31 may 2013

You Belong With Me: Capítulo cuarenta y dos.

¡HOLA CARACOLAS!

¿Qué tal estáis todas? Espero que bien porque yo estoy muy feliz y es gracias a vosotras. Últimamente está habiendo muchas lectoras nuevas y estoy muy contenta por eso. Me alegro mucho de que os guste el fanfic y que lo sigáis. Ver como la página sube de visitas y los tweets que me llegan es como; WOW. ¿Sabéis que hemos pasado de las 6.400 visitas a las 6.800 en tres días? Es muy fuerte. Y todo es gracias a vosotras. <3
Peeeeeero no os quiero dar más la chapa. Simplemente daros la bienvenida a las nuevas y poca cosas más.
Ah, y añadir que a partir de este capítulo las cosas con Hodie se ponen interesantes (muy MUY interesantes) y que... nada, espero que os guste :DDDD



Capítulo cuarenta y dos: Cena en el Chelsea.
Zayn se bajó del coche y caminó hasta la puerta del Chelsea, el restaurante donde habían quedado todos. A pesar de que la idea de la cena había sido de Louis, Niall había implorado ir a aquel restaurante ya que él era del Chelsea. Se encogió de hombros. ¿Qué más daba ir a un sitio o a otro? Él seguía yendo solo y teniendo que aguantar al plasta de Dylan, porque estaba más que claro que iba a ir en calidad de acompañante de Sam. Sam. Esa chica a la que él le gustaría llevar del brazo. Suspiró y se encogió de hombros. No siempre las superestrellas tenían todo lo que querían.
Al llegar a la puerta se encontró con el irlandés y su acompañante, Anne. Se les veía muy contentos y, a pesar, de que no lo habían hecho oficial todo el mundo sabía que algo había cambiado entre ellos, que no eran solo amigos. Sonrió, alegrándose por ellos, y les saludó cordialmente cuando estaba a unos pasos de ellos.

-          ¿Lleváis mucho rato aquí?
-          Que va, acabamos de llegar. Como siempre, somos los primeros. – rió Niall.
-          Se ve que sí. Creo que eso de “la puntualidad británica” no va mucho con nosotros. – admitió Zayn.
-          ¿Cómo que no? Nosotros estamos aquí a la hora, ellos creo que deberían plantearse pedir otra nacionalidad o algo. – todos rieron, otra vez, gracias al comentario del irlandés.
-          No hablemos de eso que tú tampoco tienes mucho de inglés… - susurró el chico de ascendencia árabe encendiéndose un cigarro.
-          Bueno, bueno… solo porque me guste el jamón, la tortilla de patatas, el sol y hable un poco de español no significa que no sea inglés.
-          Si, Niall, sí… eres más inglés que la reina. – el rubio rió. Se sentía de aquí y de allá. Era irlandés, inglés y, quizá, un poco español. Se encogió de hombros. Eso no hacía daño a nadie.

En ese momento vieron llegar dos coches, que conocían muy bien, al aparcamiento. Eran el de Louis y el de Harry. Aparcaron muy cerca el uno del otro, en los primeros sitios libres que encontraron, y de ambos vehículos se bajaron las dos parejas: Louis y Eleanor y Harry y Caroline.
Zayn no sabía si era cosa suya pero pudo notar cierta tensión en las miradas que cruzaron. Rodó los ojos al ver la expresión de Louis, quién tenía la sonrisa más falsa plantada en su cara, mientras saludaba a Caroline. Oh. Debía haberlo imaginado.
Acto seguido observó al irlandés que tampoco había puesto muy buena cara al ver a la novia de su amigo de rizos.

-          Ya verás cuando lleguen Jodie y Eddie… - susurró Niall pasándole la mano por la cintura a su chica. – Me da a mí que va a ser una cena movidita.
-          Estoy contigo – admitió Anne a su lado. – Demasiado movidita.
-          Si solo fuera por ellos… - susurró Zayn hablando consigo mismo. Niall le dedicó una mirada sospechosa, enarcando una ceja. Y entonces cayó. Sam. Ya casi se había olvidado de ella y de su novio, el proyecto de policía andante.

Minutos después se encontraban las tres parejas y Zayn en la puerta, esperando a que llegaran los demás. Se saludaron cordialmente y empezaron a hablar de cosas varias, aunque Harry y Caroline se quedaron al margen.
Louis miró a su amigo. Siempre que ella venía, él dejaba de ser él. Se quedaba al margen de las conversaciones, no opinaba, no se reía, no interactuaba con nadie que no fuera con ella. Rodó los ojos. En el fondo no le culpaba, estaba enamorado pero, quizá, no fuera Caroline la adecuada. ¿Por qué? Louis no sabría decir exactamente porqué… pero era como si ella le absorbiera, como si quisiera mucho más de lo que Harry podía darle, como si… como si ella solo le quisiera por conveniencia.

