28 mar 2012

You belong with me; Capítulo quince.

BUEEEEEEEEEEEEENAS TARDES-NOCHES, pequeñines míos. Siento teneros tan abandonados... pero es que ya nadie mira el blog casi,.. pero yo continuo escribiendo. Intento hacerlo casi cada día, en la medida que puedo, claro está. No tengo gran cosa que decir... Estoy bastante feliz con mis notas, y los resultados.. así que eso que me llevo. Este capítulo, el número quince, tampoco tiene canción lo siento... Últimamente no hay demasiadas canciones; no sé porqué. Hay reencuentros agradables; y las cosas se liarán más. Y MÁS. Y MÁS XD Vale, dejo ya de daros la lata... y os dejo con el capítulo... espero que os guste :)

Capitulo quince; Batidos, cookies, y demás en Milkshake City.

Las chicas llevaban cerca de una semana sin verse, y las vacaciones de navidad estaban llegando a su fin. Necesitaban verse y explicarse las cosas o simplemente relajarse antes de que volviera a empezar la pesante rutina del instituto y las universidades. Se llamaron entre ellas y decidieron que irían a tomarse algo a Milkshake City donde hacían unos batidos que les encantaban.

Se encontraron en el sitio de siempre; en el parque que quedaba a pocas calles de la casa de Jodie, que vivía casi en el centro. El suelo estaba húmedo la cual cosa no les sorprendió demasiado y el viento soplaba suavemente. Caminaron por las calles, que a pesar del frío, estaban llenas de gente y de coches. Jodie iba mirando en el móvil la página web del sitio a donde iban para ver si había nuevos batidos para probar; y encontró algo que le hizo sonreír. Un batido que se llamaba “One Direction” el cual llevaba los ingredientes que más les gustaban a los chicos.

-¡Yo lo quiero probar! – dijo Naomi mientras se paraba en un semáforo.
-¡Y yo también! – rió Sam. – Tiene que estar muy bueno.
-Yo me pediré mi batido; chocolate y mocca. – esta vez fue Jodie la que habló.
-No seas sosa, prueba el batido de One Direction. – dijo Sam riendo.
-Ni de coña – se negó ella.
-Lo probarás, quieras o no. – concluyó Naomi.

La puerta de Milkshake City estaba al otro lado de la acera; sólo tenían que esperar a qué el semáforo se pusiera en verde y cruzar la calle. Aquel semáforo tardaba años en cambiar y las chicas empezaron a desesperarse. Normalmente no había mucha gente en aquel establecimiento pequeño y de barrio pero parecía ser que aquel día estaba lleno de vida. El semáforo cambió y empezaron a cruzar la calle; la puerta del establecimiento estaba muy cerca y pudieron distinguir las siluetas de la gente que se encontraba en el interior.

Iban hablando de los batidos y de las cosas que habían vivido dentro del recinto. Habían pasado muchas tardes allí, y alguna vez que otra se habían encontrado con alguna superestrella que estaba pasando la tarde tomándose un batido. No sabían porqué pero aquel sitio, y sus batidos, atraían a los grandes personajes de la música y la televisión como Olly Murs, Ed Sheeran o los propios One Direction.

Naomi puso la mano en el pomo de la puerta y la abrió suavemente mientras pasaba hacia el interior seguida de Jodie, y Sam. No se percataron de la gente que había ni mucho menos de que algunas personas las estaban mirando.

-Yo quiero comerme una cookie – dijo Jodie cual niña pequeña mientras se quitaba el abrigo.
-Siempre estás pensando en comer, enana – rió Sam.
-¿Y qué? – ella le sacó la lengua – Las cookies están buenas.
-Jodie tiene razón – exclamó otra voz dentro del establecimiento. Si aquello no fuera completamente imposible las tres jurarían que era la voz de Louis Tomlinson.

Levantaron la vista, buscándole, y lo encontraron sentado en una mesa con Niall, Eleanor y Harry. Se les veía muy sonrientes a todos sobre todo al irlandés y al propio Louis. Se quedaron petrificadas en la puerta del establecimiento… ¿No había más sitios en Londres? Jodie suspiró; juraba no hacerle caso y lo tenía hasta en la sopa. Que mala pata. Sam sonrió; a ella no le importaba encontrárselos. Y Naomi observó a Eleanor atentamente. Era guapísima y se veía, claramente, que Louis era feliz con ella.

-Pues claro que tengo razón – añadió Jodie como si encontrárselos allí fuera la cosa más normal del mundo.

Louis se levantó de la silla, se acercó hacia ellas bajo la mirada de todos los presentes (los de la mesa, y ellas) y se colocó en medio de Naomi y Jodie. Extendió los brazos y las abrazó a las tres añadiendo unas escandalosas palabras de bienvenida.

-Nosotras también nos alegramos de verte – rió Sam.
-¡Venir a sentaros con nosotros! – propuso Niall.
-No hace falta de verdad…- dijo Naomi mirando a Eleanor y a Harry. – No queremos ser molestia.
-Tranquila, por nosotros no lo digas. No sois molestia. – sonrió Eleanor.
-Pues no se hable más – dijo Louis acercándose a la mesa y poniendo tres sillas que se encontraban cerca.

Aquel chico no tenía remedio; si se le metía algo entre ceja y ceja tenía que ser aquello y no había discusión posible. Así que sonrieron cortésmente y se sentaron en las sillas. Louis las había colocado a conciencia entre Harry y Eleanor; y con un poco de suerte le tocaría a Jodie al lado del ricitos… o ya se encargaría él de eso. La apuesta ya estaba en marcha desde el segundo en que aquellas chicas entraron en el establecimiento. Y además de jugarse un desnudo delante de las fans, se jugaban también su orgullo y su honor como cupidos.

-Chicas os presento a mi novia; Eleanor. – dijo Louis evitando que ellas se sentaran.

Eleanor que ya estaba al corriente de la apuesta y conocía muy bien a su chico empezó a saludar a las chicas de manera estratégica para que a Jodie no le quedara otro remedio que sentarse al lado del ricitos. Ella sonrió satisfecha hacia su novio que le devolvió la sonrisa mientras hacía un símbolo de victoria que iba dirigido a Niall.

-Qué casualidad encontrarnos aquí, ¿no? – comentó Niall riendo.
-La verdad es que sí – admitió Sam.
-No tenéis que esconderlo; lo sabemos todo – dijo Louis muy serio.
-¿Qué es todo para ti, Louis? – preguntó Jodie.
-Pues todo es todo. ¿Ves que fácil? – le sacó la lengua. Y todos rieron.
-Me encanta porque tú sabes cosas que ni nosotras sabemos – rió Naomi.
-Nunca cuestiones a Louis – Harry habló por primera desde que las chicas habían llegado. – Es listo, y tiene muchos contactos.
-Exacto. Hazza ya ha aprendido la lección. – todos rieron una vez más.
-¿Y que se supone que sabes? – preguntó Sam.
-No lo neguéis, no es casualidad que nos hayamos encontrado aquí. Sé que nos habéis propuesto seguirnos a todas partes.

Las tres chicas rieron. Louis era realmente como un niño pequeño y ahora jugaba a ser detective. ¿Ellas seguirles? Puede que el día de la entrevista sí que se lo hubieran planteado, pero precisamente aquel día no. Ellas solo querían disfrutar de los últimos batidos del año.

-No todo el mundo gira al vuestro alrededor, famosillo – dijo Sam intentando que pareciera una recriminación pero una risa traicionera le estropeó el teatro.
-Sí, sí… Pero sigues aquí sentada con nosotros, rubita – le siguió el juego el chico.
-Porque eres tan extremadamente cabezota que sí tú dices algo se tiene que hacer eso. – rió Naomi.
-Eso es cierto – la apoyó Eleanor.
-¿Ves? – le sacó la lengua.
-Puede que sea cierto – rió él.
-Puede no, es cierto – comentó Niall.
-Voy a pedirme un batido, ¿queréis algo? – dijo Jodie levantándose.
-Sí. Ya sabes que queremos – le dijo Sam guiñando el ojo.
-¿Lo que veníamos hablando por el camino?
-Sí, eso. – asintió Naomi. – Trae dos, y tu lo que quieras. Luego te lo pagamos.
-Vale. Ahora vengo, chicos.

Se levantó y se acercó al mostrador donde estaba Marta, la camarera. Le pidió dos batidos “One Direction”, uno de mocca y chocolate para ella y una cookie. La chica se puso de inmediato a preparar el pedido y Jodie esperó pacientemente apoyada en la mesa del mostrador. Pasaron un par de minutos y ella de vez en cuando miraba hacia la mesa; en aquella tierna escena veía lo que siempre había soñado pero aún todo aquello le parecía extraño. Cerró los ojos y los volvió a abrir para ver si aquello era un espejismo o, peor aún, un sueño. Pero allí seguían aquellas personas con las que iba a compartir la última tarde de las vacaciones de navidad.

