30 may 2012

You belong with me; Capítulo veintidós.

¡Hooooooooooooooooooooooooooooolas! No me matéis. No me matéis. La culpa de todo la tiene el bachillerato y los exámenes finales. Yo no quería abandonaros, lo juro. Me obligaron. Y aún sigo presa de ellos pero me he podido escapar. Os traigo el capítulo veintidós, que es un capítulo de mera transcición, y totalmente necesario para que la historia avance. Y tampoco tiene canción. El siguiente sí, y tiene dos. (O tres, no estoy segura aún). Bueno, que espero que comentéis que sino me enfado, y lo sabéis. *Y ahora me pondré a contestar los comentarios del otro capítulo*. De vosotros depende que siga colgando.
Dicho esto, disfrutad del capítulo.



Capítulo veintidós: El tiempo pasa; febrero, marzo y abril.
Febrero pasó sin grandes sobresaltos; lo único importante fue el cumpleaños de Harry. Cumpleaños que celebró con sus amigos, familia y su novia organizando una cena en un bonito restaurante y luego yéndose de fiesta a su lugar de salidas habitual. Nuestras tres amigas llevaban desde aquel último desayuno a principios de enero sin saber nada de los chicos pero, cordialmente, como buenas fans (y si se podían considerar amigas) le felicitaron vía twitter. Era posible que él no lo hubiera visto, así que por si acaso, les dijeron a Eleanor y a Danielle que le felicitaran de su parte. Harry aceptó las felicitaciones de buena gana y agradeció públicamente todas las felicitaciones aunque nombró alguna de alguien especial que a Jodie no le quedó claro si fue la suya o la de Caroline. ¡Qué tonta que estaba siendo! ¿Qué esperaba que Harry se enamorara de ella y dejara a la presentadora de televisión? Pamplinas. Aquello no pasaría.
Febrero fue un mes bastante extraño; no malo, ni bueno, pero sí extraño. Louis seguía con Eleanor y sus pequeños problemas esperando una llamada de Naomi que, por el momento, no llegaba. Zayn, a veces, pensaba en Sam y en su nuevo novio… Pero procuraba mantener su cabeza ocupada con el trabajo, eso le ayudaba a sentirse mejor. Niall llamaba a Anne todos los días, que ya se había decidido a no cogerle el teléfono hasta que un día se plantó en su casa. No eran novios, eran amigos enamorados. Nada más. Aunque las cosas iban progresando. Liam y Danielle eran la pareja ideal, perfecta y bien avenida, como siempre lo habían sido. No tenían altercados de ningún tipo y se veían siempre que podían ya que ella, junto con Anne, daba clases de baile en la academia. Harry continuaba siendo el perrito faldero de Caroline mientras que intentaba no pensar en el beso que él y Jodie se dieron aquella bonita noche estrellada. Muchas veces también pensaba que le debía una explicación a la chica de ojos verdes, pero nunca se había atrevido a ponerse en contacto con ella para dárselas puesto que no sabía si ella estaría dispuesta a escucharlas. Sam y Dylan eran la otra pareja perfecta; con sus pequeños roces, pero al fin y al cabo como todas las parejas. Pero lo que nadie sabía es que su amor platónico por Zayn iba creciendo a medida que pasaba el tiempo, y se lo callaba obligándose a centrarse en los estudios, los diseños junto a Jodie y en Dylan. Naomi había empezado a trabajar en la revista y con ello habían empezado los juegos de seducción con el camarero. Pierre era una distracción, una distracción efectiva, que hacía que no pensara en el chico adorable de los tirantes. Y Jodie se pasó casi todo el mes encerrada en casa estudiando para las pruebas de acceso a la universidad que eran en marzo. Sólo le quedaba un mes y sería libre. Aunque sus interminables tardes de estudio, a veces, eran interrumpidas por dos ruidosas y grandes amigas que siempre estarían a su lado. Esas pequeñas visitas le daban fuerzas para enfrentarse a los estudios y para no pensar en Harry. 
Pero el tiempo pasa implacable y no se para. Detrás de febrero llegó marzo que pasó también sin pena ni gloria. Había noticias de la banda británica por todas partes de las cuales las chicas no se perdían ni una, como era habitual. Se reunían a veces y miraban fotos y vídeos de conciertos, repasaban las revistas del corazón y las apariciones en radio y televisión. Una vez liberadas de los exámenes, por fin, tenían tiempo para volver a ser ellas. Mantenían el contacto con Danielle, Eleanor y Anne que siempre tenían buenas noticias y cosas que contar. Fue solo una noche la que compartieron juntas pero, a veces, eso une mucho más que años y años de amistad. Y ahí tenían una prueba verídica sobre ello. A pesar de todo ninguna de las tres tenía la esperanza de volver a pasar tiempo con los chicos, ellas habían sido un momento esporádico en sus vidas que puede que recordaran durante un tiempo, pero nada más. Pero marzo llegaba a su fin, y abril venía dispuesto a dar que hablar. 
Una tarde de las que, los chicos, tenían libre de compromisos mediáticos y cada uno aprovechaba para estar con sus novias, familiares, amigos o para, simplemente, descansar empezaron a revolucionarse las cosas. Harry estaba paseando de la mano de Caroline Flack por la ciudad, ya que de una vez por todas habían anunciado públicamente su noviazgo, cuando a Harry le sonó el teléfono. Sacó el aparato del bolsillo y descolgó. La voz de Louis sonó al otro lado de la línea histérica y divertida, como siempre.
-¿Qué quieres, Lou? – preguntó el chico de rizos. 
-He descubierto que tengo vocación de detective. – rió su amigo al otro lado de la línea.
-¡Vaya, eso es genial! Pero… ¿No podrías contármelo en otro momento? – sonrió mirando hacia Caroline que le devolvió la sonrisa. Se alejó el teléfono de él y le dijo “Es Louis” y puso los ojos en blanco. Ella volvió a sonreír.
-No, esto es muy importante. – Louis seguía hablando.
-Veamos si es tan importante; sorpréndeme.
-Es dos semanas es el cumpleaños de Jodie. –soltó de repente el mayor.
-¿Qué? – Harry se paró en medio de la calle provocando que su novia se parara también y lo mirara extrañada.
-Pues exactamente eso, en dos semanas la pequeña Jodie se hace mayor de edad. – explicó Louis.
-¿Y tú como sabes eso? – inquirió su amigo.
-Porqué lo sé y punto. Un detective no revela sus fuentes.
-Lou, déjate de juegos.
-No estoy jugando. – rió. – Sea como sea, Don Juan, vete preparando algo sorprendente que no se cumplen dieciocho años todos los días.
-No veo porqué la sorpresa tiene que correr solo a cuenta mía, es decir… - se calló y miró a Caroline. – Mira, ahora no puedo hablar.
-Sí, sí… Ya sé que estás con Caroline y el tema Jodie con ella está prohibido; eso me quedó claro hace un par de meses. Harry, te voy a decir una cosa… sé que desde aquella noche no hemos sabido casi nada de las chicas  pero es una ocasión especial y un detalle bonito por tu parte sería perfecto.
-Bueno, ya hablaremos de eso en casa – dijo Harry.
-Sorpréndenos a todos rizos, sé que puedes hacerlo. – acto seguido Louis colgó.
Harry guardó el teléfono en el bolsillo y siguió caminando junto a su novia. Ella no pidió explicaciones y él no quería dárselas. Después de la pelea en la revista y de que ella lo perdonara dejaron claras un par de cosas; ella no pediría explicaciones sobre fans o cosas privadas del grupo, y él no hablaría de ellas sobre todo de Jodie, en su presencia. Desde que habían puesto esas pequeñas normas internas su relación había mejorado bastante, pero Caroline seguía jugando con Harry aunque él no tenía ni la menor idea. Todo sea dicho que durante el resto de la tarde, Harry, estaba como más disperso y pensando en sus cosas. Quería llegar a casa y discutir con Louis porqué se tenía que encargar de la sorpresa para el cumpleaños de Jodie. Ella es una fan por lo tanto sería lógico y normal que recibiera una sorpresa de parte de los cinco, no sólo suya. Aunque, no podía negarse, que le gustaba ser detallista y era posible que le hubiera preparado algo sin que Louis se lo dijera. ¿El qué? Ni tan siquiera lo sabía él; pero tenía una semana y media para pensarlo, y otra media para prepararlo todo. 
La tarde de los supuestos enamorados pasó sin ningún altercado más y pudieron disfrutar de su compañía mutuamente. Más tarde cuando él llegó a casa se encontró con los chicos disfrutando de la compañía de Eleanor que estaban todos sentados en el sofá hablando. La chica y su novio estaban sentados juntos, y ella pasaba sus piernas por encima de las de él mientras miraba con entusiasmo alguna de sus redes sociales en su móvil. 
-¡Hey, Hazza! ¿Qué hay? – preguntó Zayn.
-Nada fuera de lo común – respondió mirando a Louis. - ¿Y por aquí que tal?
-Bien, estamos hablando con Naomi y Sam a través del twitter de Eleanor, aunque ellas no saben que nosotros también colaboramos en sus respuestas – explicó Niall.
-Ah, interesante. – comentó el chico.
-¿Verdad que sí? – esta vez habló Eleanor. – Nos están contando lo que le están preparando a Jodie para su cumpleaños.
Harry se hizo un hueco en el sofá al lado de Liam y se dispuso a indagar en qué harían sus amigas y a pensar en cómo podría acoplar su sorpresa a la de sus amigas para que fuera un cumpleaños redondo. Además también quería saber si los chicos le prepararían algo de parte de los cinco, o si por el contrario su sorpresa sería de parte de todos.
-Nosotros vamos a tener que prepararle algo, ¿no? – preguntó entonces.
-Claro, ya tenemos algo pensado – dijo Liam.
-Perfecto. ¿Qué es?
-Tú no participas en esto rizos. -  rió Louis. – Tú tienes que hacerle tu sorpresa partículas y con eso ya tienes más que suficiente.
-¿Por qué me tocan a mi siempre estos marrones? – dijo Harry más para él que para los demás.
-Fuiste tú quién la besaste; lo que no puedes pretender es ir besando a la gente y luego salirte de rositas. – esta vez habló Zayn.
-¡Exacto! – le apoyó Louis.
-¿La besaste?  - preguntó Eleanor sorprendida.
-No sabéis callaros, ¿verdad? – suspiró el pequeño.
-Tranquilo, Harry, no diré ni una palabra – prometió la chica. – Y estoy de acuerdo con los chicos; la besaste y le hiciste creer que era especial para ti, por tanto te toca sorprenderla con algo bonito.
-Bueno, pues nada… Pero que sepáis que va a ser la mejor sorpresa que nunca se haya hecho.
-¡Esa es la actitud! – dijo Niall riendo y chocándole la mano a Louis ya que aquello reactivaba su apuesta, otra vez. 
Siguieron hablando de ese tema que parecía que perseguiría a Harry  durante las dos semanas próximas. El chico de rizos se enteró de que las chicas habían reservado una mesa para cenar con los amigos, y la familia de Jodie, y que ese sitio tenía una especie de sala de fiestas donde bailarían y se lo pasarían bien hasta que el sol saliera. Era posible que invitaran a Eleanor, Danielle y Anne cosa que jugaba a favor para ayudar en la sorpresa, y además les pidieron si podrían hacer que los chicos grabaran un vídeo de felicitación para su amiga. Por aquello no había problema, lo harían encantados aunque no sería lo único que hicieran. Las mentes de los cuatro chicos pensaban y maquinaban cosas para esa fiesta, a la vez que la cabeza de Harry pensaba la sorpresa más perfecta que podría tener aquella chica.
Se les hizo tarde y Eleanor se quedó a cenar. Después de que ella se marchara los chicos siguieron con sus vidas mientras que en casa de Naomi, ella y Sam acababan de leer el privado que la novia de Louis les había mandado hacía unos diez minutos.
-“Es muy bonito lo que le queréis hacer a Jodie, sois unas amigas extraordinarias. Y que sepáis que a las chicas y a mí nos encantaría asistir a la fiesta sólo tenéis que decirnos hora y lugar y allí estaremos. Ah, y por lo de los chicos no os preocupéis; le harán el vídeo y yo misma me encargaré de enviároslo. Besitos, Eleanor” – leyó Sam en voz alta.
-Jo, que mona es esta chica – comentó Naomi.
-Mucho. – rió Sam. - ¿Te imaginas la cara de Jodie cuando vea el vídeo?