-          ¿Y si vamos entrando y les esperamos en la mesa? – propuso Eleanor.
-          ¿Tienes frío, eh? – preguntó Louis riendo y abrazándola. La verdad es que era una noche bastante fría. Ella asintió y se resguardó en su novio.
-          Un poquito.
-          Claro, con estos modelitos que te pones… - susurró él. Ella le dio un golpe en el hombro, molesta.
-          Sí, sí, pero bien que te gustan.

Todos rieron ante la escena de pareja que sus amigos estaban protagonizando. Después de todo lo que ambos habían superado como pareja seguían teniendo esa relación tan especial.
Justo cuando iban a entrar al restaurante vieron llegar otro coche que paró en la puerta y de él bajó Sam. En cuanto cerró la puerta el coche se alejó y ella se quedó allí con los chicos.

-          ¿Y Dylan? – preguntó Zayn.
-          Ha ido a buscar aparcamiento. – ella se encogió de hombros y él simplemente sonrió. “Era imposible que tuvieras tanta suerte, Malik” se dijo a sí mismo. Niall y Louis intercambiaron una mirada.

No esperaron más. Entraron en el Chelsea y les guiaron hasta su mesa. De camino Niall aprovechó para acercarse a Louis; se le había ocurrido una buena idea.

-          ¿Aún quieres ganar la apuesta? – susurró el irlandés.
-          Pues claro. – le contestó Louis en el mismo tono.
-          Zayn está soltero… si acaba con Sam, ganamos.
-          Lo había notado, gracias Niall. – dijo Louis. – Pero… Sam está con Dylan. Y, además, otro de los objetivos claros era que el rizos dejara a la estirada de Caroline. – Niall asintió. Su amigo tenía razón. – Así que seguimos con lo nuestro.
-          ¿Y Eddie?
-          No sé. – susurró Louis. Ya habían llegado a la mesa y vio como Harry les observaba. Le dedicó una sonrisa algo forzada y luego se volvió hacia Niall. – Tenemos que investigar los trapos sucios de Caroline, quizá encontremos algo que haga que Harry se moleste.

El irlandés asintió y se sentó en la mesa, al lado de Anne, como si no hubiera pasado nada. Delante tenía a Caroline, que estaba sentándose al lado de su chico, a la cual miró intrigado. “Sé que escondes algo, Caroline Flack. La cuestión es… ¿qué?” pensó el rubio. Fuera lo que fuera, lo descubriría.

No pasó mucho rato cuando, por fin, se les unieron las dos parejas que faltaban ya que Dylan ya había vuelto de aparcar su flamante coche. Liam y Danielle y Eddie y Jodie se sentaron en los sitios que quedaban libres completando aquella estampa tan peculiar.
Las mirabas que se cruzaron fueron más que intensas. Harry se quedó mirando a Jodie, quien le devolvió la mirada sin despegarse del brazo del pelirrojo. Eddie se dio cuenta de que la mirada de Harry no era una simple mirada y lo observó unos segundos par acabar sonriendo después. Al fin y al cabo seguían siendo amigos.
Pero no solo esas miradas se cruzaron Zayn no pudo evitar dedicarle una mirada hostil a Dylan, como casi cada vez que le veía cerca de la chica rubia, y él respondió de la misma manera. Sam rodó los ojos y aceptó, de buena gana, el beso que su chico le plantó delante de todos, delante de Zayn.
La tensión se notaba en el aire y para eso estaba Louis, el dicharachero y parlanchín, que siempre tenía soluciones para todo.

-          Ahora que ya estamos todos… - anunció levantándose. – Me gustaría decir unas palabras.

Todos rieron olvidándose, por unos segundos, de sus respectivas situaciones incomodas. Louis se aclaró la garganta y empezó a dar su peculiar discurso cuya única intención era hacer reír a los presentes. Ni si quiera sabía que iba a decir, pero algo se le ocurriría.

-          Bueeeeeeeeeeno – dijo el chico con su tono alegre. - ¡Bienvenidos todos al Chelsea! Sí, se nota que el sitio lo escogió Niall… - todos miraron al irlandés que sonrió ampliamente. – Soy vuestro anfitrión: Louis, The Tommo, Tomlinson. – Harry rió recordando la de veces que había dicho eso cuando grababan algún video tonto. – Y solo espero que no comáis mucho sino la cuenta la pagaréis vosotros.

Dicho esto se sentó y después de reírse de las palabras del mayor cada uno se formaron pequeños grupos de conversaciones muy dispares.
No mucho más tarde llegaron unos cuantos camareros con las cartas para que cada uno pidiera lo que quisiera.

-          ¿Qué te vas a pedir, Jodie? – preguntó Anne mirando la carta con su amiga, ya que estaban sentadas al lado.
-          Pues no tengo ni idea, la verdad.