-Ten, Jodie. Lo que has pedido. – dijo la camarera entregándole una bandeja con el pedido.
-Gracias Marta – sonrió ella sin dejar de mirar a la mesa.
-No me las des. Ah…y pasarlo bien con los chicos…– Iba a añadir algo más pero no dijo nada; no hacía falta.
-Se intentará – se limitó a decir Jodie riendo.
-¿Cómo que se intentará? Tienes a tu ricitos ahí, esperándote, ¡a por él! – Marta rió. Siempre las había oído fantasear sobre aquellos cinco chicos durante horas y horas.
-Mi ricitos, como tú dices, tiene el corazón ocupado – suspiró ella tristemente.
-Vaya. – murmuró Marta – Jodie, no tires la toalla; la vida da muchas vueltas.
-Eso dicen… Pero si fuera tan fácil, créeme que no desistiría. – concluyó Jodie acercándose con la bandeja de los pedidos en las manos.

La conversación estaba muy animada cuando Jodie llegó hasta la posición donde se encontraban sus amigas, dejó la bandeja en la mesa y se sentó. Acto seguido bajo la atenta mirada de todo el mundo repartió el pedido; un batido de One Direction para Sam, otro para Naomi, y para ella un batido y una cookie.

-¡Anda, nuestro batido! – rió Louis. - ¿A que esta bueno?
-Sí, mucho – dijo Naomi probándolo.
-Las bolitas azules son mis preferidas – comentó Niall.
-¡Pues están ricas! – rió Sam.
-Lo sé. – afirmó el rubio. – Por eso son mis preferidas.
-Oye, Jodie...
-Dime Louis. – respondió ella.
-¿Porqué no te has pedido tu uno igual? – preguntó riendo.
-No me gusta mucho cambiar, ¿sabes? Soy un poco… rara. Y me gusta mi batido de mocca y chocolate; esta rico.
-Seguro que no tanto como el nuestro – comentó Harry integrándose en la conversación.
-¿Quieres probarlo? – dijo ella acercándole el vaso. “Mierda, se suponía que no le iba a hacer caso” pensó. Pero ya no había marcha atrás.

El chico asintió con una sonrisa y cogió el vaso. Todos miraban la escena; Sam y Naomi atónitas ya que aquello no era, precisamente, pasar de él. A su vez Niall y Louis sonreían satisfechos, y Eleanor miraba la escena con tranquilidad. Jodie contemplaba a Harry que cada vez tenía el vaso más cerca de sus labios.

-¿Te importa si te le quito la tapa y bebo sin la pajita? – preguntó él riendo. – No me gusta beber con la pajita, parezco un niño pequeño.
-Como quieras – dijo ella sonriente. – Mientras luego me devuelvas el vaso.
-Tranquila, luego será todo tuyo.

Harry, con todo tipo de calma, le quitó la tapa al vaso y la dejo bocarriba en la mesa. Apartó la pajita hacia un lado del vaso y se dispuso a beber. Cuando separó el vaso de su boca todos vieron que se había manchado la parte de arriba de los labios. Él también se dio cuenta y se relamió para limpiarse. Volvió a tapar el vaso y se lo entregó a Jodie.

-¿Qué? ¿A que esta bueno? – preguntó ella.
-Sí. Mucho. – afirmó él.
-Ahí lo tienes, Señor Tomlinson – rió Jodie.
-Pues algún día me pediré uno así. – sonrió él. – Os haré caso a Harry a ti.
-Me parece perfecto – contestó la chica.

Se quedaron unos minutos en silencio. Niall sonreía. El plan estaba en marcha y había empezado con buen pie; puede parecer poca cosa pero compartir un batido es un gran paso. Aunque había cosas totalmente desconocidas para ellos como la charla que mantuvieron en el baño de la revista. Entre los cinco chicos, en aquel momento, era el único secreto vigente. Y Harry quería seguir manteniéndolo ya que no lo consideraba importante. Pero a veces las noticias vuelan y lo más posible es que los chicos se enteraran por culpa de otra boca.

-¿Y cómo os van las cosas? – preguntó Niall.
-A mí me van bastante bien, la verdad. – admitió Sam.
-Eso es una excelente noticia. – esta vez habló Louis. - ¿Y vosotras chicas alguna novedad?
-Por mi parte; ninguna – rió Jodie.
-Y yo… - empezó a decir Naomi sin estar segura de si debía continuar la frase. – Voy a empezar a trabajar en la revista dónde fuisteis a hacer la entrevista después de las clases de la universidad.
-¡Vaya, que bien! – dijo Eleanor ilusionada por la chica. – Es una excelente oportunidad, felicidades.
-Gracias. – sonrió ella.
-Pues ya te iremos a visitar – añadió Louis. – Que tu amigo, el camarero… ¿Cómo se llamaba? ¿Peter? ¿Piero?
-Pierre – le ayudó Jodie.
-Eso, Pierre. Me invitó a tomarme lo que quisiera.
-Menuda memoria tienes tú para lo que te interesa, eh… - dijo Niall.
-No lo sabes tú bien…

Todos los presentes estallaron en una carcajada, como ya era habitual. Pero Naomi se quedó pensando en Pierre. Le echaba de menos y sólo se habían visto dos veces… pero aquello iba a cambiar puesto que ahora se verían todos los días en la revista. Sonrió inconscientemente bajo la atenta mirada de Louis que se preguntaba que estaría pensando ella.

-¿Y vosotros qué tal? – preguntó Jodie intentando desviar el tema.
-De maravilla. ¿No nos ves? – rió el irlandés.
-Ya te veo, siempre igual de guapo – ella rió junto a él. Niall le caía bien. Era muy simpático.
-Se intenta.
-Pues lo estas consiguiendo.
-¿Y tú, Harry, qué tal? – preguntó Sam. - ¿Todo bien? – no dijo nada más puesto que todos sabían a qué se refería la rubia.
-Sí. Todo bien, solucionado. Gracias por preguntar – respondió él sonriendo.

-Me alegro mucho – esta vez fue la voz de Naomi la que habló.

Un beso muy fuerte;
Mery Da Font.

21 mar 2012

You belong with me; Capítulo catorce.

Bueeeeeeeeeeeeeeeeeeeeno... sé que he tardado mucho en subir... algún día de estos me mataréis... lo siento mucho de verdad, pero es que estoy super liada con el cole y tal... y no tengo tiempo.
Pero bueno la espera ha merecido la pena, aquí tenéis el capítulo catorce, espero que os guste mucho y esas cosas <3 Este capítulo no tiene canción ni nada porqué no encontré ninguna que fuera adecuada, aunque si lo pensáis bien cualquiera de Taylor Swift de estas románticas en plan; Mine sería perfecta. (:

Capítulo catorce; Tres segundos.

En una pequeña habitación de un piso de Londres se encontraba el joven Dylan probándose un montón de camisas. Resopló. Ninguna le convencía. Ninguna de ellas le quedaba lo suficientemente bien para estar perfecto aquella noche. Y no es que le importara mucho su aspecto pero la ocasión lo merecía; iba a cenar con Sam. Sonrió ampliamente todavía sin creérselo. La había conocido por casualidad una noche de invierno y sin saber cómo ya ocupaba gran parte de sus sueños.

-Lily, ¿puedes venir un momento? – dijo él de repente sujetando tres camisas en la mano.

Se oyó una lejana voz; y segundos después apareció una pelirroja preciosa con los ojos azules por la puerta del baño. Lily era la mejor amiga de Dylan; era un año más pequeña que él pero a pesar de eso se llevaban de maravilla.

-¿Qué quieres? – preguntó ella.
-Necesito ayuda – rió él señalando al montón de camisas.
-¿Vas a salir? – él asintió. – Imagino que es con una chica, ¿no?
-Imaginas bien.
-¿Quién es? – preguntó ella curiosa.
-No la conoces.
-Pues si vas a salir con ella ya es hora de que la vaya conociendo; ¿no crees? – rió la pequeña Lily tocándose su pelo rojizo.
-Aún es demasiado pronto para eso, pequeñaja. – rió él revolviéndole el flequillo.
-¡Ay, para! – pero no le hizo caso. - ¡Dylan Hudson o paras o no te ayudo! – gritó.
-Vale, vale… - susurró el chico.

Después de un rato de risas, camisas, y pases de modelos por parte de Dylan se decidieron por una camisa de color blanco con pequeños detalles en lila (el color favorito del chico).

Cuando Dylan se acabó de arreglar se despidió de las personas con las cuales compartía piso; Cody, Jota y Lily. Y sonriente se marchó a su cita con Sam. Una vez en la calle se montó en el coche y condujo por las calles de Londres hasta la puerta de la casa de la chica. Aparcó y la llamó al móvil.

-¿Si? – contestó la chica rubia al otro lado del teléfono.
-Tu voz es música para mis oídos – rió él.
-Hola Dylan, te estaba esperando.
-Lo imaginaba. Estoy en la puerta de tu casa preciosa, ¿bajas?
-Dame tres segundos – rió ella. Se escuchó un ruido de llaves y un portazo.
-Tres. Ya deberías estar en mi coche. Eres una tardona.
-Y tú eres un plasta.
-¿Ya estamos, otra vez? – volvió a reír él. Estaba feliz.
-Sí. Y seguiré diciéndotelo las veces que hagan falta.
-No me dejarás vivir en paz – susurró él.
-Exacto.

