9 dic 2013

You Belong With Me: Capítulo cincuenta y dos.

Holiiiiiiiii :)
Sé que he tardado un montón en subir y ruego que me disculpéis... de verdad. (Ya no sé cuantas veces tendré que decir esto... aunque con el siguiente fic no pasará porque ya está casi terminado y listo para colgar cuando toque).
He de deciros que he tenido (y tengo) una época personal bastante mala y bueno, sinceramente, lo último que tengo ganas es de escribir. Además de añadirle las clases, los trabajos, los exámenes y mi vida social. Así que, una vez más os pido perdón... y os dejo el capítulo que espero que lo disfrutéis.

Capítulo cincuenta y dos: Terremoto emocional.

Adam salió corriendo tras de Jodie cuando reaccionó y se dio cuenta de que su plan estaba haciendo aguas. Pero por mucho que corrió no fue capaz de encontrarla. El daño ya estaba hecho y sólo podía esperar que, de alguna manera o otra, hiciera que el pequeño Harry se enterara de que su relación no era tan perfecta como creía. Así pues, Adam se resignó a seguir con su vida a la espera de que llegara aquel desastre que tanto necesitaba.
Minutos más tarde Jodie y Harry seguían abrazados en medio del pasillo. Ella no quería soltarle y él tampoco es que tuviera prisa por soltarla. La camisa del chico estaba húmeda de las lágrimas de Jodie y ella, aunque quería parar, no podía dejar de llorar.

-    Pero... Jodie – susurró Harry, otra vez, pasándole la mano por el cabello, acariciándola suavemente. - ¿Qué ha pasado? ¿Ha sido Caroline?

Jodie negó con la cabeza y sorbió por la nariz apartándose un poco del chico. Le miró a los ojos fugazmente porque, después de todo, no era capaz de mirarle y ser consciente de que destrozaría la luz que había en ellos si le contaba la verdad.

-    No, no ha sido ella. - dijo, como pudo.
-    ¿Entonces? ¿Por qué lloras? - inquirió él, intentando aclarar todo aquello. - Sé que ha ido a buscarte, lo he visto... si no quieres decirme nada para no preocuparme... - suspiró.- Jodie no es tu culpa. Las cosas entre nosotros están mal.

La chica rió sin poder evitarlo. ¿Mal? ¡Si solo fuera eso! La mano de Harry se posó en su mejilla y le secó las lágrimas que seguían cayendo sin parar.

-    Eh... No llores más, por favor.

Y aquello fue como pulsar un botón mágico que hizo que ella rompiera a llorar, otra vez. Harry volvió a suspirar. Sin saber que narices estaba sucediendo. En su interior latía, cada vez más fuerte, el enfado porque sabía que, de alguna manera o otra, él y Caroline tenían la culpa de las lágrimas de aquella pequeña y frágil chica.

-    Harry... yo... yo... - empezó a decir Jodie entre sollozos. - Lo siento...
-    ¿Qué sientes? No has hecho nada malo...
-    Lo siento – volvió a repetir ella.

El chico de rizos ya no sabía que hacer, así que simplemente se quedó allí con ella, abrazándola fuerte esperando que así su corazón podría juntar todas las piezas en las que se había roto por su culpa. Sus respiraciones eran lentas y acompasadas. Y sus pensamientos estaban lejos, muy lejos de allí.

*

Louis interrumpió la escena que estaba teniendo lugar en el pasillo sin tan siquiera ser consciente de ello. Se encontró a Harry y a Jodie abrazados y cuando se separaron ella ya no lloraba a pesar de que era totalmente obvio que lo había estado haciendo. El mayor optó por no preguntar nada aunque sí se prometió a sí mismo que averiguaría que estaba pasando.
Cogió a Jodie de la cintura y empezó a hablar con su peculiar alegría sobre temas que realmente no tenían mucha más importancia pero servían de distracción. Y así, Louis agarrando a Jodie por la cintura y ésta cogiendo fuerte mano de Harry, que les seguía en silencio, salieron al exterior de los estudios dónde los demás les esperaban.
Los chicos tenían ganas de salir todos juntos aunque fuera a cenar ya que les sabía mal haber dedicado tan poco tiempo a sus invitadas aquella noche pero Jodie no tenía muchas ganas.

-    Estoy bien, de verdad. Sólo necesito descansar. - insistió la chica. - Id vosotras. - añadió mirando a sus amigas. - Ya me contaréis que tal.

-    ¿Estás segura? - volvió a preguntar Sam, a lo que la pequeña asintió. Ambas se sonrieron y se dieron un tierno abrazo. - Descansa y sonríe.

-    Eso haré.

Todos se despidieron de Jodie tristemente y con promesas de verla pronto, excepto Harry quién se había ofrecido a llevarla a casa en su coche. Cuando las despedidas cesaron, la pareja que seguía sin ser pareja se puso camino hacia el coche con paso lento. Harry le pasó la mano por la cintura a Jodie y la atrajo hacia sí, intentando reconfortarla con su presencia. El chico dudó de sí era una buena idea, debido a todo lo que estaba sucediendo en su vida y a la de gente que podría verle teniendo en cuenta dónde estaban, pero se dio cuenta de que sí que era una buena idea cuando vio a Jodie sonreír, aunque solo fueran un par de segundos.

Una vez en el coche el silencio reinó durante gran parte del trayecto pero no porque no tuvieran nada que decirse, que lo tenían, sino porque ninguno de los dos sabía cómo decirlo. Harry conducía con una tranquilidad y serenidad digna de un conductor experto y por ello, a veces, se permitía el lujo de desviar la mirada de la carretera y observar a Jodie, quién miraba por la ventana. Tenía los ojos rojos y sorbía por la nariz, llorando silenciosamente. Al chico de rizos le entristecía verla así y, para hacerla sentir mejor, posó su mano derecha en el muslo de ella. No era un gesto sexual, ni mucho menos. Era uno amigable, un gesto que decía: “Eh, estoy aquí por si me necesitas, no te olvides.” Jodie sonrió ante aquel gesto como agradecimiento pero no dijo nada.
Así pues después de casi veinte minutos de trayecto en silencio, cuando llegaron a la puerta de la casa de Jodie, y Harry estacionó el coche se aventuró a hablar él primero:

-    Lo siento. - Jodie le miró interrogativa, sin entender a que venía aquella disculpa. - Por hacerte llorar, digo.

La pequeña soltó una carcajada sin poder evitarlo y aquello desconcertó a Harry. ¿Qué era tan gracioso? Porque llorar no lo era...

-    Si supieras la de veces que he llorado por tu culpa... deberías pedirme perdón hasta el día del juicio final. - dijo ella provocando un suspiro de Harry.

-    Lo tendré en cuenta. - añadió simplemente él. Y los dos se volvieron a quedar en silencio. - ¿Vas a contarme lo que te pasa? - volvió a hablar él.

-    Es complicado. - susurró Jodie.

-    Bueno eso no lo puedo saber porque no sé que es: si me lo cuentas y, realmente, es complicado entre los dos podemos encontrar una solución.

Jodie miró a Harry a los ojos y sonrió sin poder evitarlo. Aquel chico era tan encantador. No se merecía nada malo. No se lo merecía. Y ella, si le contaba lo que tenía en mente en aquel momento, le destrozaría. ¡Qué irónica es la vida! Ella, una chica corriente, era capaz de destrozarle la vida al mismísimo Harry Styles. El problema es que ella no quería hacer eso, no le gustaría tener que hacerlo.
Llevaba tiempo reflexionando sobre qué hacer y había llegado a la conclusión de que si Harry se acababa enterando de todo y, sobre todo, de que ella lo sabía... jamás la perdonaría porque aquello era un asunto demasiado delicado como para guardarlo en un cajón para siempre. Pero también sabía que si se lo decía, no importaba cuando o cómo, sería un duro palo para él.

-    Estoy intentando encontrar una solución que no termine con un corazón roto – volvió a susurrar ella. - Pero parece que por más que lo intento... no existe esa solución.

-    ¿Un corazón roto? Oh, no... ¿Eddie se ha enfadado contigo por mí? ¿O Caroline te ha dicho algo que no debería?

-    Nada de eso, Harry.

-    ¿Entonces?

Jodie cogió aire, sabiendo que en algún momento o otro debía contarle lo que estaba sucediendo, y cerró los ojos. Pensó que si no le veía quizá sería más fácil decirlo. Estuvo unos segundos así: con los ojos cerrados, en silencio, pensando. Y Harry la observaba sin perderse detalle. “¿Qué sería aquello tan complicado?” se preguntaba para sí.

-    ¿Jodie?

La chica abrió los ojos y le vio. Se había quitado el cinturón y se había girado ligeramente, para hablar bien con ella. Sus grandes ojos verdes la observaban expectantes, sus rizos caían libremente cubriendo gran parte de su cara y sus manos repiqueteaban, nerviosas, sobre sus piernas. “¿Cómo era posible que alguien teniéndole a él necesitara alguien más?” se preguntó Jodie. Volvió a suspirar.

-    Harry... - empezó a decir intentando buscar las palabras adecuadas. - Yo... no sé como decirte esto pero debo hacerlo.

-    ¿Qué? ¿Decirme qué?

-    Caroline te está siendo infiel con un compañero de su trabajo. - susurró.