La pequeña se mordió el labio, pensativa, y Harry, que no le quitaba los ojos de encima, sonrió. Aunque en ese preciso momento su novia reclamaba su atención.

-          ¿Y tu, cariño, qué quieres? – preguntó Caroline inocentemente.
-          Puees… - susurró Harry intentando centrarse en la carta. – Quizá me pida algo de carne y patatas.
-          A lo seguro – rió Eddie. – Yo creo que estoy contigo, Harry.

Los dos chicos se miraron y se chocaron la mano. A todos les sorprendió ese comportamiento tan amigable entre ambos y más sabiendo todo lo que estaba pasando en aquel triangulo o, mejor dicho, cuadrado amoroso. Jodie sonrió al ver ese gesto, después de todo parecía que las cosas iban bien.

-          Yo quiero macarrones o espaguetis o… - decía Niall mirando la carta. – No, esto no que tiene un nombre raro.
-          ¡Irlandés controla tu estómago! – advirtió Louis desde el otro lado de la mesa. – O te lo pagas tú, avisado estás.
-          ¿¡Qué más te da a ti!? – Louis enarcó una ceja. – Cobras lo mismo que yo y, créeme que, sé que te lo puedes permitir.
-          Una cosa es que pueda y otra que quiera – Louis le sacó la lengua.
-          Será rancio… - murmuró el irlandés. - ¡Pues me lo pagaré yo si hace falta! – todos rieron ante la discusión de los dos chicos aunque sabían que Louis lo decía para fastidiarlo. Comiera lo que comiera y costara lo que costara esa cena era cortesía de Louis Tomlinson.

Después de estar un rato pensando por que querían cenar, así que esperaron a que los camareros volvieran para tomarles nota.
Jodie y Sam miraban a todos lados, alucinadas. Era un restaurante muy elegante y al parecer, por los precios, bastante exclusivo. Había poca gente y el ambiente era tranquilo y relajado. Todo estaba exquisitamente decorado y perfectamente pensado, al detalle.
Su mesa estaba situada al lado de una ventana que tenía unas vistas preciosas de Londres y, a la vez, estaba lo suficientemente alejada de todos como para que tuvieran intimidad y pudieran actuar con normalidad.
Se sentían algo incomodas, como si no encajaran en aquel mundo de lujo y ostentosidad, pero al ver a los chicos tan felices, tan naturales, tan en su salsa, se sintieron más contentas, más cómodas.
Cuando les trajeron sus platos empezaron a comer y, otra vez, se formaron pequeños grupos donde cada conversación era diferente.

-          ¿Y cómo os va? – preguntó Niall a Eddie.
-          La verdad es que bien. – respondió con sinceridad el pelirrojo aunque no quería hablar mucho de su relación con Jodie delante de Harry para no echar más leña al fuego, más que nada.
-          Estas semanas hemos pasado juntos la mayoría del tiempo – comentó Jodie. Harry comía tranquilamente sin perderse ni una sola palabra de la conversación.
-          ¡Sí! Nosotras cuando hemos ido hoy a verla estaba en casa de Eddie. – rió Danielle. – En su cama, durmiendo.
-          ¡Danielle! ¡Cállate! – rió Jodie.
-          Vaya, vaya.

Niall miró a Harry, éste giró la cabeza y cogió la mano de su novia delante de todos. Se tragó lo que tenía en la boca y se acercó a darle un beso en la mejilla que ella aceptó de buena gana.

-          Eres preciosa.

Harry le susurró en la oreja esas palabras a su novia pero fueron lo bastante fuertes como para que los presentes las escucharan. Ella rió coquetamente, aceptando el cumplido. Jodie rodó los ojos. Así que el señorito Styles quería jugar a dar celos. Bien. Ese juego podría resultar interesante porque él no era el único que conocía las reglas.

-          Hablando de dormir en casas ajenas… - susurró ella y se giró hacia Eddie. – Creo que me dejé mis pantalones favoritos la otra noche en tu casa.

El chico de rizos se tensó al momento pero no soltó la mano de Caroline. ¿Qué habrían hecho para que ella se quitara los pantalones? Puede que solo hubieran dormido juntos y… nadie duerme en tejanos. Además él ya había dormido con Jodie. No era tampoco un gran avance en su relación de pareja…
Desvió la vista hacia otro punto del restaurante, recordando la noche en que él y Jodie durmieron en la misma cama. Esa noche en la que él le dejó una de sus camisetas, en la que le hizo un hueco en su cama, en la que la besó bajo la lluvia de estrellas… Esa noche en la que se había comportado como un imbécil por no admitir que ese beso le había gustado más de lo que debería.

-          Puedes venir a buscarlos cuando quieras – sonrió Eddie encogiéndose de hombros.
-          Entonces… quizá me pase más tarde.