Se quedaron en silencio unos segundos pero sin colgar. Dylan se miraba en el espejo del coche y se retocaba su pelo oscuro; y Sam bajaba como un rayo por las escaleras de su edificio.

-Estoy en la puerta – dijo la chica hiperventilando.
-Ya te veo, ya – rió él. – Parece que acabes de correr los cien metros lisos.
-Lisos no, con escaleras. – rió ella.
-Lo que tú digas.

Otro silencio. No habían colgado ninguno de los dos; sabían y les encantaba saber que el otro estaba al otro lado de la línea. Sam cruzó la calle para llegar al coche de Dylan que seguía con el teléfono enganchado a la oreja. Sonriente, Sam, abrió la puerta y se sentó en el asiento de copiloto bajo la atenta mirada del chico.

-¿Ves? Tres segundos. – dijo ella riéndose.
-¿Cómo de largos son los segundos para ti, Sam? – preguntó él riendo también.
-Puede que un poco más largos de lo normal.
-Eso puede estar bien, a veces – murmuró él.
-¿Ah, sí? ¿Cuándo? – preguntó ella curiosa colgando el teléfono.
-Ya lo sabrás cuando llegue el momento.

Nadie dijo nada más y la duda se quedó en la mente de Sam a la vez que Dylan sonreía pícaramente calculando hasta el más pequeño detalle de esa pequeña velada. El chico subió el volumen de a radio y la música inundó el silencio que reinaba en el vehículo. El coche recorría las calles de la ciudad a la vez que el locutor de la radio iba poniendo los éxitos de las listas de vendas.

-¡Y ahora os dejamos con el nuevo sencillo de cinco chicos que están causando sensación entre las adolescentes…! Aquí lo tenéis, esto es “One Thing” de One Direction. – y acto seguido empezó a sonar la canción en el coche.

Sam cantaba la canción con alegría y Dylan la escuchaba cantar sonriente. No era una canción que le quitara el sueño, ni le iba ni le venía. Y aquellos chicos tampoco, aunque a ellos y a su música les debía algo. De no haber sido por ellos no hubiera conocido a aquella preciosa chica rubia que estaba sentada en aquel preciso instante en el asiento del copiloto de su coche.

Pocos minutos después llegaron a su destino, se bajaron del coche y ante sus ojos Sam observó uno de los mejores restaurantes de la ciudad. No se lo podía creer; Dylan era definitivamente el chico perfecto. Entraron en el edificio y el camarero de la recepción comprobó que la reserva estaba hecha y les acompañó hasta su mesa.

El restaurante estaba lleno de gente a pesar de su alta categoría. Tenía las cortinas de color rojo y el suelo era de mármol. Las mesas estaban cubiertas con manteles que llegaban hasta el suelo y las sillas tenían una tapicería de terciopelo de color granate. Las copas estaban ordenadas de mayor a menor, y los cubiertos estaban colocados de la manera más sofisticada posible. Sam se sentía rara allí, se sentía como una princesa; como sí él fuese su príncipe. Oh, oh. Luz azul, otra vez. El detector de príncipes. Sacudió la cabeza. Dylan era perfecto, pero ella no creía en príncipes.

-Qué detallazo, ¿no? – preguntó ella mirándolo todo.
-Tenía que ser especial, no podía ser un sitio cualquiera – se encogió de hombros.

Realmente le costó un poco conseguir reunir el dinero que había calculado que costaría aquella cena pero no le importaba nada en absoluto.

-No hacía falta todo esto… - murmuró Sam.
-Sí que hacía falta, además ahora ya estás aquí. Así que calla y disfruta.

Pocos minutos después llegó el camarero mientras ambos estaban mirando la carta. Les costó decidirse había tantas cosas entre las que elegir que no podían pedir sólo una. Finalmente cada uno se decantó por un planto distinto y pidieron una ensalada para dos además de un vino para acompañar la cena. No esperaron mucho hasta que les llevaron a la mesa lo que habían pedido y mientras cenaban mantuvieron una agradable conversación sobre cosas no muy importantes.

-¿Y cómo acabaste trabajando de guardia de seguridad en conciertos? – preguntó Sam.
-La verdad es que estoy estudiando para ser policía y mi profesor de condicionamiento físico me recomendó que podía trabajar allí para tener mis propios ingresos – le contó él.
-Vaya. Y así te entrenas para cuando acabes de estudiar porque con tanta chica suelta por allí… - rió ella.
-Exacto. De todas maneras, es un trabajo que me gusta. No me disgustaría continuar haciéndolo una vez haya terminado mis estudios.
-¿Te gusta pasarte la noche de pie vigilando un recinto lleno de gente gritando?
-Sí – afirmó Dylan.
-Eso es raro. – volvió a reír ella.
-Puede que lo sea pero disfruto de conciertos gratis y conozco a gente. – él rió junto a la chica.
-Visto así es un buen trabajo. Mola. – se quedó callada unos segundos. – Yo quiero conciertos gratis.
-Ya te invitaré a alguno – sonrió él.
-¿Puedes hacer eso? – preguntó Sam curiosa. Conciertos gratis. Eso estaba bien.
-En teoría no, pero el jefe me debe más de una… y más de dos. – rió él.
-Oh. Bueno pero si me invitas que sea a conciertos de One Direction.
-¿No te cansas de ellos? – preguntó Dylan.
-No. ¿Por qué?
-No sé. Siempre estás hablando de ellos. Tu y las chicas los perseguís… - empezó a decir él.
-Eh, no les perseguimos. – interrumpió ella. – Vamos a verles a los sitios a los que van.
-Eso es perseguir – concluyó él seco.
-Lo que tú digas. – respondió Sam del mismo modo.
-A lo que me refiero es que ya los tienes muy vistos. Salen en todos sitios; en las revistas, en los programas de televisión, en las redes sociales son siempre tendencias mundiales, en las listas de música, en las radios… ¿No crees que es un sobre exceso de One Direction? – dijo Dylan intentando sonar cordial.
-No. – contestó ella secamente, otra vez. – Soy fan de One Direction, y me gusta ver que están cumpliendo su sueño. ¿Tan difícil de entender es?
-Si difícil no es, Sam. Lo que pasa es que en mi opinión este tema está siendo un poco demasiado plasta.
-Para ti lo será, pero para mí no.
-Vale. Vale. Mensaje captado. Dejemos el tema. – dijo Dylan notando que Sam estaba molesta con su opinión respecto a aquellos cinco chicos.

Siguieron cenando mientras entre ambos reinaba un silencio bastante incomodo. ¿Por qué siempre les pasaba eso cada vez que hablaban de One Direction? ¿Por qué Sam se molestaba tanto? ¿Y por qué Dylan no podía soportar que Sam estuviera tan enamorada de aquellos chicos? La respuesta a la última pregunta era fácil y sencilla; porque ellos eran mejores que Dylan, y él estaba totalmente convencido de que jamás le escogería a él. Pero tenía que intentarlo y estaba dispuesto a conquistar el corazón de aquella chica rubia; costase lo que costase.

El silencio dio paso a risas, y a conversaciones sobre otro tema que no fuera One Direction. Y eso relajó el ambiente de una manera considerable. Gracias a ello pudieron disfrutar de lo que quedaba de noche con tranquilidad.

Salieron del restaurante cuando ya era noche cerrada. Hacía frío y soplaba un suave viento que revolvía el pelo de Sam. Dylan sonrió sin dejar de mirarla. Era increíblemente guapa y ella no era capaz de verlo.

-¿Por qué me miras así? – preguntó ella.
-Porque eres muy guapa.
-No me mientas.
-No lo hago. – insistió Dylan acercándose a la chica.
-Vuelves a mentir.
-¿Le damos otra vuelta? – rió él abrazándola por la cintura.
-Me parece correcto – sonrió ella.
-Eres muy guapa.
-Y tú eres muy mentiroso.

Se quedaron unos segundos así; medio abrazados. Y sus frentes se tocaron. Ella sonreía, y él más todavía. Dylan suspiró; aquel era su momento y si no lo aprovechaba podría perder el corazón de aquella chica. Así que sin pensárselo dos veces la besó. Sam le correspondió el beso de buena gana, y se acercó más a él. Fue un beso intenso, y largo. Muy largo. Puede que demasiado. Cuando se separaron él la miró sonriendo y añadió;

-¿Ves? Tres segundos. Para esto sirve que tus segundos sean un poco más largos de lo normal.


Un beso muy muy fuerte;
Mery Da Font.

13 mar 2012

You belong with me; Capítulo trece.

Siento mucho lo poco que estoy subiendo y que he perdido el hilo de subir miércoles y sábados. Pero con los exámenes he escrito poco y estoy estresada... y se me olvida. Lo siento. Pero el viernes tengo el último así que todo vuelve a la normalidad.
Os dejo aquí el capítulo número trece, que vuelve a ser uno de esos de transición hasta que se líe todo otra vez... poco a poco. Además tengo que decir que dentro de poco aparecerán personajes nuevos y otros que ya habían aparecido y que puede que no les hayáis prestado atención cobraran protagonismo. No tengo nada más que decir... que comentéis mucho y que espero que os guste.
Ah, y la canción que ha servido de inspiración para este capítulo... es mi canción favorita de 1D;

Capítulo trece; La canción bonita del autobús rojo.