En el mismo segundo que sus palabras salieron por su boca se arrepintió de haberlas dicho. Podría haber usado otras palabras, dar un rodeo... no hacía falta ser tan directa. Pero a lo hecho, pecho. O eso suelen decir. Y aquello ya estaba hecho.
Harry se quedó helado al escuchar esas palabras y su cerebro se negaba a procesarlas. La mandíbula se le había desencajado y los ojos se le habían abierto de par en par. Y el silencio que reinaba en el coche fue interrumpido por una sonora carcajada. Parecía que le habían contado el chiste más gracioso del mundo y Jodie no podía creerse que el chico se estuviera riendo como si nada. Levantó una ceja.

-    Venga ya, Jodie. - dijo Harry entre risas. - Estás de coña, ¿verdad? Caroline nunca haría eso.

-    No, Harry. - rebatió ella muy seria. Debía admitir que, en el fondo, le dolía que se lo hubiera tomado así. Podía sonar cruel pero hubiera preferido que él se hubiera quedado destrozado y ella tuviera que consolarle antes que él confiara tanto en Caroline como para poner en duda su palabra. - Lo digo totalmente en serio.

Harry miró a Jodie y vio su semblante serio. Entonces su mente procesó aquellas palabras: “Caroline te está siendo infiel”, “Lo digo totalmente en serio”. Y su risa cesó. Frunció el ceño y torció la boca. No, no. No podía ser cierto. Cerró los ojos un segundo, intentando borrar aquellas palabras de su mente, y cuando los volvió a abrir estaban anegados de lágrimas pero no podía permitirse llorar.

-    ¿Cómo sabes tu eso? - preguntó a media voz.

-    Me lo ha dicho alguien hoy en el programa... - susurró Jodie. - Lo siento, Harry.

-    No, no lo sientes. - dijo de repente. - A ti ya te ta bien que sea verdad.

-    ¿Qué estás diciendo, Harry? ¡Me preocupas! ¡Y claro que siento que ella sea una puta que no sabe apreciarte como te mereces! - Jodie había alzado un poco la voz, cansada de que quedar siempre como la mala. Ella solo quería salvarle, como él había hecho con ella miles de veces aún sin saberlo.

-    ¿Te preocupo yo o te preocupa que no esté contigo? - le recriminó Harry. No quería creer que Caroline le estaba poniendo los cuernos, no podía creerlo.

-    ¿¡Tú estás tonto o qué te pasa!? - se quejó Jodie. - ¿¡Tú te crees que si no me importaras hubiera estado llorando por lo que te ha hecho esa zorra!? ¡Vamos Harry, que me ha afectado más a mí que a ti!

-    ¡Es que no ha hecho nada! Caroline me quiere, ¿vale? ¡Me quiere! - esta vez fue Jodie la que soltó una sonora carcajada.

-    ¿¡Quieres quedarte ahí sentado negando lo evidente!? ¡Pues vale, quédate! ¡Por mi perfecto! - aquello no estaba saliendo muy bien, se suponía que ella debía consolarle y él debería estar montándole la escena a Caroline. - ¿¡Cuántas veces te ha puesto excusas tontas para no ir a verte, cuántas veces se ha comportado de manera extraña, cuántas veces te ha devuelto un “te quiero” o una sonrisa!? - suspiró.

Abrió la puerta del coche y se bajó rápidamente, no sin antes mirar una vez más al chico de rizos que seguía negándolo todo. Sus ojos estaban rojos y las lágrimas amenazaban con caer en cualquier momento y a Jodie se le partió el corazón en mil pedazos al verle así. Pero alguien debía quitarle la venda de los ojos a Harry, aunque doliera. ¡Y lo peor de todo es que, en el fondo de su corazón, él lo intuía desde hacía mucho! Y todos lo sabían... incluso él.

-    Sigue engañándote a ti mismo, como lo hace ella. Así las cosas te van muy bien. - susurró ella antes de cerrar la puerta.

-    ¿¡Y tú que sabes!? - gritó él con rabia.

La puerta ya se había cerrado y, probablemente, Jodie no le habría escuchado. La vio marcharse corriendo hacía el interior de su casa. Le dio un golpe fuerte al volante del coche con las manos y se quedó allí, en su coche aparcado en la calle, solo con su rabia, dolor y decepción.

*

Una vez ya en el interior de su casa Jodie se recostó en la puerta cerrada y se dejó caer al suelo. ¿Por qué narices no habían intentado superar aquel obstáculo juntos? Se suponía que había algo entre ellos, por poco que fuera, y que iban a estar allí siempre. Y tampoco entendía que Harry se pusiera de parte de Caroline. Es obvio que sentía cosas por ella, es su novia, y habían compartido miles de cosas juntos pero... últimamente las cosas no eran igual entre ambos y él lo sabía. ¿A que venía el numerito de “Caroline y yo somos súper felices y tu quieres fastidiarnos”? Suspiró. Quiso creer, y en parte no se equivocaba, que a nadie le gusta que le pongan los cuernos.
Lo que sí que estaba claro es que aquello no podía quedarse así. Harry no le había creído cuando se lo había contado y había preferido pensar que su novia era una santa. Necesitaba hacerle ver que las cosas no eran así, tenía que romper la burbuja en la que Harry se había metido para protegerse a él mismo aunque significara acabar haciéndole daño. Volvió a suspirar. Lo último que quería era hacerle daño a Harry... pero la realidad, a veces, suele ser muy dura y cruel. Y la realidad de Harry era eso y mucho más.
Sacó su teléfono del bolsillo de su pantalón con las manos temblorosas y los ojos aún empañados con lágrimas. Acto seguido buscó en la agenda un número en concreto y pulsó la tecla de llamada. Sonaron tres o cuatro timbrazos antes de que le respondieran al otro lado de la línea.

-    ¿Si? ¿Jodie? ¿Sucede algo?
-    Louis... - dijo ella entre lágrimas. - Necesito tu ayuda.


See u soon,
Mery xx.  

16 nov 2013

You Belong With Me: Capítulo cincuenta y uno.

It's late night but here I am.
Sé que he tardado mucho en subir este capítulo... pero es uno de los más importantes hasta el momento y quería que fuese perfecto. Y aún no lo es. Pero os prometí que lo subiría antes de que terminara el viernes (y ha terminado hace cuatro minutos....). Y no me enrrollo mucho más porque esto no os lo leeréis e iréis directas al capítulo. So, enjoy it!! :DDD



Capítulo cincuenta y uno: Saviors.


Jodie acababa de conocer a Adam Brown, el amante de Caroline, pero ella no tenía ni la más mínima idea de quién era este. Estaba desconcertada por su encuentro que había sido demasiado impredecible y precipitado.


Observó a sus amigas, quiénes se habían parado entre medio de toda la marea de gente a esperarla, y luego miró otra vez a Adam. Se fijó en sus ojos color miel y en su barba de tres días. Era un chico apuesto y parecía bastante joven. Era obvio que era mayor que ella pero tampoco aparentaba más de treinta y cinco. No parecía un mal tipo pero no podía evitar dudar si haría bien accediendo a hablar con él.


Su mirada de posó en su brazo, el cual seguía agarrado por la mano del chico, y luego volvió a mirarle a él. No podía confiar plenamente en él pero, de alguna manera, sus ojos le decían que no le haría daño, al menos no físicamente.


Jodie sopesó las opciones posibles y, a decir verdad, la idea de saber que quería aquel desconocido que, por lo visto, la conocía se le antojó demasiado interesante como para dejarla escapar. Lo miró otra vez y asintió levemente.
-          Está bien, hablemos. - susurró. Después se giró hacía sus amigas con la mejor de sus sonrisas, claramente fingida, y gritó: - ¡Nos vemos después, tengo que resolver unas cosas!

Sus amigas no entendieron nada pero tampoco cuestionaron la actitud de su amiga. Así que siguieron caminando hacia al exterior de los estudios donde esperarían pacientemente a su amiga junto a los chicos de One Direction, que se unirían a ellas cuando terminaran de atender a todas las fans que habían ido a verles.


Así que, entre todo el ajetreo, la ausencia de la pequeña Jodie pasó desapercibida.


Después de que la chica aceptara hablar con Adam sobre un asunto muy importante y que era, totalmente, desconocido para ella, él la arrastró casi con urgencia por los pasillos más escondidos del edificio para asegurarse de que aquella conversación quedaba solo entre ellos dos. 

-          No quiero ser agua fiestas pero... ¿tan secreto es eso que tienes que decirme? Parece que quieras matarme o algo así. – bromeó ella mientras se veía arrastrada hacía una pequeña sala que encontró demasiado oscura. 
-          Créeme, cuando sepas lo que es entenderás mi secretismo. - le contestó Adam mientras cerraba la puerta tras de sí y la atrancaba con una escoba que la chica no sabía ni de donde había salido.
 -           ¿Es necesario todo esto? - él enarcó una ceja y Jodie se puso nerviosa. - Perdona mi escepticismo pero viene un desconocido a decirme que tiene que hablar conmigo y me encierra con él en una sala que tiene... - miró a su alrededor y rodó los ojos. - menos de diez metros cuadrados, que parece un cuarto de limpieza o un armario... y tengo que hacer ver que la situación es habitual y que esto me pasa todos los días.



Adam se rió a carcajadas sin poder evitarlo porque, visto así, las cosas parecían lo que no eran. Jodie podía pensar dos cosas en aquel momento: o que iba a matarla o a hacerle daño físicamente o que iba a intentar seducirla, o algo peor incluso. Pero a la chica no le hizo tanta gracia que él se riera ante su explicación. Cuando aceptó hablar con él nunca se imaginó algo así y su nerviosismo e incomodidad eran más que obvias.
-          Sí, es necesario. - repuso él cuando terminó de carcajearse. - Y entiendo tu escepticismo pero no había otra manera de hacerlo. 
-          ¿De hacer qué? - inquirió la chica, cada vez más arrepentida de haber accedido a hablar con aquel desconocido.
 -          Tengo que decirte algo muy importante. - Adam remarcó la palabra “muy”, tanto que a Jodie le dio hasta miedo. ¿Qué sería eso tan importante y misterioso?
-            ¿A que esperas? - la chica contestó rápidamente, reuniendo la poca valentía que le quedaba.