-Se caerá de culo al suelo, lo sé. Y luego empezará a decir; “¡Ai que guapo es Harry!” – ambas rieron otra vez.
-Deberíamos hacerle un vídeo con felicitaciones de la gente, y colarle la de los chicos por ahí, así será más sorprendente.
-¡Buena idea!
Dicho esto se pusieron a enviar mensajes a todos los invitados pidiendo que, por favor, se grabaran felicitando a la cumpleañera y que les mandaran el vídeo ya que con eso le harían un vídeo colectivo que lo pondrían en la fiesta. Entre unas cosas y otras se les hicieron las tantas de la madrugada y se fueron a dormir agotadas.
Lo bueno de todo aquello es que, por el momento, la pequeña Jodie no sospechaba nada de nada, cosa que era un poco extraña puesto que todo el mundo estaba de preparativos; sus padres, sus amigas, los chicos…. Todos. Pero, realmente, era mejor así.
Pasaron dos o tres días y la sorpresa por parte de Naomi y Sam estaba totalmente acabada. Con la ayuda de los padres de su amiga reservaron el restaurante, contrataron a un DJ, y con todos los vídeos le montaron algo más especial. Aunque no eran las únicas que tenían algo preparado; los chicos de One Direction junto a sus novias y Anne pensaron en regalarle unas entradas para uno de los próximos conciertos del grupo que incluía pases privados para cualquier lugar del recinto y tiempo para estar con ellos. Y Harry… bueno a él se le había ocurrido hacer un acto de presencia en plan sorpresa con un ramo de flores, y luego podría cantarle una canción o algo parecido. Aunque esperaba que los chicos le acompañaran para que le dieran una sorpresa mayor. Pero era una idea que todavía debía madurar y pensar mucho.
Una mañana Jodie se despertó debido al sonido del timbre de su casa. Se levantó y con cara de dormida fue a abrir la puerta. Allí se encontró a sus dos sonrientes amigas que gritaban desesperadamente.
-¿Queréis decirme qué narices pasa? – preguntó ella muy dormida.
-¡Pasa que dentro de una semana te haces mayor! – rió Sam.
-Ah, eso. 
-¿No te hace ilusión? – dijo Naomi pasando al interior de la casa.
-Sí, pero no como para ponerme a gritar de esa manera.
-Ya, ya… - rió Sam. – Bueno, en verdad no hemos venido por eso.
-¿Entonces?
-¿No te acuerdas? – preguntó la chica del pelo rizado. – ¡Qué memoria la tuya! Hoy estrenan el documental aquel de One Direction y quedamos en verlo juntas.
Se tomaron la libertad de sentarse en el sofá como si estuvieran en su casa mientras que la pequeña lo asimilaba todo. Claro, hacía un año que One Direction eran una banda y entonces habían grabado el documental sobre ese intenso año. Y hoy lo daban en exclusiva en la televisión, lo había olvidado por completo. Les dijo a sus amigas que pusieran el canal que tocaba mientras ella iba a preparar algo para picar y esas cosas.
Medio dormida, todavía, se dirigió hasta la cocina y se preparó un vaso de leche. Se lo tomó y cogió un par de bolsas de patatas y un paquete de galletas de chocolate; con eso tenían más que suficiente. Miró el reloj que marcaba las nueve de la mañana y media. Era un poco, bastante, pronto para estrenar un documental en directo… pero no podían hacer nada y estaba claro que no se lo iban a perder.
-¡Jodie! ¡Date prisa que está a punto de empezar! – la avisó Sam.
-¡Ya voy, ya voy! – respondió la pequeña sonriendo.
Con las manos llenas de cosas se acercó al sofá y se sentó. Advirtió a sus amigas, como de costumbre, que tuvieran cuidado con el sofá o sino su madre la mataría… Ya que siempre lo ponían todo perdido y luego le tocaba recogerlo a ella. A los cinco minutos de acomodarse en el sofá en la televisión anunciaron el inicio del documental. Empezó con imágenes de los castings de Factor X, siguió con momentos duros sobre el momento en que creían que no participarían en el concurso… Y finalmente la alegría de ser puestos en una banda. Las chicas lloraron al recordar esos momentos que habían vivido en directo hacía cosa de un año. Los vieron crecer como banda y como personas en aquel programa y ahora que estaban fuera de él seguían creciendo más y más. Lo realmente increíble era que después de todo eso ellas hubieran tenido la oportunidad de estar con ellos en persona pudiéndose considerar más que unas fans, aunque sólo fuera por unos instantes. En el documental se mostró también el proceso de grabación y promoción del álbum. Los conciertos, y las miles de firmas que estaban llevando a cabo. Salieron muchas fans, emocionadas, hablando sobre los chicos y lo mucho que significaban para ellos… Al igual que también había pequeñas confesiones de los chicos sobre las fans y sobre aquel sueño. Pusieron imágenes de la primera actuación fuera del programa y del disgusto de Harry porque creía que lo había hecho mal; y las tres lloraron hasta que se les acabaron las lágrimas. Había muchas cosas que podías hacer en un año… muchas cosas que quedaron resumidas en un documental de una hora y pocos minutos.
La pantalla se quedó negra, y las chicas se miraron en silencio. Durante esa hora y poco muchas emociones habían recorrido sus cuerpos; emociones como alegría, tristeza, orgullo, amor… Todas juntas, como si fueran un cóctel. Naomi suspiró conteniendo las ganas repentinas que le habían entrado de llamar a Louis. Posiblemente lo llamaría luego, cuando estuviera sola, con alguna excusa sobre el cumpleaños de Jodie. Ya se inventaría algo; necesitaba escuchar su voz aunque fuera a través del teléfono. 
-Les ha quedado guay, eh. – comentó Sam.
-Sí, han resumido muy bien todo lo que les ha pasado en este año – siguió Jodie.
-¿Qué opinas tú, Naomi? – preguntó la rubia.
-Ha sido precioso. Me ha gustado mucho. – sonrió aunque ella realmente en aquel momento solamente pensaba en Louis.
-A mi me ha dado mucha pena ver a Harry llorar. – volvió a hablar Jodie.
-Lo sabemos. No habías llorado tanto desde que quedaron terceros en “Factor X”. – rió Sam. – ¡Que sensiblona eres!
-Pues sí, lo reconozco. Y además, Harry me pone más sensible todavía. – reconoció la pequeña. Se secó una tierna lágrima que le caía de los ojos, y se tocó los labios recordando aquel beso que se dieron unos meses atrás.
-Harry y tu… Tú y Harry – suspiró Naomi. – Sois un quiero y no puedo.
-No somos nada. Básicamente porque él no quiere, y yo no puedo si él no quiere nada.
-Pues haz que quiera – sugirió Sam.
-¿Estás insinuando que, Harry Styles, puede querer tener algo conmigo? No te lo crees ni tú. – otro recuerdo. Harry y ella en el jardín tumbados mientras él le besaba el cuello.
-Pues porque tú no quieres, Jodie. – insistió la rubia.
-Ai, Sam… No seas pesada. Es imposible que él y yo estemos juntos. Punto y final. – esta vez su cabeza recordaba cuando Harry la siguió hasta el baño de la revista.  
Se quedaron en silencio y una frase resonó en la cabeza de la pequeña Jodie; “Besas bien, pero sigue sin cambiar nada.” ¡Maldito rizos! La iba a volver loca un día de estos… Sus amigas no sabían que aquel beso se había producido puesto que, como bien había dicho Harry, aquello no cambiaría las cosas. 
Naomi se levantó del sofá, pensativa, y se disculpó diciendo que iba al baño. Sus amigas le sonrieron a modo de respuesta y se quedaron hablando en el comedor sobre cualquier otra cosa que no fuera One Direction. Ya habían tenido suficiente por aquel día, y más después de toda la llorera. La chica de pelo rizado se encerró en el baño de la segunda planta para que sus amigas no escucharan nada. Una vez allí se sentó en el borde de la bañera y sacó su teléfono móvil. Rebuscó entre los contactos. Anne. Alice. Abigail. Charlie. Christina. David. Danielle. Eleanor. Bajó más, buscando a una persona en concreto. Nombres y más nombres. ¿Desde cuándo tenía tantos contactos? ¡Qué agobio de teléfono! Suspiró aliviada al encontrar, por fin, el número que estaba buscando. Louis Tomlinson. ¿Debía llamarle? No estaba segura, y mucho menos sabría que decirle. Se apartó el pelo de la cara. Ya había pasado mucho tiempo y no le había llamado. No tendría mucho sentido que lo hiciera ahora… De todas maneras, no se lo pensó mucho más. Necesitaba escuchar su alegre y melodiosa voz pronunciando su nombre. Pulsó la tecla de llamada y se colocó el aparato en la oreja esperando pacientemente a que él contestara.
-¿Si? – dijo el veinteañero.
Ella se quedó en silencio unos segundos, y se apartó el pelo de la cara otra vez pensando algo coherente que decir. Escuchó la respiración calmada de Louis al otro lado de la línea.
-Hola, Louis. – la voz de Naomi era casi un susurro.
-¿Naomi? – preguntó él sonriente.
-¿Cómo sabes que soy yo?
-Digamos que… soy listo – ambos rieron. -  La única persona la cual tenía mi número, pero yo no tenía el suyo eras tú… Así que no me quedaban muchas más opciones.
-Será eso… - comentó ella un poco decepcionada. Ella había esperado una respuesta como “Porque reconocería tu voz en cualquier sitio”… Pero aquello era totalmente imposible.
-¿No me crees? Te juro que no voy dando mi número por ahí a todo el mundo, sólo a las personas que me interesan. – dijo él tratando de convencerla ya que había escuchando su voz un tanto diferente.
-Entonces, ¿yo te intereso? – preguntó ella.
-¿No ha quedado suficientemente claro?
-A mi no demasiado. ¿Y a ti?  - se tocó el pelo imaginando que estaría haciendo él e aquel instante.
-Yo lo tengo bastante claro. – rió él. Se quedó en silencio – Bueno…Ya me encargaré de que te quede claro. – añadió con un tono misterioso.
-Me das miedo, Louis.
-Soy inofensivo, tranquila. – ella rió.
-Si tú lo dices…
-¿Estás insinuando que soy un peligro? – Louis se sentó en el suelo del balcón de su habitación dónde unos meses antes se había sentado ella después de que él la besara. 
-No lo insinúo, lo confirmo.
-¿Y porqué, según tu, estoy catalogado como especie peligrosa? – ambos rieron.
-¡Eh, lo de “especie peligrosa” te lo has sacado de la manga! – le reprochó Naomi.
-Puede que, un poco, sí. Pero ese no es el tema… ¿Porqué soy peligroso?
Naomi suspiró. Para ella Louis Tomlinson era peligroso porque cada vez que estaba cerca de ella hacía que perdiera el control; que su corazón funcionara más rápido de lo habitual, que su cabeza dejara de pensar con coherencia, que sus piernas fallaran… Era peligroso cuando sonreía, y cuando la miraba con sus infinitos ojos azules. Su sola existencia alteraba los sentimientos de aquella chica, y sentir su presencia cerca era altamente peligroso. Pero no podía decirle todo aquello… o sí. ¿Al señor Tomlinson no le gustaba jugar? Pues jugarían.
-Eres peligroso porque totalmente irresistible, y eso no es bueno para las chicas.
-¿Irresistible, eh? – ella asintió aunque Louis no la viera. – Me gusta.
-Egocéntrico.
-Guapa.
-Gracias – dijo ella riéndose. Este chico era la persona más adorable que ella había conocido en su vida.
-De nada.
Se quedaron en silencio unos segundos. Naomi debía darse prisa con la llamada ya que sus amigas empezarían a sospechar por su tardanza, así que improvisó una excusa para el motivo de su llamada.
-Oye Louis, yo te llamaba para saber si habéis grabado ya el vídeo para la fiesta de Jodie… es que lo necesitamos. Te lo comentó Eleanor, ¿verdad?
-Claro que me lo comentó. Y no te preocupes que ya está hecho. Ella tiene tu cuenta de correo, ¿no? –Naomi emitió un sonido gutural en forma de respuesta. – Pues te lo enviará cuanto antes; yo mismo me encargaré de recordárselo.
-Vale. Muchas gracias por todo, de verdad. Le hará mucha ilusión. – sonrió ella.
-No es nada. Además se lo merece.
Se escuchó un grito; era Sam reclamando la presencia de la chica.
-¿Quién te llama? – preguntó él.
-Sam. Supongo que Jodie empezará a sospechar de mi ausencia.
-Bueno, pues no te entretengo más.
-Ya hablaremos – dijo Naomi a modo de despedida.
-Nos vemos pronto. Adiós. – finalizó él.