Sam se despertó por culpa de su teléfono en una cama que no era la suya. Sus ojos se acostumbraron poco a poco a la luz tenue de la habitación y como la persona que se encontraba a su lado dormía plácidamente. El móvil seguía sonando y ella maldijo al aparato; qué pesadez. Vete tú a saber qué horas serían… Se tocó el pelo, y se estiró para coger el teléfono que estaba en la mesita de noche. Sonrió al leer el nombre de la persona que la llamaba; era él.

-¿Si? – preguntó ella con voz de dormida.
-Buenos días princesa, he soñado toda la noche contigo… - dijo él al otro lado de la línea.
-Buenos días a ti también – sonrió ella – Pero deja de hacer imitaciones baratas de películas romanticonas.
-Sabes que te gustan mis imitaciones baratas – rió él
-En el fondo, muy en el fondo, me gustan.
-Lo sabía. – se quedó callado un segundo - ¿Te he despertado?
-Puede – murmuró ella. – Anoche las chicas y yo nos quedamos despierta comentando la larga tarde que tuvimos.
-¿Qué paso? Si se puede saber claro… ¿Les visteis?
-¿Qué si les vimos? Pasamos toda la tarde con ellos – rió ella.
-¿En serio? – preguntó Dylan
-Sí. Por cierto; Louis y Harry se acuerdan de ti.
-Vaya, que honor.
-No lo sabes tú bien. – ella se quedó callada un momento. – Si eso luego te cuento con más detalles; que ayer se lió parda.
-¿Se lió parda? Que expresiones más raras que usas Sam – rió él.
-¿No te gustan?
-Sabes de sobra que sí; son graciosas.
-Pues entonces… ¿por qué te quejas? – la rubia se incorporó y se sentó en la cama mirando como sus amigas dormían como marmotas.
-Porque me gusta hacerte enfadar – rió él.
-Capullo.
-Gracias; yo también te quiero.
-Por cierto… ¿me llamabas sólo para hacer una imitación vulgar de la “Vida es bella” o para algo más? – preguntó ella sonriente.
-Todavía me debes una cena – afirmó él.
-Cierto. ¿Desea confirmar su cita con la señorita Samantha Parker, señor Dylan Hudson?
-Exacto. Si la señorita Samantha Parker no tiene nada que hacer esta noche me encantaría compartir una velada lo más bonita posible. – Dylan le siguió el juego.
-Espera que mire la agenda… - Sam empezó a reír. – Es broma tonto; ¿a qué hora me vienes a buscar?
-A las siete y media en tu casa; ¿te parece bien?
-Perfecto. Te veo allí.
-Pues hasta luego Samantha… - rió él.
-Hasta luego Dylan. Un beso. – concluyó ella.
-Dos para ti – se despidió él.

Y ambos se quedaron con ganas de añadir un “Te quiero”… pero no llegó. Sam colgó el teléfono y se lo quedó mirando durante unos minutos.

Poco después se despertó Naomi y ambas estuvieron hablando tiradas en la cama sobre la noche anterior. Se pusieron a ver películas tristes y de aquellas bastante pastelosas. A las doce y media de la noche juró que si se volvía a encontrar con Harry pasaría de él. Y ellas respetaron su decisión.

Cuando se despertó Jodie las tres desayunaron juntas; zumo y tostadas. Nadie durante el desayuno sacó el tema de los chicos, pero sí estuvieron hablando sobre la llamada que Sam había recibido. Y la rubia les contó que aquella noche tenía una cena con Dylan. Sus amigas escucharon atentamente todo lo que ella contaba y se alegraron mucho por ella y por su cita con aquel chico.

-Dylan es un cielo – comentó Jodie.
-Sí que lo es, sí – afirmó Sam.
-Tienes mucha suerte, Sam – le dijo Naomi. – No todas tenemos la suerte de levantarnos con un “Buenos días princesa, he soñado toda la noche contigo”.
-Sé que quieres que Louis te lo diga a ti también… - rió la rubia.
-¿Y quién no quiere eso? – preguntó su amiga.
-Yo no – rió Jodie.
-Tonta – le sacó la lengua.
-Gracias Naomi.
-De nada pequeña. – dijo.

Se quedaron por la mañana en casa jugando a ser felices, cantando con peines a modo de micrófonos, riendo, saltando, y bailando. Cantaron a todo pulmón infinidad de canciones y se lo pasaron la mar de bien aunque acabaron agotadas. Ellas nunca darían un concierto, ni una gira, si después de cada actuación acabarían así de cansadas.

Antes de comer Naomi y Sam se fueron a sus respectivas casas; Sam tenía que prepararse para su cita de aquella tarde, y Naomi puede que se pasara a hacerle una visitilla a Pierre. En cambio Jodie tenía que quedarse a cuidar de su prima pequeña durante toda la tarde; y ciertamente no le importaba.

Después de comer el timbre de la casa de Jodie sonó y cuando abrió la puerta vio una endiablada renacuaja de cinco años y a su tía. La pequeña pasó al interior del hogar contenta por pasar aquella tarde con su prima mientras que su madre y Jodie hablaban en la puerta. Le explicó que tenía que ir a hacer unos recados y que no tardaría; pero que si pasaba algo o necesitaban cualquier cosa que la llamara al móvil.

Se sentaron en el sofá juntas y pusieron la televisión en el canal de música para ver el ranking de los más vendidos aquella semana. A Jodie le gustaba verlo y a la pequeña no le importaba porque de esa manera escuchaba música y además de eso su prima le contaba curiosidades sobre los famosos. La lista iba desde el número veinticinco hasta el número uno; entre los que había artistas nacionales e internacionales.
Los artistas fueron desfilando y cantando uno a uno por la televisión de Jodie. El tiempo pasaba rápido y poco a poco la lista estaba llegando a su final. La pequeña tenía ganas de ver a esos chicos que tanto le gustaban a su prima; One Direction. Jodie siempre le había contado cosas de ellos y a ella le gustaba la canción que salía por la tele. Número cinco; Beyoncé.

-¿A que es guapa? – preguntó la pequeña mirando el video musical que acompañaba a la canción.
-Mucho. Igual que tú – sonrió Jodie.
-Y cómo tú.

Ambas sonrieron y continuaron viendo el video. En el número cuatro se encontraba Lady Gaga con una canción que a la pequeña Erica le gustaba mucho y que según le había dicho su prima se llamaba “Marry the night”. Después del cuatro siempre viene el tres y allí se encontraba Katty Perry con una canción bastante sentimental pero a la vez con un ritmo más que pegadizo. Erica se sabía la canción de memoria puesto que era una de las favoritas de su madre y ambas la cantaban casi todas las mañanas en el coche de camino al colegio.

- In another life I would be your girl… We keep all our promises, be us against the world. – cantaron las dos juntas.

Jodie se maldijo; ¿no tenía más canciones aquella artista? Maldita Katty Perry. Sonrió amargamente intentando olvidarse del adolescente con rizos que le había robado el corazón desde el minuto uno. Todavía no se lo había devuelto; y no tenía muchas intenciones, al parecer, de hacerlo. Para su suerte aquella canción terminó; pero la que empezó con el número dos fue todavía más destructora. “Drunk” de Ed Sheeran. Ella adoraba a Ed, le parecía increíble y muy simpático pero… ¿porqué aquella canción? ¿Por qué el videoclip donde salía Harry? Ella cerró los ojos e intentó disfrutar de la canción mientras Erica miraba atentamente el video.

-¡Mira Jodie, es Harry! – gritó la pequeña cuando vio al chico en la pantalla.
-Sí, es él… -dijo ella suspirando.
-¿Qué pasa? – preguntó Erica.
-Nada. – mintió.
-Si tú lo dices… Por cierto no ha salido la canción esa tan guay de One Direction. – rió.
-¿Cuál? – preguntó Jodie.
-La del autobús rojo; es muy bonita.
-Aún queda un número, con suerte podrás verla. – fingió una falsa sonrisa y ambas esperaron a ver cuál era el número uno.

Erica fue la afortunada de escuchar la canción del autobús como ella la llamaba, realmente llamada “One Thing” y Jodie fue la desgraciada que tuvo que aguantar aquello con la mejor de sus sonrisas.

-¿Puedo cambiarlo? – preguntó Jodie cuando estaba a punto de terminar la canción; no podía soportarlo más.
-Espera un segundo; está acabando – le contestó su prima pequeña.
-Ya lo sé, por eso lo quiero quitar.
-¡Ai, Jodie! No sé qué te pasa… estás rara. Pero sea lo que sea, no me lo quites.

Resignada cogió su móvil y le envió un mensaje instantáneo a Naomi; “Preciosa; distráeme, por favor. Te quiero, x! – Jodie.” Su amiga no entendió a que venía aquel mensaje pero no preguntó nada y le contó el plan que tenía para aquella tarde. “¿Distraerte? Bueno… puedo decirte que esta tarde iré a ver a Pierre a la revista, sin Louis. Jaja, ¿ya estás distraída? Yo te quiero más, x! – Naomi”. Después de leerlo sonrió ampliamente. Su amiga estaba un poco loca iba a ir a ver al camarero y sin la supervisión de la superestrella famosa Louis Tomlinson… Jodie rió ante la idea de ver a Louis celoso otra vez y contestó por última vez al mensaje diciéndole que esperaba que la tarde le fuera genial y que ya le contaría todo lo que había pasado.