Todos, los que estaban al corriente de la apuesta –claro está-, estaban pendientes de la conversación y de las reacciones de los implicados. Estaban siendo momentos bastante tensos pero nadie se atrevía a decir una palabra.
Niall se quedó pensando y se dio cuenta de que al parecer todos los presentes, menos Anne y las dos parejas implicadas en la apuesta, estaban al corriente de su magnífica idea. Rodó los ojos porque nadie conocía que él fuera el artífice de todo aquello, es más, creían que había sido idea de Louis pero no le importaba. Quizá era incluso beneficioso para él porque si cualquier cosa salía mal sería el mayor quien debería responder.

-          ¡Eh, parejitas! – advirtió Louis, como si no hubiera pasado nada. Todos se giraron a mirarle y sonrió. - ¿Os apetece ir al karaoke?

Comentaron entre todos lo gracioso que sería ir y acordaron que después de cenar irían todos al karaoke más cercano que tuvieran.


Cheers and kisses, 
Mery! x

28 may 2013

You Belong With Me: Capítulo cuarenta y uno.



Hey there!
Aquí estoy otra vez con otro capítulo. He tardado un poco porque entre el concierto y tal... no he tenido tiempo. Y además que mis feelings están multiplicadas a la máxima potencia y a la mínima me pongo tonta. Entonces pues ha costado lo suyo escribir. 
Peeeero ya está. Aquí tenéis el capítulo cuarenta y uno que, en apariencia, no es muy importante pero luego tendrá su relevancia porque... dos de los personajes entran en el juego ideado por Louis. Espero que os guste... y poca cosa más. <3

Capítulo cuarenta y uno: Las ideas de Louis Tomlinson.
Caroline Flack caminaba por la calle, haciendo sonar sus tacones con cada paso que daba produciendo un ritmo frenético y, a veces, aburrido. Los periodistas, muchos compañeros de ella de la televisión, la perseguían haciéndole preguntas de todo tipo y todas eran sobre su romance con el joven y guapo integrante de One Direction, Harry Styles.
Ella decidió no contestar a nada y seguir con su camino cuando sonó su teléfono. Lo sacó con toda la tranquilidad y vio quien era el responsable de la llamada. Sonrió. ¡Qué oportuno era este chico! Se encogió de hombros dispuesta a coger la llamada aunque estuviera siendo grabada y fotografiada por no se cuantas cámaras.

-          Hey, ricitos – contestó y oyó la risa de Harry al otro lado – No llamas en buen momento.
-          ¿Ocupada?
-          Perseguida. – rió ella. Casi notó como la sonrisa de Harry se desvanecía pero lo que él no sabía era que precisamente ella iba buscando eso: los escándalos mediáticos.
-          Vaya, entonces no te entretendré mucho – susurró.
-          Eh, cariño, no pasa nada. Sabes que eso me da igual, si quieres hablar, hablemos.

A todo esto ella seguía caminando, con los periodistas a su lado, y se dio cuenta de que no podía ir a su destino. Tendría que dar un rodeo. No podía ser vista yendo a casa de Adam. Se volvió a encoger de hombros y sonrió. Después de todo no sería tan mala idea estar con el pequeño e inocente Harry Styles.

-          Yo solo llamaba para contarte la última genial idea que ha tenido Louis – enfatizó la palabra “genial” dando a entender que, en el fondo, no iba a ser tan genial.
-          Dispara.
-          Quiere que vayamos todos a cenar…
-          ¿Todos? ¿Quiénes? – Harry suspiró y Caroline se temía la respuesta del chico. Quizá tampoco estaría mal montar la escena de novia celosa delante de las cámaras.
-          Pues ya sabes… los cinco, sus acompañantes y …
-          Y Jodie y Sam y sus respectivos acompañantes. – terminó ella. El silencio se hizo algo incómodo.
-          Sí. Esa era la idea. – susurró él, por fin.
-          Sabes, Hazza, que no me hace ni pizca de gracia…
-          ¿Tenemos que tener esta discusión cuando tienes a vete tu a saber cuantos periodistas grabándote?
-          Vale, vale. ¿Cuándo es?
-          Esta noche.
-          Esta bien… Iremos juntos si es lo que quieres, cariño. – ella pudo notar como Harry sonreía y sonrió también anotándose un tanto porque acababa de quedar como la pobre novia del cantante famosísimo que tenía que lidiar con miles de cosas.
-          Gracias, princesa. ¡Ya verás como nos lo pasaremos bien! – rió él, más animado. – Ponte guapa, que quiero presumir de novia.
-          Serás tonto… siempre presumes de novia, y lo sabes.
-          Y tú de mí – contraatacó él. – Bueno, cariño, te paso a buscar luego. Te quiero.
-          Adiós, amor. Yo también.