Salió del baño y se reunió con las chicas otra vez no sin dejar de pensar que quería decir Louis con ese “Nos vemos pronto”. A saber que tenía en mente... Aceptó que nunca entendería el funcionamiento interno de la mente de Louis e intentó no volver a pensar en ello. Pero fue un poco imposible.
Aunque la única cosa que era imposible de parar era el tiempo, que seguía pasando indiferentemente para todo el mundo. Quedaban solo dos días para el cumpleaños de la pequeña Jodie y Harry aún no tenía del todo claro que iba a regalarle.  


Besos y abrazos:
Mery Da Font.

10 may 2012

You belong with me; Capítulo veintiuno.

Pido perdón por no subir ayer... pido perdón por tus noches a solas; pido perdón por sufrir en silencio por ti (?); Okno. No es el momento de cantar canciones de Antonio Orozco. Es momento de hablaros del capítulo. Es un capítulo de transición... otra vez; y el siguiente también. Es lo que hay,. las cosas se tienen que calmar para que luego se vuelvan a liar... sino es todo muy surrealista. Dicho esto... diré que comentéis que me encanta leer vuestras opiniones; y que este capítulo si que tiene canción... Y además me gusta mucho. Se llama "Call me maybe" y es de Carly Rae Jepsen. Os dejo el link a continuación;
Call me maybe - Carly Rae Jepsen ( http://www.youtube.com/watch?v=fWNaR-rxAic )