Adam notó la impaciencia de la chica y suspiró. Ahora tocaba la parte más difícil de todo aquello contarle que él era el amante de Caroline. Y, estaba seguro de que, debería darle pruebas verídicas porque su testimonio podría no ser suficiente para convencer a Jodie. Y él necesitaba convencerla. Necesitaba su ayuda para deshacerse de Harry. 


-           Es complicado de explicar – empezó a decir él. - Primero me presentaré: me llamo Adam Brown y soy un buen amigo de Caroline. 
-          ¿Amigo de Caroline? - Jodie resopló. - Si me has traído aquí a decirme que me aleje de Harry no te servirá de nada. 
-          ¿Alejarte? ¡Nada más lejos que eso! Me encanta que rondes cerca de Harry. - Adam volvió a reír y Jodie seguía sin entender nada. 
-          En mi cabeza tenía sentido. No sé por qué te ríes. - susurró. - Caroline es la novia del chico que me gusta... lo lógico sería que intentaras apartarme de él.
-          Déjame que te enseñe una cosa y creo que entenderás mi postura.

Aquello dejó a la pequeña Jodie totalmente descolocada. ¿Qué iba a enseñarle? ¿Y qué narices tenía que entender? Todo aquello se estaba volviendo demasiado raro pero la cosa tenía que ver con Harry y Caroline, o eso había entendido ella, así que iba a llegar al fondo del asunto. Sin embargo, con total parsimonia, Adam se metió la mano en el bolsillo y eso puso en tensión a Jodie quién se relajó cuando vio que el chico sacaba su teléfono móvil y no una navaja multiusos. Segundos después el chico le mostraba algo que se hallaba en su aparato. Era un mensaje de móvil. -           Puedes leerlo en voz alta, si quieres. Me lo sé de memoria. - le dijo él. 

-           “Discusión solucionada: el enano sigue creyendo que le amo por encima de todo... ¡vaya tontería, ¿verdad?! En cuanto salga de su casa me paso por la tuya, que tengo ganas de verte. Te quiero.” - leyó Jodie en voz alta. - Caroline. - susurró. 
-           ¿Me entiendes ahora?

Adam esperaba no tener que pronunciar las palabras que se le estaban cruzando por la mente a la chica. No le gustaba tener que decir que era “el amante” de Caroline, aunque fuese cierto.

-          ¿Caroline le está...?

La pequeña Jodie apenas podía articular una palabra. No podía creerse lo que acaba de leer. Era imposible que ella, por muy zorra que fuera, le estuviera poniendo los cuernos a Harry. No era justo para el chico de rizos. Pero entonces entendió muchas cosas, cosas que no había entendido hasta entonces: las actitudes esquivas de ella, las excusas que tenía para no aparecer cuando quedaban, la manera en la que trataba a Harry como si fuera un trofeo al que podía exhibir... Cerró los ojos y se imaginó a Harry destrozado al enterarse de que todo había sido una mentira y que su amor había terminado en la basura. Al volver abrir los ojos se sorprendió al notarlos anegados de lágrimas, pero no podía llorar. 


-           ¿Siendo infiel a Harry? - le ayudó Adam. - Sí.
-          ¿¡Y lo dices tan tranquilo!? - se quejó ella. 
-          ¿Tienes en cuenta que el otro soy yo?
-          ¡Me das asco! - gritó ella. - ¡Me das asco!

Adam intentó acercarse a la chica pero ella retrocedió, enfadada e irritada. En aquel preciso momento odiaba a Adam por permitir el sufrimiento de la persona a la que más había querido nunca. De Caroline se lo esperaba, ¡claro que sí! Esa guarra era capaz de todo... pero nunca jamás había creído que cualquier otra persona podría permitir y estar conforme con ser el otro y más sabiendo que los sentimientos de otros estaban en juego. No sólo Caroline estaba jugando con Harry, Adam también. Y eso a ella le dolía. Le dolía como si estuvieran jugando con ella, o puede que incluso más. 


-          Jodie, escucha... - empezó a decir el chico.
-           ¡No! ¡No escucho! - Jodie se pasó las manos por la cara. - ¡¿Que vas a decirme que lo sientes?! ¡¿Qué no querías hacerlo?! Ahorrátelo porque no te creo. Tanto tú como ella os estáis aprovechando de Harry y de sus sentimientos. 
-           Te equivocas. - susurró él. - Desde el principio he intentado que Caroline deje a Harry y que esté conmigo. La quiero, ¿sabes? Y prefiero ser el otro que no ser nada. Por eso te necesito. 
-          ¿Me necesitas? - Jodie enarcó una ceja. - Ah, ya claro... para quitarte a Harry de encima, ¿verdad? Eres muy egoísta Adam. Y no entiendo como puedes querer a Caroline. ¿Quién te dice que ella no te hará eso si sale contigo?
-          Ella me quiere. - rebatió él y ella solo pudo carcajearse irónicamente.

-           ¡Venga ya! Es una mentirosa. Y una puta. 
-          No consiento que hables así de ella.
-          Me importa bien poco lo que me consientas o no, Adam. - se quejó ella. - Estáis jugando con los sentimientos de Harry y con los míos. ¿Sabes cuantas veces había soñado con estar cerca de él y que se fijara en mi? ¿Sabes cuantas veces había soñado tener una mínima oportunidad? Y cuando lo consigo resulta que he tenido que tragarme mis palabras y quedarme con las ganas de estar con él porque él está enamorado de una tía que encima le pone los cuernos. ¡Esto es de locos!

Adam escuchaba en silencio a Jodie y esta cada vez estaba más enfadada y indignada, con Caroline, con Adam, con ella misma, con el mundo... ¡Aquello no podía estar pasando! Aunque podría habérselo imaginado. Las señales siempre habían estado ahí. Suspiró cansada. Alejaría a Harry de aquella situación, aún no sabía como pero lo haría.


 -          No tenéis ni la más mínima idea de lo que estáis haciendo y del daño que le haréis. Y si le hacéis daño a él, me lo hacéis a mi. - susurró. - Pero no te preocupes, pienso salvarle de esta situación y de esa … arpía que dice ser su novia.

La chica apartó a Adam con rabia y desatrancó la puerta rápidamente dispuesta a irse, aunque no sin antes girarse para mirar a aquel chico con odio. Ella sabía que odiar estaba mal y que era un sentimiento demasiado negativo pero estaba tan dolida por Harry que no podía hacer otra cosa.
Sin decir nada se marchó corriendo pasillo abajo notando como sus mejillas se mojaban con sus lágrimas. Corrió por los pasillos, como si así pudiera huir de Adam, de Caroline, como si así todo lo que había pasado jamás la alcanzaría... pero ya la había alcanzado y caía sobre ella como una losa, una losa que la oprimía.
De repente, mientras corría cegada por sus lágrimas, se chocó con algo. O más bien con alguien. Cerró los ojos deseando con todas sus fuerzas que no fuera Caroline, porque no podría hacerle frente, no en aquel estado.

-          ¿Jodie? ¿Por qué lloras? ¿Estás bien? - esa voz le era familiar.

En cuestión de segundos se vio envuelta entre los fuertes brazos de Harry Styles, que una vez más estaba allí para salvarla cuando era ella la que debía salvarle a él. Jodie se acurrucó en el pecho del chico, llorando desconsoladamente, sin poder decir una palabra. Y él, en vez de insistir más, la abrazó fuerte en medio del pasillo de los estudios de televisión aún sin saber lo que le pasaba. 


 

Good night loves, 
Mery xx.

3 nov 2013

El "Troy Bolton" del fútbol. (One Shot)

¡Holis queridas lectoras!
Aquí os traigo un One Shot Personalizado de muestra para que veáis como son. Este se lo he hecho a mi amiga Lis, que es un amor de chica y la quiero mucho mucho, porque me apetecía y porque ella quería una historia donde saliera un Louis Tomlinson en su faceta de fútbolista. Me pareció interesante y ha quedado bastante largo. He de decir que tengo unas cuantas ideas y que, este one shot en concreto, tendrá segunda parte. ¿Por qué? Ya lo descubriréis cuando lo leáis y veáis que da pie a continuar la historia. 
Y si queréis un One Shots Personalizado solo hace falta que hagáis click aquí y descubráis como. 
Espero que os guste y esas cosis, sobre todo a Lis. <3 

El "Troy Bolton" del fútbol.

El sábado era un día que, para la mayoría de adolescentes, era el día perfecto para quedarse en cada durmiendo sin hacer nada pero para Louis Tomlinson no era así. Desde que era un niño pequeño los sábados eran los mejores días de la semana porque era cuando, después de seis días aburrídisimos, tocaba jugar el partido de fútbol. Era gratificante para él pasarse toda la semana entrenando durísimo para después demostrar en el campo, delante de su familia, amigos y adversarios, que valía la pena y que era bueno.
Ese sábado, al campo de la universidad de Doncaster, llegó un pletórico Louis Tomlinson. Estaba contento y con ganas de empezar el que, si todo iba a bien, sería el partido de su vida. Jugaban la semifinal de la competición más importante entre las universidades del Reino Unido y para hacerlo todavía más interesante iban a ir un par de ojeadores de equipos profesionales. Aquello podía ser beneficioso para él porque, a pesar de estar estudiando, tenía claro que le gustaría ser futbolista profesional. Ese sábado era su oportunidad de demostrar que sus casi quince años de dedicación a ese deporte habían servido para algo.
Caminaba por el campo de camino a los vestuarios mientras que toda la gente con la que se cruzaba lo miraba y le daba palabras de ánimo entre millones de sonrisas y palmadas en la espalda.