Caroline colgó el teléfono y se lo guardó, sonriendo, victoriosa. Aunque no le hacía mucha gracia tener que ver a Jodie aquello le daba un nuevo giro a su relación con el chico de los rizos de oro.

*

Jodie aquella mañana se había despertado en una cama que conocía bastante bien a pesar de no ser la suya. Y volvió a oír, como desde hacía un par de semanas, la voz suave y calida de un chico pelirrojo.

-          Hey, preciosa, han venido a verte Eleanor y Danielle. – susurró Eddie mientras le apartaba el pelo de la cara.

Ella había sonreído ampliamente a modo de respuesta y se había levantado para reunirse en el comedor de casa de su novio, si es que ella y el pelirrojo compartían una relación tan seria y formal para poder tener ese nombre, con sus amigas.
Se sentó en el sofá con las piernas cruzadas, como si fuera un indio, pasándose las manos por la cara intentando eliminar el sueño de su rostro. No pasó mucho rato hasta que Eddie le trajo a la pequeña una taza de leche caliente, como a ella le gustaba, y un par de galletas. Era un desayuno improvisado mientras que ella intentaba averiguar porqué sus amigas habían ido hasta casa de Eddie a buscarla y, sobre todo, como sabían que estaría allí.
No le dio tiempo casi a desayunar y acabar de despejarse cuando las dos chicas empezaron a hablar como locas. La verdad es que tenían muchas cosas que contarse y apenas habían pasado dos semanas, quizá un poco más, desde aquella encerrona en el London Eye. Y en esas dos semanas se había mantenido alejada del grupo, sobre todo de Harry, para evitar incomodidades y disgustos pero parecía que eso iba a terminar.

-          Louis está organizando una cena y quiere que vengáis tú y tu acompañante, que ya damos todos por supuesto que será Eddie. – explicó Eleanor.
-          ¿Y todos llevarán su acompañante?
-          Esa es la teoría, la práctica puede ser otra – Danielle rió y pensó que sería mejor para todos si la estirada novia de Harry no apareciera en el restaurante.

Jodie hizo una mueca. No le apetecía nada tener que aguantar a Harry dándole besos y tonteando con su novia pero tampoco quería hacerle el feo a Louis, él era un buen chico.  A ver, tampoco malinterpretemos… Harry también era un buen chico, a ratos. Giró la cabeza, buscando los ojos verdes de Eddie, los cuales eran preciosos –pero quizá no lo suficiente- y cuando los encontró no supo descifrar lo que decían pero tampoco le importó mucho. Le vio sonreír ampliamente y la tranquilizó. Harry tenía a Caroline. ¿Y qué más daba? Ella tenía a Eddie.

-          ¿Qué dices? ¿Vamos? – preguntó.
-          Podría ser divertido. – aceptó él. – Además hace mucho tiempo que no veo a los chicos.

Poco después Eleanor y Danielle abandonaban el acogedor piso de Eddie dejándolos a ambos solos, otra vez. Se despidieron con un alegre “hasta luego” y bajaron las escaleras riendo y hablando de la buena pareja que hacían. Aunque no podía olvidar el asunto de Harry. Eso sí que iba a ser complicado.
Caminaron fuera del edificio y se internaron en las calles de Londres, llenas de bullicio, de personas, de tráfico, de vida. Sabía que tenían el riesgo de ser vistas, de ser perseguidas, pero tampoco les importó. No iban a dejar de hacer su vida por culpa de los medios de comunicación.

-          ¿Vas a llamar a Louis? – preguntó Danielle.
-          ¿Para qué?
-          Para decirle que sí que vienen y que podría empezar a pensar algo para cambiar el rumbo de la apu...

Danielle se calló al momento puesto que se dio cuenta de que había hablado más de la cuenta sin saber si su amiga estaba al corriente de la apuesta de los chicos o no. Pero ya era muy tarde. Había hablado más de la cuenta y sabía que Eleanor no iba a dejar las cosas así… Rodó los ojos. Si Louis se lo hubiera contado como Liam a ella esto no habría pasado.

-          ¿Cambiar el rumbo de qué?
-          Ah, no. Nada. – se encogió de hombros. – Ya sabes que a Louis no le gusta Caroline y pensaba que quizá querría fastidiarla un rato.
-          Danielle…

Eleanor insistió parándose en medio de la calle pero la mayor se negaba a decirle nada.

-          No es nada, enserio.
-          ¿Cómo que no? Te conozco lo suficiente… vamos… suéltalo. – volvió a insistir.
-          ¡Vale! ¡Vale! Está bien… - suspiró. – Los chicos tienen una apuesta sobre Harry y su novia. Lo que hace que, a su vez, esté Jodie en el pack.
-          ¿¡Qué!?
-          Fue idea de tu novio – Danielle levantó los brazos, intentando quitarse el muerto de encima. – Se ve que quieren que Jodie y Harry estén juntos, quien lo consiga queda exento de salir al escenario en calzoncillos.
-          ¿Y dices que fue idea de Lou…?
-          Eso dice Liam. – se volvió a encoger de hombros mientras seguían caminando. – Él no quería entrar y Zayn tampoco pero entre él y Niall los han liado pero bien.