Capítulo veintiuno; Llámame, si es posible.
Después de aquella larga noche de invierno, de las últimas de las vacaciones, durmieron durante casi todo el día. Cuando se levantaron las chicas se intercambiaron teléfonos y se agregaron a las redes sociales como twitter o facebook para poder mantenerse en contacto ya que habían congeniado muy bien y sus vidas normales reclamando sus presencias les impedirían verse regularmente.
-Te acabo de seguir en twitter – le dijo Eleanor a Jodie.
-¡Bien! Me sigue Eleanor Calder. – rió ella. – Yo ya te seguía desde hacía tiempo así que…
-Ups. Siento no haberte seguido hasta ahora… pero es que si tengo que seguir a todo el mundo; no acabaría – se excusó la novia de Louis.
-Tranquila, lo entendemos – esta vez habló Sam.
-Entonces ya está, ¿no? Nos seguimos todas a todas, y tenemos manera de comunicarnos entre nosotras, ¿cierto? – preguntó Danielle.
-Exactamente – afirmó Anne.
-Estupendo.
Las chicas estaban sentadas en los sofás mientras que los chicos estaban en la cocina preparando algo para picar y aprovechando para hablar de sus cosas. Ninguno de ellos lo sabía pero, entre unas cosas y otras, aquel sería el último rato que pasarían juntos en un cierto periodo de tiempo. Ellos volverían a su apretada agenda de giras, conciertos, revistas y demás que en ningún momento habían abandonado. Danielle y Anne volverían a la academia para instruir a nuevas bailarinas, dar clases, y ensayar para bailar en sitios importantes. Eleanor seguiría con su vida de modelo perfecta haciendo desfiles de la ropa más bonita que nunca te pudieras imaginar. Y las chicas volverían a sus respectivas vidas mediocres basadas en los libros y en la música de One Direction. Aunque algunas cosas habían cambiado: Sam tenía novio y Naomi trabajo donde vería a Pierre todos los días. Y la pequeña Jodie se tenía que preparar para el examen de acceso a la universidad.
Jodie miró el reloj. Eran casi las dos de la tarde y tenía una sensación muy extraña porque acababa de despertarse y aún no había comido cuando normalmente a aquella hora podría haber comido ocho veces. Cosas de británicos, suponía. Pero es que además su madre era muy maniática y le gustaba comer pronto (sí, mucho más pronto de lo que ya era habitual de por sí allí en el Reino Unido). A Anne parecía que no le importaba demasiado aquello puesto que, por lo visto, en España se había acostumbrado a un horario mucho más libre y tardío que el que solían llevar ellos.
En la cocina los chicos preparaban tostadas, zumo, cafés, y demás. Cosas típicas del desayuno. Sabían que la hora de desayunar ya se había pasado con creces pero ellos se levantaran a la hora que fuera necesitaban desayunar, sino no eran personas. Aquella tarea estaba resultando dura y costosa ya que tenían que prepararlo para once personas y no para cinco como era habitual. Pero preferían hacerlo ellos por dos razones: la primera era que así quedaban como auténticos caballeros y buenos anfitriones y la segunda era que esa manera podían hablar tranquilamente sobre lo que había sucedido en las habitaciones durante noche.
-¿Harry besaste a Jodie, al final, anoche? – preguntó Louis mientras freía unas tiras de bacon.
-¿Cómo que “al final”? – preguntó Zayn riendo.
-Pues eso, al final. Es que anoche… estaban los dos muy acaramelados en el jardín viendo las estrellas y yo les grité que se besaran. – explicó el mayor.
-¿De verdad hiciste eso? – rió el irlandés mientras exprimía un par de naranjas.
-Sí, lo hizo – confirmó Harry con cierto enfado en la voz.
-Uh. ¿Y qué hiciste? – Liam se unió a la conversación a la vez que preparaba unas tostadas con mermelada.
-Nada. Mandé a Louis a tomar viento.
-¿Y no la besaste?
-¿Tiene mucha importancia eso ahora? – intentó evitar el tema.
-O sea, que sí. – dijo Louis provocando las risas de todos los presentes menos la de Harry. - ¿Y cómo fue, Don Juan?  
-No es de tu incumbencia. – replicó el pequeño.
-¡Vaya animo se gasta el enano! – canturreó Zayn.
-Lo siento. – dijo secamente – No tengo ganas de hablar de ello.
-Haznos un resumen rapidillo. – pidió Louis con cara de cordero degollado.
-Vale. Hablamos de besos. Se puso nerviosa. Le pregunté que si quería que la besara. La besé. Y punto. Se acabó. Ah, y que no se entere Caroline.
-Soy una tumba – esta vez habló Liam.
-Lo mismo digo. – la voz de Niall sonó acto seguido.
-Exacto. Somos tumbas. – corroboró Louis.
-Ya. Sobre todo tú, ¿verdad? – preguntó irónico Harry.
Hubo un silencio un poco incomodo debido a la reacción brusca de Harry. Normalmente presumía de sus conquistas y parecía contento de ellas… pero esta vez era diferente. Parecía que le importaba ese beso, de alguna manera que ellos no lograban entender. Quizás lo único que quería Harry era olvidar ese episodio en su vida y volver con Caroline cual perrito faldero, ya que su relación no podía llamarse de otra manera. Louis se prometió que no pararía hasta indagar en las profundidades de la mente de su amigo y que descubriría porque se encontraba de aquella manera.
-¿Más cosas que pasaron ayer? – preguntó Liam.
-Estar separados en habitaciones y emparejados con chicas es malo. – rió Zayn.
-Pues sí. Parece ser que aquí nadie pierde el tiempo. – esta vez habló Louis.
-Habló el que seguro que se puso las botas anoche con dos chicas.
-Tú te callas irlandés. – rió Louis.
-Eh. ¿Porqué el durmió con dos chicas y yo con una? – se quejó Harry. – No es justo.
-Porque una es mi novia. Y la otra… - Louis se quedó pensando cómo podía denominar a Naomi. – Mi… Algo.
-¿Tu “algo”? – rió Liam sin poder evitarlo.
-Sí. Es que no sé que es Naomi exactamente. – el mayor estaba pensativo mientras hacía el desayuno.
-Es una fan. – le ayudo Zayn.
-Es más que eso.
-¿Desde cuándo? – preguntó Harry sentándose en el mármol de la cocina.
-Desde que la besé. – rió él.
-¿La besaste? – preguntó incrédulo Liam.
-Sí. Bueno… fue un medio beso porque Eleanor estaba en la cama durmiendo.
-¿Pero tú eres tonto o te lo haces? – replicó Niall. - ¿Cómo se te ocurre hacer eso?
-No soy tonto – se defendió el mayor. – Las cosas con Eleanor no van bien; ya sabéis lo de siempre. A la chica le gusto, y lo sé. Ella a mí también me gusta, y me apeteció besarla.
-¿Cómo te gusta? Porque nos conocemos señor Tomlinson. – añadió Zayn.
-Pues me gusta… de me gusta. No sé; normal.
-Ya claro. – dijo Harry.
-¿Cómo que “ya claro”?
-Pues eso. – Harry suspiró. – Nos ha quedado claro que te gusta Naomi, pero quieres a Eleanor. Son cosas distintas.
-Ya lo sé, rizos.
-Te pasará lo mismo que la otra vez. – comentó Niall.
-Bueno si pasa es porque tiene que pasar. No quiero limitarme, quiero ser Louis y si me gusta alguien demostrarlo.
-¿E ir besando a todo el mundo? – preguntó Zayn riendo.
-Sí. ¿Quieres que te bese? Me gustas – todos volvieron a reír y así le quitaron hierro al asunto.
-Louis, ya sabes que no nos queremos meter. Pero ten cuidado no vayas a hacer daño a personas que no tienen culpa de que tu relación vaya mal. – le advirtió Liam.
Otros silencio. Estas conversaciones acababan en temas bastante delicados que no eran convenientes hablarlos en aquel momento.  Así que se callaban de golpe y pasaban a hablar de otra cosa. No les apetecía hablar de errores pasados, o de relaciones difíciles. Querían contarse cosas, vivir la vida, y no perder la apuesta. Sobre todo Niall y Louis los cuales estaban obsesionados por ganarla costara lo que costara. Y aunque de morían de ganas de hablar de ello debían callarse ya que Harry estaba delante y no tenía ni idea de aquello.
-¿Sabíais que Sam tiene novio? – dijo Zayn de repente.
-¡¿En serio?! – preguntó Niall. - ¡Eso es fantástico! Me alegro por ella.
-Sí… fantástico – murmuró el chico sin mucho entusiasmo.
-Yo sí lo sabía: me lo dijo anoche cuando le propuse dormir conmigo. Me dijo textualmente: “Tengo novio, famosillo”. ¿Os lo podéis creer? Me llamó famosillo. ¡A mí! – dijo Louis exagerando las cosas. Todos rieron.
-Es que eres un famosillo de pacotilla – rió Harry.
-Pues cómo tú, entonces.
-Nadie ha dicho lo contrario. – el pequeño sonriente se bajó del mármol – Voy a llevar esto para el salón ya.
Cogió una bandeja con muchas tostadas con mermelada y se dispuso a salir por la puerta. Antes de que se fuera Niall le llamó la atención y se paró en medio de la puerta de camino al comedor.
-Ya que hablamos de besos… - dijo el irlandés. Se aclaró la garganta todavía sin creerse lo que iba decir. – Ayer besé a Anne.
-¿Otro? – rió Louis. - ¡Vivan los besos! ¡Viva el amor!
-Pero no lo haré más.
-¿Por qué? – preguntó Harry. 
-Si quiere más besos, que me los pida. – rió el irlandés. – Y sé que los quiere.
-¡Anda que no eres listo! – añadió Zayn. – Vaya con los irlandeses…
-Somos guays, lo sabemos – concluyó el rubio.
-No te tires tantas flores… - rió Harry desapareciendo por la puerta.
La conversación continuó en la cocina mientras Harry se había quedado en el comedor a comer tostadas con mermelada rodeado de chicas. Aunque le faltaba algo; su chica que, por lo visto, seguía algo molesta por su discusión.
En el centro de los dos sofás había una mesa de café donde Harry había dejado la bandeja con tostadas y mermelada. Las chicas estaban sentadas algunas en los sofás y otras como Jodie o Eleanor estaban sentadas en el suelo. Él se sentó en el brazo del sofá que empezaba a ser su sitio habitual cuando había gente en casa. Dejó que las chicas hablaran de sus cosas sin dejar de mirar a Jodie. Sabía que que había comportado como un capullo con ella dejándola la noche de antes sola en el jardín pero si se hubiera quedado un segundo más allí puede que detrás de aquel beso vinieran más, y aquello no se lo podía permitir. En otras circunstancias se habría quedado de buena gana y la hubiera besado todas las veces que hubiera sido necesario, y hasta habría disfrutado de ello. Pero estaba enamorado de Caroline, y además ella era su novia. Aunque lo que realmente le preocupaba era que aquel beso fue más especial para él de lo que había imaginado. Se revolvió el pelo sin darse cuenta de que esta vez era ella quién le observaba y cogió una tostada para sacarse ese beso de su cabeza.
-¿Sólo hay esto para desayunar? – preguntó Anne.
-No, los chicos están acabando de prepararlo – sonrió el chico. – Ahora lo traerán todo, supongo.
