15 dic 2012

You belong with me; Capítulo treinta.

¡TRAIGO OTRO CAPÍTULO! YUUUUUUUUUUUUUUUUUUJU. El número treinta.
Bueno, he de decir que ahora empezaré los exámenes otra vez y tengo que acabar el trabajo de recerca... así que intentaré escribir y colgar pero no sé si será posible.
Respecto a este capítulo he de decir que me pidieron escenas Hodie, y yo también tenía ganas de escribirlo, así que nada... espero que os guste mucho.
Ah, y va acompañado de una canción que se llama "She's killing me" de A Rocket to the Moon. Es muy adecuada para la relación Jodie-Harry. Aunque en este caso sería de ella hacía él; sería más un... "he's killing me". Pero también se puede aprovechar el significado original puesto que a Harry también le esta volviendo loco esa relación, si es que se le puede llamar así.
Dicho esto... espero que os guste, xx :)

Capítulo treinta: No me hables.
Ni Jodie ni Sam habían sabido nada de su amiga Naomi desde hacía un par de días. Concretamente desde ese día en que ella confesó que se había acostado con Louis. Ambas estaban dolidas y resentidas con ella por varios motivos. Primero: él era uno de sus ídolos y, quieras que no, les daba envidia y rabia. Segundo: Eleanor era su amiga y aunque ella no hubiera obligado a Louis a nada, no debería haberlo hecho. Y tercero: había demostrado no tener corazón diciéndole ciertas palabras a Jodie. Palabras que la pequeña no se podía sacar de la mente. Pero, después de todo, ambas se estaban dando cuenta de que no la echaban de menos. Y seguían con su vida con totalidad normalidad.
Naomi no se molestó en contactar con ellas; quiso alejarse de todo lo que tuviera relación con One Direction y eso, también, las implicaba a ellas. Se dedicó a entretenerse leyendo y trabajando, total, no podía hacer nada más.
Los días pasaron y quedaba un día para el concierto al que Jodie y sus acompañantes podían asistir en calidad de personas importantes. Ella y Sam estaban emocionadas no, lo siguiente. Pero tenían un problema…
-Te sobra un pase… ¿Qué harás con él? – preguntó Sam.
-No lo sé. – Jodie se rascó la cabeza. - ¡Tengo una idea!
-¿Qué? ¡Cuenta!
La pequeña sacó el teléfono del bolsillo y marcó el número de Anne. Un pitido, dos pitidos, tres.
-¿Jodie? – contestó la chica.
-¡La misma! – rió.
-Que sorpresa, no esperaba tu llamada. ¿Cómo estás?
-Estupendamente. – mintió. - ¿Y tú?
-¿Estupendamente? No sé porqué no me lo creo.
-Pues créetelo.
-Lo siento, puede que a ti sí… pero a mí no me engañas. – Jodie suspiró. - ¿Sabes algo de él?
-No, ni quiero.
-Ya, claro.
-¿Por qué me lo cuestionas todo? – rió.
-Te lo he dicho antes: no te creo.
Sam no se enteraba de la conversación puesto que solo escuchaba a Jodie hablar. ¿Qué estaría cuestionándole Anne? Se encogió de hombros. Qué más daba… fuera lo que fuera se acabaría enterando.
-Serás…
-¿Adorable? – la cortó ella.
-No era eso lo que iba a decirte.
-Ya lo imaginaba. – ambas rieron. – Bueno… ¿Y a que se debe tu llamada?
-Ah, eso… Me preguntaba si ibas a ir al concierto de los chicos mañana en Londres…
-¿El de mañana? No. – Jodie sintió que la sonrisa de su amiga desaparecía de su rostro. - Vosotras sí, ¿no?
-Sí, nosotras sí. ¿Por qué no vas?
-No tengo tiempo. – mintió.
-Mientes.
-¡Mierda Jodie! ¿Cómo lo sabes?
-Se te nota en la voz. – rió. - ¿Es por Niall?
-Sí, él me invitó a ir pero me negué. – suspiró. – Se me hace difícil estar cerca de él.
-¡Tócate los huevos! Y a mí de Harry y aquí estoy.
Las dos rieron y Jodie se encogió de hombros. No iba a dejar que un chico, y mucho menos él, le arruinara uno de sus regalos de cumpleaños. No le dirigía la palabra, sería como si él no estuviera, y asunto resuelto. ¡Que le den!   
-No es lo mismo… - empezó a decir Anne.
-Venga, vente con nosotras. Tengo un pase VIP que lleva tu nombre.
-¿En serio?
-¡Claro que sí! – rió. – Ven, disfruta, sé feliz y acércate a Niall que lo estás deseando.
-Eres mala, Jodie.
-Lo sé, pero me quieres. – Anne suspiró, era cierto. Aquella chica se hacía querer. – Te pasamos a buscar mañana a eso de las cinco. ¿Vale?
-Perfecto. ¡Hasta mañana!
-Hasta mañana. – ambas colgaron.
Asunto solucionado. Las tres iban a ir juntas al concierto de los chicos. Ahora solo debía solucionar el minúsculo problema de Harry. Quería y no quería verle. Quería y no quería hablarle. Quería y no quería quererle. ¿Por qué era todo tan complicado? Suspiró. Optaría por la opción más rápida aunque también más dolorosa; Harry había dejado de existir desde aquel preciso momento. O eso quería creer.
El tiempo pasa demasiado rápido cuando no quieres que llegue un momento concreto. Y eso le había pasado a Jodie. Sin darse cuenta se encontraba en el coche de camino al concierto acompañada por Sam, Anne y Dylan –quien gentilmente se había ofrecido a llevarlas-.   
-Hemos llegado. – anunció el chico.
-Gracias por traernos, amor. – dijo Sam dándole un tierno beso.
-Es un placer, princesa. – suspiró y clavó los dedos en el volante. – Pasarlo bien.
Las chicas se bajaron del coche y, a pesar de que en sus palabras no había hostilidad, todas pudieron notar que Dylan estaba molesto.
-¿Qué ha pasado?
Sam entendió lo que Jodie quería decirle y suspiró.
-Nos peleamos. No quería que viniera.
-¿Por qué? – inquirió Anne.
-Cree que me iré con Zayn y le dejaré. – Jodie sonrió. – No entiende que le quiero, Zayn es un amor totalmente platónico.
-Pues parece ser que el señorito Dylan es más celoso de lo que pensábamos. – comentó la pequeña.
-Eso parece.
Divisaron una gran cola de gente y Jodie se sintió algo mal por pasar delante de ellas con todo el morro y un pase VIP colgado al cuello. Las miraban algo mal, pero en el fondo lo comprendió… ella también lo haría si estuviera en la cola. Además pensó que quizá la recordarían por ser la supuesta amante de Harry.
En la puerta había unos cuantos seguratas, de aquellos de dos metros, que al ver los pases de las chicas sonrieron y les abrieron las puertas. Ellas en silencio pasaron guiadas por uno de estos armarios andantes.
Tras caminar por pasillos y demás durante unos diez minutos llegaron a la zona de camerinos. Jodie suspiró. Aquello iba a ser más duro de lo que esperaba.
-¿Preparadas? – susurró Sam.
-No del todo. – dijo Anne resumiendo lo que ambas sentían.
-Sé que lo podéis hacer. – las animó.
El segurata sonrió mientras se paraba delante de la puerta. Picó a ella y dijo con voz grave:
-Chicos… han llegado vuestras invitadas.
Acto seguido todo fue muy confuso y rápido. Se escucharon los gritos de Louis Tomlinson, seguidos de la risa de Niall, y una reprimenda de Simon. Por la puerta apareció Danielle que les abrió con una sonrisa en los labios.  
-¡Qué bien que ya estéis… - empezó a decir. -¡Anne! – gritó.
Las dos chicas se abrazaron y Niall corrió a la puerta. ¿Anne había venido? ¿En serio? Su sonrisa se ensanchó.
-¡Al final has venido!
-Ya ves… - rió. – La pequeñaja que me lía.
-Me alegro de que hayas venido – dijo Niall mirándola.
-Yo también me alegro. – contestó.
Sonrieron. Y las chicas pasaron al camerino. Jodie examinó la sala; ni rastro de Harry. Sonrió. Por lo menos podría disfrutar un poco. Saludaron a todos los chicos y se pusieron a hablar animadamente. Todos estaban muy emocionados; ellos porque era el último concierto, ellas porque verían todo lo que pasaba desde un lugar privilegiado.  
-En breves iremos a hacer las pruebas de sonido – comentó Liam.
-¡Qué emocionante! – dijo Sam entusiasmada. Todos rieron.
-Vendréis, ¿no?
-¿Estás de broma? – esta vez habló Jodie. – Claro que iremos, Zayn.
-¡Bien!
Niall gritó imitando la reacción anterior de Sam y ésta le dio un golpe en el brazo. Todos estallaron en carcajadas sin poder evitarlo. Sam se sonrojó. Después de todo seguía siendo una fan y aquellas cosas la emocionaban.
Justo en aquel momento Jodie divisó una silueta acercarse. Era Harry. Se tensó al verle. Iba con una toalla anudada a la cintura y su cuerpo estaba cubierto de gotas de agua. Se iba secando el pelo con otra toalla, y ni tan siquiera se había percatado de su presencia.
-Eh, chicos sabéis donde está mi…
Levantó la cabeza y vio allí a todas las chicas, incluida a Jodie.
-¡Uh! Ya está aquí el exhibicionista.
-Cállate, Tomlinson. – dijo molesto. – Hola chicas. – saludó después algo más amable.
-Hola – murmuraron.
Se creó cierta tensión en el aire y un silencio demasiado profundo.
-¿Qué querías? – dijo Zayn.
-No encuentro mi móvil. – se excusó encogiéndose de hombros.
-Está en la sala esa donde nos maquillan y eso… encima de la mesa.
-Gracias, Liam.
-De nada.
Harry se marchó y se quedaron allí todos, en silencio.
Poco después se encontraban en las pruebas de sonido. Los chicos ensayaban la mayoría de canciones que cantarían más tarde. Y las chicas, sentadas en plan indio, en un lado del escenario cantaban, reían y bailaban.
Durante todo el rato Harry no apartó la vista de Jodie y ella, algo incomoda, intentaba no devolverle las miradas. ¡Aquel chico iba a matarla! ¿Cómo podía actuar así después de todo lo que le dijo? ¿Y cómo pretendía que ella se resistiera a sus miradas?   
-¡Muy bien chicos, hemos terminado! – anunció Simon.
Las chicas estallaron en aplausos y Louis, Niall y Zayn hicieron una reverencia riendo. Tenía pinta de ser una gran noche. Todas se levantaron rápidamente excepto Jodie que se quedó mirando el inmenso recinto. Iba a ser un concierto muy grande.
Caminaban por los pasillos de vuelta a los camerinos, porque los chicos tenían que prepararse, en pequeños grupos: Eleanor, Louis y Niall iban los primeros, seguidos de Anne, Sam, Zayn  y Liam. Jodie los miraba situada la última en aquella procesión mientras pensaba dónde demonios estaría Harry.
-Jodie… - dijo alguien mientras la cogía del brazo.
Se giró y le vio. ¡Mierda! ¿Por qué a ella? Suspiró y sacudió el brazo para librarse de su agarre.
-Escucha… yo…
-No, no escucho, Harry. – dijo ella.
Siguió caminando por el pasillo seguida muy de cerca por él. Aceleró el paso y llegó a la puerta del camerino. La abrió rápidamente, pasó al interior y la cerró con fuerzas en las narices del chico. Sonrió. Já. Esta vez no iba a ganar él, por muy difícil que le resultara hacerse la dura.
Segundos después Harry abrió la puerta enfadado. Y miró a Jodie, quién le aguantó la mirada. Todos los demás se miraron sin entender nada. Estaba claro que había pasado algo, pero nadie (excepto Sam) lo sabía. Él se acercó bajo la mirada expectante de los presentes y se sentó al lado de ella.
-Jodie… - volvió a susurrar.
-Que no me hables. – respondió ella levantándose.
Él la cogió del brazo otra vez. ¡Debía hablar con ella y explicarle las cosas! No quería estar así; no podía estar así. Y ella no entraba en razones. Suspiró. En parte la entendía ya que él se había pasado de la ralla.
-Por favor… déjame explicártelo. – le pidió.
Ella se giró. Tenía el semblante serio y Harry se asustó. Jamás la había visto así.
-Te lo repito, no me hables.
-Pero yo… - volvió a insistir.
En aquel preciso instante la mano de la chica impactó fuertemente sobre la cara de Harry, quién no podía creer que Jodie acabara de pegarle una hostia. Se tocó con su mano la zona afectada que, aunque él no lo sabía, estaba roja y empezaba a inflamarse.
-Te he dicho que no me hables. – repuso seria ella. Dicho esto se alejó junto a Eleanor y Danielle hacía otro lugar del recinto.

