Sé que no toca que suba este capítulo... pero no sé por qué se borró la entrada en la que estaba puesta y si alguien que no se ha leído el fic quiere hacerlo... pues es importante que se lea todos los capítulos pero este más porque es el primero... XDDD Así que lo subo para que se quede aquí y se pueda releer cuando se quiera. :))
(Y sí, subiré el siguiente pronto, ya estoy trabajando en ello!!! <3)
Prólogo.¿Dejarías
de luchar por tus sueños porque los consideras inalcanzables? ¿Y
dejarías que el corazón de un amigo se rompiera en mil pedazos?
¿Dejarías que todo aquello que conoces, y que te hace feliz, se
hunda? ¿Dejarías que un chico que no conoces te invitara a cenar?
¿Dejarías que tus amigos dejaran de sonreír? ¿Dejarías toda tu
vida por alguien a quien quieres pero que no conoce tu existencia?
¿Dejarías de vivir tu vida por alguien a quién no le importas?
¿Llorarías por él, cuando sabes que él llora por otra? ¿Serías
capaz de hacerle creer a alguien que le quieres cuando sabes qué no?
Es más, ¿serías capaz de renunciar a tu propia felicidad por la de
aquella persona a la que quieres? ¿Serías capaz de hacer ver que
todo está bien cuando realmente tu mundo se desmorona por momentos?
¿Serías capaz de hacer las locuras más idiotas sólo por amor? ¿Tú
lo harías? Los protagonistas de esta historia son capaces de eso y
mucho más. No tardarás en descubrir todo esto y mucho más. Pero es
que realmente sólo son las consecuencias de enamorarse locamente y
sin medida.
Capítulo
uno; ¿Y el amor, dónde queda?
Era
una tranquila tarde de invierno y cinco chicos estaban de camino
hacia un grandioso recinto donde esa misma noche darían un
concierto. Iban a ver el escenario, a hacer las pruebas de sonido y,
por qué no, a divertirse un rato. El tour estaba siendo todo un
éxito, las entradas agotadas en doce minutos, los estadios llenos, y
miles de fans entregadísimas en todos los conciertos. Bien cierto
es, y todos los integrantes del grupo lo sabían, que una gira es
agotadora pero también tiene muchas cosas buenas.
En
el coche se respiraban nervios, inquietudes, pero también ganas de
comerse el escenario. Todo estaba demasiado tranquilo en aquel
vehículo donde viajaban los cinco chicos y su amigo (y jefe) Simon.
Aquellos cinco chicos eran bastante peculiares, y divertidos. Todos
tenían entre diecisiete y veinte años. Tenían en común demasiadas
cosas pero la más clara era su pasión por la música.
Uno
de ellos le enviaba un mensaje a su madre. No era un mensaje largo,
ni extremadamente sentimental, era un simple “Te quiero mamá”.
Él estaba seguro, y no se equivocaba, de que haría sonreír a su
madre. Ninguno de ellos tenía todo el tiempo que desearían para
estar con su familia pero… ¡estaban cumpliendo su sueño! ¿Qué
más podían pedir? Desde el principio sabían que aquello sería así
pero asumieron el riesgo y tuvieron el apoyo de su familia para
adentrarse en aquella aventura. El chico de pelo ondulado acababa de
leer el mensaje por enésima vez y se guardó el teléfono en el
bolsillo sonriendo. Se llamaba Liam, Liam Payne. Tenía los ojos
marrones y una marca de nacimiento en el cuello. Era sensato y
responsable pero también divertido. Liam aportaba a aquel pequeño
grupo lo que necesitaban en cada momento, les daba estabilidad. Y
luchaba por lo que quería. Siempre lo había hecho porque desde bien
pequeño creyó en aquel viejo dicho que dice: “Quien la sigue, la
consigue”. Y Liam siguió su sueño desde que tenía catorce años
y en aquel momento, cuatro años más tarde, se daba cuenta de que lo
había conseguido.
Al
lado de Liam se encontraba un chico de pelo largo y liso que estaba
cantando una canción de una manera un tanto peculiar. Pero no sólo
su manera de hacer las cosas era peculiar, él también. Su nombre
era Louis Tomlinson y a sus veinte años no parecía el más mayor
del grupo. Tenía el pelo de color castaño y los ojos azules claros.