-Vale. Espero que sea un desayuno digno de esta casa – rió Eleanor. Y dirigiéndose a las tres amigas añadió – Que aunque parezca mentira, chicas, son buenos cocineros.
-¡Muy buenos! – la apoyó Danielle.
-¿Si? – preguntó Sam. – Estoy deseando comprobarlo.
-Yo me comería un caballo – rió Naomi.
-¡Qué exagerada eres! Yo con una cookie me conformo… - dijo Jodie.
-Tú y las cookies. – rió Sam.
La risa de Harry acompañó a la de Sam recordando que justo el día de antes se había comido una en Milkshake City. Jodie era la alienígena de las cookies que sí entendía las ironías. Y entre risas y tostadas se quedaron esperando a que los otro cuatro chicos terminaran el desayuno.
En la cocina Louis seguía friendo bacon mientras Niall estaba preparando junto a Zayn una bandeja con once vasos y una jarra de zumo recién exprimido. A su vez Liam preparaba otra bandeja con madalenas, galletas y chocolate. Iba a ser un desayuno completo y con buena compañía. Iba a ser un desayuno que, sinceramente, no les importaría repetir más veces. 
-Por cierto… – empezó a decir Louis pero sin dejar tiempo a que los demás prosiguieran añadió canturreando – Alguien tiene que salir al escenario en calzoncillos.
-Cierto, no penséis que se nos había olvidado – rió Niall. – Hemos ganado la apuesta.
-Ni de coña. No saldremos en calzoncillos al escenario – dijo serio Zayn.
-¡Una apuesta es una apuesta!
-La apuesta os la montasteis vosotros solitos – esta vez habló Liam.
-Sí, pero si no participáis no tiene gracia. Así que…
-Habéis perdido y punto – finalizó el irlandés.
-No hemos perdido porque primero nos obligasteis a participar, y segundo Harry sigue con Caroline. – dijo Liam guardando las galletas que sobraban en un armario.
-Pues eso lo único que quiere decir es que la apuesta sigue en pie.
-Mira que sois pesados eh… - Zayn suspiró.
-No lo somos. Sólo queremos que Harry termine con Caroline. Y Jodie es buena chica. – razonó el rubio.
-Dejadlo que haga lo que quiera, es mayorcito – volvió a decir el chico de ascendencia árabe.
-Sí claro, para que luego nos de la chapa con Caroline. ¡Seguro!
-Anda, vamos a llevar el desayuno ya que deben estar hambrientas – dijo Liam cogiendo la bandeja y saliendo por la puerta de la cocina.
Llegaron al comedor con las bandejas en silencio para no interrumpir la conversación de las chicas la cual Harry seguía escuchando. No iba a sacar nada en claro puesto que no se pondrían a hacer sus confesiones con él delante, pero le gustaba escucharlas. Entre el suelo y los dos sofás se apañaron para sentarse alrededor de la mesa y cada uno hablaba en pequeños grupos de diferentes cosas mientras desayunaban tranquilamente. 
Aquello seguía siendo totalmente irreal para las tres chicas que hasta hacía dos días no sabían nada de aquellos chicos. Como siempre habían estado muy ocupados con sus apretadas agendas, y ellas fingían no tener interés por sus actividades con la intención de olvidarse de ellos hasta que se los encontraron en Milkshake City. Tan solo había pasado un día de eso; justamente el día de antes. Y ahora estaban en su casa desayunando como si nada después de una noche de borrachera.
Si las miradas ya fueron intensas el día de antes durante aquel desayuno la intensidad se multiplicó por mil. Era el efecto de los besos furtivos que se habían producido durante la noche; como el beso de Louis y Naomi. Un beso que ella no se podía sacar de la cabeza y que cada vez que miraba al veinteañero de ojos azules recordaba. Louis sonreía como nunca lo había hecho mostrando tranquilidad y seguridad en sí mismo. Y eso hacía que Naomi lo pasara peor ya que no había otra cosa que no le gustara más en el mundo que la sonrisa de Louis Tomlinson. Bueno, puede que sí hubiera algo; los besos de Louis Tomlinson. Se sonrojó al recordarlo otra vez, y Louis que no paraba de observarla rió provocando una mirada extraña por parte de los presentes.
-¿Qué? Chistes internos – dijo él riéndose. 
-Guárdate los chistes internos para otro momento, ¿quieres? – rió Harry.
-Vale. Lo haré. –contestó sin parar de reír. 
Aunque lo intentó no podía parar de reírse mirando las reacciones de Naomi cuando él la miraba. Seguro que a ella no le resultaba gracioso, pero no podía evitar reírse. Le gustaba que se pusiera roja y que actuara con timidez cuando sus miradas se cruzaban. Nadie entendía nada, excepto ellos dos. Era como una especie de comunicación interpersonal entre ambos. Se miraban, ella bajaba la mirada con la cara roja cual tomate, y él se reía. Y así todo el rato. Era su manera de mantener en secreto el beso de la noche anterior.
Todas las personas que estaban alrededor eran conscientes de que tardarían bastante tiempo en reunirse otra vez, pero son cosas que pasan. El tiempo pasa, las vidas continúan y, si el destino quería, se volverían a encontrar. Y es por eso que todos y cada uno de los presentes querían disfrutar de ese momento, por si a caso iba a ser el último durante un tiempo. Aunque muchas de esas mentes pensantes ya estaban cavilando cómo, cuándo y dónde se volverían a encontrar con la persona que a ellos les interesaba encontrarse.
-¿Y qué haréis ahora que empiezan otra vez las clases? – les preguntó Anne a las chicas.
-Estudiar, y estudiar como si no hubiera mañana – contestó Naomi.
-Exacto. Y yo preparar los exámenes para la prueba de acceso a la Universidad – añadió Jodie.
-¿Y qué quieres estudiar en la Universidad? – preguntó Harry de repente.
-Filología inglesa.
-¡Toma! ¡Eres de las mías! – comentó Zayn riendo. Chocaron los cinco bajo la mirada de todos y rieron sabiendo que tenían algo en común.
-Sí. Cuando sea profesora de inglés y tenga que corregir montones de exámenes te pediré ayuda. Así que prepárate. – rió ella.
-Por mi encantado.
-¿Y vosotras? ¿Qué estáis estudiando? – preguntó Niall refiriéndose a Sam y Naomi.
-Yo periodismo, y puede que me especialice en periodismo deportivo – contestó la chica del pelo rizado.
-Interesante. Si algún día retransmites un partido del Manchester, avísame. – comentó Louis.
-Lo haré. – dijo ella sonriendo dulcemente.
-¿Y tu Sam? – repitió Niall.
-Yo estoy estudiando decoración e interiorismo. Aunque mi pasión es la moda y, a veces, junto a Jodie hacemos bocetos. Puede que algún día lancemos una línea de moda.
-¿De verdad que diseñáis ropa? – preguntó Eleanor entusiasmada.
-Sí – respondió la pequeña. – Tenemos miles de diseños… Un día si quieres te los enseñamos.
-¡Eh! Algun día podríais diseñar el vestuario de los chicos para una ocasión importante – sugirió Anne.
-Sería un placer – esta vez habló Sam por las dos. - ¿Verdad, Jodie?
-¡Claro que sí!
-Os aseguro, que iríais muy guapos. No me gusta la moda, pero hay que reconocer que tienen talento – rió Naomi.
La conversación siguió entre croissants, mermelada, tostadas, zumos, y trozos de bacon. Una de las cosas que se hablaron fue porqué Jodie llevaba una camisa enorme de Harry, aunque no se dieron demasiados detalles de la historia. No quería dormir con el vestido, punto. Ya darían las explicaciones pertinentes a sus respectivos amigos en otro momento que fuera más oportuno. Al terminar de desayunar las chicas se fueron a adecentarse un poco después de esa noche y los chicos se fueron cada uno a lo suyo, como los días de cada día.
Naomi entró en la habitación de Louis y lo encontró a él en su interior, como era lógico. El veinteañero, que estaba en el balcón admirando el cielo azul, no se percató de la presencia de la chica, y ella no quiso decir nada para no molestarle. Cerró la puerta tras ella cuidadosamente, intentando no hacer ruido, y localizó su bolso tirado en el suelo de la habitación. Sus pies descalzos recorrieron la estancia lo más silenciosamente posible; Louis no se podía dar cuenta de que ella estaba allí. Llegó a su objetivo y cuando cogió el bolso sus llaves se revolvieron dentro de él haciendo que Louis se girara.
-Ah, estás ahí. – dijo sonriendo.
-Sí. Venía a coger mis cosas. – contestó ella.
-¿Ya os vais? – preguntó pasando hacia la habitación.
-En unos diez minutos o así…
-Os podríais quedar un rato más – comentó Louis.
-Nos encantaría quedarnos, pero tengo una madre que me tirará de los pelos en cuanto entre por la puerta de mi casa. – rió la chica.
-Rezaré para que no te deje calva. – se acercó a ella, y le tocó el pelo. – Tienes un pelo muy bonito para que acabe esparcido por el suelo de tu casa.
-Vaya, gracias. – rió otra vez.
Se escuchó una voz que gritaba el nombre de la chica. Era Sam avisando de que se irían en cinco minutos. Naomi le contestó de la misma manera mientras se ponía los malditos zapatos de tacón de la noche anterior. Se sentó en el suelo y empezó a reorganizar las cosas del bolso en busca de su móvil bajo la mirada atenta de Louis.
-¿Qué buscas? – preguntó él para acabar con el silencio que reinaba en la habitación.
-Mi móvil. – respondió ella concentrada en su tarea. – Aquí está.
Lo sacó del bolso y miró la pantalla. Tenía una llamada perdida de Pierre. Sonrió. Luego le llamaría, y posiblemente quedara con él. Así mantendría su cabeza ocupada y no pensaría en el chico que ahora mismo tenía delante de ella; Louis Tomlinson. Le miró y lo vio arrancando un papel de una libreta y cogiendo un bolígrafo rápidamente. ¿Qué pretendía hacer con eso? Observó como escribía algo en el papel, tiró el bolígrafo en la mesa, y dobló el papel. Naomi seguía callada, mirando, sin decir absolutamente nada. Él se acercó con una sonrisa y le tendió el papel.
-¿Qué es esto? ¿Un autógrafo?  - preguntó ella mientras lo cogía.
-Algo similar. – respondió él riendo.
Ella se levantó del suelo y miró a Louis interrogante. Él aguantó la mirada, y le dio un beso en la mejilla. Acto seguido se dispuso a salir por la puerta, aunque se paró apoyándose en el marco de ésta.
-Que vaya bien el viaje de vuelta a casa. Y dile a tu madre, de mi parte, que no te deje calva, por favor.
-Gracias. Se lo diré. – dijo ella desconcertada.
-Hasta luego, Naomi. – se despidió él guiñándole el ojo.
Ella se quedó allí, de pie, en medio de la habitación con el papel en la mano. Lo abrió cuidadosamente y leyó lo que ponía en él. “Llámame, si encuentras un hueco entre tanto estudio. Besos, Louis”. Y su número justo debajo. Ella suspiró y se guardó el papel en el bolsillo. ¿A qué jugaba el querido chico de los tirantes? Nadie lo sabía excepto él.