9 dic 2012

You belong with me: Capítulo veintinueve.

Hi there girls! Acabo de terminar el capítulo... como odio no tener tiempo para nada... de verdad. Espero poder hacer un maratón de escribir para no ir tan estresada con los capítulos. No me gusta escribir uno y tener que subirlo rápido. Siento que con la prisa de tener que subirlos me quedan peor. Pero bueno... este capítulo tiene más escenas tensas, y el siguiente ya ni os cuento (no está escrito, pero sé lo que pasará, es lo que tiene ser la autora jeje).
Pues nada, este capítulo tiene como canción una de Taylor... *redoble de tambores*
WE ARE NEVER EVER EVER GETTING BACK TOGETHER. 
Y nada... ya veréis que por fin el personaje que debía marcharse, se marchará... así que creo que ya está todo dicho.
Enjoy it!! <33


Capítulo veintinueve: Deslices y relaciones complicadas.
Esa misma tarde, poco después de que Louis se marchara de aquella manera de casa de Naomi, se habían reunido las tres amigas en casa de Sam.  Hacía tiempo que no estaban las tres juntas por diferentes motivos: Jodie estaba estudiando y  triste por el tema Harry, Naomi no hacía otra cosa que intentar liarse con Louis y Sam vivía su feliz vida de enamorada con Dylan.  
Pero después de todo allí se encontraban, otra vez, dispuestas a compartir una tarde de confesiones como solían hacerlo antes. Se sentaron todas en la alfombra de color azul de la habitación de Sam rodeadas de cojines y comida y allí se pasaron toda la tarde hablando.
-Y bueno… con Dylan qué, Sam, ¿todo bien? – preguntó Jodie.
La pequeña estaba contenta de poder alejarse de todo su drama personal por lo menos durante unas horas. Luego, cuando volviera  a casa, seguiría sumida en sus pensamientos sobre lo idiota que podía llegar a ser Harry.
-Genial. La verdad es que muy bien. – sonrió la aludida.
-¿En serio? ¡Me alegro! Es la relación más larga que has tenido nunca. – rió la pequeña.
-Cállate idiota.
-Se te ve feliz. – comentó Naomi.
-Lo soy. – la rubia cogió una patata frita.
-Que suerte chica…
Jodie rodó por la alfombra. A ella le gustaría ser feliz con su príncipe azul. Pero se estaba dando cuenta de que su adorado príncipe se estaba destiñendo. Quizá no era tan príncipe como ella pensaba, quizá era más un ogro. Pero un ogro guapo, añadió para sí.
-Serás tonta, tú también puedes ser feliz. – Sam le tiró un cojín. Jodie puso los ojos en blanco. – Si te olvidas del rizos.
-Mira… mira… ni me hables de ese impresentable.
-¿Qué ha pasado? – inquirió Naomi.
-Hemos discutido. – resumió la pequeña. No quería hablar del tema. Pero sus amigas se lo sonsacarían, estaba segura.
-¿Tengo que llamar a Dylan para que le pegue?
-No Sam, gracias.
-Pero… cuéntanos mujer, somos tus amigas. Queremos ayudarte.
-Veréis... Harry se presentó en mi casa esta tarde, después de comer, más o menos. Y había cierta tensión en el aire. No me preguntéis como, pero sabía que íbamos a discutir…
Jodie les contó todo lo sucedido a sus amigas, con pelos y señales. Sam y Naomi no habrían imaginado nunca algo como aquello y mucho menos habrían imaginado que él podía ser tan cruel si se lo proponía.
-Que te diga que está con ella y que tienes que aceptarlo lo entiendo… - empezó a decir Sam. – Yo también te lo he dicho. Pero de ahí a que te diga que es igual de inalcanzable como antes de que lo conocieras… me parce de capullo total.
-Totalmente. – admitió Naomi.
-No pienso dirigirle la palabra nunca más.
Sam no estaba segura de que aquella afirmación se cumpliera. Jodie perdía el culo por Harry y todos lo sabían. Incluido él. La chica resopló. ¿Cómo podía ser tan estúpido? Algún día Harry y ella iban a tener una larga conversación.
-Sam, y tu tema con Zayn… ¿qué? – preguntó Naomi.
-Ah… - musitó. – Bueno, no sé, normal.
-¿Qué es normal? Hace mucho tiempo que no te veo cerca de él.
-Eso es un normal. Se supone que tengo novio. No puedo andar correteando por ahí con una superestrella. No quiero salir en las revistas y que Dylan mate a Zayn por algo que no existe.
-¿Cómo que no existe? ¿Has visto como te mira? – rió Jodie.
-No seas idiota. Me mira con los ojos. Y punto.
-Qué cabezota eres. Se nota que eres rubia.
-¿Y eso que tiene que ver, enana? – rió.
-Nada. – Jodie le tiró otro cojín a su amiga.
Naomi lo observaba todo en silencio. Con aquel panorama amoroso tan deprimente, ¿cómo iba a contar ella lo suyo? ¿Y cómo se lo iban a tomar sus amigas? Suspiró. Ella necesitaba contárselo a alguien y poder tener consejo. Saber qué hacer.
-Chicas… - empezó.
-¿Si? – preguntó Sam untando un palito de pan en la nocilla.
-Necesito contaros algo.
-Dispara. – la animó Jodie.
-No sé por dónde empezar… es difícil de explicar para mí.
-Empieza por el principio, suele ser efectivo. – rió la rubia.
-Idiota.
-Sí, lo que tu digas, pero cuenta. – apresuró Jodie.
Naomi suspiró profundamente. Ya no había vuelta atrás. Debía contárselo. Eran sus amigas, seguro que la entenderían y le darían consejo. O eso era lo que ella esperaba.
-Louis y yo nos acostamos hace un par de días. Y hoy casi vuelve a pasar.
-¿¡QUÉ!?- gritó Jodie.
-Pues eso… quedamos un día, en su casa, cuando los chicos no estaban… y bueno, no sé cómo pasó. Pero pasó. Y hoy nos habíamos citado con la intención de repetirlo pero ha dicho que no podía hacerle eso a Eleanor y no sé qué.
-¡Normal! Eso debería habértelo dicho el primer día. – Sam abrazaó a un cojín y resopló.  -¿Y ahora qué?
-Dice que no puede volver a verme. No por lo menos para “darme lo que quiero” – las últimas palabras las dijo imitando su voz y haciendo unas comillas con las manos.
-Me cago en todo… Naomi te avisé. ¡TE AVISÉ! – gritó la pequeña.
-¿¡Y qué quieres que le haga!? ¡LA CULPA ES SUYA POR PONERLE LOS CUERNOS A SU NOVIA!
-Pero tú eres la otra. – musitó. Esa situación le sonaba. La única diferencia es que ella se había tirado a Louis y ella solo se había llevado un beso misericordioso por parte de Harry. – Pobre Els.
-¿Os vais a poner de su parte? – preguntó Naomi algo molesta.
-No si te parece. Eres tu quien la cagas y te vamos a defender. – contraatacó Sam.
-Pero… sois mis amigas.
-Y Els, desde hace unos meses, también es amiga nuestra. DE LAS TRES. Pero ya veo lo que respetas a las amigas… - musitó Jodie.
-¡YO NO OBLIGUÉ A LOUIS! – gritó.
-Ya, pero igualmente te lo has tirado. Y seguramente hayas jodido su relación.
-Por favor… Louis no era la primera vez que se tiraba a otra.
Eso era cierto. Jodie recordaba la charla con Eleanor en la que ella le contó que eran ambos como espíritus libres que a veces tenían necesidades más allá de su relación. Y ahora lo entendía todo. Louis era el espíritu libre, ella solo lo aceptaba porque le quería. Pero parecía que al final el pajarito que siempre había sido libre quería volver a su casa, donde le gustaba estar.   
-Te lo dije… ¿o no? – volvió a repetir.
-Sí. Lo dijiste. Pero ya está hecho el mal.
-¡Ni que lo jures!
-Jodie, quieres dejar de hablarme así. – levantó más la voz.
-¿¡Y QUÉ COÑO QUIERES QUE TE BAILE EL AGUA POR TIRARTE A LOUIS!?
-AH, CLARO TU ESTÁS CELOSA PORQUE NO TE HAS TIRADO A HARRY. YA LO VOY PILLANDO.
“¡Será gilipollas! ¡Otra como Harry!” pensó. Los ojos se le empañaron y unas tímidas lágrimas cayeron por sus mejillas.
-Naomi, tú y yo hemos terminado. – se levantó de la alfombra. – Eres como él. Un ser sin escrúpulos arruina vidas.
Se encaminó hacia la puerta, despidiéndose con una sonrisa de Sam, dándola a entender que entre ellas no había ningún problema.
-Y que sepas que me pondré de parte de Els, ella no se merecía esto. – suspiró. – Búscate la vida, y arréglatelas tu sola, a mi no me busques más.
Sam y Naomi se quedaron allí discutiendo sobre el tema. Y la cosa no acabó como la mediana esperaba. Sam también se posicionó del lado de Eleanor. Estaba de acuerdo en que no había hecho las cosas bien, pero las amigas se apoyan, ¿no? Pues parecía ser que no. Cuando Naomi se marchó de casa de Sam, enfadada, se dio cuenta d que no quería volver a saber nada más de Louis Tomlinson, ni de One Direction.
A unos cuantos kilómetros de allí Harry estaba tumbado en su cama pensando mirando al techo. Se sentía como un idiota por haberle dicho esas cosas a Jodie, cosas que en realidad no pensaba. Bueno, quizá sí, pero no exactamente. Él no quería quererla, él quería querer a su novia pero cada día le resultaba más difícil.
Se revolvió en la cama y tiró el cojín al suelo. “Styles, intentas arreglarlo y cada vez la jodes más. Vas a necesitar ayuda”, pensó. ¡Eso era! ¡Ayuda! Sí, sus cuatro amigos le ayudarían a encontrar una solución satisfactoria. En breves sería el concierto en Londres, el último, y Jodie y sus amigas tenían pases VIP. Sería la oportunidad de oro para hablar con ella y explicarle la situación que tanto daño les hacía a ambos. Sonrió. Quizá la suerte estuviera de su parte y, por una vez, le salieran las cosas como estaban planeadas.
En otro lugar de la ciudad una pareja arreglaba sus diferencias de manera civilizada. Eleanor ya intuía que su novio no se había portado muy bien aquellos días y creía adivinar el motivo. Otro pequeño desliz del señor Tomlinson. Suspiró. ¿Cuántas veces iban ya? No lo sabía. Había perdido la cuenta. Pero parecía que las palabras de arrepentimiento de Louis eran sinceras, más que las otras veces. Se lo notaba en los ojos.
-De verdad, Els, que lo siento muchísimo. Me he dado cuenta de que te quiero… - suspiró. – Quiero decir… me he imaginado como lo pasabas tú, y como lo pasaría yo si tu hicieras lo que hago yo y no he podido soportarlo.
-Louis, no te tortures más. Sé que estás arrepentido. Y lo más importante, sé que me quieres.
-¿Me perdonas, otra vez?
-Sí. Te perdono. – Eleanor abrazó a Louis, que tenía los ojos llorosos.
Estaba muy arrepentido. Arrepentido como jamás se había sentido antes. Y se había dado cuenta de que lo único que valía la pena en su vida, aparte de su trabajo, era ella. Eleanor suspiró. Si sus amigas lo sabían volverían a decirle lo mismo: “Louis está jugando contigo, se ríe de ti en tu cara, como siempre lo ha hecho.” Y ella no quería creerlas. Quería intentarlo de verdad. Pero, esta vez, se iba a curar en salud. Porque siempre es mejor prevenir que curar.
-Louis, te perdono pero es la última vez. Debes prometérmelo. – él asintió. – No sé si a la siguiente podría perdonarte, otra vez.
-Te prometo que no habrá próxima vez. Quiero empezar de nuevo y tratarte como siempre te has merecido. Seré lo que tú quieras que sea, haré todo lo que necesites que haga. – Eleanor sonrió. Este Louis era el del que ella se había enamorado y que sus amigas no eran capaces de ver. – Quiero que seas feliz.
-Soy feliz si estás conmigo. Soy feliz si me dices que vamos a empezar de cero. Soy feliz, Louis, porque me quieres.   
Fue entonces cuando empezó el verdadero cuento de hadas en el que ambos eran los protagonistas.  