-          ¡Eh, Tomlinson! - gritaron unos chicos de las gradas. Él se giró y les sonrió afectivamente a pesar de no haberles visto nunca, que él recordara. - ¡Mucha suerte hoy, capitán! ¡Vais a machacarles!
-          ¡Muchas gracias chicos! - les contestó él. - Se agradece vuestro apoyo.

Después de eso entró en el vestuario concienciándose de que, en aquel preciso momento, era todo o nada.
Dejó la mochila en el banco y se sentó al lado. Estaba solo en el vestuario, le gustaba disfrutar de la tranquilidad del vestuario aunque nunca duraba mucho tiempo, y le gustaba ser el primero en llegar y el último en irse. Era una especie de imposición, un deber como capitán del equipo. Con una tranquilidad poco común en él sacó la indumentaria de la bolsa y la dejó preparada encima del banco: la camiseta, los pantalones, las botas, los calcetines y su brazalete de capitán. Acto seguido cogió su botella de agua y se dirigió al campo dispuesto a esperar al entrenador y al resto de jugadores.


Si bien Louis siempre llegaba el primero y se iba el último... Elisabeth Jones, también conocida como Lis, era todo lo contrario. Llegaba la última, o de las últimas, y se iba la primera. ¿Por qué? Porque no soportaba el fútbol. No le veía la gracia a ese deporte, es más, le aburría pero debía ir a todos y a cada uno de los partidos. Era una de las cosas más horribles que le habían hecho en sus años de universidad pero debía cumplir.
A Lis siempre le había gustado la fotografía y, de hecho, estaba estudiando para ser fotógrafa en la universidad de Doncaster y su amiga Mery la había liado para que se encargara de las fotos para el periódico que ella dirigía. Así que, como fotógrafa y medio reportera, debía cubrir todos los eventos del campus, incluyendo así los partidos de fútbol. ¿Qué era lo único bueno de todo aquello? Deleitarse con el atractivo nato del capitán del equipo. Aunque Lis no era como todas aquellas chicas que suspiraban por los rincones, enamoradas perdidas, ni como las animadoras que perseguían al chico por todos los lados... ella simplemente se sentaba en las gradas, acompañada de su coca-cola, y a veces de su amiga Mery, con su cámara y se dedicaba a hacer fotos. Muchas fotos.
De las miles de fotos que hacía en cada partido puede que solo usara dos o tres para el artículo del periódico que, obviamente, no escribía ella. Si lo hiciera se resumiría en: "El partido aburrido, como siempre. Ganaron, como siempre". Así que ella ponía las fotos y alguno de los redactores chicos apasionados por el fútbol escribían una reseña digna del partido en cuestión. ¿Qué hacía con las otras fotos? Muchas las descartaba por no ser lo suficientemente buenas y las demás, casi siempre todas del capitán, Louis Tomlinson, se las quedaba para ella. Eran su pequeño secreto. No solo por el motivo obvio de que le daba vergüenza que supieran que se pasaba la mayor parte del tiempo admirando la belleza de Louis sino porque, teóricamente y de cara al resto del mundo, no le soportaba.
Louis Tomlinson le parecía el típico niñato popular que acaparaba la atención de todo el mundo y los suspiros de todas las chicas. Quizá no se hubiera buscado el solo ese estatus social pero lo tenía y eso, juntándolo con sus aires de superioridad y su afán por querer ser el mejor en todo, la ponía enferma. Y puede que ella le estuviera juzgando precipitadamente porque nunca habían cruzado ni una palabra pero ya le iba bien así. No quería tener nada que ver con su increíble mundo.
Lis se sentó en las gradas y sacó su teléfono para enviarle un mensaje de desesperación a su amiga Mery. Ella ya había llegado todo lo tarde posible, ¿como podía ser que su amiga llegara aún más tarde? No podía dejarla sola en un partido tan importante como aquel, necesitaba apoyo moral.
"¿Dónde estás? No creo que aguante un segundo más entre tanta animadora tonta. Sálvame, por favor. - Lis."
Después de eso se quedó allí, con su cámara, haciendo un par de pruebas de luz, enfoque, y demás cosas que solo entendía ella. Y, para su suerte, no pasaron ni dos minutos cuando la voz cantarina de su amiga la llamó.

-          Llegas a tardar un segundo más... y te hubiera matado - suspiró aliviada la más mayor.
-          Me encanta tu buen humor los sábados por la mañana, Lis. Eres encantadora.

Se dieron un pequeño abrazo a modo de saludo y se sentaron la una al lado de la otra en las gradas, rodeadas de hinchas del fútbol, chicas súper populares y animadoras. 
 
-          ¿Ha sucedido algo interesante en mi ausencia? - preguntó Mery.
-          Emh. No estoy segura. - susurró Lis. - El señorito Bolton ha desplegado sus encantos y las niñas suspiran por él, como siempre. - ambas rieron alegremente y Mery rodó los ojos.
-          ¿Aún sigues llamándole así?
-          ¿Cómo quieres que le llame? - se quejó la mayor colgándose la cámara, miró por el objetivo, apuntó y disparó. Otra foto más de Louis para su colección. - Sabes que es una especie de Troy Bolton del fútbol.
-          Sí, sí... por la popularidad, las chicas y demás. - volvió a reír Mery. Lis sacó otra foto, esta vez al equipo en general que calentaba en el campo. - ¡Sólo le falta cantar y encontrar a su Gabriella!

Lis rodó los ojos e hizo caso omiso de su amiga. Desde que ella le bautizó como "El Troy Bolton del fútbol" su pequeña y diabólica amiga no había parado de decirle que ella era la Gabriella que el chico necesitaba para darle un cambio radical a su vida. ¡Menuda tontería! Esas cosas solo pasan en las películas. Louis Tomlinson siempre sería el capitán guaperas y popular que acabaría con alguna de animadora rubia y tonta que manosearía por los pasillos de la universidad y exhibiría cual trofeo. Y eso era así. En la vida real, al menos.
Después de calentar los jugadores de ambos equipos se retiraron a los vestuarios y después de veinte minutos, en los que nadie salvo ellos saben que hacen allí metidos, saltaron al terreno de juego. Nada más poner un pie en el césped, Louis sintió la euforia de la afición, sintió la confianza que depositaban en él y en el resto del equipo y se hizo la promesa de que no iban a perder, no jugando en casa. Sonrió y se dispuso a realizar el mejor partido que hubiera realizado jamás.
Durante la primera parte hubo unas cuantas ocasiones de gol por parte de los dos equipos y, por tanto, unos cuantos momentos tensos. Los dos equipos estaban jugando bien y el nivel era bastante equilibrado. En el campo Louis daba lo mejor de sí, corriendo mucho más que cualquier otra vez, mientras que en las gradas Lis y Mery hablaban a la vez que la mayor hacía fotos. A escasos minutos de acabar la primera parte un balón llegó a los pies de Louis, que estaba bastante cerca de la portería. Sin pensárselo dos veces echó a correr, esquivando a los defensas del otro equipo, y finalmente chutó. Fue un disparo potente y conciso que puso a la universidad de Doncaster por encima en el marcador.
La segunda parte no tuvo nada remarcable. Un gol del equipo contrario y otro más del local. Acabaron después de los noventa minutos con ese mismo resultado: 2-1. Al finalizar el partido las gradas se fueron vaciando y el campo se fue quedando solitario poco a poco.
Mery y Lis estaban a punto de salir del campo cuando vieron a un montón de chicas acercarse al victorioso capitán. Él simplemente sonreía y agradecía los alagos de todas, así como también coqueteaba con alguna de ellas. Lis rodó los ojos. Esa era una de las cosas que no sorportaba de él.

-          Está guapo hoy, eh. - siseó Mery para picar a su amiga. - Y más así sudado....
-          Mery o te callas o te doy con la cámara en la boca. ¿Qué prefieres? - dijo su amiga claramente molesta.
-          Elisabeth... si tienes tanta mala leche nunca serás la Gabriella de esta historia. - rió una vez más.
-          ¿Te quieres callar de una vez? No necesito ser nadie que no sea yo, Lis Jones. Fin.
-          Que quisquillosa eres. Anda vamos, te invito a comer.

Antes de desaparecer por completo del campo Lis miró una vez más a la mareabunta de chicas que envolvía a Louis Tomlinson y se encontró con la sorpresa, aunque no sabía si se podría calificar como "grata", de que éste las estaba mirando divertido. ¿Qué cojones le pasaba al Troy Bolton de Doncaster?


*

Como solía ser costumbre el lunes a primera hora de la mañana Lis tenía que llevar las fotos editadas para insertarlas en el artículo y poder sacar el semanario al final del día. Y, como de costumbre, se había dormido e iba con el pen en la mano, corriendo por todo el campus para entregarle a tiempo las fotos a Mery, la directora del periódico y amiga. Aunque no os creíais que por ser amiga de Lis era más blanda con ella... en temas del periódico y la literatura era la persona más estricta del mundo.

-          Llegas tarde - dijo al ver entrar a la la mayor con el pelo revuelto.
-          Lo sé, lo sé. - bufó Lis. - Pero tengo las fotos.
-           Más te valía... tengo que mandar a imprimir el periódico en media hora.