Un beso muy fuerte;
Mery Da Font. 

2 may 2012

You belong with me; Capítulo veinte.

Bueno, bueno... ya no me quedan capítulos de reserva así que voy a tener que escribir como una posesa.... De todas maneras os diré, otra vez, que sino comentáis.... no subiré. Y lo digo en serio se lo mandaré a quién quiera leerlo y ya. Porque me gusta saber lo que pensáis y, ¡que narices!, me gusta ver comentarios. Es como mi recompensa por dedicarle tanto tiempo. Y nada... en este capítulo pasan a lot de cosas. MUUUUUUUUCHAS MUCHAS. Chanchanchan. Dos besos. Sí, sí. Viva el amor. xDD Y antes que nada os aviso de que el final de capítulo es un poco capullo pero ya lo entenderéis más adelante.
Edito; *FAIL MIO xDDD sí, que tiene canción* Es la misma que la del capítulo anterior, sino recuerdo mal.... Kiss me  de Ed Sheeran :') No os dejo el link porque todas la conocéis, supongo. Sino creo que esta en  la otra entrada.

Capítulo veinte; Lluvia de estrellas.
Aparentemente todo estaba tranquilo aquella noche en casa de los chicos pero sólo era en apariencia. Las puertas de las habitaciones estaban cerradas y era posible que todo lo que pasara en el interior de ellas no saliera de allí jamás.
Niall y Anne no habían intercambiado ni una sola palabra en toda la noche. Sólo se miraban en silencio. Él porqué no sabía qué decir y ella porqué, a su parecer, no tenía nada que decir.
Él estaba sentado en el borde de la cama con la guitarra, y ella estaba justo en el lado opuesto mirándole. Parecía que él no iba a abrir la boca y si iban a compartir la habitación después de tanto tiempo sin verse… tendrían que comportarse como personas normales. Anne suspiró; ella era el problema. Se había marchado sin dar explicaciones y nada más verlo lo abraza como si nada hubiera pasado. Luego se emborracha, dice que le quiere, que no va a volver con él y ahora lo tiene delante y no es capaz de decir nada coherente. Niall no hizo caso del suspiro de la chica y empezó a tocar acordes; le daba igual que fueran las cuatro de la mañana. Necesitaba tocar, le relajaba. Las notas bailaban por la silenciosa habitación llenándola de recuerdos olvidados con una canción demasiado significativa. “Kiss me” de Ed Sheeran.
-Siento si te hemos despertado… - dijo de pronto la chica evitando que Niall empezara a cantar la letra de aquella canción.
La música quedó truncada y Niall dejó la guitarra en la cama. Por lo visto, finalmente, después de casi un año era hora de hablar.
-Realmente no me habéis despertado. Pero a Louis sí – mintió.
-Ya le pediré perdón a él, entonces.
-Vale. – dijo él.
Ninguno de los dos añadió nada. Así que Niall creyó que aquella conversación tan esperada se había acabado. Volvió a coger la guitarra para seguir con su vida, como si ella no estuviera… como no había estado en los últimos meses. Pero ella no quería que tocara esa canción; no estando ella allí.
-¿Y cómo van las cosas por aquí? – habló otra vez. Necesitaba sacar tema de conversación. Niall no podía tocar esa canción porque se le partiría el alma en mil pedazos.
-Bien. A los chicos y a mí nos va bastante bien. ¿Y a ti en… - calló dándose cuenta de que no tenía ni idea de dónde había estado ella todo este tiempo. – …En donde quiera que estuvieras?
-No me puedo quejar – contestó ella.
Niall ya no aguantaba más. Tenía que hablar con ella de todo lo que había pasado, de lo que había escuchado en la escalera. Aunque doliera, aunque fuera tirar más tierra en el tejado, aunque fuera remover el pasado…
-¿Por qué te fuiste? – preguntó él volviendo a dejar la guitarra.
-Esa es una buena pregunta…
-Anne… - insistió él.
-No lo sé, Niall. Tenía miedo, supongo.
-¿Miedo de qué? ¿De mi? ¿De que cambiara? No te entiendo.
-Sí, creo que sí. Tenía miedo de que lo nuestro no funcionara si te convertías en un cantante famoso. – susurró. – De que te fueras con una modelo de esas que fuese más guapa, más lista, y más famosa que yo.
-¿Y la manera de solucionar las cosas era irte?
-Ya sé que no estuvo bien… - empezó a decir ella.
-Por lo menos lo reconoces. – le cortó él.
-Fue lo único que se me ocurrió hacer.
-¿A caso no te he demostrado que te quiero, Anne? ¡Tú sabías que mi sueño era este! ¡Lo sabías! – se levantó de la cama y empezó a caminar por la habitación.
-Lo sé, y te apoyo. Lo haré siempre. – Niall enarcó una ceja. – Cómo amiga… claro está.
-Ah. ¿Y cómo mi novia? Si es que aún sigues siéndolo… Porqué yo ya no sé que somos.
-Creo que está claro, ¿no? Me fui. Te dejé solo.
-Pero ahora estás aquí… Y quiero que veas que soy el mismo, que no he cambiado, que te quiero… cómo el primer día. No soy como los demás. – dijo él sentándose a su lado.
-Todo esto es muy bonito, Niall. De verdad. Pero las cosas no son así de fáciles. – Anne se retiró el pelo de la cara, y le miró fijamente.
Niall tenía los ojos llorosos. Aquella conversación les estaba haciendo daño a ambos, pero en algún momento tenían que tenerla. Debían tenerla si querían volver a formar parte de la vida del otro.
-Te quiero. ¿Lo sabías? – ella no dijo nada. – Te quiero. Y quiero estar contigo esta noche… Verte dormir a mi lado, cómo antes.
-Nada es como antes, Irlandesito.
-Sí, todo es como antes. Como si no te hubieras ido. ¿Ves? Hasta me llamas irlandesito.
-Eso son tonterías. Siempre te he llamado así – sonrió ella.
-Y lo seguirás haciendo.
-Pues claro. – afirmó Anne.
En la cara del chico se había dibujado una perfecta sonrisa que hacía demasiado tiempo que no estaba allí; hacía demasiado tiempo que no era ella la causante de esa sonrisa. Tenía la esperanza de que todo volviera a ser como antes, de que Anne superara sus miedos. Pero para ello necesitaba tiempo. Las cosas se tienen que demostrar y estaba dispuesto a demostrárselo todos los días.
-Sé que necesitas tiempo… - empezó a decir él.
-Niall, no es cuestión de tiempo; es cuestión de que, por alguna extraña razón, no creo que las cosas vayan a salir bien – contestó Anne. 
-Para eso estoy yo aquí… Las relaciones son cosa de dos, ¿sabes? – Niall sonrió dulcemente y se acercó a la chica – Yo haré que creas que todo puede salir bien. 
Anne se quedó sin palabras. Después de un año lo tenía, otra vez, demasiado cerca suyo. Como antes de marcharse. Justamente igual que la última noche que pasó allí… Sonrió amargamente, y él le devolvió la sonrisa. Al parecer, Niall también lo recordaba. ¿Cómo no lo iba a hacer? Fue su última noche juntos, aunque él no lo supiera.
-¿Se puede saber cómo lo conseguirás? – preguntó ella en un susurro.
-Enamorándote, otra vez. – respondió el irlandés con seguridad.
Si el supiera que aquello no hacía falta… que cada centímetro de su cuerpo, cada pequeña parte de su ser estaba enamorada de él. Si él lo supiera… 
El irlandés se acercó a la chica, poco a poco. Lo conseguiría, y más si aquello que había escuchado era cierto. Anne aún le quería. Sólo tenía que hacer que lo aceptara, lo dijera, y todo acabaría bien. Como en los cuentos.
Fuera de la habitación la noche estaba estrellada pero ahora mismo aquello no importaba. Ella cerró los ojos e imaginó que Niall la besaba. Cayó del cielo una estrella fugaz; y el deseo de la chica se cumplió. Los labios del irlandés se juntaron con los suyos después de tanto tiempo. ¡Cómo los había echado de menos! Ella le correspondió el beso con ganas, y fue entonces cuando Niall supo que entre ellos aún quedaba algo. Se separó de ella sonriente y sin darse cuenta ella soltó un gruñido. Un beso demasiado corto para su gusto. Él rió.
-Este es último beso que te doy sin tu permiso… - susurró él. – Si quieres más tendrás que pedírmelos.
Las estrellas seguían cayendo del cielo poco a poco, silenciosas, casi sin ser observadas. Los únicos que se habían dado cuenta de ello eran Louis y Naomi que seguían en el balcón sin decirse una palabra. Y no muy lejos de allí Sam se estaba quitando los pendientes y guardándoselos en el bolso bajo la atenta mirada de su compañero de habitación.
-¿Por qué te quitas los pendientes? – preguntó él curioso.
-Porque si no me los quito cuando duermo, me los clavo.  – contestó Sam sonriendo.
-A mí los míos no se me clavan. – comentó él. 
-Son diferentes, los tuyos son pequeños… los de las chicas suelen ser más grandes.
-Eso es cierto.
La rubia dejó el bolso en una silla que había allí y se acercó a la cama. Estaba muy cansada, necesitaba dormir pero al parecer su acompañante sufría de insomnio y no le iba a dejar hablando solo. Entonces cuando ella se estaba sentando en el colchón Zayn se fijo en que llevaba una pulsera de plata con su nombre. Era realmente bonita. ¿Quién se la habría regalado? Quizá sus padres, o sus amigos.
-Que pulsera más bonita.
-¿Verdad que sí? – sonrió ella acurrucándose bajo las sabanas.
-Sí. Es preciosa… Samantha.
Ninguno de los dos dijo nada más. Y ella se sintió culpable de estar allí en vez de estar con Dylan que es donde debería estar, con su novio. Aunque entre ella y Zayn no había nada real, le abrumaba sólo de pensar que Dylan jamás entendería su amor platónico hacia aquel chico de ascendencia árabe.
-Me la regaló mi novio, hace un par de días – dijo ella en un susurro para intentar aliviar ese sentimiento de culpabilidad.
-¿Tu novio?
-Sí, Dylan. El chico de seguridad del concierto.
-Vaya. No sabía que estuvierais saliendo. – comentó el bastante distante.
-Yo tampoco lo sabía – rió ella tocándose la pulsera – Me lo pidió cuando me la regaló.
-Que bonito.
-¿Si, verdad? – responde ella mirándole. – Es un cielo.