Media hora después Naomi estaba de camino hacia la revista con los cascos puestos y tarareando una canción muy conocida para ella. ¿Qué sería su vida sin música? Probablemente nada; ella se lo había dado todo. Desde tardes alocadas, hasta lágrimas, pasando por un príncipe azul que cantaba como los ángeles. Sonrió dulcemente al recordar a Louis. Le encantaba pero lo suyo era imposible y lo sabía perfectamente. Él estaba con Eleanor, y se les veía tan bien juntos… Sus esperanzas de compartir una vida con él se desvanecían cada vez que da un paso, cada vez que ella estaba más cerca de ver a Pierre, cada vez que ella decidía empezar a vivir su vida.

Llegó a la puerta de la revista; se quitó los cascos y apagó el reproductor de música de su móvil. Miró su salvapantallas; y otra vez allí estaba él. Debería cambiarlo pero no quiere dejar de recordarle. Quiere hacer su vida sin olvidarle; y eso es muy difícil por no decir imposible.

Entró por la puerta con paso firme y saludó a la recepcionista. Se quedó vacilando unos segundos en el vestíbulo mientras miraba los papeles que estaban colgados en el tablón de anuncios. Había muchos papeles informando sobre las siguientes entrevistas y demás pero había uno allí que le llamó la atención. Lo leyó atentamente “¿Eres estudiante y necesitas un trabajo? ¿Quieres ver a estrellas ir y venir todo el día por los pasillos de la redacción? ¡Trabajar con nosotros sería lo mejor que podrías hacer! Si estas interesado envíanos un correo con tu currículum y si tienes suerte en breves estarás rodeado de estrellas y glamour.” Sonrió. Puede que lo hiciera; no estaría mal y así podría ver a Pierre todos los días.

Se dirigió a la cafetería; Pierre estaba detrás de la barra. Se acercó hasta allí y se sentó en un taburete. Él sin girarse ya que estaba colocando unas tazas en su sitio preguntó;

-¿Qué le pongo?
-Una botella de agua y una tila – rió ella.

A Pierre casi se le cae una de las tazas que tenía en las manos pero la pudo salvar a tiempo. Se giró inmediatamente y la vio allí sentada y sonriente. ¿Estaba soñando? No, definitivamente no. Era real; ella estaba allí y parecía que iba a quedarse.

-¡Vaya, una cara conocida! – rió él.
-Sí; y cómo habrás podido observar vengo sola. Sin Louises.
-Eso estaba pensando ahora mismo; no más ángeles caídos del cielo.
-Alguna vez que otra no va mal que estén por aquí pululando; son graciosos. – volvió a reír ella.
-Para ti lo será, pero cuando lo tenga aquí metido todo el día porque la casa invita… me dejará sin sueldo de por vida; y eso no es gracioso – dijo él.
-Menuda cosa fuiste a decir tu también delante suyo…
-Pero es que lo interpretó a su libre albedrío. La casa invitaba a la chica más guapa de la cafetería; no a su acompañante famoso y gritón.
-¿Y entonces a quién invitaste? ¿A alguna de mis amigas? Porque yo no conozco a esa chica tan guapa de la que me hablas… - dijo ella intentando hacerse la ofendida.
-¿No? Pues está aquí ahora mismo – sonrió él.
-¿La recepcionista? ¡Vamos, no me fastidies! – rió ella.
-No es ella. – se quedó en silencio unos segundos y añadió. – Está delante de mí.
-Vaya… pues entonces; ¿Quién puede ser? Delante de ti solo estoy yo…
-Ah, no sé. Tú sabrás. – ambos rieron.

Pierre le sirvió un café al cual si que invitaba la casa y se quedaron charlando un rato de cosas diversas; se conocieron mejor, y pasaron un buen rato juntos. Él le comentó que estaban buscando una secretaria en la revista y ella sonrió como si no supiera nada.

Un beso muy muy fuerte;
Mery Da Font.

8 mar 2012

You belong with me; Capítulo doce.

WEAH, I'M BACK. Primeramente pediros disculpas porque ayer no subí, debería haber subido... pero estoy super estresada con trabajos, exámenes y demás. Y no he escrito casi (suerte que tengo algún capitulillo de reserva siempre por si pasan estas cosas). Lo que pasa es que tengo que ponerme a escribir pero ya de ya.... porque se me acaban las reservas. Sólo añadir que este capítulo no tiene canción, es lo que hay. Os la imagináis. xD Y que se empiezan a liar las cosas... empieza a ponerse la cosa interesante. Así que nada, disfrutad y comentad mucho.


Capítulo doce; Apuestas, confesiones, y noches llenas de amistad.

Nueve y veinte de la noche. En casa de los chicos Harry se había ido a su habitación a llamar a Caroline, y los demás se quedaron en la habitación de Zayn hablando de temas diversos. Niall se tumbó en la cama junto a Zayn y Liam y Louis se quedaron sentados en unos pufs que tenía su amigo en la habitación. Ninguno sabía porque pero alguna extraña razón les llevaba siempre ha reunirse allí; en la habitación de Zayn.

-Hablemos de cosas – propuso Louis.
-¿Eso lo has pensado tu solo o te han ayudado? – le sacó la lengua Zayn.
-Eh, que yo soy listo – protestó.
-Nadie lo duda; pero siempre se habla de alguna cosa. – repuso Liam.
-Ai – se quejó. – Dejarme tranquilo.
-¿Y de que quieres que hablemos? – preguntó Niall.
-¿Qué os ha parecido la escenita de novia celosa de Caroline? – preguntó Liam.
-Patética – dijo instantáneamente Zayn.
-No habría palabra más acertada – le apoyó Louis.
-Hombre… tanto cómo patética – empezó a decir Niall – Creo que no era el momento para ponerse posesiva en plan “Harry es mi novio, ni le mires”.
-Ya la conocéis. – suspiró Liam.
-Pero es que tampoco hemos dicho nada del otro mundo; ¿o sí? – preguntó Zayn.
-No que yo sepa – le dio la razón Louis.
-Esta chica es impredecible; y muy impulsiva – concluyó el irlandés. – Pero todo ha empezado cuando se enteró de la conversación que tuve con Harry.
-La cara que ha puesto ha sido mortal – rió Liam.
-A mi casi se me escapa la risa; pero no era plan de reírme en su cara y menos con Harry delante – comentó Louis esta vez sí que estaba riendo.
-Mira como aprovecha para reírse ahora. Eso, eso, desahógate. – rió Zayn.
-Sam también se ha tenido que aguantar la risa; me da a mí que no le tienen mucho aprecio – otra vez la voz de Liam acompañada por una risotada del rubio.
-¿Y la cara de Jodie? – dijo de repente Louis.
-Pobre muchacha – comentó Zayn.
-Me sabe muy mal todo esto pero más por ella que no por Harry o Caroline. Al fin y al cabo ellos se lo han buscado. – añadió Niall.
-Exacto; él por invitarla y ella por ser una posesiva y una celosa.
-Estoy de acuerdo contigo, Louis. Y con Niall también; creo que Jodie y el enano harían muy buena pareja – dijo Liam.

Se quedaron callados unos segundos; cada uno pensando en sus cosas. Niall pensaba en una manera viable y factible de hacer que Harry dejara a Caroline e intentara algo con aquella chica. Liam pensaba en la estupenda tarde que habían pasado; si dejaban de lado la discusión, claro. Louis estaba en su mundo con sus pensamientos centrados en qué narices haría su amigo para arreglar todo aquello. Y Zayn ocupaba su mente con pensamientos de todo tipo pero la imagen de una chica rubia y sonriente estaba por encima de todos ellos.