25 nov 2012

You Belong With Me; Capítulo veintiocho.

Hi there again! Sé que no es lo habitual que suba dos días después de haber subido... pero ha habido una serie de cambios y circunstancias. Primero de todo el cambio principal es que los capítulos serán más cortos la cual cosa me permitirá poder subir antes. Normalmente eran de siete páginas, incluso más, de word.... y tardaba bastante en escribirlos. Entonces, para que no tarde tanto y pueda subir antes... se acortarán a cuatro o cinco páginas de word. Eso hará que hayan más capítulos en menos tiempo. Os favorece a vosotras y a mi también.
Y otra cosa que me ha hecho escribir más rápido este capítulo es que quería quitarme de encima esta situación cuanto antes... y hacer que aquel personaje que ya no me gusta para nada desaparezca lo antes posible. Además de que no podía dejaros mucho tiempo con la intriga de lo de Jodie y Harry (aunque se quedará un poquito más ahí, no me matéis, eh?).
Ah bueno... y... este capítulo quiero dedicárselo a Noelia, su twitter es @awayfrom1D, si queréis seguirla. Porque no sé que ha pasado pero hoy no estaba de humor... así que, nada, guapa que sabes que me tienes aquí para lo que necesites. <3
¡UNA COSA MÁS! Hacía mucho tiempo que un capítulo no tenía canción.... pero este tiene dos, y son las siguientes: "You could be happy" de Snow Patrol y  "One more night" de Maroon 5 (en ese orden).
Espero que os guste.