Lis se sentó delante del ordenador que había en la redacción e insertó el pen. Tenía que elegir las fotos que más le gustaran de todas las que traía editadas y ponerlas en el reportaje pero cuando iba a ponerse a ello aparecieron por la puerta Niall Horan y Louis Tomlinson. Las dos chicas se quedaron atónitas al verles entrar. A Niall ya lo tenían muy visto, y a pesar de ser de ese tipo de chicos populares al convivir con él creando el periódico se dieron cuenta que no era un mal tipo. Él era el que se encargaba de comentar todos y cada uno de los partidos del equipo de la universidad y, por desgracia, era amigo de Louis Tomlinson a quien se había traído consigo esa mañana a la redacción.

-          Dichosos los ojos. - rió Mery al verlos entrar. - El capitán del equipo de fútbol se digna a visitar mi pequeña redacción del periódico.
-          Ya ves - la voz de Louis resonó en la sala con un tono bastante pedante y Lis rodó los ojos. Cada vez que abría la boca la cagaba. Por eso le gustaban las fotos, ellas no hablaban. - Niall me ha invitado a que venga a ver las fotos y eliga las que quiero que aparezcan.
-          ¡Pero si siempre las elije Lis! - se quejó ella. - Además nunca hemos tenido ninguna queja por las fotos que publicamos...
-           La verdad es que todas las fotos son fantásticas, mis felicitaciones al fotógrafo, pero me apetecería elegirlas esta vez a mí. Es... importante. - repuso el chico, con tranquilidad, mientras se colocaba bien el pelo.

La sangre de Lis herbía y estaba a punto de echar a patadas a Louis de allí. ¿Quién se creía para presentarse en la redacción del periódico a hacer su trabajo? Nunca nadie había tenido una sola pega sobre las fotos y mucho menos sobre el contenido de los artículos. ¿Por qué ahora tenía que venir a supervisar el trabajo de unas personas que, seguramente, estaban más capacitadas para hacerlo que él mismo?
Se levantó de la silla de delante del ordenador, con cara de pocos amigos, y dejó el pen con las fotos en él para que el capitán y Niall las pudieran observar. Ambos se acercaron a la pantalla casi al instante y Lis, medio muerta de vergüenza y medio iracunda por que su trabajo iba a ser juzgado por alguien que, seguramente, no tendría ni idea de fotografía, les observaba.

-          Si tienes alguna queja con mis fotos, lo dices, eh. No te cortes - dijo bastante seca. Mery le propinó un codazo silencioso y empezaron a discutir entre susurros mientras los dos chicos miraban las fotos.
El capitán del equipo de fútbol miro a Lis con curiosidad. A pesar de haber visto todas las fotos de los partidos que habían realizado nunca se había parado a pensar en quien sería el fotógrafo ya que, no sabía por qué, había dado por supuesto que los eventos deportivos los cubriría un chico. Aunque fue una grata sorpresa para el chico. Y recordó cuando las vio, a las dos, en el campo el otro día. Sonrió y se centró otra vez en las fotos, que era lo importante en aquel momento.
Lis se dio la vuelta, le ponía nerviosa que examinaran su trabajo delante de ella, y se apoyó en una de las mesas de escritorio que había allí. Si no fuera porque estaban dentro del colegio ya se habría encendido un cigarro pero debido a la situación no lo hizo porque podría buscarse más de un problema y más de dos. Mery, en cambio, miraba a los chicos con una ceja alzada y un atisbo de ilusión en su cara quizá, les gustaran las fotos y eso sería estupendo.


-          ¿Qué te parece esta, Louis?
-          Me gusta. - siseó el susodicho. - Es... interesante. Tiene un enfoque que me gusta bastante. El hecho de que se vea la grada distorsionada y, de repente, mi figura completamente nítida. - se hizo el silencio en la sala y Louis se giró para hablarle a la chica. -  ¿Hiciste algo raro con el diafragma no es así...?

Lis se giró un momento para observarle con una ceja alzada. No se podía creer lo que Louis acababa de decir. Quizá no mucho pero parecía que Louis Tomlinson sabía algo sobre fotografía. Aquello la dejó pasmada.

-          Así es. Lo abrí para desenfocar toda la zona de gradería. Me parecía importante que se viera la afición pero no quería que captara toda la atención de la foto. - explicó algo sonrojada. Quería que la atención la captara él y su preciosa sonrisa victoriosa.
-          Me gusta. Esta quiero que salga. - sonrió y sus ojos se achinaron levemente. Parecía más humano, más normal, más persona.

Mery dio unas cuantas palmatidas de alegría mientras saltaba por la pequeña redacción. Al final la visita de Louis estaba resultando bastante interesante. Más de lo que todo el mundo esperaba que fuera. Lis rodó los ojos y sonrió levemente.

-          Me gustaría que saliera alguna de todo el equipo... - susurró Louis otra vez. - Pero que se nos vea unidos, como un equipo que somos. - se volvió a girar hacia Lis. - ¿Hay alguna así? ¿Que estemos en plan... piña? ¿Abrazados todos o algo por el estilo?
-           Alguna debe haber de antes del partido o de las celebraciones de los goles. Busca. - se limitó a decir ella. Louis cogió rápidamente el ratón del ordenador y rebuscó entre las fotos. No tardó ni un minuto en encontrar una que le gustara.
-          ¡Esta! Esta me gusta mucho.

Volvió a sonreír por segunda vez consecutiva en menos de dos minutos. ¿Dónde estaba el Louis prepotente? Si seguía así aquello iba a cambiar radicalmente la imagen que Lis tenía del chico y eso no era bueno para ella y su salud mental. No podía verle como una persona. No. Él era Louis Tomlinson. El Troy Bolton del fútbol. El capitán gruñón y macizo. No podía convertirse en Louis Tomlinson el popular guapo que sabe sobre fotografía y simpático.
Los dos chicos acabaron de escoger las fotos y Louis decidió leerse el artículo. Para él era muy importante porque, además del partido, los ojeadores que fueron se fijarían en las publicaciones y en la opinión de la gente. Así que todo tenía que salir perfecto.
Se levantaron de delante del ordenador y se pusieron a la altura de Mery y Lis hablando precisamente de eso. Louis no paraba de alabar el gran trabajo de Niall y el de Lis también, por supuesto. Ella no podía parar de sonrojarse y tener ganas de marcharse de allí. Había pasado uno de los momentos más raros de su vida: por una parte le daba muchísimas vergüenza que, precisamente él, juzgara y alabara su trabajo pero por otra le gustaba, le hacía ver que quizá sí que valía para ello.

-           Muchas gracias a los tres. - dijo Louis otra vez. - De verdad. Es la primera y última vez que vengo a incordiar y a juzgar vuestro trabajo. Pero es que... era, y es, bastante importante.
-          ¿Puedo saber por qué? - preguntó Mery a lo que Lis le dio un codazo. ¿Para qué preguntar tanto? ¡Que se marchara ya!
-          Vinieron unos ojeadores profesionales al partido y no solo se fijarán en la técnica y el resultado del sábado... sino también en la repercusión mediática y en lo que la gene opine sobre mí y sobre el equipo.

Cuando Louis acabó de hablar las dos chicas entendieron perfectamente la preocupación del capitán y sonrieron con cortesía. Segundos más tarde sonó el timbre de las clases y Niall se despidió corriendo dejando a los tres solos.

-          Bueno... - el chico empezó a hablar otra vez y miró a Lis con sus grandes ojos azules. Ella se perdió en ellos unos instantes pero la voz del chico la sacó de su fantasía y la devolvió a la realidad. - Me gustaría... - miró a Mery unos segundos y se volvió a centrar en la más mayor. - Me gustaría invitarte a cenar.

Lis enarcó una ceja, completamente sorprendida. ¿Le estaba hablando a ella? ¿A Elisabeth Jones? Y lo peor de todo... ¿le estaba invitando a cenar? ¿Desde cuando el chico más guapo y popular del colegio se fijaba en personas como ella? Miró de reojo a Mery quien, literalmente, saltaba de la alegría y daba palmadas con las manos. Louis sonrió, nervioso, esperando a que ella le contestara.

-          ¿Estás de broma? - preguntó Lis.
-          No. Lo digo totalmente en serio. - Louis se arregló el peló, con un movimiento de cabeza bastante sexy. - Tómatelo como una compensación por tus estupendas fotos.

A la mayor no le dio tiempo ni de procesar toda la información que estaba llegando a su cerebro cuando Mery la cogió de la cintura, la estrechó contra ella y le dijo a su oído, con un tono cantarín: Gabriella. Lis rodó los ojos, una vez más, y antes de que pudiera contestar su amiga habló por ella:

-           ¡Claro que irá! Será un placer para ella compartir un cena contigo. - Louis volvió a sonreír y Lis solo podía observarle sin decir ni una palabra.
-          Emh... Mery... - siseó Lis. - Yo creo que...
-          ¡Nada! - la cortó su amiga. - ¿Mañana a las ocho te va bien?
-          Por mi estupendo.
-          ¡No se hable más! - rió Mery. - Mañana vais a cenar juntitos.

Louis le dejó un papel con su número encima de la mesa y se marchó por la puerta con la promesa de volver aparecer por la redacción si Lis no daba señales de vida.
En el momento en el que el chico abandonó la sala la mayor se dio cuenta de que, en aquel preciso instante, tenía una cita con Louis Tomlinson. ¿Era aquello posible? ¿Cómo narices iba a hacer ver delante de todo el mundo que, supuestamente, no lo soportaba si tenía que ir a cenar con él? De todas maneras sonrió porque, en el fondo, le apetecía conocerle y saber como era ese proyecto de Troy Bolton en la vida real. Le gustaría ser Gabriella aunque solo fuera una noche. Solo una. Y ya está.