Eleanor estaba perpleja. ¿Una apuesta? ¿Para deshacerse de Caroline? A ver… no era un mal plan… pero en cuanto se enteraran Harry y Jodie iba a arder Troya. Es decir… todo aquello era una conspiración para que acabaran juntos aunque, en cierto modo, podría acabar beneficiándoles a ambos. Y a ellos también. Aún no podía creerse que Louis fuera tan… ¿insensible? Puede que esa fuera la palabra, sí. ¡Y encima apostarse salir en calzoncillos al escenario! Aquello era una locura. Una gran locura.

-          Esto es increíble…
-          Dímelo a mí – admitió Danielle.
-          ¿Y tú desde cuando lo sabías? – inquirió su amiga.
-          Desde… hace bastante.
-          ¿¡Y no me dices nada!?
-          Lo siento pero prometí no decir nada. Aunque al final…
-          Ya veo, ya. – Eleanor se encogió de hombros. - ¿Quién tiene que salir al escenario en calzoncillos si Jodie y Harry acaban juntos?
-          Zayn y Liam. – ambas rieron al imaginarse la escena.
-          Me da a mí que… estamos en bandos opuestos, ¿no? – rió Eleanor.
-          No, creo que no. Aunque sea mi novio… yo quiero que esos dos acaben juntos. Además ya le he visto en calzoncillos, así que no me importa.

Ambas rieron dándose cuenta de que aunque aquello fuera un plan descabellado podría funcionar si nadie más se enteraba. El único inconveniente de todo aquel plan maestro es que nadie había contado con que entrara en el juego el pelirrojo encantador que ahora ocupaba el tiempo de Jodie y que, quizá poco a poco, acabara ocupando su corazón.
Eleanor pensó entonces que la idea de cenar todos juntos, que también había sido propuesta por su novio, tenía otras intenciones que, quizá, iban altamente relacionadas con dicha apuesta. Ladeó la cabeza, negando, dándose cuenta de que Louis era muy impredecible.
Sacó su teléfono y le envió un mensaje a su novio.
“Sé lo de la apuesta… anda que tu también, vaya ideas. ¿Algún plan para esta noche? En seguida voy a casa y hablamos. Te quiero, xx.”

*

Los ojos de Louis se ensancharon, sorprendidos, al leer el mensaje de su novia y se preguntó como narices se había enterado de lo de la apuesta. Se quedó pensando unos segundos y luego cayó en la cuenta: Liam.
Salió corriendo de la habitación y caminó por el pasillo en busca de su amigo pero al llegar a su destino vio que la habitación de Liam estaba vacía. ¿Dónde estaba? Empezó a correr por la casa y a gritar en busca del chico.

-          ¿¡LIAM SE PUEDE SABER POR QUÉ LE HAS DICHO A DANIELLE LO DE LA…

En medio de la escalera se encontraron Louis y Harry quién miraba interrogante a su amigo. El mayor se quedó quieto y no dijo nada más. Ni tan siquiera había pensado que Harry estaba en casa cuando se propuso echarle la bronca a gritos a Liam.

-          ¿Por qué gritas, Lou? ¿Qué se supone que le ha dicho Liam a Danielle? – preguntó el chico del pelo rizado.

Justo en ese momento apareció Liam en el pie de la escalera. Uf, salvado por la campana. 

-          ¿Qué te pasa a ti? A ver si no voy a poder hablar con mi novia – Harry rió.
-          Pues no porque le cuenta las cosas a la mía. – se quejó. - ¡Quería decirle yo lo de la cena! Ya me habéis jodido el plan.

Harry se encogió de hombros y siguió su rumbo hasta la planta de arriba. Louis esbozó una sonrisa, había salido victorioso de esa pero iba a echarle la bronca a Liam por ser tan bocazas.  


Cheers and kisses, xx! 
Mery Da Font. 

15 may 2013

You Belong With Me: Capítulo cuarenta.