-Oye – empezó a decir Niall.
-Diga usted, señor irlandés – le animó Liam riendo.
-¿Y si hacemos una apuesta? – al rubio se le iluminaron los ojos; tenía un plan.
-¿Una apuesta? ¿Para qué? Si es para ver a quien le toca hacer la cena… a mi no me mires – rió Zayn.
-¡No es para eso! Hoy le toca hacer la cena a Liam, y eso es inamovible – otra vez habló Niall.
-Ilumínanos Niall; ¿de qué trata esa apuesta? – dijo Louis de repente.
-A ver quien consigue liar a una de las chicas con alguno de nosotros; preferiblemente los solteros y Harry – sonrió el rubio.
-¡Tu lo que quieres es ligarte a alguna, eh! Que te hemos pillado… - rió Liam.
-A mi no me miréis – Louis se había puesto serio de repente – Yo tengo a Eleanor.
-¡No era eso en lo que pensabas esta tarde cuando te fuiste con Naomi a incordiar sus momentos a solar con el camarero! – rió Zayn.
-¿Estás loco, Niall? – preguntó Liam.
-¿Por qué? Podría ser divertido.
-A ver, a ver… recapacitemos. – esta vez habló Zayn.
-No hay nada que recapacitar; es claro y sencillo. El irlandés quiere que Sam se lie con él, Naomi contigo y Jodie con Harry. – rió Louis.
-¡Eso no es cierto! – se quejó Niall.
-Si que lo es – respondió el veinteañero.
-Que te digo que no. Lo único que quiero es divertirme; además las haríamos felices.
-Eso es jugar con los sentimientos de la gente – intervino Liam.
-¡Discrepo! – esta vez fue Louis quien habló. No era partidario de la apuesta pero sin embargo estaba en desacuerdo con Liam; aquello no tenía sentido.
-¿Porqué?
-Porque son fans; nos quieren. Así que si tuvieran algo con nosotros, pues eso que se llevan.
-¡Pero eso es muy cínico! – reprochó Zayn.
-Cierto; lo es. Pero la verdad es esa, y no hay otra – dijo Louis muy serio.
-Louis, no tienes sentimientos. – comentó Liam.
-Sí que tengo; a Eleanor la quiero mucho. Sino pregúntaselo a ella…
-Bueno; pues no penséis en los solteros… pensad en Harry. Estar con Caroline sólo le está provocando dolores de cabeza.
-Punto para Niall – rió Zayn. - ¿Qué propones que hagamos? ¿Qué liemos a Harry y a Jodie dejando a Caroline de lado?
-¡Exacto!
-Esa idea me parece buena – le apoyó Louis. – Cuenta conmigo para eso.

Se dieron la mano bajo la atenta mirada de los chicos.

-Vale, y si no lo conseguís, ¿qué pasa? – preguntó Liam.
-¡Tendremos que salir en calzoncillos al escenario! – rió Louis de repente.
-Uh, esto se pone interesante – dijo Zayn. – Especifica tu castigo para la apuesta.
-Así de simple y sencillo; si no lo conseguimos Niall y yo tendremos que salir en calzoncillos al escenario.
-¿Seguro? – rió Liam.
-Seguro. – afirmó Niall sonriente.
-Acepto la apuesta – dijo Zayn de repente.
-Pero; si lo conseguimos tendréis que hacerlo Liam y tu – advirtió Louis.
-Eh, a mi no me metas. – se quejó el chico.
-Tú aquí a apechugar como todo el mundo – le dijo Niall.
-¿Porqué? – replicó él.
-¿Quieres seguir aguantando escenas como las de hoy y las ralladas mentales del enano? – preguntó Louis.
-No.
-Pues no se habla más; trato hecho – concluyó Louis riendo.

Poco después los chicos empezaron a llamar a Harry a voces, y a reclamar su presencia. Tenían que saber que había pasado con Caroline para plantear la manera de cumplir con la apuesta.

El chico de pelo rizado no tardó en ir y en contarles todo lo que había pasado. Como era habitual él era el que había pedido perdón, el que se sentía mal, y el que acababa cayendo a los pies de ellas. Y una vez más, para no perder la costumbre, los chicos estaban allí escuchando las penas amorosas de su amigo que estaba preocupado porque su chica, si es que podía llamarla así, no valoraba lo que él le daba.

-¿Qué pensáis? – quiso saber Harry.
-¿Sinceramente? – preguntó Louis. Su amigo asintió. – Que eres tonto.
-Vaya, gracias. Eres un buen amigo.
-Yo estoy de acuerdo con Louis – añadió Niall.
-¿Alguien más? – preguntó irónico el pequeño.
-Sí, yo. – esta vez fue Zayn.
-¿Tú también me vas a insultar, Liam?
-No. Pero creo que sé a lo que se refieren los chicos. – respondió él.
-Pues explícamelo; porque aquí se me llama tonto y yo sin saber porqué. – dijo el chico.
-¡Eres tonto porque siempre acabas arrastrándote! – exclamó Louis.
-¡Pero ese es mi problema! – replicó el pequeño.
-No lo es, y lo sabes. Siempre acabamos todos metidos. – rió Niall. – De toda manera… no creemos que sea bueno que te martirices tanto sólo por ella.
-¿Cómo que sólo por ella? Para mi ella lo es todo – suspiró él.
-¿Hola? Hazza despierta. No te das cuenta de nada – se quejó Louis.
-¿De qué me tengo que dar cuenta?
-¡De qué eres Harry Styles, y de que puedes ser feliz sin necesidad de chuparle el culo a la presentadora de televisión! – dijo él.
-Yo no le chupo el culo a nadie.

Aquello estaba empezando a ser una conversación de dos; y Niall, Zayn y Liam miraban el curioso dialogo entre ambos. Sin moverse ni un milímetro; a ver si sus amigos la iban a tomar con ellos.

-Mentira; sí que lo haces. – contestó Louis.
-Ai, Louis… déjame en serio.
-¿Cómo quieres que te deje? No te tengo cogido. – rió.
-Eso era un chiste fácil – rió Harry.
-Lo sé. Pero tenía que hacerlo.
-Harry – empezó a decir Liam – Escucha a Louis, porque en parte tiene razón.
-¿Cómo que “en parte”? Tengo razón y punto.
-Sí; lo que tú digas – añadió Zayn.
-¿Queréis comprobarlo? Es muy sencillo. Poned en facebook o twitter lo siguiente; “¿Quién quiere besar a Harry?” y al momento tendréis miles de chicas que se mueren de ganas por hacerlo.
-Sobre todo una que yo me sé – canturreó Liam.
-¿Quién? – preguntó el chico de rizos.
-Empieza por J y acaba por Odie. – rió Louis.
-¿Jodie?
-La misma – afirmó Zayn. – Estás ciego, Hazza.

Los chicos siguieron hablado un rato sobre temas diversos, pero nadie sacó el tema de la apuesta. Era su secreto del cual Harry no se podía enterar. La conversación finalizó cuando Liam empezó a preparar la cena; y cada uno se fue a hacer sus cosas. Niall se fue a la ducha, Harry aprovechó para jugar a la consola junto a Zayn y Louis llamó a Eleanor. Le contó a su chica lo de la apuesta, y lo del numerito de Caroline. Por ese orden; no tenía mucho sentido pero Louis era así. Cuando la cena estuvo lista todos dejaron lo que estaban haciendo y se sentaron a compartir un agradable rato.
La noche de los chicos acababa de comenzar mientras que en casa de Jodie la noche de las chicas llevaba un buen rato de confesiones y risas.

Estaban cenando pizza en la habitación de Jodie mientras escuchaban música. Los cartones de pizza estaban tirados por el suelo; una era de cuatro quesos, y la otra de jamón y queso. Sus favoritas, aunque Jodie prefería la barbacoa y Sam las de peperoni pero aquellas eran las pizzas de la noche de chicas. Y no eran otras porque la primera vez que hicieron una noche parecida aquella pidieron esas; y acabó siendo una costumbre.

-Quién nos iba a decir nosotras que esta tarde iba a ser tan movidita… - comentó Sam mordiendo su trozo de pizza.
-Yo todavía no me lo creo…- añadió Jodie.
-Normal, se te han acabado de romper todas las esperanzas en lo que al señorito Styles se refieren…- la comprendió Naomi.
-Es un capullo – masculló la pequeña mientras se comía su cena.
-Sólo a veces – rió Sam.
-Pues esta tarde lo ha sido todo el rato – le siguió la broma su amiga.
-Cierto – rió Naomi.
-Pero lo mejor es que él y Caroline se han peleado. – volvió a hablar la rubia.
-Si bueno… ¿Pero has oído lo que él decía? – dijo Jodie.
-A mí la parte de… - Naomi se levantó y dejó la pizza en una de las cajas dispuesta a representar la escena en que Harry le dijo a Caroline que él solo la quería a ella, y a nadie más; que las fans no significaban nada más allá de su trabajo. – Me sobraba; y mucho.
-Lo que yo te diga… Es un capullo – rió Jodie estirándose en el suelo.
-Y dale… tienes fijación con que Harry es un capullo – rió Sam.
-Es que es la verdad – replicó la pequeña suspirando.
-¿Dónde ha quedado aquello de… “Harry es el chico perfecto, el hombre de mi vida, me tiene enamorada perdida”? – preguntó Naomi sentándose otra vez.
-Lejos, muy lejos…
-¿Y a que se debe ese cambio tan radical? – inquirió la rubia.
-Es que… ¿recordáis cuando me he ido al baño?
-Sí; lo recuerdo.
-Pues… - empezó a decir ella.
-¡No me digas que te siguió y se metió en el baño contigo! – exclamó Naomi.
-Vale; pues no te lo digo… - la pequeña rió.
-¿¡En serio!? – preguntó Sam incrédula. – No puede ser…
-Hablo totalmente en serio… Lo que ha pasado ha sido que…

La pequeña les contó todo lo que Harry le había dicho con todo lujo de detalles. Les contó hasta cuando se tocaba el pelo, cuando se mojaba los labios con la lengua, cuando respiraba profundamente… todo. Sus amigas escuchaban con mucha atención e iban haciendo comentarios sobre ello.

-Y eso es todo – concluyó.
-Es un capullo – masculló Sam.
-Pues lo que yo decía – rió la pequeña.