Cheers and kisses, 
Mery, xx.

19 oct 2013

You Belong With Me: Capítulo cincuenta.

HEY THERE! How's everything? Good? Huh, that's nice.
Me ha dado por hablar en inglés, sí. ¿Pasa algo? Pues no. Eso mismo. Sé que tardo eternidades en subir pero... como ya dije en el anterior post... ir al colegio por las tardes me quita mucho tiempo... así que voy todo lo rápido que puedo escribiendo en ratos libres.
Para este capítulo os recomiendo que veáis estos dos vídeos que lo ilustran bastante bien y así os hacéis una idea de como sería... aproxóximadamente:
What Makes You  Beautiful - One Direction (XFactor).
Gotta be you - One Direction (XFactor.)

Capítulo cincuenta: Yo no soy el problema, eres tú.

El programa no tardó en empezar y los chicos de One Direction se quedaron sentados en una zona especial, cerca de los jueces del programa, reservada especialmente para ellos.
Caroline y Olly presentaron el programa como todas las semanas y, si le preguntáis a nuestras amigas, sentadas en la primera fila, os dirían que Olly estaba estupendo pero que Caroline podía irse un ratito a un sitio no muy agradable... ¡pero eso una señorita no lo dice!
Las actuaciones de los concursantes fueron bastante buenas y la verdad es que había mucho nivel en aquella edición que a la que a penas a penas le quedaban dos semanas. Todo el público disfrutó mucho con el espectáculo que aquella noche se realizó en el plató pero todavía faltaba el plato fuerte: One Direction.

-           ¡Y a la vuelta de publicidad tendremos con nosotros a los fabulosos chicos de One Direction! - dijo Olly con una sonrisa de oreja a oreja.
-           Les entrevistaremos y podremos escucharles cantar.... ¡no os lo perdáis! - añadió Caroline. Y entonces sonó la música del programa dando a entender que habían cortado la conexión y estaban dando anuncios en las televisiones británicas. 

En el plató todo se revolucionó: la gente empezó a gritar a los deseados cinco chicos, algunos hablaban entre ellos, los productores corrían de un lado al otro... Y en cuestión de segundos las estrellas del momento se vieron rodeados de personas y siendo guiados al sofá que les habían preparado para las entrevistas.
Sam, Anne y Jodie estaban encantadas porqué se encontraban relativamente cerca de su posición y podían interaccionar con los chicos, aunque fuera un poco. Durante la publicidad se mandaron un par de saludos y levantaron los pulgares en señal de que todo estaba saliendo bien, que estaba siendo la noche fantástica que debía ser.

-           Están contentas, ¿eh? - susurró Harry a Niall.
-           Eso parece, ha sido buena idea traerlas. - le contestó el irlandés revolviéndole el pelo. - Eres listo cuando quieres.

Al cabo de casi diez minutos volvieron a conectar en directo con todo el Reino Unido y los dos presentadores empezaron a hablar de la brillante carrera de los cinco chicos y de lo bien que estaban representando al país a lo largo y ancho del mundo. Mientras, en las televisiones de todos los espectadores, se proyectaban miles de imágenes de la boy band británico-irlandesa. Minutos después enfocaban a Olly y a Caroline sentados en un sofá junto a los chicos a los que les harían la entrevista. El público gritó euforicamente y ellos simplemente saludaron con la mano lo que hizo que el griterío aumentara.

-
          ¿Los estabáis esperando? ¡Pues aquí los tenéis! - rió Caroline. - Demos un fuerte aplauso a los chicos de One Direction. - Nada más decir eso todo el mundo aplaudió como si le fuera la vida en ello.

-
          Bueno, bueno... - empezó a decir Olly. - Todos sabéis que los chicos de One Direction salieron de este programa, hace un par de ediciones... y han conseguido un montón de premios y reconocimientos. - más gritos y aplausos. - ¿Cómo os sentís respecto a todo esto?

Los chicos se miraron, esperando a que alguno de ellos tomara la palabra, y sonrieron. Niall se colocó bien en el sofá y empezó a hablar.

-
          La verdad es que es fantástico. Puede sonar un poco irónico que yo diga esto... puesto que siempre he dicho que tener la atención constante de la gente me asustaba un poco... pero ver que has conseguido lo que querías, junto a tus amigos, es estupendo.

La mirada del irlandés se fijó en su novia, desde la distancia, y sonrió. Aunque la fama fuera el impedimento más importante de su relación lo estaban llevando bastante bien.

 -          Es cierto... todavía recuerdo cuando se te hacía raro ver a las chicas llorar – rió Olly. - ¿Te has acostumbrado a eso ya? ¿O todavía no?

-
          Pues... la verdad es que todavía no. - en el plató se escuchó una carcajada general y Niall simplemente sonrió.

-
          Chicos, tenemos entendido que ahora estáis de vacaciones o algo similar: unos días libres, así que os agradecemos que hayáis accedido a venir, pero... contadnos, ¿cómo vais a pasar vuestras vacaciones?

-
          Así es, estamos de vacaciones. - esta vez habló Louis. - Unas merecidas vacaciones pero siempre es un placer venir a visitar la que un día fue nuestra casa. - la sala exclamó un “Ooh” muy sonoro y él se encogió de hombros. - Respecto a lo que haremos estas vacaciones... creo que hablo por parte de todos si digo que las pasaremos con nuestras familias y seres queridos.

Todos los demás chicos asintieron, estando totalmente de acuerdo con lasa acertadas palabras que había dicho Louis.

-
          ¡O ese es el plan! Sino... mi madre acabará matándome por no ir a verla. - rieron todos.

-
          Ese plan incluye también... ¿novias? - inquirió Olly.

-
          Es posible. - rió Liam. - Definitivamente... sí. Las incluye. - Anne se sonrojó cuando Niall la miró otra vez y Sam y Jodie rodaron los ojos.

-
          ¿Quiere decir que todos tenéis novia? ¿Queda alguno soltero? ¿Alguna esperanza para las chicas que estén en casa? - Zayn levantó la mano derecha y con la izquierda se rascaba la nunca. - ¿Soltero, Zayn?

-
          Así es. - contestó el susodicho. - Parece que me tocará estar en casa con mis hermanas mientras estos están por ahí... - volvieron a reír todos y él miró a Sam. - Aunque siempre puedo ir a visitar a alguna que otra amiga. - La chica, en su posición, se sonrojó y le indicó con los pulgares arriba que su casa estaba abierta siempre para él.

-
          Oh, vaya. Eso quiere decir que... ¿algo hay o...? - inquirió Caroline.

-
          Siempre hay algo. - esta vez contestó Harry para sacar del apuro a su amigo pero al decir aquella frase no miró a Caroline, como todo el mundo esperaba que hiciera, miró a Jodie quien, entre el público, le aguantó la mirada.

-
          Bueno, bueno... cambiando de tema... - empezó a decir Olly. - ¿Qué os parecen los concursantes de este año? ¿Algún favorito o favorita? ¿Qué consejos les daríais?

-
          La verdad es que... son todos muy buenos. - dijo Liam. - El nivel es muy elevado este año y eso lo hace muy interesante.

-
          ¡Yo creo que si hubiéramos participado en esta edición no habríamos llegado ni a las primeras galas! - rió Louis.

-
          El único consejo que les podemos dar es que sean ellos mismos, que se diviertan y que vivan esta experiencia... porque es lo mejor del mundo. - continuó Harry.

-
          ¡Ya lo sabéis, queridos concursantes! Sed vosotros mismos y disfrutad. - dijo Caroline mirando a los aspirantes a ser los ganadores del concurso.

Después de un par de preguntas más sobre el lanzamiento del CD y la gira que acaban de hacer por el Reino Unido y la siguiente, e inminente, gira por Estados Unidos y Australia los chicos se levantaron del sofá con un micro en la mano dispuestos a cantar un par de canciones.
Iban a cantarlas en formato acústico, algo más privado y emotivo. Así que se plantaron en el escenario con un guitarrista y los gritos empezaron otra vez. Las primeras notas de la canción empezaron a sonar.... y What makes you beautiful inundó el plató. Durante la canción pasaron miles de recuerdos por sus cabezas, recuerdos que les habían unido y les habían hecho ser quienes eran. Pero no solo ellos recordaron cosas... Sam y Jodie, sentadas entre el público, no pudieron evitar acordarse de el concierto en el que su suerte cambió para siempre y se les escapó alguna que otra lágrima.
Llegó el solo de Harry, ese que a todas las chicas les gustaba (y Jodie no iba a ser la excepción que confirmara la regla), y él se plantó con pies de plomo en el escenario, seguro de sí mismo, y la miró a los ojos antes de cantar con su voz grave y raspada.

-
          Baby you light up my world like nobody else, the way that you flip your hair gets me overwhelmed, but when you smile at the ground it ain't hard to tell... you don't know.... you don't know you're beautiful!