Capítulo veintiocho: Sólo una noche más.
Harry estaba con la cabeza recostada en el respaldo de su coche. Respiraba fuertemente, y tenía las mejillas mojadas por las lágrimas. Lloraba de rabia y de impotencia. Lloraba porque no era capaz de saber lo que sentía y no era capaz de mantenerlas a las dos felices. Tenía que elegir… y después de aquello estaba clara su elección.
Jodie, sentada en el suelo de su casa apoyada contra la pared de la puerta de salida, lloraba desconsoladamente. ¿Por qué tenía que ser tan cruel con ella? ¿Y por qué ella seguía teniendo la esperanza de que él volviera y la besara con todas sus ganas? ¿¡Por qué!? “Jamás aprenderé” pensó para ella misma. Tenía muchos recuerdos, unas flores medio marchitas y el corazón roto. Y, aún así, lo único que deseaba es que él fuera feliz. Existía una canción que a ella le gustaba mucho que describiría ese sentimiento perfectamente; “You could be happy” de Snow Patrol. Entre lágrimas deseó en lo más hondo de su ser que él fuese feliz y también se prometió que no quería volver  a saber nada de él.
El teléfono de Harry sonó rompiendo la tranquilidad del coche e interrumpiendo sus pensamientos. Miró la pantalla con los ojos llorosos, era Louis. Se secó las lágrimas con la manga de la camisa y contestó.
-¿Diga?
-¡Hey Hazza! ¿Dónde estás? Necesito consejo. – la voz despreocupada de Louis lo animó levemente.
-Ya iba de camino para casa, ¿qué te pasa Lou?
-He quedado con Naomi y que ponerme.
-Ponte lo de siempre, estás muy guapo con tu camisa de marinero. – Harry sonrió levemente.
-Eso había pensado. – se quedaron ambos en silencio. – Oye, Harry, ¿estás bien?
-Sí, sí. No te preocupes. – añadió rápidamente. – Vístete y vete que has quedado. Cuando vuelvas a casa ya estaré allí con los demás.
-Gracias amigo. Luego te cuento.
-Que te vaya bien. Hasta luego. – dicho esto, Harry colgó y tiró el teléfono al asiento del copiloto.
Louis se quedó pensativo mientras miraba el teléfono. Harry estaba raro. Lo había notado diferente y apenas habían intercambiado unas palabras. ¿Qué habría pasado? Se encogió de hombros y se puso la camisa de marinero. Bajó las escaleras de casa, cogió la chaqueta y salió por la puerta gritando que volvería en un par de horas. Nadie sabía dónde iba. Y ni falta que hacía. Si se enteraban seguramente le calentarían la cabeza con problemas y responsabilidades, y él no era así. Era un espíritu libre y todos lo sabían. No quería ataduras, ni problemas. Quería ser él sin limitaciones. Y eso era lo que estaba haciendo. Mientras conducía iba escuchando la radio y pensando en lo que le esperaba aquella tarde. Entonces, el presentador del programa puso una canción que a Louis no le gustó nada… no porque no fuera buena, que lo era, sino porque le recordaba a Eleanor. Le recordaba a ella y a las veces que le había hecho lo que ahora iba a hacer, otra vez. Malditos Maroon 5 y sus canciones tan oportunas.
You and I go on at each other like we're going to war.”
Siempre que se peleaban era por su culpa y él sabía que ella no se merecía todo aquello. ¿Entonces por qué seguía haciéndolo? “Louis, eres idiota” pensó. Pero ya no había marcha atrás.
Now you're stuck on my body, on body like a tattoo oh.”
Eleanor, para él, era exactamente eso. Un tatuaje del cual no se podía deshacer. Era una persona imprescindible en su vida pero a la cual había hecho mucho daño por su comportamiento. ¿Por qué no era capaz de tratarla como se merecía?
And I know I said it a million times but I'll only stay with you one more night.”
Louis suspiró. Viva las canciones con dobles sentidos, que vivan esas que te hacen sentirte identificado y te hacían pensar demasiado. “Sólo una noche más”, pensó. Esta es la última vez. “Ella no se merece algo así”, añadió. Entonces, ¿por qué lo haces, Tomlinson?
-Porque soy un imbécil… - susurró.
Ya había llegado a su destino. Aparcó en la calle y se puso las gafas de sol antes de salir del vehículo. Caminó por la acera, con la cabeza agachada, mirando el suelo intentando no arrepentirse más. Se paró en un portal y sacó las manos de los bolsillos del pantalón para picar al timbre.
-¿Si? – dijo una voz femenina.
-Ermm… ¿Naomi? Soy Louis. – contestó él.
-Perfecto, te estaba esperando. Sube.
La puerta hizo un ruido y, gracias a un pequeño empujón por parte de Louis, se abrió. Se adentró en el recinto y con paso lento caminó hasta el ascensor. Un piso. Y otro. Y otro. Sonrió torcidamente. El deseo de lo prohibido le gustaba y lo iba dominando por momentos. Necesitaba tener todo lo que se le antojaba y, ella, se le había antojado. Debido a esos deseos y antojos… su vida había sido un tanto accidentada pero era un riesgo con el que había vivido siempre, y no le importaba. Salió del ascensor y vio una puerta entre abierta. Su sonrisa se ensanchó más todavía. Entró por ella haciendo el menor ruido posible y dentro del piso vio a Naomi de espaldas a él preparando algo en una mesa. Se apresuró a acercarse por la espalda y la abrazó por detrás.
-Hola, preciosa. – susurró él contra su cuello.
-Hola, Louis.
Él le dio un beso detrás de la oreja.
-¿Me echabas de menos?
-Bastante. – contestó ella.
La cabeza del chico le repetía una y otra vez que no lo hiciera pero su cuerpo le decía que sí. Giró a la chica sobre sí misma y la pegó contra una pared cercana. Se acercó peligrosamente, casi rozando sus labios. Ella respiró fuertemente disfrutando del olor que desprendía el chico. Su colonia la dejaba atontada y totalmente a la merced de aquel chico de ojos azules. Él enterró su cabeza en su cuello, haciéndole cosquillas con la nariz. Y le dio tiernos besos que poco a poco se fueron tornando más pasionales. “Sólo una noche más” pensó para él una y otra vez. Entonces fue ella la que buscó la boca de Louis y lo besó ardientemente. Se tambalearon buscando el sofá sin dejar de besarse. Él le quito la camisa y la tiró al sofá. Acto seguido se quitó él también la camiseta y la miró. Su excitación creció y se abalanzó sobre ella con pasión. Estuvieron un buen rato compartiendo caricias y besándose, devorándose como si llevaran esperándolo toda su vida. La ropa iba sobrando: le quitó el sujetador con cuidado y besó su barriga poco a poco. Ella gimió ante el contacto de sus labios. Louis estaba dominado por la pasión y acabó de desnudarse rápidamente. Era el momento. Lo iba a hacer, una vez más. Y probablemente después de ello… se volviera a sentir culpable y se volviera a odiar así mismo.
-Louis… - susurró ella en su oreja.
Él estaba a punto de hacer aquello que ambos deseaban tanto. Pero frenó. Le dio un beso en los labios. Y se separó de ella buscando su camiseta.
-¿Louis? – preguntó.
-Lo siento, no puedo hacerlo. No otra vez.
-¿Ahora te invaden los remordimientos? No es la primera vez que lo haces Tomlinson.
-Lo sé. Y no puedo seguir haciéndolo.
Se colocó los calzoncillos y los pantalones. Después buscó sus zapatos por todo el comedor y se los puso bajo la atenta mirada de la chica que se había quedado atónita.
-¿Y ahora lo piensas? Haberlo pensado antes de citarte conmigo por segunda vez. – le recriminó ella.
-No me eches reprimendas que para eso ya tengo a Liam. Sé que debía habérmelo pensado antes… y lo siento. No puedo volver a verte, o por lo menos, no para darte lo que tú quieres.
-¿Tú qué te crees que soy? ¿Crees que puedes acostarte conmigo una vez y luego dejarme a medias?
-Ya te he dicho que lo siento, ¿¡vale!? – dijo él molesto.
Se dirigió a la puerta de entrada y la abrió. Volvió a mirar a la chica quien se estaba vistiendo avergonzada.
-No puedo, Naomi. Hasta otra.
Dicho esto el chico salió y cerró la puerta. Bajó por las escaleras corriendo y sonrió levemente: sabía que había hecho lo correcto. Debía disculparse con Eleanor por todas las veces que la había cagado aunque ya lo hubiera hecho. Ella le perdonaba todo siempre. Pero él quería que supiera que ya no iba a ser el niñato sin responsabilidades y con miedo al compromiso que había conocido un tiempo atrás.
Se montó en el coche, sacó su teléfono móvil y marcó el número de Liam. Un pitido, dos pitidos, tres pitidos…
-Vamos, cógelo Payne. – se quejó.
-¿Ya me estabas metiendo prisa para que te cogiera el teléfono? – rió Liam.
-Sí, la verdad es que sí.
-¿Qué pasa, Lou?
-Lo he vuelto a hacer. – resopló él.
-¿¡Qué!? – Liam parecía sorprendido. – Louis, ya hablamos de eso… y quedamos que no se repetiría más. No es justo lo que…
-Liam, escúchame… Lo hice hace un par de días. Nadie lo sabía. Y hoy iba a repetirlo… pero no sé porqué me he frenado en el último momento. Sé que la quiero. Y no puedo hacerle esto más.
-¿En serio has hecho eso? ¡Es genial, Louis! Has hecho lo correcto.
-Necesitaba contártelo. ¿Crees que Els me perdonará?
-Lo hará, Lou. Es consciente de que la quieres, y el amor lo cura todo.
-Gracias, tío, de verdad.
-No las des. Corre a ver a Eleanor y dile que la quieres.
-Eso haré – sonrió. – Luego hablamos.
-¡Hasta luego!
Ambos colgaron a la vez y Louis suspiró aliviado.
Conducir le tranquilizaba así que callejeó por Londres, en la soledad de su coche, sin un rumbo fijo. Acabó, como era habitual, en Milkshake City. Se pidió un batido y se quedó allí, pensando, durante un buen rato. Pensó en todas las chicas que habían pasado por su vida, y pensó en todas las veces en las que se había comportado como un idiota; que no eran pocas precisamente.
La gente le miraba pero no le importaba. ¿Qué pasa? ¿Los famosos no podían tener un tiempo a solas con ellos mismos? Sonrió sarcásticamente. No tenía ni una pizca de privacidad, por mucho que quisiera. Aunque agradeció que nadie fuera a decirle nada. Simplemente se dedicaban a mirarlo, sacarle fotos, y saludarlo en la distancia.
-¿Ya se marcha, señor Tomlinson? – preguntó la camarera cuando vio que el chico se acercaba al mostrador para pagar.
-Sí, me temo que me están esperando.
La chica le cobró el batido y la madalena que se había tomado.
-Espero que todo haya sido de su gusto.
-Todo estaba genial, como siempre. Gracias. – sonrió.
Se puso las manos en los bolsillos y salió de allí. Ahora sí tenía un rumbo, un sitio a donde ir, y no estaba demasiado lejos de allí. Decidió que iría caminando, no le vendría mal un paseo. Además, el barrio de Eleanor era encantador. Tenía algo mágico y especial. Louis no sabría decir si era por el tipo de construcciones, por la gente, por la vivacidad de las calles o porque ella vivía en él, pero le gustaba.



23 nov 2012

You Belong With Me; Capítulo veintisiete.

¡WIHI, DIEZ DÍAS DESPUÉS ESTOY DE VUELTA CON OTRO CAPÍTULO! TIEMPO RÉCORD, LO SÉ. Suerte que esta semana termino los exámenes y tal... necesito un descanso ya, pero hasta el viernes que vienes nada. HORRIBLE. De verdad. Bueno... Voy a hablaros del capítulo... sé que me vais a matar por hacer que Harry sea tan hijo de su madre... hasta yo me odio por eso. Y digo totalmente en serio que me costó mucho escribir la escena porque es demasiado dura, me duele hasta a mí. Pero bueno... ya veréis como las cosas se solucionan. HAHAHAHA. Espero que os guste y eso...
Ah, y un saludo a las nuevas lectoras como Noelia que me twitteó diciendo que se la había leído y le gustaba mucho :) Gracias a todas, de verdad.


