Pero se limitó a mirarlos desde allí sin decir una palabra.

-¡Louis a nadie le importa que yo sea Harry Styles! - se volvió a quejar Harry. Había dejado de gritar pero seguía hablando en un tono demasiado fuerte.
-Eso es mentira. A mí me importa.
-¿Y por qué te iba a importar?
-Porque somos amigos y porque trabajamos juntos y porque vivimos juntos y porque nos hemos reído juntos... ¿sigo? - Harry no le contestó, así que decidió seguir hablando. - Soy tu mejor amigo. ¿Crees que eso no significa nada?

Louis se bajó del muro de un salto y lo miró desde abajo. Harry parecía bastante más calmado pero aún seguía sin procesar todo aquello. ¡A nadie le importaba que él fuera Harry Styles! Todo el mundo le tomaba el pelo, todos lo veían como un crío al que poder manipular... sobretodo ella. Caroline Flack.
La impotencia y la ebriedad se volvió a apoderar del pequeño que no paraba de de decir frases inconexas que se le venían a la mente y no paraba de repetir: “No puede ser verdad que haya hecho eso.”
Finalmente, como Paul había predicho desde que vio a Harry subido en el muro, lo cogió en brazos y lo bajó a pesar de las quejas del pequeño. Louis seguía intentando animar a Harry hablándole de las muchas cosas que había conseguido y con tan solo dieciocho años. ¿Es que no se daba cuenta de ello? ¿No era capaz de ver que, a pesar de que aquella chica (si es que podía conservar ese apelativo) le había hecho daño, él seguía siendo quien era y que mucha gente lo valoraba por ello?
Harry apestaba a alcohol, todo él, desprendía alcohol. Las piernas ya no le llevaban y estaba cansado, no quería hacer nada y eso dificultó la tarea de llevarlo a casa y meterlo en la cama. Pero después de muchas peleas, discusiones y esfuerzos lo consiguieron.

* * *

Al día siguiente el sol brillaba tenuemente, los pájaros cantaban y nadie parecía haberse enterado del altercado con Harry a pesar de que en las redes sociales no se hablaba de otra cosa. Había un montón de fans especulando y esparciendo información sobre que la noche anterior se había visto a Harry Styles cerca del centro borracho y gritando. Aunque no se le dio mucha importancia para suerte del joven de rizos.

Eran las doce del mediodía y la puerta de Niall aún seguía cerrada y el irlandés seguía sin dar señales de vida. ¿No se pensaba levantar o qué? Louis no podía esperar más así que picó un par de veces suavemente y para su sorpresa la voz de Niall le respondió que podía pasar al interior de la habitación. Se encontró al rubio con la guitarra en la cama y una libreta. ¿Estaría componiendo algo? ¡Eso parecía!

-Te veo ocupado... - siseó Louis acercándose y sentándose en el suelo.
-Intento estarlo – rió Niall. Dejó la guitarra a un lado y miró a su amigo. Louis no era de esos que venía a verte porque sí... así que el rubio intuyó que tenía algo que decirle. - ¿Qué pasa, Lou?
-¿Te has enterado que ayer Harry la lió? - Niall negó con la cabeza. - ¡Si tu supieras la que me lió! Tuvimos que ir Paul y yo a buscarlo...
-¿Y eso? ¿Qué pasó? ¿Discutieron él y Jodie? ¿Por eso lloraba Jodie ayer?
-¿Niall te has vuelto polícia y yo sin saberlo? ¡Vaya interrogatorio, chico! - rió el mayor. - No, no se pelearon pero... verás... Jodie descubrió algo que afecta directamente a Harry y por eso él estaba tan mal ayer.
-Caroline le pone los cuernos. - susurró.
-¿Qué? ¿Cómo sabes tu eso? - Niall rió ante la reacción de Louis. El mayor lo miraba con los ojos abiertos y la boca abierta. Se suponía que eso nadie lo sabía, sólo Caroline, Adam, Jodie, Harry y él.
-¿Te acuerdas el día de los puñetazos en la pared? - Louis asintió. - He ahí la causa.
-¿¡LO SABÍAS Y NO DIJISTE NADA!? - gritó el mayor y Niall le tapó la boca al instante.
-¿Tú te crees que es algo para gritarlo así? - el rubio rodó los ojos. - Liam también lo sabe.
-¡Joder! Al final lo va a saber todo el mundo y yo aquí sin enterarme... - los dos chicos rieron y luego se quedaron en silencio.
-¿Cómo está? - preguntó Niall al final. Louis supo, sin necesidad de preguntar, que hablaba de Harry.
-Jodie me dijo que no se lo creyó y luego lo comprobé yo mismo. Está mal y en fase de negación. Pero como Caroline no está al corriente de que lo sabe... supongo que hará ver como que nada ha pasado.
-Hay que hacer algo. Y rápido.
-Estoy de acuerdo, no podemos dejarle así. - Louis se rascó la barbilla, pensativo. - Sé de alguien que nos puede ayudar.