Harry sonrió mientras tomaba aire para seguir cantando y a Jodie se le paró el mundo. Podría haber mirado a su novia, que estaba a dos metros de él, podría haber mirado a la cámara, o a cualquier otra fan del plató... y había elegido mirarla a ella. Quizá no significaba nada para el chico de rizos pero para ella, teniendo en cuenta todo lo que había pasado entre ambos, significaba demasiado.
La canción terminó y no pasaron ni tres segundos cuando el guitarrista se alejó de allí y empezó a sonar otra canción que todas las fans conocían muy bien:
Gotta be you. Las tres amigas se emocionaron al verles allí plantados, con sus micros, como todas las semanas lo habían hecho todas las semanas que duró el programa que les lanzó al estrellato.
Jodie se secó las lágrimas que caían sin parar de sus ojos hasta sus mejillas... y sonrió. Quizá era cosa suya pero creía haber captado el mensaje detrás de aquellas canciones. Un mensaje que sólo ella y Harry podían entender.

-           Can we fall, one more time? Stop the tape and rewind, Oh. And if you walk away I know I’ll fade 'cause there is nobody else. It’s gotta be you... Only you.

Harry señaló a la chica, disimuladamente, aunque nadie notó que la señalara a ella ya que parecía que señalara a la cámara y todo quedó en un pequeño gesto entre ambos. Gesto que también notó Caroline Flack.
El chico de rizos sabía que se la estaba jugando al hacer ese tipo de cosas en la televisión y más cuando su novia era la presentadora del programa pero... no le apetecía cantarle a ella, desde hacía bastante había perdido esa magia. Quizá fuera porque para Carolien Flack no significaba nada que él cantara, simplemente era el novio guapo con el que pasear, y en cambio para Jodie... la voz de Harry era una de las cosas más bonitas del universo. Quizá, por una vez, necesitaba que alguien le reconociera sus esfuerzos, sus intentos de ser romántico, su amor. Solo por una vez.
Caroline empezó a caminar rápido, por el plató, sin que la actuación de los chicos hubiera terminado y Harry se temió lo peor. ¿¡Por qué había sido tan estúpido!? Acababa de meter a Jodie en un lío en el que no debía estar. Pero no podía hacer otra cosa que no fuera cantar.
Su chica se acercaba con paso decidido hacia el público y sus tacones hacían un ligero ruido por encima de la música, como si quisieran hacer eco de su enfado. Las chicas la vieron acercarse y también se temieron lo peor, sobre todo Jodie quien rodó los ojos.
Cuando llegó al lado de ellas se acercó a la más pequeña y la cogió del brazo, arrastrándola fuera del plató, lejos de la mirada de Harry, lejos de todos. Ahí, en ese terreno, alejada de todo el mundo Caroline era más poderosa y podía ser la malvada bruja que era y ambas lo sabían.

-
          A ver, niñata, estúpida... cuando te he visto no te he echado a patadas del plató por respeto a mi novio, porque te lo creas o no... él es mi novio. Mío. ¿Entiendes? Y no sé que le has hecho pero le caes bien. O mejor que bien, diría yo. - Caroline apretó el brazo de Jodie quien se quejó ligeramente. - Pero te advierto... que si veo una cosa sospechosa, sólo una, como la que acabo de ver... estás acabada Jodie. Te lo juro como que me llamo Caroline Flack.

-
          Mira, Caroline Flack... – empezó a decir Jodie soltándose del agarre de la presentadora con un golpe brusco. - No te tengo miedo y tus amenazas me dan igual. Y te voy a decir una cosa yo a ti: yo tengo novio y él no va besando a otras por ahí. Así que creo que la que deberías replantearte hacia donde va tu relación: yo no soy el problema, eres tú. Con tu maldita actitud de diva y de “soy la mejor” alejas a la gente y haces que te cojan asco. - la pequeña cada vez estaba más enfadada y no podía evitar elevar el tono de voz. - Harry te quería, ¿lo sabes? Bueno, de hecho te quiere, pero tus desplantes y tu manera de actuar con él le está haciendo cambiar de opinión y buscar otras personas que le valoren. Y que casualidad que yo si que lo hago. - Caroline enarcó una ceja ante las palabras de la chica. Nadie le había hablado así, nunca. Y Jodie suspiró preparándose para lo que le iba a confesar. - Y le quiero. ¿Sabes? Le quiero. Cosa que dudo que tu hayas hecho jamás. - Jodie tenía lágrimas en los ojos, lágrimas de impotencia y de tristeza. Se las secó con la mano porque no quería que ella la viera llorar. - Y ahora si me disculpas voy a terminar de ver el programa.

Jodie salió corriendo hacia el plató y se sentó en su sitio, otra vez. Las lágrimas caían por sus mejillas sin cesar porque sabía que, de alguna manera, después de haberle dicho eso a Caroline había perdido a Harry para siempre. Él la miró en la distancia, todavía desde el escenario donde la canción llegaba a su fin, y Jodie se dio cuenta de que su mirada estaba llena de preocupación. Ella negó con la cabeza, quitándole importancia al asunto, y sonrió lo que no sabía es que aquel gesto no había tranquilizado para nada al chico de rizos.

La gala terminó como después y fue como si el encuentro entre las dos chicas no se hubiera producido. La gente abandonó poco a poco el plató, entre ellos, las tres chicas que hablaban animadamente sobre cualquier tema poco interesante pero que mantenía distraída a la pequeña Jodie de su trifulca con la presentadora. Pero entonces alguien cogió del brazo a Jodie, ella esperaba girarse y encontrarse a Harry aunque desgraciadamente no fue así. Al girarse encontró una cara que no reconocía y se extrañó demasiado.

-           ¿Eres Jodie? ¿Jodie Simons? - preguntó el chico. Ella asintió confusa.

-
          ¿Y tú eres?

-
          Soy Adam, Adam Brown. - dijo él. - Necesito hablar contigo. - Jodie enarcó una ceja. ¿Qué demonios quería ese tal Adam Brown de ella? - Es importante. 

 Cheers and kisses, 
Mery, xx!  

2 oct 2013

You Belong With Me: Capítulo cuarenta y nueve.

¡HOLA A TODAS!
Sorry, una vez más, por tardar tanto pero he empezado el colegio y tengo horario de tardes.... y es agotador. Casi no tengo tiempo para nada. De tres a nueve estoy en clase y por las mañanas tengo que hacer deberes y escribir y ducharme y comer y todo.... intento escribir siempre que puedo y voy haciendo... pero os pido, pls, que lo entendáis.
Ahora sí, os dejo el capítulo cuarenta y nueve con la promesa de que subiré pronto. Más pronto de lo que os esperáis. Me pondré hoy mismo y mañana a adelantar capítulos y demás... ¿vale? <3
Espero que os guste y esas cosas de siempre.


Capítulo cuarenta y nueve: La gran noche.

The X Factor era uno de los concursos televisivos que más dinero daba en el mundo debido a su alta audiencia y su excesiva popularidad. Era tanta su popularidad que de emitirse solo en el Reino Unido pasó a emitirse a escala mundial y muchos otros países como Francia, España, Estados Unidos, etc, se unieron a hacer sus versiones del programa. Y por ese mismo motivo la mayoría de personas que querían iniciarse en el mundo de la música se presentaba a ese programa como los chicos de One Direction hacía ya unos años.

Después de unos cuantos trámites One Direction (y sus acompañantes) iban a asistir al programa como invitados especiales. La emoción se palpaba en el ambiente: las fans que habían ido a verles, ellos, los concursantes... todos estaban contentos y nerviosos. Iba a ser una noche llena de cosas que nadie se esperaba.

* * *

Jodie estaba sentada en el césped del patio trasero de su casa desde la noche en que Harry fue a visitarla ese sitio se había convertido en uno de sus lugares preferidos... ¡por qué sería! Le gustaba sentarse allí con sus libros a leer o a observar el cielo o a pensar en todos los cambios que había dado su vida desde que había conocido a esas personas que jamás pensó que llegaría a conocer y, mucho menos, a tener una relación tan cercana con ellos. Sonreía a menudo, sintiéndose afortunada, pensando si realmente podía llamarlos amigos. Y a veces sonreía más cuando pensaba que quizá, si el destino quería, el chico de rizos estaba a otro nivel, algo más allá de la amistad. Aunque siempre lo había estado.

Su teléfono empezó a sonar y, como no podía ser de otra manera, sonrió al ver que era Harry quien la llamaba.

       -   Holis - dijo ella.
       -   ¿Holis? ¿Desde cuando eso existe, Jodie? - rió Harry al otro lado del teléfono.
       -   Desde siempre. ¿No te lo había dicho nunca?
       -   No.
       -   ¡Pues vete acostumbrando ricitos!
       -   Lo intentaré - ambos se quedaron en silencio unos segundos y entonces el chico volvió a hablar. - ¿que hacías?

Jodie se mordió el labio. ¿De verdad la llamaba solo para saber que hacía? Quizá la echara de menos y quería escuchar su voz. Sólo de pensar eso el corazón de la chica dio un vuelco. Harry echándola de menos. A ella. Increíble.

       -   Estaba en el jardín, pasando el rato, ¿y tú?
       -   Así que en el jardín, eh... - siseó él. - Creo que ya sé por qué.
       -   ¡Harry! - le reprochó Jodie muerta de vergüenza, se había sonrojado y todo.
       -   No te preocupes, si hubiera sido en mi jardín también me pasaría las horas allí. - esta vez fue Harry quien se mordió el labio, nervioso por la reacción de la chica a aquellas palabras demasiado sinceras.
       -   ¡Qué tonto! - los dos rieron.
       -   Oye, Jodie... - empezó a decir. - Tengo una sorpresa para ti.
       -   ¿Lo dices en serio?
       -   ¿Me quieres dejar hablar? - ella rió armoniosamente y aquello sonó como música celestial en los oídos de Harry quién tomo esa risa como una respuesta afirmativa a su pregunta. - Tú y Sam podéis acompañarnos al plató a la gala de Factor X.