Capítulo veintisiete; Me estás arruinando la vida.
Ese mismo día, en el que Niall había salido con las chicas, Harry se propuso arreglar las cosas: primero con Caroline y, luego con Jodie. Sería complicado complacer a las dos, y lo sabía, pero él sólo quería enmendar sus errores. Mientras se peinaba los rizos delante del espejo pensó en cómo había empezado todo aquello una noche de invierno después de un concierto. Agitó la cabeza intentando sacarse a Jodie de la cabeza, necesitaba pensar con claridad para poder aclarar las cosas con su novia que se recordó, por si se le había olvidado por un segundo, que era Caroline y no la chica de los ojos verdes esmeralda.
Bajó las escaleras de casa, sin ser visto, y salió sigilosamente. Nadie lo echaría de menos, excepto Louis pero ya se inventaría alguna excusa. Se montó en su coche y se dirigió a casa de Caroline donde, estaba seguro, que ella le estaba esperando. Condujo con cautela por las calles de Londres hasta que llegó a un lugar algo apartado lleno de casitas apareadas y con jardines todos iguales. Se quedó en el coche, unos minutos, con las manos en el volante. Lo agarró con fuerza, cerrando los ojos, intentando ser lo suficientemente valiente para hacer frente a la situación. Se bajó del coche y caminó hasta la puerta con paso sereno. Picó y esperó pacientemente y con una sonrisa en la cara a que Caroline le abriera.
-¡Harry, cariño, que sorpresa! – dijo ella dándole un beso.
-¿Verdad que sí? Me gusta sorprender a mi princesa.
Él le correspondió el beso estrechándola entre sus brazos. Y se quedaron así un buen rato.
-¿Cómo te encuentras hoy? – preguntó él.
-¿Lo dices contando, o sin contar, que he sido desacreditada públicamente sobre si soy o no tu novia?
-Va, tonta, no te pongas así. Ya está todo solucionado, ¿no?
-A medias… - él intentó darle otro beso pero ella se hizo de rogar.
Harry resopló sin saber qué hacer. Ya había hablado con la prensa y todo el país se había enterado de lo feliz que era con Caroline y de lo mucho que la quería. Había dejado claro que entre él y Jodie no había más que una cordial amistad. ¿Qué se suponía que tenía que hacer más? No quería seguir discutiendo pero es que realmente no entendía lo que su novia esperaba de él. Quizá si comprendiera lo que era podría hacerla feliz, quizá podría complacerla de la manera que ella se merecía.
-Cariño, no he venido a pelearme más. Yo sólo quiero hacerte feliz.
-¿Quieres hacerme feliz? – ella sonrió y esta vez fue ella la que le dio un corto beso.
-Eso he dicho.
-Pues ya puedes empezar ahora mismo… - susurró ella.
Se besaron apasionadamente y las manos de Caroline se metieron debajo de la camiseta de su novio recorriendo su torso, como otras muchas veces. Perdieron la noción de sí mismos entre el amor y el deseo. Hacía mucho tiempo que no tenían un rato para ellos solos, y cuando lo tenían se lo pasaban discutiendo. Se trasladaron como por arte de magia al cuarto de la chica y allí, entre caricias y besos, fueron felices durante un rato.
En otro lugar de la ciudad Jodie estaba en su sofá sentada con un pijama de color rosa y un moño mal hecho y mientras miraba la televisión sin verla desayunaba un tazón de cereales. Pensaba en cosas en cosas sin sentido pero la mayoría del rato pensaba en él y en las palabras que pronunció en la entrevista. Se acordó de una de las sagas que había leído recientemente, Crepúsculo, y sobre todo se acordó de aquel momento en que Bella tiene que elegir entre su mejor amigo y su novio. “No me hagas elegir, Jake, porque lo elegiré a él, siempre ha sido él.” Suspiró y comió otra cucharada más de cereales. Siempre había sido ella. Siempre. Y no había nada que se pudiera interponer entre ellos. No pudo evitar pensar que estaría haciendo él en ese mismo momento y, sin saber por qué, le entró un escalofrío en el cuerpo. Fue entonces cuando se dio cuenta de que prefería no saberlo.
Cuando acabó de desayunar dejó el tazón en la fregadera y se dirigió a su cuarto. Al pasar por el comer vio encima de la mesa las flores que Harry le había regalado por su decimo octavo cumpleaños. Ya estaban algo marchitas, como su amor, pero ella las conservaría allí hasta el fin de los tiempos, hasta que no cayera el último pétalo. Sonrío tristemente al darse cuenta de que lo que ella sentía por él era como aquellas dieciocho rosas: poco a poco se marchitaba más debido a que nadie regaba ese amor, pero permanecía allí, inmóvil, esperando a que sus pétalos resistieran lo suficiente mientras esperaba un final feliz, que probablemente no llegaría. Pasó de largo y una vez en su habitación cogió su teléfono y llamó a Naomi.
-¡Hey Jodie! ¿Qué tal va todo? – preguntó la otra chica.
-Vamos haciendo, ¿y tú qué tal?
-De lujo, he quedado con Louis.
-¿En serio?
-Totalmente. – respondió su amiga.
-Estás loca. Vigila, que es un chico comprometido.
-Yo no le obligo a hacer nada que no quiera, y lo sabes. Él ya es mayorcito para saber lo que hace.
-Bueno, avisada estás… luego no me vengas con movidas, que Eleanor me cae bien – susurró Jodie.
-Ya, y a mí también, pero me cae mejor Louis. – se escuchó una risa sarcástica por parte de la morena. - Sabes a lo que me refiero, ¿no?
-Sí, Naomi, sí.
Se quedaron en silencio unos minutos. ¿Qué se supone que debía decir Jodie? ¿Qué se alegraba por ella, que era fantástico que estuviera viviendo su aventura adolescente con Louis cuando ella estaba sufriendo como una idiota por Harry? Entonces Naomi rompió el silencio y empezó a parlotear contándole que habían quedado en casa de ella, la ropa que se iba a poner, lo que había pensado preparar de cena y miles de cosas más. La joven de los ojos verdes no tenía fuerzas para seguir escuchando eso.
-Espero que te vaya bien – intentó hacer ver que se alegraba por su amiga, pero no tuvo mucho éxito.
-Gracias, pequeña. Ya te contaré.
-No es necesario que me lo cuentes… De verdad. – suspiró. – Sinceramente, no me apetece saberlo cuando estoy pasándolo mal por el idiota con rizos.
-Oh, es verdad… Lo siento. – se disculpó.
-No pasa nada. Bueno, te dejo que quiero estudiar un poco.
-Vale. Adiós.
-Adiós. – Jodie colgó el teléfono y lo tiró contra la alfombra. Aunque por suerte no sufrió ningún desperfecto.
Y es cierto que tenía intenciones de estudiar pero con todo lo que estaba pasando le era completamente imposible. Llevaba un par de días, desde la entrevista de televisión, que no podía dejar de pensar en Harry y su novia… y ahora su amiga le venía con que había quedado con el mejor amigo de éste y restregándole su historia de amor. Si es que a eso se podía llamar historia de amor, porque más bien ella lo llamaría historia de cuernos.
Las horas iban avanzando inexorablemente y el día no estaba siendo nada productivo, al menos para Jodie. Aunque para Harry si lo estaba siendo. Después de comer salió de casa de su novia con una sonrisa de oreja a oreja y parecía que el sol brillaba más fuerte y los pájaros cantaban más alegremente. Sería verdad eso de que cuando tienes sexo el mundo se ve diferente, como más bonito. Iba de camino a su coche tarareando una canción que le gustaba mucho de un grupo de música británica que tenía el gusto de conocer personalmente y de haber trabajado con ellos, McFly. Abrió la puerta del coche y se puso el cinturón.
-If this is love, then love is easy… - cantaba mientras programaba el GPS para ir a casa de Jodie a darle una explicación. If this is love, then love completes me…