Rieron y siguieron hablando de las pequeñas anécdotas de esa tarde; la mayoría protagonizadas por las peripecias y tonterías de Louis Tomlinson. No podían parar de reír recordando los chistes malos, los gritos, los gestos de las manos, y demás. Pero Sam y Jodie estaban muy intrigadas por saber qué era lo que había pasado en aquellos momentos en que se habían quedado a solas Naomi, Louis y Pierre.

-No sé porqué pero la primera vez que me acerqué vino Louis a la barra y me dijo con voz muy seductora (o al menos a mi me lo pareció) “Hey, ¿Qué hay? ¿Molesto?” – explicó Naomi.
-¡Dime que le dijiste que si que molestaba! – rió Sam.
-No. Bueno, sí. Bueno… no exactamente.
-Explícate – le pidió.
-Le dije que no molestaba; y él me preguntó si quería que me dejara ligar con tranquilidad con Pierre. Obviamente le dije que no, que se podía quedar… es más quería que se quedara. Pero luego lo pensé mejor, y para ver si se molestaba le dije que me dejara a solas con el camarero.
-¿Y se fue? – preguntó Jodie.
-No, me fui yo a buscar a Pierre. – rió ella.
-¡Muy bien, Naomi! ¡Vamos progresando! – aplaudió Sam.
-Eres tonta, Sam.
-Ya entiendo porque Louis luego se puso celoso.
-¿Celoso? – preguntó la chica.
-Sí – afirmó la pequeña – Dijo que estabas ligando con el camarero; y Liam le dijo que estaba celoso, y él contestó que no lo estaba pero que él era más guapo.
-Y lo es – rió Naomi.
-¿Entonces porque lo dejaste allí plantado? – preguntó Jodie.
-Pequeña Jodie… - empezó a decir Sam – Tienes que aprender que a un chico cuando le dices que no, o le dejas con la miel en los labios… siempre, y cuando digo siempre es siempre, vuelve a por más.
-Y lo que Naomi quiere es que el señorito Tomlinson vuelva a por más – comprendió la pequeña.
-Exacto – afirmó Sam.
-Pero no lo hará. – suspiró Naomi – Porque está saliendo con Eleanor.

La historia de las tres chicas con las super estrellas del pop acababa de empezar. El destino les tenía preparadas demasiadas cosas que ninguna de ellas sabía, pero a veces era el destino el que te pone la miel en los labios y eran ellas las que tendrían que volver.

3 mar 2012

You belong with me; Capítulo once.

Buenas noches queridos lectores, me encanta ver que me decís cosas por twitter sobre la historia y tal.. pero comentar es gratis eh? (de momento xD) Así que os quiero a todos comentando.
Este capítulo es uno de los más importantes deja ver cosas muy importantes y entorno a las cuales girará gran parte de la historia.
Y nada... ¿qué más decir? Que me costó lo mío escribir este capítulo porque no aguanto a Caroline, y esas cosas pero que bueno es parte de la trama de la historia... y es lo que hay xD.
Sólo quiero añadir, también, que me inspiré en el título de una canción de Ed Sheeran, que si me seguís en twitter sabréis que lo adoro, que se llama "You need me, I don't need you". Exactamente como se llama el capítulo once pero traducido al español.
Os dejo aquí el link de la canción;
"You need me, I don't need you" - Ed Sheeran ( http://www.youtube.com/watch?v=ZXvzzTICvJs )

Capítulo once; Tu me necesitas, pero yo a ti no.

Caroline salió del edificio enfadada; ¿quién se creía él para gritarle de esa manera? Desde luego que aquello no quedaría así, el pequeño Harry tendría que rectificar y retirar todo lo dicho si quería volver a besar sus labios.

Cruzó la calle observando el cielo. Las nubes del cielo también parecían enfadadas; eran de un color gris intenso pero por lo menos habían parado de llorar. ¿También se habían enfadado con Harry? Un trueno sacudió la ciudad dándole la razón a Caroline. Harry era un niñato impertinente que no merecía que malgastara su tiempo en él. Sonrió maliciosamente mientras entraba en su coche y se quedó sentada en el asiento del conductor. En aquel preciso instante sonó su teléfono, rebuscó por el bolso y lo sacó. Tenía un mensaje. Puede que fuera de Harry, pero solo lo sabría si lo miraba.
“Hey preciosa, ¿cómo te va con el enano? Tengo ganas de verte, x. – Adam”. Sonrió y le devolvió el mensaje rápidamente. Se puso el cinturón y arrancó el coche.

Condujo por las mojadas calles de Londres que se encontraban bastante solitarias en aquel momento. Miró el reloj que tenía en el coche; siete y veinticinco. Tenía tiempo de sobras para hacer una visita a su amigo Adam. Ella calculaba que Harry la llamaría sobre las nueve cuando se le hubiera pasado el enfado y hubiera reflexionado sobre lo mal que la había tratado. Tenía tiempo más que suficiente. Su móvil volvió a sonar, cuando aparcara lo miraría; no le quedaba mucho para llegar a su destino.

Giró a la derecha y llegó a una calle muy ancha llena de casas muy bonitas. Avanzó por ella admirando las casas y la gente que paseaba tranquilamente que era más bien poca. Por fin llegó a su destino; la casa de Adam. Aparcó en la puerta y miró el móvil. “¿Os habéis peleado? Debo suponer que vienes a casa ¿no? Ahora me cuentas preciosa. – A.” Cerró el mensaje y le hizo una perdida. Era su manera particular de hacerle saber que se encontraba en la puerta de su casa.

Bajó del coche sonriente descargando la rabia de la pelea con Harry cerrando la puerta de un fuerte golpe. Se dirigió con paso firme hasta la puerta de la casa. Se quedó esperando unos segundos, seguía enfadada pero poco le duraría el cabreo. Adam era capaz de eso y de mucho más.

La puerta de abrió y tras ella apareció un guapísimo treintañero de cabello castaño y ojos azules. Era delgado y alto, pero tenía un buen cuerpo que entrenaba casi a diario en el gimnasio. Tenía pinta de arrogante y seco pero ella sabía que él no era así; al menos con ella no. Él se acercó, la agarró de la cintura y se acercó en un intento de besarla. Ella se separó un poco, rechazando el beso de bienvenida; no era una buena idea besarse en la puerta de su casa.

-¿No te puedes esperar? –rió ella.
-Es que te echo mucho de menos – ronroneó él.
-Me lo imagino, guapo. Pero sabes que no es lugar para que me eches de menos.

Él sonrió, se separó de ella y la dejó pasar hasta el interior de su acogedora casa. Cerró la puerta y la miró intensamente. Ahora sí; podían besarse todas las veces que quisieran. Y esta vez fue ella la que buscó sus labios; esos labios que para ella eran como la medicina a todos sus problemas. El chico no se resistió a sus besos, y le correspondió con ansia.

-¿Qué ha pasado? –pregunta él sin separar los labios de la boca de Caroline.
-Que es un niñato, eso ha pasado. – dijo ella.

Se separó de él, se quitó el abrigo y lo dejó encima de la mesa que estaba en el centro del comedor. Adam admiró su estupenda figura, y lo guapa que estaba; como siempre. Llevaba unos pantalones ajustados que estilizaban sus piernas, unos tacones de infarto, y una camiseta con un escote bastante provocador.

-Pero eso ya lo sabías antes de que os pelearais. – comentó él.
-Cierto, ya lo sabía. Pero hoy lo ha demostrado una vez más.
-Era sólo cuestión de tiempo. – él suspiró, no entendía porque no quería dejar aquel niñato famoso y quedarse con él para siempre.
-Bueno, creo que podré soportarlo. Además ahora viene la parte divertida de todo esto. – rió ella sentándose en el sofá. Él la acompañó.
-Ah, que tiene parte divertida… - murmuró él.
-Claro. Sino la tuviera mi vida no tendría gracia querido Adam.

Ella recorrió el pecho de Adam con los dedos, dibujando círculos sin decir nada más, se quedaron así unos minutos. Él la miró a los ojos y vio que realmente le encantaba jugar con Harry de la manera que lo estaba haciendo; y comprendió que aquella discusión la tenía preparada desde hacía mucho tiempo pero no había tenido la oportunidad de ponerla en práctica.

-¿No me piensas explicar cuál es la parte divertida? – preguntó curioso.
-La parte divertida es cuando se da cuenta de que soy lo más importante de su vida, y yo me hago la dolida. Deberías ver su cara, Adam. No es divertido, es más que eso.
-¿No crees que el chico ya lo está pasando muy mal? – ella le miró enarcando una ceja – Me refiero… entre la presión mediática, sus amigos, las fans, su familia… Lo último que desearía, si yo fuera él, sería pelearme contigo.
-Él tampoco lo desea, por eso luego me llamará pidiéndome disculpas.
-Caroline, ¿por qué no le dejas ya? – preguntó de repente él.
-Me quiere demasiado, ¿sabes? – rió ella. – Pobre tonto, si supiera que no le quiero ni la mitad de lo que te quiero a ti…

Ella se acercó a Adam, e intentó besarle. Pero él se apartó. Estaba cansado de ser el chico de repuesto. Y estaba cansado también de escuchar de la boca de aquella chica cosas como: “Es a ti a quién quiero, él no significa nada.” Aquella frase lo atormentaba muchas veces. ¿Por qué hacía aquello? La razón de la actitud de la chica la desconocía, y eso también le quitaba el sueño.