* * *

Cualquier día normal, si salías a pasear a la calle, podías ver miles de parejas cogidas de la man, abrazándose, dándose besos... y a algunos les provocarían nauseas (y cierta envidia por no tener a esa persona especial a su lado) y a otros les parecería estupendo puesto que el amor está en todas partes.
Sam y Dylan eran una de esas muchas parejas que salían a disfrutar de un agradable paseo en pareja. Sus manos se entrelazaban perfectamente pero sus mentes no tanto. Y eso les estaba dando más de un problema y más de dos (desde hace bastante tiempo). Eso y los celos desmedidos del chico. Aunque no solían hablar de ello porque siempre acababan discutiendo.

-¿Qué tal ayer en el programa? ¿Estuvo bien? - preguntó Dylan acariciando la mano de su chica.
-¿De verdad quieres saberlo? Mira que luego te enfadas... - suspiró Sam la cual estaba segura que, de todas maneras, su chico se habría tragado el programa entero la noche pasada.
-¡Claro! ¿¡Qué clase de novio sería si no me interesara por lo que haces!?
-La verdad es que fue muy bien... los chicos y nosotras tenemos una relación bastante... cercana. ¡Y eso es estupendo! ¿¡Verdad que sí!? - Sam rió entusiasmada. A pesar de que Dylan no le gustara hablar de ello, ella estaba emocionada por todos los cambios de su vida y por formar parte de la vida de One Direction.
-Define “cercana”. - respondió el chico a lo que ella rodó los ojos.
-No empecemos, Dylan. Somos amigos. Si es que se puede decir que lo somos...

Sam se paró en la acera para observar a su novio el cual tenía cara de pocos amigos. La rubia puso morritos y se acercó a él, mirándole con los ojos tristes. Dylan giró la cara, no podía verla así o acabaría ganando ella... siempre lo hacía porque sabía que no podía resistirse a esa cara. La chica cogió la barbilla del chico con su mano libre y la obligó a mirarla. Después de eso se lanzó a sus labios para darle un beso. Un corto beso que quedó interrumpido por una voz muy familiar.

-¿Sam?

La chica se separó corriendo de Dylan y se giró para comprobar que no estaba soñando quién estaba allí, en medio de la calle, llamándola era Zayn Malik. Llevaba unos pantalones tejanos rasgados, una chaqueta de cuero negra y un cigarrillo en la mano.

-¡Zayn! - gritó ella. Ambos se acercaron y se dieron un tierno abrazado bajo la mirada de Dylan. - ¡Qué sorpresa encontrarte aquí! Y solo...
-¿Verdad que sí? - sonrió él. - Una grata sorpresa.

Dylan caminó hasta su posición, reclamando a la chica rubia, y fue entonces cuando Zayn volvió a reparar en él. Lo miró con precaución y levantó una ceja, sin decir nada más. Los dos chicos se estudiaban al detalle durante esos segundos y ninguno de los dos tenía ganas de que el otro se encontrara allí.

-Hola Dylan. - saludó por fin el chico de ascendencia árabe.
-¿Que hay? - respondió el aludido despreocupadamente, aunque realmente no le importaba la respuesta que pudiera darle. Zayn volvió a sonreír, esta vez más falsamente, y se centró de nuevo en la chica.
-¿Te has enterado de lo que pasó con Jodie y Harry? Nadie en casa quiere contarme nada...
-Sé que ha pasado algo pero no sé qué exactamente. A Jodie le ha dado por guardar secretos, ahora. - rió.- Pero créeme que me enteraré.
-Oh, tu siempre te enteras de todo. ¿Me llamas cuando sepas algo?
-¡Claro, yo te llamo!
-Bueno, será mejor que me vaya... - siseó el chico mirando a Dylan, otra vez. Sam rodó los ojos. ¿Por qué tenían que tener esa rivalidad tan inútil y que no les llevaba a ningún sitio? ¡Además casi ni se conocían!
-Vale. - susurró ella. Zayn le dio otro abrazo sin dejar de mirar al chico que no se estaba perdiendo ni un detalle de la escena. Lo vio apretar los puños y sonrió. - Nos vemos pronto.
-¡No lo dudes, rubita!

Poco después de aquello Zayn Malik se alejaba calle abajo donde seguramente sería acosado y perseguido por miles de chicas adolescentes que estaban deseosas de conocerle.


See you soon, xoxo
Mery.