Era divertido, y alegre. Además tenía un gran sentido de la amistad
y la lealtad. A pesar de ser risueño y soñador tenía los pies
puestos en la tierra. Apreciaba los pequeños placeres de la vida, y
aprecia más que nadie los pequeños detalles al igual que también
apreciaba muchísimo los grandes esfuerzos. Le gustaba mucho hacer
reír a la gente y eso es lo que estaba haciendo en aquel momento;
hacer que tres chicos, que estaban también en aquel vehículo, se
retorcieran de risa. ¿Qué hacía exactamente? Cantaba una canción
conocida para todos aquellos chicos que se titulaba “Tell me a lie”
donde se narra la historia de un desamor bastante trágica. Pero un
desamor siempre tiene dos partes y como nadie había querido
participar en aquella interpretación junto a él decidió hacer los
dos papeles. Cambiaba la cara dependiendo de la parte de la canción
y gritaba como un loco la letra.
El
causante de que aquella risa provocada por Louis se contagiara por
todo el coche era Niall Horan. El chico irlandés de la eterna
sonrisa. Tenía dieciocho años, al igual que Liam, su pelo era rubio
y sus ojos de color azul cielo. Era bastante inseguro en depende que
sentidos, pero a la vez disfrutaba de cada segundo de la vida como si
fuera el último. También podría decirse que era bastante
supersticioso, tenía por costumbre ponerse siempre calcetines
blancos para las ocasiones importantes ya que, según sus
experiencias, le daban suerte. Le tenía mucho miedo a la muerte, y
por eso sus amigos se apoyaban en la teoría, bastante inverosímil,
de que había sido criado por elfos y que por ello jamás crecería.
Algo así como una especie de “Peter Pan” irlandés. A
pesar de que siempre ha querido cantar y dedicarse a la música
profesionalmente no estaba demasiado acostumbrado a la fama. No se
podía imaginar una habitación de una chica adolescente toda llena
de posters con su cara. Y también le costaba acostumbrarse a ver a
sus fans llorar y gritar ya que jamás nadie había tenido una
reacción similar por conocerle.
A
su lado, también muerto de risa, se encontraba un joven de cabello y
ojos oscuros pero su mirada a pesar parecer una noche sin estrellas
era bonita y muy irresistible. El joven de ascendencia paquistaní se
llamaba Zayn Malik y tenía diecinueve años. Era bastante tímido y
reservado al principio pero poco a poco empezaba a salir de esa
jaula. O eso decía Louis. Era sensato, protector y simpático. Una
de sus mayores pasiones era la moda, le encantaba la ropa y podía
pasarse horas y horas de compras. Al igual que Liam, él también es
un luchador. Tuvo algún que otro problema con el baile a la hora de
empezar aquella gran aventura y al principio trató de esconderse
pero se dio cuenta de que debía hacerlo. Y lo hizo. No volvió a
suponer un problema para él. A veces era un poco perezoso, le
gustaba dormir mucho. Tenía un mal hábito que aún no ha conseguido
cambiar; su adicción al tabaco. Vale, puede que no sea exactamente
una adicción pero lo hacía, y era algo que descontentaba a sus fans
por lo que él siempre ha intentando mejorar ese aspecto de su vida.
En aquellos instantes Zayn reía a carcajadas pero no sabía si era
por las tonterías de Louis o por la risa, algo más que contagiosa,
de su amigo irlandés.
Finalmente
el chico de los ojos verdes y el pelo ondulado también estaba a
punto de morir de la risa. No podía parar. A la actuación tan
peculiar de Louis se le sumaban aquellos dos chicos riendo, y
probablemente Liam acabaría igual que ellos. Él era el más pequeño
del grupo con apenas diecisiete años. Le encantaba su pelo y lo
cuidaba mucho porque además de ser muy coqueto siempre había dicho
que a las chicas les gustaba más su pelo rizado. Era bastante
soñador, y a veces un poco romántico pero le costaba dar el primer
paso aunque gracias a aquellos cuatro chicos empezaba a ser un poco
más descarado en aquel sentido. Tenía la mala costumbre, a su
parecer, de ir desnudo casi siempre cosa que ha hecho que otros
miembros de la banda empezaran a hacerlo también pero a sus fans no
les desagradaba. Reconocía que su estilo para vestir era un tanto
peculiar ya que poca gente solía combinar unos tejanos con una
americana. Él sí, y lo lucía bien orgulloso. Harry Styles, se
llamaba. Y era divertido, gracioso. Puede que hubiera roto bastantes
corazones, aunque él no lo supiera. De hecho… los cinco habían
roto muchos corazones de chicas adolescentes, y ellos ni tan siquiera
lo sabían.
-Louis….
– empezó a hablar Simon. - ¿Quieres parar de hacer ya el tonto?
¿No ves que se van a morir de la risa?
-Esa es la gracia – replicó Louis riendo.