-¿Qué te pasa? – preguntó ella inocentemente.
-Sabes que no me gusta discutir, pero no logro entender por qué haces esto. Si me quieres a mí y no a él; déjale y asunto finiquitado.
-No es tan fácil. Estar con él me beneficia. – Caroline se acercó más a su otro chico.
-¿Y qué se supone que tengo que hacer yo? ¿Quedarme en casa esperando a que vengas a mis brazos cuando sé que mientras te espero estas con ese niñato?
-Esa es la situación de momento, pero te prometo que eso algún día cambiará. Seremos tú y yo; sin niñatos que se interpongan entre nosotros. – finalmente ella lo besó.

No era la primera vez que Adam oía esa promesa, y no era la primera vez que acababa sucumbiendo a los encantos de la preciosa Caroline Flack.

El beso fue subiendo de intensidad, y lo que empezó siendo un tierno e inocente beso acabó siendo un salvaje arrebato de pasión. Se encontraban los dos, segundos después, tumbados en el sofá de la casa del chico.

-Te quiero – dijo él de repente.
-Yo también te quiero, Adam.

Otro beso. Y otro más. La ropa empezó a sobrar entre ambos, y no tardó mucho en caer al suelo de la habitación. En los pensamientos de Caroline apareció una imagen de un chico de diecisiete años con el pelo rizado y sonriente. Poco se quedó aquel chico en su mente puesto que Caroline tenía su corazón y sus sentidos en otra persona.

En ese mismo instante a unos diez minutos en coche de allí Louis acababa de darle la tila a Jodie que miraba a Harry el cual no había articulado ni una sola palabra desde que se había sentado allí.

-Siento mucho que hayáis tenido que presenciar todo esto – dijo él por fin.
-No te preocupes Hazza, no ha sido tu culpa – contestó Zayn para intentar animarlo.
-Y siento que os hayáis enterado de esta manera… - añadió mirando a las chicas.
-Tranquilo, Harry. – sonrió Sam.

El ambiente estaba bastante tenso, y no había nada que hacer allí después de aquella discusión. Además fuera ya no llovía. Jodie se levantó y se puso la chaqueta bajo la atenta mirada de todos.

-No te preocupes Harry; todo está bien. Espero que arregles las cosas con Caroline. – dijo ella.
-¿Te vas? – preguntó Niall.
-Nos vamos – confirmó Naomi levantándose.
-¿Qué? ¿Ya? – añadió Louis.
-Sí. Fuera ya no llueve, y se nos ha hecho tarde. – continuó diciendo Naomi. – Ha sido una tarde encantadora, de verdad.
-Opino exactamente lo mismo – comentó Zayn.
-Esperamos veros pronto en alguna firma o algo, ¿eh chicas? – esta vez habló Liam.
-Nos veremos pronto, no os preocupéis. – afirmó Sam.

Se despidieron otra vez con ronda de besos. Dos para cada uno, aunque Harry se llevó un abrazo por parte de Sam y otro por parte de Naomi. Ah, y no nos olvidemos de Pierre; él también se llevó un beso a distancia. Pierre hizo ver que se guardaba el beso de su recién conocida amiga especial y se despidió con una sonrisa. Louis lo observaba todo con cara extraña pero no dijo nada.

Las chicas se marcharon de allí poco después. Y los chicos tampoco tardaron mucho en volver a casa junto a Simon.

Las horas pasaron en aquella ciudad y las nubes seguían grises. ¿Cuándo decidirían dejar de estar enfadadas? A Harry le parecía que ese momento no llegaría nunca. Estuvo pensando en la discusión durante un buen rato, y decidió darse una ducha para despejarse. Luego la llamaría. Así que aún tenía tiempo para pensar lo que le diría.

Lo que él no sabía es que en aquel momento Caroline estaba muy poco afectada por su discusión. Se encontraba en el sofá de Adam tapada con una manta mientras él le acariciaba el pelo. Así fueron pasando los segundos, y con ello los minutos. Caroline miró el reloj que tenía frente a ella. Nueve menos diez; Harry no tardaría en llamar. Ella hubiera preferido encontrarse en casa para mantener aquella conversación pero tampoco le importaba mucho. Además así Adam se enteraba de lo ocurrido.

Efectivamente Harry no tardó en llamar. En la habitación en silencio empezó a sonar el móvil de Caroline. Era una grabación que Harry le había hecho donde iba diciendo cosas como “Coge el teléfono, sabes que te mueres de ganas por hablar conmigo… ¡Venga preciosa, no me hagas esperar más!”. Sonrió recordando el momento en que la grabó; fue divertido. Se levantó corriendo y cogió el teléfono.

-¿Si? – dijo ella.
-Hola – contestó él al otro lado de la línea. ¿Se suponía que tenía que hacer como si nada hubiera pasado?
-Hola Harry. ¿Cómo estás? – preguntó ella.
-No muy bien, ¿y tú?
-Igual – dijo ella sentándose en el sofá al lado de Adam.
-Pues vaya…- susurró él. – Oye Caroline...
-Dime – ella estaba sonriente pero él no lo veía.
-Lo siento, de verdad. Me he vuelto loco, no sé que me ha pasado. Es que me ha sobrepasado la idea de que la gente se enterara de lo nuestro… Quiero decir no es que me avergüence de salir contigo y ya lo sabes; pero es que todo el mundo está encima de mí agobiándome porque las cosas no van a salir bien.
-Te entiendo, cielo. Pero me ha sentado muy mal que me gritaras de esa forma… yo sólo estaba defendiendo mi postura como tu novia que soy – dijo ella.
-Sé que te he gritado de una manera horrible, y me siento mal por ello… pero es que no era esa la forma de reivindicar que eres mi novia. Aunque no entiendo porqué tienes que hacerlo…
-Porque me sienta mal que digan qué harías buena pareja con otra. ¡Sólo haces buena pareja conmigo! – sonó un poco molesta; todo estaba saliendo fenomenal.
-¿Sigues sin entenderlo? – preguntó él suspirando. – Te quiero a ti. A ti. ¿Te lo repito otra vez? A ti y sólo a ti.
-¿Pero ellas…? – empezó a decir la chica.
-Ellas no son nada; son fans. Tú eres todo cuanto quiero tener, ¿te das cuenta? Estoy dejándolo todo por ti… y no me importa.
-¿Seguro que me quieres a mí y a nadie más? – inquirió ella otra vez.
-¿Qué tengo que hacer para que me creas, Caroline? ¿Me tiro por un puente? Es que no lo entiendo… - susurró él para que sus amigos no escucharan su conversación.
-¡No! No te tires por ningún sitio… a ver qué haría yo sin ti. – Adam suspiró a su lado; aquella conversación podía con él.
-¿Entonces qué hago para que te des cuenta? A veces pienso que no te importa lo más mínimo los esfuerzos que yo haga.
-Claro que me importan, Harry. Pero tus amigos siempre están provocándome; y lo sabes. ¿Y qué se supone que tengo que hacer yo?

La conversación se estaba volviendo contra a Harry; ¿porqué ella siempre tenía esa habilidad para hacerle sentir mal? ¿Cómo diablos lo hacía para darle la vuelta a la tortilla de aquella manera? Harry resopló. No quería discutir más; sólo quería arreglar las cosas.

-Ya sabes que los chicos no dicen las cosas a mala fe.
-Pero eso no cambia el hecho de que digan cosas que no tienen que decir. Cómo hoy por ejemplo; ¿por qué ha tenido que sacar el tema Liam? Podría haberse estado callado, que está más guapo.
-¡Oye! ¿Estás llamando guapo a Liam en mi presencia? –No quería enfadarse más, así que se tomó todo aquello como una conversación normal; como si no hubieran discutido.
-Puede. De todas maneras Harry… ya sabes lo que opino. – dijo tajante.
-Lo sé… - se quedó unos segundos en silencio. - ¿Me perdonas?
-Me lo pensaré.
-¿Te lo pensarás? – contestó él angustiado.
-Es broma, tonto – ella rió; y Harry suspiró aliviado.

Se escucharon gritos de fondo, procedentes de Louis y los demás, que reclamaban la presencia del pequeño del grupo. Él sonrió. Parecía que todo estaba arreglado, y algo más calmado.

-Los chicos me reclaman… - dijo él.
-Anda ve. ¿Te llamo mañana y nos vemos? – preguntó ella a modo de despedida.
-Perfecto. Mañana hablamos, entonces. Te quiero.
-Yo también.

Harry colgó el teléfono y lo dejó en la mesita de noche. Las cosas estaban arregladas, pero como siempre él ha tenido que pedir disculpas. Ella nunca las pedía aunque fuera ella la causante de la discusión. Se levantó de la cama, y se dirigió hasta donde se encontraban sus amigos pensando que tal vez Caroline no valoraba lo suficiente todo el amor que él le daba.

Disfrutad mucho del capítulo, y un beso muy fuerte;
Mery Da Font.