No sabía cómo le recibiría la chica ya que no le esperaba y mucho menos sabía que iba a decirle. Él estaba contento con su novia, la quería, y era consciente de que Jodie tenía algún tipo de sentimientos hacía él… pero era una fan y no podía dejar que en menos de medio año cambiara toda su vida por completo. No iba a permitirlo. Pero por otro lado, no quería ver mal a aquella pobre chica que siempre le había visto como algo inalcanzable. Pensándolo bien en cierta manera seguía siéndolo, porque su corazón estaba ocupado por otra persona. Suspiró. No quería pelearse con nadie más. Quería estar bien con ambas y eso era lo que se proponía hacer. Una parte ya estaba arreglada, Caroline estaba más que contenta con el comportamiento de su chico… ahora faltaba Jodie, que era bastante más inconformista.
Poco después estaba plantado delante de la puerta de la casa de Jodie esperando que ella le abriera. Seguía con esa sonrisa en la cara y que, por el momento, nada ni nadie podría borrar. Cuando la puerta se abrió, Jodie se sorprendió al encontrarle en la puerta.
-¿Harry?
-Sí, soy yo. – rió él. - ¿Puedo pasar?
-Claro. Pasa.
Ella se apartó y él entró al interior de la casa. Lo primero que vio fueron las flores que él mismo le envió en un jarrón aunque ya llevaban tanto tiempo allí que se estaban marchitando. Las miró con cierta tristeza ya que si seguían allí es porque para ella habían significado mucho más de lo que significaba para él.
-Bueno... y… ¿qué te trae por aquí? – susurró ella.
-Quería hablar contigo… - respondió.
-¿Sobre qué? - él se giró contemplando toda la casa. - ¿Quieres algo de beber?
-Sí, una coca cola estaría bien.
-Perfecto. – ella caminó por el comedor. – Siéntate en el sofá si quieres, no tardo nada. – dijo mientras desaparecía hacia la cocina.
Minutos más tarde Jodie volvía con una coca cola para él y una botella de agua mineral para ella. Harry se había sentado en el gran sofá que ocupaba el centro de la estancia. Durante esos escasos minutos pensó que le iba a decir y, sobre todo, cómo se lo diría para no herirla más de lo que ya debía estar.
-Toma – dijo ella dándole la lata y un vaso.
-Gracias. – respondió él cortésmente.
-¿Y bien?
-Bueno… verás… - empezó a decir él. – Quería saber cómo estabas.
-Estoy bien. ¿No me ves? Sigo entera. No me he matado ni nada por el estilo. – ella rió levemente.
-Eso ya lo veo. Me refiero a si estás bien respecto a todo lo que pasó con Caroline y los rumores que decían que eras mi supuesta amante.
-En cierta manera lo fui, ¿no? – él suspiró. Eso era en parte cierto, aunque solo fue un beso. – No te preocupes, me va bien siendo la otra.
-Jodie… por favor. No te pongas así.
-¿Así cómo? ¡Tú tienes la culpa, Harry! Tú eres el único culpable.
-¿Yo? ¿¡Por qué!? – la conversación iba subiendo de tono, y aquello no le agradaba  para nada al chico, que se había propuesto no discutir.
-¡Por qué eres tú el que me haces creer cosas que no son! Primero dices que quieres dormir conmigo, cuando no viene a cuento, luego me besas sabiendo y siendo totalmente consciente de que tienes novia. A la que según tú, quieres muchísimo… ¡Anda ya! Luego me regalas rosas y un gato… y después me desacreditas públicamente.
-¿¡Y qué quieres que diga!? ¿¡Qué eres mi novia cuando eso es mentira y todos lo sabemos!? ¡Tienes que aceptar que estoy con Caroline! Soy imposible para ti como lo era antes de que me conocieras.
Harry se arrepintió al momento de decir lo que había dicho. Sabía que le había hecho daño. Y mucho, además. Los ojos de la chica se empañaron y se levantó corriendo del sofá para que él no la viera llorar. Él la siguió y la cogió del hombro intentando enmendar lo que había hecho.
-Jodie… lo siento. Yo… de verdad que no quería decir eso. – se disculpó.
-Pero lo has dicho. – ella sacudió el hombro intentando quitarse la mano de Harry de encima.
-Perdóname, de verdad. Soy un inútil y un insensible…
-En eso te voy a dar la razón, eres un completo idiota que solo haces daño a los demás.
-¿Y el daño que los demás me hacen a mi nadie lo ve? ¡Jodie estás arruinando mi vida! La has puesto patas arriba en menos de seis meses…
-¡Encima voy a tener yo la culpa! Eres un hipócrita. – caminó por el comedor intentando esquivarlo. No quería ni verle. - ¡Tú eres tan feliz con ella! ¡Siempre lo has dicho! Y no me niegues eso… porque entonces ya… es para darte de hostias.
-¡Sí, era feliz con ella! Hasta que llegaste tu… y entonces empezaron los malos rollos. ¿Sabes cuántas veces nos hemos peleado? ¿¡Y cuantas veces yo te he defendido!? ¡No lo sabes!
Harry se estaba empezando a poner nervioso y gritaba más de lo habitual. Todo aquello que decía era verdad. Le estaba cambiando la vida de manera radical y ella no se daba cuenta. Empezaba a sentir cosas, cosas que no quería sentir debido a que él, como había dicho en varias ocasiones, era muy feliz con Caroline. Se pasó la mano por los rizos, exasperado. Ya la había cagado demasiado y no había vuelta atrás. Aquello no iba a terminar bien, por mucho que quisiera.
-¡Venga ya! ¡Ahora eres el santo y el salvador de la humanidad, ¿no?! – ella suspiró. – Todo esto te lo has buscado tu solito. Y no te vayas de victima porque tu vas por ahí con tu novia en plan pareja feliz dándoos besos y haciendo otras cosas peores de las cuales prefiero no estar enterada mientras yo me quedo en casa pensando qué Harry voy a encontrarme la próxima vez que te vea.
-¿¡Me estás reprochando lo que hago con mi novia!? ¡Eso no es asunto tuyo! ¡Y si ella y yo queremos darnos un beso nos lo damos! Tú no tienes nada que ver en eso, y lo sabes.
-Mira, Harry… ¿sabes qué? ¡Que me da igual! Como si quieres encerrarte con ella en una puñetera habitación y no salir en cuatro días. ¡Haced lo que os dé la gana pero olvidarme de una vez!
Jodie se secó las lágrimas que caían por sus mejillas. No podía creer que se hubiera presentado en su casa para decirle aquellas cosas. Era egoísta, mezquino y sin escrúpulos. ¿Tenía la osadía de decirle, a ella, que lo estaba pasando mal? Por favor… Si él vivía en su mundo de felicidad y amor… Qué sabrá él de pasarlo mal.
-¿Huyes de los problemas? Muy maduro. – dijo él algo más calmado.
-¿Me estás hablando precisamente tu sobre madurez? No me hagas reír, Harry.
-Jodie, por favor… yo no quiero esto.
-¿¡El qué!? ¿¡Qué no quieres!? ¿¡Qué esté enamorada de ti!? ¡Yo tampoco lo quiero y aquí estoy!
Él se quedó helado. Sabía que ella tenía ciertos sentimientos hacía su persona, pero jamás podría imaginarse que aquello fuera tan grande. Le cambió la expresión de la cara y se sintió peor de lo que ya se sentía. Se dio cuenta de que estuvo jugando con los sentimientos de la chica. Y ya era demasiado tarde. Pero no iba a dejar que se le notara ni un solo signo de debilidad. Y menos en aquel momento.
-Si no tienes nada más que decir, vete de mi casa. Corre con tu novia y haz lo que te dé la gana con ella.
Jodie se acercó a la puerta y la abrió de par en par enseñándole el camino por el cual tenía que salir. A Harry le sentó mal aquel comentario por parte de la chica y herido en su orgullo salió por la puerta no sin antes decir la última palabra:
-No te preocupes, que mis cosas ya las había hecho antes de venir a verte.
Ella no se esperaba aquello. Era el colmo. O sea que él había estado teniendo sexo con su novia mientras ella no paraba de pensar en él. ¡Lo que le faltaba! Ella como una idiota detrás de él para que él estuviera pasando de ella como de la mierda. Jodie empujó a Harry para que saliera fuera de la casa y así poder cerrar la puerta con un portazo. Él, que se quedaba fuera, era el victorioso. Había salido relativamente ileso de todo aquello. Y ella, que se quedaba dentro, era la perdedora. La que no quería volver a verle en su vida, y la que quería pasarse llorando el resto de su existencia puesto que todo carecía de sentido en aquel preciso momento.