-Nunca ideas una buena – añadió.
-Vale, ya paro.
-¿Lo prometes? – preguntó Harry aún riendo.
-Lo prometo – asintió el chico.
-Esa es la gracia – replicó Louis riendo.
-Nunca ideas una buena – añadió.
-Vale, ya paro.
-¿Lo prometes? – preguntó Harry aún riendo.
-Lo prometo – asintió el chico.
Se
quedaron callados unos minutos y miraron por la ventana ya que Simon
les había indicado la llegada a su destino. Bajaron del coche sin
dejar de mirar el edificio que tenían ante sí. Delante de sus ojos
se alzaba un imponente estadio que, por lo menos a Harry, le hacía
sentir demasiado pequeño. Sonrío levemente puesto que aquello era
lo que siempre había soñado, cantar en un estadio enorme para hacer
disfrutar a miles de personas.
Aquel recinto era igual de impresionante por fuera que por dentro. Había un montón de pasillos con camerinos y salas para dejar todos los materiales necesarios para los conciertos y un inmenso espacio interior donde en unas horas se encontrarían sus fans.
Aquel recinto era igual de impresionante por fuera que por dentro. Había un montón de pasillos con camerinos y salas para dejar todos los materiales necesarios para los conciertos y un inmenso espacio interior donde en unas horas se encontrarían sus fans.
El
camerino que les habían asignado era muy grande y espacioso. Tenía
dos sofás de color rojo, cinco sillas, cinco espejos, y cosas
preparadas en las mesas que necesitarían para prepararse. También
había una pequeña mesilla de café donde había botellas de agua y
una nota. Liam se acercó, la cogió y la leyó en voz alta:
-Queridos
One Direction esperamos que el camerino sea de vuestro agrado, y que
estéis cómodos. Hay cinco botellas de agua en la mesa, pero no os
preocupéis que traeremos más en breves, al igual que también
traeremos la ropa para que seleccionéis cual queréis poneros. Un
cordial saludo; la organización.
-Vaya… ¡qué simpáticos! – dijo Niall sentándose en un sofá.
-Mucho – corroboró Louis.
-Chicos, podéis relajaros aquí un rato. Voy a hablar con los de luces y sonido para ver cómo van los preparativos. En una hora empezamos con la prueba de sonido, ¿de acuerdo? – informó Simon abriendo la puerta para salir.
-Entendido – afirmaron casi al unísono.
-No hagáis mucho el tonto, que os conozco… - les pidió antes de salir por la puerta pero sabía que les estaba pidiendo demasiado.
-Vaya… ¡qué simpáticos! – dijo Niall sentándose en un sofá.
-Mucho – corroboró Louis.
-Chicos, podéis relajaros aquí un rato. Voy a hablar con los de luces y sonido para ver cómo van los preparativos. En una hora empezamos con la prueba de sonido, ¿de acuerdo? – informó Simon abriendo la puerta para salir.
-Entendido – afirmaron casi al unísono.
-No hagáis mucho el tonto, que os conozco… - les pidió antes de salir por la puerta pero sabía que les estaba pidiendo demasiado.
Los
chicos se sentaron en los sofás y empezaron a conversar sobre temas
diversos; la gira, los conciertos, las fans. El ambiente estaba cada
vez más relajado, los nervios ya no se olían tanto, y las tensiones
ya se habían exiliado a algún sitio demasiado lejano. Harry siempre
decía que entre broma y broma las risas de asoman. Sí, es un dicho
que se había inventado él, ¿pero a caso no es totalmente cierto?
Claro está que, también, entre broma y broma la verdad se asoma,
pero nadie podía negarle que entre esas bromas y verdades también
se asomaban risas. Niall rió a causa de una tontería que Louis
había dicho. ¿Veis? Una risa que se asomaba, y alguna que otra
verdad no tardaría en aparecer por allí.
-Harry
te está sonando el móvil. – le advirtió Zayn.
La
verdad había hecho su acto de presencia, y la persona que le llamaba
esperaba una respuesta. El chico de pelo rizado sacó el móvil del
bolsillo y miró la pantalla para ver quién era la persona que
dedicaba parte de su preciado tiempo en llamarle. Caroline. Sonrió
inconscientemente al imaginársela al otro lado de la línea con el
teléfono pegado a la oreja escuchando los tonos de llamada. Bip.
Bip. Bip. Quizá empezaba a desesperarse y estaría pensando en cómo
vengarse de aquel endiablado adolescente que no le respondía a su
llamada. Esperó un poco más, le gustaba hacerla esperar. No por
nada, sino porque luego le hacía gracia ver como ella intentaba
hacerse la ofendida o la enfadada.