Hey, hey, hey. I'm baaaaaaaack and I'm so happy!!
Ayer terminé todos los exámenes de segundo de bachillerato, lo cual quiere decir que ya soy oficialmente libre. Y podré dedicarme a escribir plentamente en mis ratos libres (además de ver una serie a la cual estoy muuuy enganchada). Eso es una buena noticia pero... ayer ocurrió algo no tan bueno. Creo que he roto mi portátil. Aún así escribiré en el otro ordenador si el mio ha decidido morirse para siempre. 
Pero centrándnos en hoy... debo decir que hoy es un día muy muy muuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuy especial. ¿Y por qué? Pues porque hoy, justamente, queda nada más y nada menos que UNA SEMANA para ver a los nenes en directo. Siete días. Siete días. Sólo siete. Y creo que eso es razón más que suficiente para estar que me subo por las paredes. 
Pero por si eso fuera poco... hace un par de días llegué a las 6.000 visitas en el blog. Ahora pensaréis que os voy a echar la chapa de que tal y cual. Bueno, pues más o menos, aunque espero que no se haga muy larga o me mataréis. Sinceramente, esto para mi - que me quiero dedicar a la escritura profesionalmnete - es muy importante porque nunca me había leído tanta gente, porque nunca había sentido que REALMENTE le gustaran mis escritos a alguien. Y he tenido más de 1.000 visitas en un mes. Y eso me hace feliz. Porque... porque significa que de verdad os interesa y que lo leéis. Aunque no tengo ni idea de cuántas personas exactamente sois las que seguís la historia, no puedo poner una cifra númerica porque sencillamente no sé cuántos sois, el hecho es que estáis y me leéis. Y eso para alguien que escribe y que quiero dedicarse a ello es lo más grande que le puede pasar.
También aprovecho para deciros que he cambiado el diseño del blog y que espero que os guste tanto como me gusta a mi.
Y poca cosa más por hoy. Os dejo el capítulo cuarenta. Quería escribir más y subir pero como no es mi ordenador creo que va a ser un poco imposible... pero bueno, escribiré en cuanto pueda. Espero que os guste y MUCHAS GRACIAS POR VUESTRO APOYO, a todos, de verdad.


Capítulo cuarenta: El prícnipe irlandés.
A los pies de la noria se habían quedado Niall y Louis a los cuales no les importaba esperar cuarenta minutos a la intemperie si después de todo eso los dos que se habían subido peleados bajan reconciliados.
-          ¿Crees que Harry lo coneguirá? – preguntó Niall.
-          Espero que sí, sino en cuanto baje le doy de tortas – rió Louis.
Los dos amigos se quedaron mirando a la noria y vieron aparecer a su guarda espaldas y al equipo de seguridad.
-          ¿Cuánto dura esto? – la voz de Paul era autoritaria y grave pero los chicos ya estaban más que acostumbrados.
-          ¡Parece mentira que vivas en Londres y no lo sepas! – se quejó Louis riendo. – Cuarenta minutos.
-          ¿Y cuanto rato llevan allí arriba?
-          Puede que unos quince – comentó Niall mirando el reloj. – No estoy seguro.
Los tres volvieron a mirar hacia arriba y Louis rodós los ojos, más les valía arreglarlo. Luevo volvió a mirar a su amigo irlandés y sonrió recordando que tenían un tema pendiente.
-          Eh, irlandés – le llamó, su amigo lo miró interrogante. - ¿Con Anne qué? La besaste el día de los premios… ¿el siguiente paso es una relación formal?
-          No lo sé. No la he vuelto a ver – contestó él sonrojado. – Quizá esté molesta porque la besé en público.
-          Yo creo que no.
-          Eh, tu sabes más de lo que cuentas. Eso no es justo. – los dos rieron.
-          Eleanor y Danielle se pasan el día hablando de eso; al parecer a ella le gustó que lo hicieras pero está confundida por todo el rollo de la fama. – Niall suspiró. Otra vez el mismo tema. – Habla con ella, Nialler.
-          Eso haré. – ambos sonrieron.
Estuvieron allí, a los pies del London Eye, esperando a que los cuarenta minutos pasaran y así podrían marcharse todos juntos, felices. Cuando la noria se paró, con la casualidad de que el cubículo, en el cual se encontraban sus amigos, se paró delante de ellos, vieron bajar de ella a Jodie y Harry que reían alegremente por cualquier tontería.
Louis y Niall se miraron. Parecía que las cosas habían ido bien allí arriba. Una cosa solucionada, pensó Niall, ahora le tocaba a él.
-          ¡Vaya par de tortolitos! – rió Louis. Harry y la chica se miraron intensamente.
-          ¡Si te oyera Eddie, te faltarían piernas para salir corriendo, Lou! – rió Jodie.
-          Ya, ya… el pelirrojo no corre tanto como yo. – Harry rodó los ojos. ¿No podían dejar el tema un poco? Suspiró sabiendo que no podía molestarse por aquella relación.
- ¿Nos vamos? – dijo de repente.
Todos accedieron y se marcharon del London Eye hablando de cosas sin importancia mientras, a lo lejos, la noche de Londres se hacía más intensa, más oscura, más bonita.