Lots of love, Mery. xx! 

13 nov 2012

You Belong With Me: capítulo veintiséis.

¡BUEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEENAS SEÑORITAS! Ya estoy por aquí, no me matéis pls pls pls. Y lo peor es que tampoco podré estar por mucho tiempo... segundo de bachillerato es estresante no, lo siguiente. No tengo ni un sólo segundo para respirar... Pero bueno, voy sacando tiempo de donde puedo. Ahora estoy de exámenes de mitad del trimestre, y la semana que viene empiezan los exámenes finales... supongo que os podéis hacer una idea, ¿no? Pues eso (que es un poseído (?)  #okya xD). Bueno, no me enrollo más. Os dejo aquí el capítulo veintiséis que, a mí, personalmente me encanta. Es sobre Niall y Anne, que ya tocaba. Y debo deciros que son tan kfjhdfuhsjdikjdfuihsaksauhsaysgajsma. Eso. Espero que os guste. Y espero poder subir pronto.


Capítulo veintiséis: La acompañante de Niall Horan.
Niall pegó un salto de alegría al marcar un pleno en su primera jugada bajo la atenta mirada de Anne que estaba más que preocupada por su poca habilidad derribando bolos. Lo más seguro es que el irlandés se reiría de ella y de su pésima coordinación mano ojo, pero aguantar sus risas y sus burlas era algo que a Anne no le costaba demasiado. Cierto es que si ese mismo acto viniera de cualquier otra persona, de Louis por ejemplo, no se lo permitiría. Pero Niall era especial para ella y sabía que jamás le diría algo con la intención de herirla. Sonrió ante aquel pensamiento dándose cuenta de que su patosidad serviría para reírse un buen rato con aquel chico con el que hacía mucho tiempo que no compartía un rato a solas.
-Te toca, preciosa. – dijo Niall sentándose en la mesa que había al lado de la pista y bebiendo de su refresco. – A ver qué tal se te da.
Niall recordaba perfectamente que a su amiga no se le daban muy bien aquel tipo de cosas, nunca habían ido juntos a una bolera (aquella era le primera vez) pero sabía de buena mano que su amiga tenía una vitrina entera de trofeos en cuanto a meteduras de pata.
Anne cogió una de las bolas de colores que tanto pesan y se dirigió a la línea que separaba la pista del espacio de lanzamiento. Estaba bastante nerviosa ya no sólo por no saber jugar sino porque notaba que la mirada de Niall no se apartaba ni un segundo de ella. Cogió aire intentando tranquilizarse, echó el brazo hacia atrás y lanzó la bola de la mejor manera que supo. Esta se deslizó por el medio de la pista la mayor parte del tiempo pero casi al final del recorrido se torció hacia la derecha haciendo que solo cayera un bolo. La cara de frustración de Anne fue más que evidente y mientras, humildemente, volvía a su sitio para dejarle el turno a su amigo la risa del irlandés resonaba por todo el local. La chica le sacó la lengua cuando estuvo a su altura y se sentó en la mesa cruzándose de brazos.
-La próxima vez tendrás más suerte. – rió él mientras le pasaba la mano por la mejilla intentando suavizar la expresión de enfado de su amiga. 
-Eso espero. – susurró entre dientes.
Niall caminaba con soltura por la pista mientras seguía riéndose sabiendo que lo iba a pasar de maravilla aquella estupenda mañana. Anne lo miraba sentada desde la mesa con los brazos y las piernas cruzadas, en señal de enfado, como una niña pequeña. Aunque, en realidad, no estaba enfadada le gustaba hacer creer a Niall que era así. El irlandés iba con total seguridad, sacudió todo su cuerpo para destensarlo y al momento hizo que la bola se deslizara rápida y ligera por la pista. Pleno.
-¡Yeah buddie! – rió mientras saltaba de aquella manera tan espectacular como si llevara un muelle en los pies.
Anne sacudió la cabeza sin poder evitar sonreír por la reacción del rubio y se levantó con parsimonia a buscar una bola. El irlandés al contrario que la vez anterior estaba esperando de pie en la pista cosa que extrañó a la chica pero que, sin inmutarse, se puso a decidir qué color de bola le gustaba más para tirar. Ya que no podía derribar muchos bolos por lo menos tiraría las bolas más bonitas que encontrara. Al fin encontró una ideal y muy adecuada para la ocasión era verde y naranja; muy parecida a la bandera irlandesa. Sonrió alegren ante aquel triunfo de la coincidencia y se dirigió con paso firme a la pista.
-Bonita bola.
-¿Verdad que sí? – rió ella.
Niall estaba ocupando el que, supuestamente, era el sitio donde su amiga debía colocarse para tirar la bola. Ella empezó a dar golpecitos con el pie impacientemente esperando que el irlandés se apartara, pero no lo hacía. ¿Qué quería hacer de aquella partida la más larga y toca narices del mundo?
-Quita, anda. – se quejó mientras lo intentaba apartar con la mano.
-No, no me quito.
-Que sí. ¿Cómo quieres que tire si estás aquí en medio? – ambos forcejearon para conseguir el sitio.
-No quieres que te ayude, ¿entonces?
-¿Ayudarme? ¿Plantado aquí en medio como si fueras un árbol de navidad? Así no ayudas mucho, irlandesito. – el chico rió ante aquel comentario.
-Déjame ayudarte.
Niall le dejó el sitio a Anne y se colocó detrás de ella. La barriga del chico estaba casi totalmente pegaba a la espalda de su amiga, y apoyó su cabeza en el hombro para poder ver el mismo campo de visión que estaba teniendo ella. Anne estaba mucho más nerviosa ahora y apenas podía pensar con él tan cerca.  ¿Así iba a ayudarla? ¿Ayudarla a qué? ¿A no saber cómo se pensaba? Suspiró intentando concentrarse en la pista, la bola, y los bolos.
-Relájate. Estás muy tensa. – le indicó el rubio.
Le posó las manos sobre los hombros y aplicó un delicado masaje para que la chica se sintiera más aliviada. Acto seguido una de sus manos se posó sobre la de la chica ayudándola a coger la bola y la balanceó hasta atrás.
-Pon los pies como si fueras a empezar a correr, centra tu vista en los bolos, y desliza suavemente la mano hacia delante dejando caer la bola con fuerza.
-No voy a poder hacerlo, Niall. – dijo ella.
-Céntrate en los bolos; confía en mí.
Ella suspiró, y notó como el cuerpo de Niall se alejaba lentamente. Su miraba estaba concentrada en el final de la pista donde se hallaban los bolos que debía derribar y las esperanzas de tirar más de un bolo seguían en pie.
-¡Ahora! – volvió a indicarle el irlandés.
Anne dejó caer la bola con la suficiente fuerza como para que rodara por el centro de la pista y derribara, al llegar a su destino, siete bolos. Niall levantó los brazos eufórico y contento porque su amiga lo había logrado, ella se giró sonriente y dando pequeños saltos de alegría se acercó a Niall quién la esperaba con los brazos abiertos. Ambos se fundieron en un efusivo y alegre abrazado tanto que Niall la cogió en volandas y empezó a darle vueltas en medio de la pista. La volvió a dejar en el suelo y se quedaron peligrosamente cerca el uno del otro mientras ambos sonreían.
-¿Ves? Te dije que quería ayudarte.
-Gracias. – contestó ella separándose del chico poco a poco.
La partida siguió tranquilamente entre risas, enfados, y tonterías. Anne fue mejorando sus tiros gracias a las indicaciones de Niall, aunque estas últimas se las hacía a distancia. El irlandés estaba creando una especie de tensión amorosa bastante tangible; primero producía una serie de acercamientos intensos y agradables y luego se mantenía apartado, como si decidiera quedarse en el banquillo. Aquella actitud desconcertaba a Anne que quería que él la abrazara y no la soltara jamás, pero sabía que aquello no sería posible. Bueno los deseos de Anne no acababan ahí. En el momento en que habían estado tan cerca celebrando su buen tiro le hubiera encantado que el irlandés la besara pero entonces se acordó de una frase que le dijo Niall no hacía mucho: “Esta es la última vez que te beso sin tu permiso, si quieres un beso tendrás que pedírmelo”. Rió ella sola al recordarlo. ¿Estaba loco? Ella no le iba a pedir un beso y mucho menos después de marcharse y hacer ver que ya no quedaba nada de aquel amor. Volviendo a la realidad Anne se dio cuenta de que había perdido la partida pero no le importaba demasiado ya que había sido un rato divertido en el que había disfrutado de su amigo como lo hacían antes, cuando todo era más fácil.
-¿Quieres ir a comer algo? – preguntó Niall.
-No tengo mucha hambre, ¿y tú?
-Vaya pregunta más tonta.
-Cierto, tú siempre tienes hambre. – ambos rieron mientras dejaban los zapatos en el mostrador y salían de la bolera.
Deambularon por el centro comercial sin un rumbo fijo hablando y captando las miradas de todos los curiosos que reconocían al chico. Anne rezaba para que ninguna fan se encontrara allí en aquel momento y así él no debería pararse cortésmente a atenderlas, pero luego se dio cuenta de que aquel pensamiento era inútil. Estaban en un centro comercial que solían estar plagados de adolescentes así que, lo más probable, era que la escena se volviera a repetir y ella tuviera que esperar impacientemente a que su amigo pudiera estar por ella. Se regañó por tener aquella actitud tan egoísta sobre las fans y el irlandés pero no podía evitar pensar así. Entendía a las fans, obviamente que sí, y sobretodo entendía a aquellas que estaban enamoradas platónicas del chico rubio más irlandés y más adorable de todo el mundo pero… ¿y a ella quién la entendía? Podría sonar aún más egoísta pero quería a Niall para ella sola. Bueno, mejor dicho, necesitaba a Niall para ella sola. Le gustaba tanto disfrutar de su compañía cuando estaban juntos que no quería desperdiciar ni un solo segundo de su presencia. Necesitaba oír el sonido de su risa y mirar sus ojos cada tres segundos. Necesitaba notar su cuerpo caminando al lado de ella aunque fuese en silencio. Y estaba tan perdidamente enamorada de él que tenía miedo de perderle, tenía miedo que en uno de estos encuentros con fans se enamorara de una a primera vista y perdiera el culo por ella.  
-¿En qué piensas?
La voz de Niall la apartó de sus pensamientos. Levantó la cabeza para verle y lo encontró sonriente, como siempre. El corazón le dio un vuelco: ¿cómo podía ser tan perfecto? Ella le devolvió la sonrisa feliz de haber tomado la decisión de volver, feliz de estar a su lado otra vez.
-En nada especial. – mintió.
Ninguno de los dos dijo nada más, no hacía falta. Después de caminar durante mucho rato entraron en un restaurante de comida rápida dónde Niall se pidió un par de hamburguesas y una ración de patatas. Con el pedido en la mano buscaron un sitio donde sentarse y cuando lo encontraron él se dedicó a comer como si le fuera la vida en ello y ella lo miraba como si no hubiera nada más interesante que verle comer. A medida que pasaba el tiempo Anne se sentía más cómoda puesto que muchas de las personas que reconocían a su acompañante se dedicaban a mirarlo y dedicarle un saludo con la mano desde la lejanía para dejarle privacidad.
-Me gustaría que vinieras a un evento importante al que tenemos que acudir en un par de semanas – dijo entonces él.
-¿Qué tipo de evento? Aunque sea cuál sea, la respuesta es no.
-¡Vamos Anne! No estarás sola, también vienen Danielle, Eleanor y… - Niall hizo una mueca antes de continuar hablando. – Caroline Flack.
-Me has quitado más las ganas de ir, entonces.
-Por favor, Anne, ven.
-¿Pero por qué quieres que vaya?
-Es importante para mí: es un momento muy importante de mi carrera y tú eres una persona muy especial… me gustaría que estuvieras ahí. – Niall la cogió de la mano y la acarició suavemente intentando ablandar a su compañera.
-No sé Niall… - empezó a decir ella.
-Por favor.
Anne suspiró. ¿Por qué ponía esa cara tan extremadamente irresistible? Era como la cara que tienen los animales cuando quieren que los saques a pasear o les des mimitos. Cerró los ojos meditando la respuesta. Aquello era algo realmente importante puesto que Niall le estaba abriendo su corazón y estaba intentando que ella viera lo importante que era en su vida. Le importaba hasta el punto de pedirle que fuera su pareja en un evento muy importante que podría significar un antes y un después en su vida, tanto personal como profesionalmente. Cuando volvió a abrir los ojos había tomado una decisión, que a Niall no le haría gracia oír, pero al ver sus ojos, que le imploraban sin palabras que fuera con él, cambió de opinión completamente.
-Está bien… - dijo por fin.
-¿De verdad? ¿Vendrás?
-Claro que iré. Si es tan importante para ti, te aseguro que tendrás mi apoyo.
La presión de la mano del chico en la suya se hizo más fuerte y vio como su cara de niño bueno se iluminaba por completo. Se le veía feliz, muy feliz.
-Gracias por acompañarme. Me haces muy feliz.
¿Acompañarle? ¿Cómo? ¿Había oído bien? No, no podía ser. Ella no sería su acompañante aquella noche. Ser la acompañante de alguien en un evento de aquellas índoles significaba que la relacionaran con él y que luego no la dejaran vivir en paz. Además de tener que soportar miles de comentarios sobre ella en las redes sociales, teniendo en cuenta que la mayoría de personas que opinarían sobre ella no tendrían ni la más mínima idea de cómo es ella en realidad. No, ni en broma, ella no sería su acompañante. No quería exponerse a eso; no quería que todas las portadas de las revistas hablaran de la nueva novia del chico irlandés. Ella no quería ser una más de todas, quería ser la única pero sabía que aquello no era posible.
-Voy a ir a apoyarte pero no esperes que sea tu acompañante esa noche.
-¿Qué? – respondió él atónito.
-Pues eso. Iré pero no como la acompañante de Niall Horan. – él agachó la cabeza.
-Yo tenía la esperanza de que sí lo fueras.
-Buscaré a alguien con quien ir pero, te prometo, que iré.


Lots of love, xx!
Mery.  

3 oct 2012

You belong with me; capítulo veinticinco.

Tiririririririr, os traigo el capítulo veintiséis porque gracias a dios estos días he podido escribir y avanzar en la historia. No hay mucha cosa que decir la verdad. Simplemente que en este capítulo he querido expresar algunas cosas que tiene la fama; tanto las buenas como las malas. He querido plasmar el cariño y afecto que muchas de las fans procesamos hacía la familia, novias, amigos, y un largo etcétera, de nuestros ídolos porque ellos les hacen felices y hacen que sean como son. Ya veréis a que me refiero. Espero que os guste mucho y que disfrutéis de él.