La chica no se podía creer lo que le acababa de decir. Ella y Sam acompañándoles a la televisión. Eso no les pasaba a las chicas normales de Londres. Empezaba a pensar que un extraterreste se había apoderado de su vida y que, por eso, la suerte estaba de su parte desde hacía ya bastante.

* * *

Obviamente Jodie aceptó la invitación encantadísima aunque regateó un poco las condiciones y añadió a Anne al pack de las acompañantes. Claro que esta última no tenía la condición de fan que las dos amigas pero desde hacía ya un tiempo no tenía ganas, ni fuerzas, para despegarse de Niall. Estaban casi siempre juntos, como solían hacerlo antes. Así que, a pesar de su pánico a la fama y a que la relación de Niall y ella se hiciese pública accedió a ir al programa. Podría ser divertido, muy divertido.
Los chicos y ellas quedaron en que se verían todos en la estupenda casa de las afueras que poseía el grupo británico y que de ahí irían todos, en diferentes coches, hasta los estudios de televisión.

Harry y Simon fueron los conductores elegidos para esa noche, cada uno llevaría su coche y se verían en los estudios. Llegaron a su destino cerca de las ocho de la tarde y aquello estaba que echaba humo: había un montón de gente preparándolo todo, corriendo de un lado para al otro... Pero a pesar de eso, al ver pasar a los chicos de One Direction junto a sus acompañantes, todos se giraban y se paraban a saludarles. Era una sensación extraña a la que las chicas no acababan de acostumbrarse.
Zayn se acercó a las chicas, colocándose al lado de Sam, con su encantadora sonrisa y caminó junto a ellas por los interminables pasillos.

       -   ¿Nerviosa? - le susurró a Sam.
       -   Mentiría si te dijera que no - le contestó ella en el mismo tono. Él chico se carcajeó.
       -   Pues tienes suerte que tu no sales en el programa, sino creo que deberíamos arrastrarte hasta el plató.
       -   ¡Idiota!

La chica intentó pegarle un golpe en el brazo, suavemente pero él lo esquivó y aprovechó el momento para pasarle el brazo por encima de los hombros y atraerla hacia a él en una especie de abrazo amistoso. Sam sonrió y se quedó allí, mientras caminaba por los pasillos. Le gustaba estar tan cerca de Zayn, le gustaba tener tan buena relación con él, y cuando estaban juntos a penas pensaba en Dylan y en las peleas que solían tener. Estar con Zayn Malik era entrar en un universo paralelo de felicidad y glamour que jamás pensaba que se abriría ante ella.

Pocos minutos después llegaron a los camerinos dónde los chicos tenían que prepararse para la gala y las chicas miraban a todos lados, emocionadas.
Lou, la estilista de One Direction, y un equipo del programa estaban peinando y adecentando a los chicos maquillándolos un poco a lo que estos se quejaban, sobre todo Louis.

       -   Yo soy guapo, no me pongas potingues de esos. - se revolvía en la silla. - Por favor - decía con cara de cordero degollado.
       -   Louis hay que poner aunque sea una base de maquillaje porque con los focos saldrás en plan reluciente. - explicó Lou poniéndole corrector debajo de los ojos. - Es una base mate, de tu color, estarás igual y no cambiará tu aspecto. Tranquilízate.

Las tres chicas reían sin parar ante la escena que estaba montando Louis. Sus risas eran lo único que se escuchaba en aquel momento y Harry las miraba desde su silla con una sonrisa en los labios. Su mirada se encontró con la de Jodie que seguía convulsionando de la risa y casi lloraba.

Ella dejó de reír y lo observó. Estaba sentado tranquilamente mientras una chica le peinaba los rizos y le ponía un montón de laca y espuma para que todos quedaran en su sitio... lo que ella no sabía es que en cuanto se fuera Harry se revolvería el pelo y todo su trabajo se iría al traste. Estaba muy guapo. Demasiado.

Y entonces, en ese momento, tan íntimo y preciado para los dos, que solo ellos sabían que estaban compartiendo sonó el teléfono de la chica. Se apresuró a buscarlo y miró quien la llamaba. Aquello la devolvió a la realidad puesto que era Eddie, su novio, quien la llamaba.

La relación entre ambos se había enfriado un poco y, a pesar de que Jodie no había soltado ni una palabra de su encuentro secreto con Harry, Eddie lo sabía. A pesar de todo el chico pelirrojo no había dejado de lado a su novia y seguía estando con ella. Desde el primer momento en que sus labios se tocaron sabría que debería compartirla, de alguna manera o de otra, con su querido amigo y cantante famoso. Era así. Él no podía cambiar los sentimientos de la pequeña Jodie, simplemente podía quererla.

       -   Eddie, amor, ¿qué tal? - dijo Jodie, girándose para no seguir mirando a Harry mientras hablaba con el pelirrojo.
       -   Muy bien, cansado, pero bien. - rió él al otro lado de la línea. - ¿Cómo va por los estudios? ¿Nerviosa?
       -   Un poco. - admitió. - Ahora estamos en el camerino mientras los chicos se ponen guapos. La gala empezará en breves y nosotras nos quedaremos entre el público. ¡Estoy muy emocionada! - se escuchó una carcajada general en la sala por el entusiasmo de Jodie y ella se ruborizó. - ¿Verás el programa?
       -   ¿Cómo iba a perdérmelo? Son mis amigos.
       -   Ya pero como.... bueno, eso. - suspiró ella y, ahora sí, miró a Harry quién de alguna manera supo que aquella frase hacía referencia a su persona.
       -   Jodie... - advirtió el pelirrojo. - No le des más vueltas. Disfruta de la noche y ya hablaremos mañana.
       -   Vale, lo haré. Gracias.
       -   De nada, cariño. - ella sonrió ligeramente. - Te veo mañana. Un beso.
       -   Adiós, Eddie.... te quiero. - Harry desde su silla enarcó una ceja pero no dijo absolutamente nada.
       -   Yo también a ti, pequeña. Adiós.

Jodie colgó el teléfono y se quedó sentada, en silencio, sin intención de comentar nada sobre eso. Pero lo que no había tenido en cuenta de que estando con los chicos de One Direction, si querías tener secretos, lo mejor era no decir nada.

       -   ¿Qué dice Eddie? - preguntó Louis.
       -   Nada, que va a ver el programa y que me lo pase bien.
       -   ¿Va a vernos? - esta vez habló Harry, sorprendido.
       -   Sois sus amigos. - se limitó a decir ella.
       -   Eddie es un buen tipo. - comentó Niall.
       -   Sí, sí que lo es.

Durante la conversación que estaban manteniendo que, poco a poco, fue derivando a otro tema gracias a la ayuda que las chicas prestaron a Jodie hablando sobre cualquier otra cosa que no fuera Eddie, los chicos acabaron de arreglarse y en menos de diez minutos estaban vestidos, peinados y maquillados.

Así que los cinco chicos acompañados de sus tres amigas (o algo más), Simon y un equipo del programa se dirigieron hacia el plató. El público, al verles entrar, se volvió como loco y, por suerte, el programa aún no había empezado.

En las primeras filas había tres sitios reservados, para las tres chicas, que ya se quedaron allí separándose, sin apenas poderse despedir de los chicos. Se sentaron y se dedicaron a comentar todo y a hablar entre ellas hasta que el programa empezara, para lo que quedaban (aproximadamente) quince minutos.

Diez metros más allá se produjo un reencuentro que a todo el mundo le pareció tierno menos a Jodie. Caroline Flack, perfectamente emperifollada, corría haciendo ruido con sus tacones kilométricos hasta los brazos de su novio, Harry Styles. Al llegar a su altura saltó y él la cogió en brazos, estrechándola contra él. Al bajarla se dieron un corto beso y el público silbó y aplaudió. Aunque, también se notó la presencia de algunas fans que, como a Jodie, tampoco les había gustado aquella imagen. 
 
Harry rodó los ojos al escuchar comentarios como: “Harry déjala ya”, “Caroline eres una guarra” y demás. Y se carcajeó mientras la estrechaba otra vez junto a él. Pero entonces, se acordó, por un segundo, de Jodie. Se imaginó que era ella la que tenía en sus brazos y se sintió más feliz, más completo, sin saber por qué.

       -   Me alegra mucho que Simon haya accedido a que vengáis. - dijo Caroline sinceramente.
       -   Porque te conviene – rió su novio.
       -   Solo a ratos. - rió ella también. - Aunque me han dicho que habéis traído a acompañantes. ¿Debería ponerme celosa?
       -   Emh... esto... - susurró Harry y giró la cabeza para mirar a Jodie, Sam y Anne que hablaban ajenas a esa situación para bien de la pequeña. Caroline también miró en esa dirección y su cara cambió rápidamente. - No te importa, ¿no?
       -   Estas de coña, ¿no, Styles? - sonaba, claramente, molesta.
       -   Son buenas chicas y fans... los chicos y yo pensamos que les haría ilusión. - explicó el chico, cogiendo de la cintura a su novia, intentando calmarla y distraerla con sus encantos. - Además todas tienen novio, y uno de ellos es Niall Horan.

Aquello hizo que Caroline se sintiera más tranquila. Así que Jodie tenía novio, eh... Eso sería bueno. La mantendría alejada de Harry o eso esperaba. Sonrió falsamente y se abrazó a su chico sin perder de vista, ni un segundo, a las tres chicas.

Un pensamiento, un deseo, cruzó su mente: ojalá aquella noche saliera bien porque sino... podía liarse muy gorda.


Cheers and kisses, 
Mery xx!!