Hubo otro silencio, esta vez mucho más largo que el anterior. No es que Zayn estuviera enamorado de Sam, porque no lo estaba, pero le tenía cariño… y como ya le confesó un día a Harry sentía atracción hacia ella. Posiblemente aquella noche, si no hubiera salido el tema de que ella tenía novio, la hubiera besado. Aunque era de esperar que alguien como Sam encontrara alguien con quien compartir su vida. Y no sería él quien se metiera a estropear una relación por una simple atracción física.
-No lo dudo – dijo él en un susurro.
-¿Quieres que te cuente como pasó? – preguntó ella ilusionada.
Él suspiró. No le apetecía demasiado saber como el galán de Dylan se había camelado a aquella chica de rubia melena pero si él hubiera ocupado el puesto del segurata no le importaría que ella repitiera una y otra vez la historia. Sam parecía estar ilusionada, y estaba demostrando cierta confianza hacia Zayn cosa que el chico no podía rechazar.
-Claro, cuéntamelo. – sonrió él.
-Verás… el día que nos conocimos en el concierto me invitó a una cena… - empezó a contar la chica.
Le contó su primer encuentro cuando ella preguntó si saldrían a firmar, le contó las veces que se veían a escondidas de sus amigas en el parque, las veces que él la llamaba por las mañanas, y cuando por fin la llevó a cenar a aquel restaurante. Poco después… él la fue a buscar a casa, sorprendiéndola con la pulsera de plata y una proposición formal.
-Que caballeroso, ¿no? – dijo él un poco más seco de lo que pretendía sonar.
-Demasiado. Yo creo que es el chico más perfecto que he conocido nunca. – Sam estaba más tranquila ahora que había recordado a Dylan durante un buen rato.
-Espero que os vaya fenomenal. – otra vez, sonó demasiado seco.
“Mierda, la estás cagando” pensó el chico. Pero es que no podía remediarlo puesto que, desde que vio las miradas entre él y Sam cuando llegaron al camerino aquella noche de invierno, no le caía bien Dylan.
-Zayn, ¿te pasa algo? – preguntó ella de repente.
-¿A mí? ¿Qué me tendría que pasar?
-Ah, no sé. Te has puesto… como a la defensiva. O eso me parece a mí.
-No es nada, tranquila. – “Sólo que me gustaría ser él, y no lo soy” añadió para sí.
En su cabeza empezó a sonar una canción que los dos conocían muy bien; él como cantante y ella como fan. “I Wish”. Entonces entendió porqué Harry escribió esa canción cuando su amada Caroline Flack estaba con otro chico. ¡Ahora lo entendía todo! Y ni tan siquiera estaba enamorado, pero le daba rabia no ser él quien ocupara todos los pensamientos de aquella chica. Aunque era consciente que si que ocupaba los pensamientos de otras muchas, pero a él le importaba lo que estaba en la cabeza de Sam y ahí, desgraciadamente, sólo estaba Dylan. O eso creía él.
Sam se acercó y le dio un beso en la mejilla recordando cuando lo abrazó por primera vez en aquel camerino. Cómo habían pasado las cosas de rápido.
-Que tenga novio no significa que no os quiera, eh.  – se quedó callada unos segundos. – Bueno a Louis no lo quiero con novio, o sin él.
-Louis es un caso aparte – rió él junto a ella.
-Si que lo es, sí.
Se quedaron un rato más en silencio sin decirse nada mientras que los ojos de Sam se cerraban poco a poco. Después de tanta fiesta necesitaba un descanso y, por el momento, ya le había dado mucha conversación a Zayn aquella noche. Él sonreía mientras la miraba tarareando en su cabeza la misma canción una y otra vez. Su último pensamiento antes de dormirse fue que él, Zayn Jawad Malik, también podía invitarla a cenar, comprarle pulseras y llamarla todas las mañanas.
Las habitaciones seguían silenciosas, siendo testigos de parejas bastante curiosas como Niall y Anne, o Louis y Naomi con Eleanor durmiendo cerca de ellos. También eran testigos del nerviosismo de Jodie por tener a Harry durmiendo plácidamente a su lado con poca ropa cubriéndole el cuerpo.
El chico de pelo rizado a veces hacía un sonido gutural cuando cambiaba su postura poniendo a prueba todos los dispositivos de autocontrol de su compañera de cama. Aunque tampoco tenía que hacer mucha cosa para ponerla aprueba, solamente tenía que existir.  
-Umhh... – se revolvió el chico a su lado.
¿No se estaría quieto? Suspiró. Que noche más larga le esperaba y es que, siendo sinceros, con él tan cerca suyo no podía cerrar los ojos. Quería observarle durante toda la noche, memorizarlo y luego poder recordarlo cuando él estuviera lejos pensando en otras chicas.
Mientras ella observaba a Harry sonó el móvil del chico y se iluminó encima de la mesa. Jodie lo miró curiosa. ¿Quién sería a esas horas? Su madre no podía ser. ¿Y si era alguno de los chicos queriendo contar lo que estaba pasando en las habitaciones con sus amigas? Oh sí. Sería eso. Necesitaba saber que estaba pasando más allá de aquella puerta y si aquel mensaje era de Louis, Zayn o Niall era su oportunidad perfecta. Cogió el móvil entre sus manos e intentó desbloquearlo. “¡Mierda de teléfonos con alta tecnología!” se maldijo. A ver para que narices quería Harry un móvil tan moderno y lleno de botones raros. Eran ganas de complicarse la vida. Por fin encontró el botón que desbloqueaba el aparato y te dejaba trabajar con él. Pero la curiosidad se desvaneció cuando leyó el nombre de la persona que enviaba el mensaje; Caroline Flack. ¿Qué quería ahora Caroline? ¿Un fin de semana normal a las cuatro de la mañana? Suspiró. Y con valentía abrió el mensaje y leyó;  “¿Has visto la lluvia de estrellas fugaces? Espero que sí y que estés dedicándome todas y cada una de las estrellas que caen. Así puede que se me pase el enfado antes. Te quiero, xxx.”
Jodie se levantó de la cama dejando el teléfono en la mesita sin preocuparse si quiera en quitar el mensaje de la pantalla. ¿Qué más daba? Harry estaba demasiado dormido, y no iba a despertarse. Descalza y con la camiseta grande que Harry le había prestado caminó por la casa, sola. Cruzó el pasillo rápidamente. ¿Había lluvia de estrellas aquella noche o se lo habría inventado Caroline? No había recorrido aquella enorme casa entera pero tenía que llegar al jardín como fuera; quería ver las estrellas con sus propios ojos. Bajó las escaleras, y entró en el salón. Allí divisó una puerta corredera de cristal y detrás de ella todo era oscuridad. El jardín. Las estrellas. Una noche de invierno. Lo que ella no sabía es que Harry había escuchado el sonido de su teléfono pero que había permanecido inmóvil esperando una respuesta de la chica. Por lo que no tardaría en ir tras ella.
Los pies descalzos de la chica de ojos verdes caminaban por la hierba sintiéndose libre. El aire ondeaba su pelo y encima de ella se alzaba un balcón donde todavía se encontraban Louis y Naomi que ahora observaban a la chica en silencio. Miró al cielo y, efectivamente, vio las estrellas caer. ¡Qué bonito! Se sentó en la hierba dejando pasar el tiempo e intentando no pensar en Harry... ni en Caroline.
-Jodie… - se escuchó una voz detrás de ella.
-Tienes una fea manía de perseguirme cuando me voy de los sitios, eh – rió recordando cómo fue tras ella el día de la revista.
-¿No has pensado que si te persigo es porque no quiero que te vayas?
Él se acercó más y se sentó a su lado en la hierba. Se había puesto una camiseta de interior blanca y básica para salir a su encuentro. No es que a Jodie le molestara ver el cuerpo de Harry desnudo, pero la desconcentraba más de lo que ella estaba dispuesta a admitir.
-No suele ser normal que alguien como tú no quiera que me vaya de los sitios.
-¿Alguien como yo? Soy normal. – rió él tocándose el pelo.
-Claro. Yo tengo millones de fans también, es lo más normal del mundo.
-No puedes tener más fans que yo, te lo prohíbo.
-Harry tu las ironías no las pillas, ¿verdad? – preguntó Jodie. – Yo no tengo fans.
-Perdóname por ser un extraterrestre que no entiende las ironías. – rió él.
-¿Un extraterrestre?
-Sí. Parece que tenga cuatro pezones, no entiendo las ironías, no me gusta beber con pajita, canto en la ducha, y soy fan tuyo.
-¿Fan mío? – él asiente - ¿Y que se supone que hago tan extraordinariamente bien para que quieras admirarme?
-Sonreír. – respondió él mirando al cielo.
Una estrella cae. ¿Sonreír? Harry, a veces, sí que parecía un extraterrestre porque no hubiera quien lo entendiera. ¿Fan de ella? Ella mira al cielo también esperando a que él le diera una explicación.
-Siempre sonríes aunque estés triste, aunque no tengas motivos para hacerlo.
Jodie no dijo nada. Eso era cierto. Y ella no sabía que decirle. Mientras que en la oscuridad y el anonimato de su balcón, Naomi y Louis les observaban sin decir una palabra aunque eso duraría poco.
-Gracias… supongo – susurra ella.
Las estrellas seguían cayendo y aunque estaban allí debido al mensaje de Caroline ninguno de los dos dijo nada. Aquel momento era mágico, aunque ambos sabían que en algún momento deberían hablar de ello. Sobre todo Jodie que tenía miles de pregunta sin respuesta en su cabeza. Inconscientemente apoyó su cabeza en el hombro de Harry en silencio, disfrutando del aroma que desprendía todo él. 
-¡Pero quieres besarla de una vez! – gritó Louis desde el balcón.
Naomi estalló a carcajadas y la parejita miró hacia el balcón extrañada. Su voz era inconfundible y su oportunismo para joder los momentos íntimos de la gente también; Louis Tomlinson en acción.
-¿Te quieres callar de una vez? – preguntó Harry riendo desde el césped.
-No quiero. Quiero que la beses.
-Si la beso o no es mi problema. – Jodie enrojeció al instante y Louis rió.
Naomi le susurró que debían dejarles intimidad porque sabía lo mal que lo estaría pasando en aquel preciso instante su amiga a la cual guiñó un ojo en señal de complicidad.