-Hey
preciosa, ¿Cómo estás? – contestó risueño.
-No tan bien como tú – le dijo ella riendo – Sabes, estabas a punto de quedarte sin beso de buenas noches.
-¿Si? Vaya… Suerte que he contestado antes de que me quitaras ese privilegio.
-No tan bien como tú – le dijo ella riendo – Sabes, estabas a punto de quedarte sin beso de buenas noches.
-¿Si? Vaya… Suerte que he contestado antes de que me quitaras ese privilegio.
Se
levantó del sofá y les hizo una seña a sus amigos para decirles
que se iba a ir a otro sitio para no tener que aguantarles mientras
mantenía aquella conversación.
-Vigila
la próxima vez porque es posible que si tardas tanto te quedes sin
él… – parecía un intento de amenaza y si no se hubiera reído
en el último segundo es posible, sólo es posible, que Harry la
hubiera creído.
-¿Qué vigile? ¿Me estás amenazando, Caroline Flack? – intentó sonar ofendido.
-Es posible. – rieron ambos.
-Pues no lo vuelva a hacer a ver si va a ser usted la que se quede sin mis besos… y no sólo el de buenas noches, sino todos.
-¿Todos? No eres capaz de estar sin besarme y lo sabes. Y no me trates de usted, enano – dijo ella al otro lado de la línea.
-Y tú no me llames enano. – replicó tocándose los rizos.
-Intentaré no intentarlo.
-¿Qué vigile? ¿Me estás amenazando, Caroline Flack? – intentó sonar ofendido.
-Es posible. – rieron ambos.
-Pues no lo vuelva a hacer a ver si va a ser usted la que se quede sin mis besos… y no sólo el de buenas noches, sino todos.
-¿Todos? No eres capaz de estar sin besarme y lo sabes. Y no me trates de usted, enano – dijo ella al otro lado de la línea.
-Y tú no me llames enano. – replicó tocándose los rizos.
-Intentaré no intentarlo.
Se
la imaginó, entonces, riendo ella sola o tocándose el pelo. Siempre
se toca el pelo cuando está nerviosa. Puede que acabara de llegar a
casa después de un largo día de trabajo, o puede que ya estuviera
preparada para irse a la cama. Quién sabe. Sonrió, y se apenó un
poco ya que aquella preciosa chica no podía alegrarle la noche con
su grata presencia. Se quedó callado recordando esas pequeñas cosas
que tanto le gustaban de ella; el olor de su pelo, su perfecta
sonrisa, lo guapa que estaba recién levantada, esa mirada que le
había hipnotizado desde el primer segundo…
-¿Harry?
¿Estás ahí? – preguntó Caroline al ver que no le contestaba con
cualquier tontería o impertinencia.
-Sí que estoy. Lo siento es que estaba pensando… - contestó el chico volviendo otra vez al mundo real.
-¿Y en que pensabas?
-En ti. Y en lo mucho que te voy a echar de menos esta noche.
-Yo también te voy a echar de menos.
-Pero yo más. – se apresuró a decir él.
-Sí que estoy. Lo siento es que estaba pensando… - contestó el chico volviendo otra vez al mundo real.
-¿Y en que pensabas?
-En ti. Y en lo mucho que te voy a echar de menos esta noche.
-Yo también te voy a echar de menos.
-Pero yo más. – se apresuró a decir él.
Esta
vez el silencio fue por parte de ella. No sabía que decir. ¿Qué se
suponía que tenía que decir? ¿Para qué mentirle? Ella sabía que
no le iba a echar de menos, bueno, quizá un poco sí pero no tanto
como él a ella… y es que aquel pobre adolescente estaba muy
enamorado. Todo el mundo decía que desde que su relación se había
estrechado más a Harry se le veía más contento, más feliz. Y ella
todo cuanto podía hacer era sonreír. No eran novios, pero tampoco
eran simples amigos, y ambos lo sabían. Pero el amor… ¿Y el amor,
dónde quedaba? El amor de Caroline parecía un fugitivo escapándose
para no ser encarcelado. Ella quería quererle pero su amor se había
ido. Puede que la mejor solución fuese ir a buscarlo y traerlo de
vuelta, pero ella no tenía fuerzas para hacerlo. Y para qué
engañarse; tampoco le importaba demasiado dónde diablos estuviera
el amor. Harry era como un niño pequeño, con poco se contentaba, y
eso a la larga le compensaría a ella de un modo u otro.
See you soon, xoxo
Mery.