Capítulo veinticinco; La fama tiene un precio, y extras añadidos.
Un par de días después entre medio de todos los líos mediáticos aún quedaba tiempo para el amor, y sobraban las ganas de quererse. El amor estaba en el aire aunque no siempre era correspondido y eso daba lugar a situaciones tensas. Pero de todas maneras, ya fuera entre amigas o entre parejas, estaba ahí y eso era lo que hacía que el tema de la prensa se quedara un poco apartado. Aunque estaba más o menos solucionado; tanto Danielle como Eleanor confirmaron que las cuatro chicas eran amigas suyas y que a raíz de ellas conocieron a los chicos y que simplemente mantenían una cordial relación de amistad entre ellos. El único problema era la odiosa manía de los periodistas de intentar remover las cosas y meter el dedo en la llaga del supuesto triangulo amoroso de Harry Styles. Aquello era un asunto peliagudo que, todavía, tenía que arreglar el chico de rizos; no quería que Jodie estuviera molesta y menos que se sintiera mal por su culpa, pero a la vez no quería enfadar a su novia y que ésta acabara cortando con él. Pero probablemente todo el amor que se respiraba en el aire le ayudara a aclararse la mente y a saber que tenía que hacer.
Una bonita mañana de abril de uno de sus días libres, Louis se encontró con un sonriente y coqueto irlandés en el baño. Tenía unos cuantos botes de laca y gomina esparcidos por toda la estancia a la vez que se arreglaba el pelo tarareando una de las canciones que saldrían en el nuevo disco. Louis sonrió al verle así, hacía tiempo que no estaba tan contento y, el veinteañero, creía saber la razón de su felicidad; el amor.
-¡Qué guapo estás, Nialler! – gritó.
El rubio pegó un bote ya que no se había percatado de la presencia de su amigo y después rió. Louis y su extraña costumbre de aparecer cual fantasma en los sitios.
-Gracias por tu halago, pero la próxima vez intenta no darme esos sustos. – rió.
-¿Sabes? Intentaré no intentarlo.
-Eres odioso.
Louis se acercó a su amigo y le colocó el pelo de una manera más informal. Sonrió. Y luego cogió una colonia de su estantería.
-Ponte esta. – dijo tendiéndole el bote. El rubio lo miró no muy convencido. – Hazme caso, a Anne le gustará.
Niall enrojeció al escuchar el nombre de la chica y acto seguido cogió el bote que su amigo le ofrecía aunque no muy convencido.
-Créeme, esa colonia es como un imán de chicas. A Eleanor le encanta. – rió. – Y creo que a Naomi también. ¡Le gusta hasta a Harry! Triunfarás… créeme.
-O sea que me convertiré en un rompecorazones gracias a tu magnífica colonia – le siguió el juego el irlandés.
-Algo así.
El rubio rodó los ojos y empezó a recoger todo lo que había en el baño bajo la atenta mirada de Louis que parloteaba sin parar sobre su colonia y los efectos que tenía en las chicas. Cuando terminó de recoger las cosas salió por la puerta del baño y se dirigió a su cuarto seguido de un insistente Louis que seguía hablando alegremente.
-Entonces… ¿has quedado con ella? – preguntó el veinteañero.
-No exactamente. He quedado con tu novia y con Danielle. – explicó Niall mientas miraba la ropa de su armario.
-¿Con mi novia? Cuidadito, Horan, que llevas la colonia que las vuelve locas… A mi Els la dejas como está – rió acercándose.
Niall le dio una colleja a su amigo sin dejar de reír. Louis no tenía remedio, pero era un buen amigo que justo en ese preciso instante le estaba eligiendo la ropa que se iba a poner ese día. Le sacó del armario una camiseta de color rojo y unos tejanos gastados.
-¡Vas a enamorarlas a todas! ¡Hazme caso! – dijo Louis dando palmadas entusiasmado al ver como le quedaba el modelito.
-Eres un exagerado.
-No dirás lo mismo cuando Anne caiga rendida a tus pies. – le sacó la lengua.
Niall salió de la habitación haciéndole un corte de mangas a su amigo mientras sonreía alegremente. Le gustaba la idea de que Anne admitiera, de una vez por todas, que seguía enamorada de él y era por eso que hoy, después de pensarlo durante mucho tiempo, le iba a pedir salir en una cita. Parecía que el tiempo no había pasado, que ella no se había marchado, tenía mariposas en la tripa y estaba demasiado nervioso; como la primera vez que se lo pidió. Trató de calmarse recordando las palabras de ánimo que le habían dado sus amigas las cuales iban a ser sus cómplices hoy. Aunque probablemente cuando Anne se enterara quisiera matarlos a los tres, pero debían intentarlo. El plan era el siguiente; Niall se había ofrecido a llevar a las chicas a hacer unas compras al centro comercial, y durante la mañana se separarían en dos grupos; Danielle con Eleanor y Niall con Anne.
-¡Nialler, baja ya! ¡Acaban de llegar mi novia y Danielle! – gritó Louis.
-Ya voy, ya voy. – respondió el irlandés.
Bajó a toda prisa las escaleras, de dos en dos, y llegó al recibidor en un segundo. Allí se encontraban las dos chicas sonrientes, se acercó a saludarlas dándole dos besos a  cada una; primero a Danielle y después a Eleanor.
-Umh… Hueles a Louis. – murmuró la chica cuando se separó de él.
-Le he dejado mi colonia – explicó el veinteañero sonriendo.
-Me gusta mucho esa colonia.
-Lo sé.
Ambos se abrazaron y se dieron un tierno beso. Al final tendría razón Louis y la famosa colonia iba a ser un imán para las chicas. Niall sonrió satisfecho y se quedó pensando si con Anne también funcionaría aquella super colonia atrapa chicas. Bueno, tampoco quedaba mucho tiempo para comprobarlo. Se despidió de Louis y los chicos con un ruidoso grito y salió hasta al coche para esperar a que las chicas salieran. Estaba impaciente por verla, y eso era más que evidente. 
-Ya estamos aquí – dijo Eleanor subiéndose al asiento trasero junto a Danielle.
-Si que habéis tardado, ¿no? – preguntó el irlandés.
El rubio arrancó el coche y se puso en camino a casa de Anne quien estaba esperando a que la fueran a recoger. Aunque es posible que se llevara una sorpresa puesto que no esperaba que fuera el irlandés quién condujera el coche. Mientras el coche divagaba por las calles de Londres, Danielle llamó a su amiga para decirle que se esperara en la puerta de su casa que estaban a punto de llegar. No sin antes soltar la noticia bomba:
-Ah, por cierto, viene Niall. Adiós.
Y sin dar tiempo a que la chica, que se había quedado sorprendiera, respondiera colgó.  
No tardaron mucho en pasar a recoger a su amiga, la cual se sentó en el asiento del copiloto porque no le quedaba más remedio. Las chicas empezaron a parlotear sobre lo que querían comprarse y las tiendas que querían visitar pero a media conversación Niall desconectó por completo. No le entusiasmaba ir de compras, pero había aceptado solo para poder estar cerca de Anne. Él la miraba de reojo de vez en cuando ya que no podía quitar la vista de la carretera, aunque a veces le resultaba difícil.
Llegaron al centro comercial enseguida y aparcaron el coche en uno de los sótanos que tenía el propio edificio aunque a Niall le gustaba más aparcar el coche en los parkings exteriores, pero de aquella forma llamarían menos la atención. Y la discreción era primordial si quería pasar un día agradable junto a Anne. Caminaron con tranquilidad hasta la zona comercial donde se vieron rodeados de gente y de tiendas. Danielle y Eleanor estaban entusiasmadas por ir a miles de tiendas y probarse infinidad de conjuntos; realmente eran las únicas que estaban interesadas en comprar algo puesto que habían obligado a Anne a ir para que se animara un poco y Niall se había ofrecido simplemente para poder pasar el día con la chica a la que quería.
-Yo no quiero ir a haceros de perchero – dijo Anne haciendo pucheros.
-Pues no vengas, creo que nos podremos apañar – rió Danielle.
-¿Y si no voy, qué sugieres que haga? – preguntó su amiga.
-Niall tampoco quiere venir, él solo es nuestro chofer por un día. – esta vez habló Eleanor. – El centro comercial es grande, ir a dar una vuelta.
La chica miró al irlandés el cual le sonrió ampliamente tendiéndole la mano en señal de invitación a perderse por aquel centro comercial. Era como una invitación a una cita; una cita silenciosa e improvisada pero, al fin y al cabo, una cita. Era una invitación amable y cariñosa a pasar un tiempo juntos, los dos solos, que falta les hacía para aclarar sus sentimientos. 
-¿Qué propones hacer, irlandesito? – preguntó ella.
-¿Te hace una bolera?
-Será mil veces mejor que aguantar a estas dos cambiándose de ropa cada dos minutos.  – los dos rieron.
-¿Eso es un sí?
-Por supuesto.
Así quedó la cosa; Niall y Anne iban a matar el tiempo en la bolera y Eleanor y Danielle iban a fundirse las tarjetas de crédito en las tiendas. Pero antes de que cada uno fuera por su lado decidieron irse a tomar un café juntos y también acordaron que se llamarían cuando hubieran acabado sus compras para irse a casa. Se sentaron en unas mesas que había formando una especie de isla al lado de una cafetería que se encontraba en medio de una gran plaza; como si fuera un oasis en el desierto. Aquello era el oasis del descanso en el mundo de las compras, donde podías sentarte a descansar y tomarte lo que te apeteciera. Pidieron dos cafés con leche para Niall y Danielle, uno solo para Anne y un té para Eleanor junto a un surtido de pastas variadas que ofrecía aquella cafetería. De repente, mientras esperaban a que les trajeran lo que habían pedido, vieron que un grupo de chicas adolescentes estaban mirando en su dirección mientras se tapaban la boca con las manos.
-Oh, oh. El rubio empieza a llamar la atención. – dijo Eleanor riendo.
-Sabía que esto pasaría… – se lamentó él al ver la mueca de Anne, a la cual no le gustaba mucho aquella situación.
-No te preocupes, es normal. – le tranquilizó Danielle. – Cuando salgo por ahí con Liam ocurre exactamente lo mismo. Y muchas veces hasta con gritos incluidos.
-A veces, las fans, son muy apasionadas. – volvió a decir Eleanor.
-Y que lo digas. – afirmó el chico. 
El grupo de chicas se acercó a la mesa donde estaban ellos sentados y Niall se levantó cortésmente a recibirlas con una sonrisa en los labios. Realmente no le apetecía tener que estar haciéndose fotos y firmando autógrafos, especialmente cuando quería tener un poco de vida privada o mejor dicho vida amorosa, pero la fama tenía un precio que pagar y era estar dedicado al ciento diez por ciento con tus seguidores. Las chicas estaban más que nerviosas por encontrarse a su ídolo tan inesperadamente y se turnaban para hacerse fotos mientras él les intentaba dar conversación para hacerlo todo más ameno. A veces resultaba difícil porque la única reacción de las chicas era decir cosas como: “Oh dios mio, eres Niall Horan.” El irlandés miraba a Anne de vez en cuando que rodaba los ojos exasperada y molesta. Obviamente entendía a aquellas chicas puesto que Niall era un chico guapísimo y adorable pero por otra parte le frustraba no poder estar sentada en un bar como lo hacían antes, sin tener a nadie que fuera a pedirle fotos.
-¿Cómo te llamas? – le preguntó Niall a una chica morena.
-Me llamo Christina. – contestó ella nerviosa.
-Encantado Christina.
Acabó de firmar el autógrafo de aquella chica con mucho gusto y después de hizo una foto con ella. Y volvió a mirar hacia la mesa donde sus tres amigas esperaban pacientemente. Fue entonces cuando las fans reconocieron a las acompañantes de Niall. Un par de ellas se acercaron a la mesa para poder hablar con las novias de sus ídolos.
-Tú eres Danielle, ¿no? – preguntó una chica.
-La misma.
-Oh dios… - la chica se pasó las manos por el pelo y se pudo notar su claro nerviosismo. – Eres increíble. – Danielle rió ante su comentario para tranquilizarla.
-Muchas gracias, de verdad.
-No las tienes que dar. En todo caso te las tengo que dar yo.
-¿Tú? ¿Por qué?
-Porqué… - la chica se secó los ojos llorosos, y suspiró. Estaba muy emocionada de haberse encontrado con ellos allí. – Porqué yo estoy enamorada de Liam, platónicamente claro está, y tú podrías pensar que estoy molesta contigo por ser su novia… pero es todo lo contrario, te estoy muy agradecida por hacerle feliz. En serio; muchas gracias.
Danielle no pudo decir nada a aquella chica, que lloraba desconsoladamente la emoción, simplemente la abrazó y le dio un beso en la frente en un intento de agradecerle sus palabras de cariño.
-Eres un amor de chica. Estoy segura de que algún día conocerás a Liam y podrás decirle lo mucho que significa para ti. – le dijo secándole las lágrimas.
Después de que la chica se calmara ambas se hicieron una foto y Danielle le prometió que le contaría a Liam aquello para que viera la cantidad de buenas fans que tenía. So pareció contentar a la chica que se fue sonriente después de haber tenido aquel encuentro con su ídolo y sus acompañantes. 
Cuando el ambiente se relajó y se sentaron para tomarse los cafés hablaron de aquello como una anécdota bonita y graciosa que les hacía felices. Eleanor y Danielle vieron que tenían el apoyo de muchas de las seguidoras del grupo de sus novios, y eso las hacía muy felices. Y Anne se dio cuenta de que la fama tenía cosas malas pero también cosas muy buenas.

Muchos besos,
Mery Da Font xx!