-Vale, Don Juan… Te dejo que hagas tus conquistas en paz – la voz de Louis se desvaneció y el balcón se quedó vacío.
En la habitación del veinteañero se quedaron Eleanor que seguía durmiendo, Naomi que observaba a Louis, y Louis que no podía parar de reír al recordar la cara de Harry, pero sobre todo al recordar la cara de Jodie. El chico del pelo rizado sabía que lo decía en broma, aunque puede que no tan en broma, pero la chica se había quedado totalmente pasmada. Y más al ver que los chicos hablaban como si ella no estuviera delante. Naomi intentaba ponerse en la situación de su amiga y reprimía las ganas de reír ante sus cómicas reacciones por respeto al mal trago que debía estar pasando con Harry a solas.
La lluvia de estrellas estaba llegando a su fin y la noche, al parecer, también. Deberían ser casi las cinco de la mañana, o incluso era probable que el tiempo hubiera pasado más rápido. Pero realmente en aquella casa el tiempo siempre pasaba volando, jamás tenías un momento para respirar tranquilamente.
Harry se sentó otra vez en el césped ya que cuando él y Louis habían tenido esa pequeña conversación demasiado extraña se había levantado para verle desde otra perspectiva que era bastante mejor que la que el suelo le ofrecía.
-Perdona a Louis, es de lo que no hay – dijo él.
-No pasa nada, me estoy empezando a acostumbrar a él.
-Eso está bien. Yo ya estoy acostumbrado. Ya nada me pilla por sorpresa, sé que me puedo esperar cualquier cosa de él. 
-Nota mental; Esperar cualquier tipo de cosa extraña de parte de Louis William Tomlinson. – rió ella.
-Eh, eso es bueno. – rió él también. – Nota mental; Empezar a hacer más notas mentales.
-Creo que tu primera nota mental, después de esa, debería ser; No hablar con Louis sobre Jodie como si ella no estuviera presente. – Jodie se quedó mirando a sus pies descalzos sobre la hierba. Quizá no debería haber dicho eso.
 -Vale. Lo tendré en cuenta. Luego lo apunto.
-No, luego no. Ahora. – la risa de Harry resonó en la noche estrellada.
-Nota mental; No hablar con Louis sobre Jodie  como si ella no estuviera presente. – ella sonrió satisfecha pero no dijo nada. - ¿Contenta?
-Sí. Contenta.
Se quedaron en silencio. Ninguno de los dos dijo nada más. Y las pocas estrellas del cielo seguían cayendo. El césped estaba un poco húmedo, pero a Jodie le gustaba sentir las gotas frías en sus pies desnudos. Mientras ella pensaba que giro tomaría aquella conversación, Harry pensaba en lo que Louis le había dicho. ¿Por qué tenía tanto interés en que besara a Jodie? Y más sabiendo que él estaba con Caroline. Todo aquello no tenía ningún sentido, pero realmente ganas de besarla no le faltaban.
-¿Te ha molestado? – preguntó él rompiendo el silencio.
-¿El qué?
-Lo que ha dicho Louis… Me refiero a que él muchas veces dice las cosas sin pensar, y a veces pueden molestar a la gente.
-Ah, no. Supongo que no. – Jodie sonrió dulcemente mientras se apartaba el pelo de la cara.
-¿Supones?
-Ajá. Supongo.
Harry se acercó a ella y le pasó la mano por el pelo mientras en sus labios se dibujaba una sonrisa. La sonrisa perfecta. Esa misma que había enamorado a Jodie. Y ella se quedó mirando sus labios durante unos segundos. 
-Entonces… - susurró él. – Quiere decir que aunque no lo digas, quieres que te bese.
¿Había oído bien? ¿Harry había dicho que si quería que la besara? ¿Cómo no iba a querer que la besara? Lo dicho, a veces, parecía un extraterrestre. Jodie rió al pensar que habría que añadir una cosa a la lista de cosas que hacían a Harry un extraterrestre. “Hola me llamo Harry y son un extraterrestre que parece que tenga cuatro pezones, no entiende las ironías, no me gusta beber con pajita, canto en la ducha, soy fan de Jodie, soy difícil de entender, y hago preguntas estúpidas.”
-Nota mental; Jodie se pone nerviosa cuando le hablas de besos. – susurró Harry riendo.
-No es cierto.
-¿Cómo que no?
-Pues eso. No me pongo nerviosa cuando se habla de besos. – dijo ella.
Intentó ser lo suficiente convincente porque sí que le ponía nerviosa. Hablar de besos no, claro. Le ponía nerviosa hablar de besos con Harry Styles. Y, por alguna extraña razón, él lo sabía.
-Si tú lo dices…  - añadió él.
Se quedaron en silencio. Jodie esperaba que Harry cambiara de tema, y él quería dejar que la intriga campara a sus anchas entre los dos. Sonrió para sí en la oscuridad de la noche.
-Jodie, ¿Quieres que te bese? – dijo él a una distancia lo suficientemente corta como para ponerla más nerviosa todavía, si es que aquello era posible.
La cara de la chica enrojeció al instante, y él rió. Lo sabía. Jodie quería un beso suyo. Y él se moría de ganas de dárselo aunque tuviera novia. “¿Qué daño podría hacer? Es un simple beso” pensó para él. Un beso que, si llegaba a producirse, no cambiaría nada y ambos lo sabían. Ella suspiró sin saber que decir pero era consciente de que una situación como aquella sería difícil de repetir por tanto tendría que ser valiente.
-¿Lo harías si te dijera que sí? – preguntó ella.
Harry sonrió por decimoquinta vez aquella noche haciendo que la chica que tenía a su lado fuera incapaz de pensar con claridad. Siempre hacía eso, era una de las cosas que mejor se le daba. Ser él. Y dejar que su sonrisa hiciera el resto. 
-¿Quieres comprobarlo? – la voz de Harry sonó más seductora de lo normal.
-Puede que sí - Jodie siguió el rollo seductor aunque aquello no llevaba a ninguna parte.
-Si te besara… eres consciente de que no cambiaría nada, ¿verdad? – preguntó él en un susurro.
Ciertamente se moría de ganas de besarla, y quería dormir junto a ella aquella noche, pero nada de eso hacía que estuviera menos enamorado de su novia. Y, tristemente, tanto él como ella eran conscientes de ello. Ella sonrió amargamente; Harry no la quería pero aquella noche bajo las estrellas fugaces le había ofrecido un beso y no sería ella, precisamente, la que le rechazara. Además, era un la oportunidad perfecta para confundir a Harry si quería que dejara a Caroline.
-No te crees ni tu eso de que un beso no cambiará nada. – dijo ella muy segura.
-Muy segura estás tú, ¿no? – rió el chico al ver esa actitud en la pequeña Jodie.
-No me conoces todavía, ricitos.
-Pues déjame conocerte – susurró él acercándose a ella peligrosamente.
-Eh. Guarda las distancias. – rió Jodie mientras se apartaba de él.
-¿Pero no querías que te besara?
-¿Y si ya no quiero? – ambos rieron y ella se mordió el labio sin estar muy segura de aquello, con lo fácil que hubiera sido plantarle un beso y ya está.
-Mientes.
Puede que Harry no la conociera del todo, pero si lo hacía lo suficiente para afirmar aquello. Y no estaba equivocado. Mentía al decir que no quería un beso suyo. Pero no sabía por qué razón, desde que había notado la desesperación que Harry tenía por besarla, le gustaba hacerle sufrir. Sólo para que viera lo que las fans han llegado a sufrir muchas veces por sus amoríos.
-Bueno. Vale. Ahí llevas razón – admitió ella.
-¿Lo ves? Luego no me digas que no te conozco… - empezó a decir Harry.
-¿Te quieres callar y besarme ya? – rió.
Él se encogió de hombros. No se haría de rogar mucho. Se acercó a la chica cuidadosamente y le acarició la mejilla. Quería que fuese un beso lento, tierno, y suave; quería dejar aquel momento en suspensión para poder disfrutar de él. Le apartó unos mechones que le caían por la cara y juntó sus frentes sin dejar de sonreír. A Jodie le iba a dar un ataque al corazón, pero intentaba disimularlo de la mejor manera posible. Estaba quieta cual estatua esperando a que los labios de Harry rozaran los suyos. Sus ojos se encontraron y hablaron sin necesidad de palabras, haciendo de aquel momento algo mágico. Pero fue más mágico todavía cuando, por fin, los labios del chico se posaron sobre los de Jodie. La besó con dulzura haciendo que ella poco a poco despertara de su letargo y dejara su pasividad para corresponderle aquel beso. La chica de ojos verdes posó sus manos en el pelo de Harry revolviéndoselo con cuidado mientras que correspondía al que sería el mejor beso de su vida. Aunque lo que había empezado siendo dulce se tornó un poco más pasional y la espalda de la chica acabó en el suelo del jardín mientras que él seguía besándola por el cuello. Respiró con dificultad y sin creerse que aquello estuviera pasando. Sonrió ampliamente. Harry besaba bien, muy bien. Y, desde luego, no quería que aquel beso fuera el último. Pocos segundos después fue ella la que buscó la boca del chico y lo besó con algo más de pasión mordiéndole el labio al finalizar. Era la pequeña firma de la casa, el toque Jodie. Cuando, finalmente, se separaron Harry estaba tumbado encima de ella apoyado sobre sus brazos con la cara a la misma altura.
-¿Aún sigues pensando que un beso no cambia nada? – preguntó ella sonriente.
-Besas bien, pero sigue sin cambiar nada.
Harry se levantó de la hierba y caminó hasta la puerta corredera. Jodie lo miró incrédula. Primero mostraba unas ganas inhumanas de besarla y cuando por fin lo hacía parecía que aquello no había servido para nada. No lo había confundido, ni siquiera un poco. Él se paró allí y la miró desde la distancia.
-Es tarde. Deberíamos irnos a dormir. ¿Vienes? – dijo desde la puerta.
-Sube tú, ahora voy yo. – susurró ella.
-Como quieras. Hasta ahora.
El chico desapareció dejando tras de él una estela aparentemente fría aunque lo que nadie sabía, excepto él, es que aquel beso no le había dejado indiferente y que puede que aquella noche no durmiera. 

Un beso muy fuerte;

Mery Da Font.