*

Pasaron un par de días y las cosas seguían su curso natural. Los chicos por fin tenían un merecido descanso y podían dedicarse a sus novias, familias, amigos, etc. Y por eso, esa mañana, Niall Horan no esperó más y se fue corriendo, bien temprano, a casa de Anne. Necesitaba verla y aclarar las cosas.
Estaba nervioso. Era normal, ¿no? Suspiró. Claro que sí. Era totalmente normal. Llevaban mucho tiempo con esa historia y encima luego ella desapareció, como por arte de magia, pero ahora que había vuelto no pensaba dejarla escapar. Ni loco.
-          ¿Nialler? – preguntó Anne abriendo la puerta. Él sonrió.
-          Ya veo que te alegras de verme. – ella sonrió también aceptando el abrazo que el irlandés le daba. – Buenos días, preciosa.
-          Buenos días, rubito.
Los dos pasaron al interior de la vivienda de la chica y se quedaron en silencio. Niall observó todo, hacía mucho tiempo que no entraba allí pero todo estaba como la última vez, tal y como lo recordaba. Sonrió porque se dio cuenta que era como si el tiempo no hubiera pasado para él, ni para ella, ni para su amor.
-          Yo siempre me alegro de verte – murmuró ella sacándole de sus pensamientos.
-          Es bueno saberlo.
Niall se acercó, con paso lento, al sofá y se sentó. Anne, quien le seguía sin entender el motivo de su visita, le imitó y se le quedó mirando. No por nada en especial, simplemente que admirar esa belleza de buena mañana la ponía de buen humor. Y entonces pensó que podría verle despertar todos los días a su lado y que no le importaría una mierda lo famoso que fuera ese chico de ojos azules y carita de niño bueno.
-          ¿Alguna nueva noticia, Horan? – Él enarcó una ceja, raras veces le llamaba por su apellido pero ella simplemente rió.
-          Ah, no sé. Dímelo tú, Smith.   
-          ¿Yo? – Niall se acercó peligrosamente a la chica y tocó su nariz con la yema de sus dedos, juguetonamente.
-          Sí, tú. – susurró. Ella quiso alejarse pero estaba tan hechizada por sus ojos azules que no supo responder a lo que su cerebro le decía. – Cuéntame... algo... sobre un beso... que te dieron
Niall arrastró las palabras, una a una, pronunciándolas lentamente, provocando a la chica que tenía delante, sin perder la sonrisa en sus labios.
-          ¿Un beso? – preguntó ella inocentemente, dispuesta a seguirle el juego. – No recuerdo ningún beso reciente.
-          ¿No?
El enarcó una ceja y ella rió. Resultaba gracioso que después de tanto tiempo siguieran con aquellos jueguecitos de seducción, tan de adolescentes. Anne negó con la cabeza, respondiendo sin palabras a la pregunta que le había hecho Niall, y la sonrisa del irlandés se ensanchó.
-          Vamos a hacer memoria, entonces. – susurró él.
Se acercó a ella, acortando todas las distancias, quedando solo a dos milímetros de ella y la besó, otra vez. Fue un beso lento, tierno, dulce, pero a la vez tenía muchos sentimientos escondidos y algo de desesperación. Desesperación de haberse estado conteniendo tanto tiempo estuviera ella lejos o cerca.
-          ¿Te acuerdas ya?
-          Umh… - ronroneó ella. – Creo que un poco, pero no mucho. 
Ambos sonrieron y se lanzaron, literalmente, el uno a por el otro. Cayeron de espaldas al sofá mientras se comían a besos, cada vez más desesperados, más fieros, más pasionales.
Las manos del chico recorrían el cuerpo de Anne, todas las veces que no lo habían recorrido mientras estaban separados, y sus bocas apenas se separaban. Puede que les faltara el aire, pero no les importaba.
-          Entonces… ¿te acuerdas ya? – preguntó él riendo.
-          Puede que recuerde que un príncipe irlandés que toca la guitarra y se crió entre prados verdes y duendes me besara en medio de una gala súper importante y televisada. Pero solo puede, eh. – ella rió también. Niall le dio otro beso corto.
-          Gracias por lo de príncipe.
-          Eh, ¿quién ha dicho que seas tú?
Niall paró en seco y la miró serio pero cuando vio que una sonrisa se escapaba de sus labios se relajó. Esta chica era de lo que no había… Sonrió y la besó otra vez.
-          Anne, no te vayas nunca más.
-          Nunca más, Nialler.
Ambos se miraron unos segundos y los dos acordaron, sin palabras, que aquello era el principio de algo nuevo, que nadie podría destruir lo que estaban construyendo. Y se dieron otro beso, el primero de muchos, que sellaba aquel pacto de amor inconfesable. 

*

Eran las cuatro de la tarde, de un día totalmente normal, cuando Sam y Dylan paseaban cogidos de la mano por una de las calles más transitadas de Londres. Un tenue sol brillaba, tímido, y había hecho que la ciudad se llenara de gente que iba de aquí para allá, mirando tiendas o dando un simple paseo.
-          Mira, cariño, que vestido tan mono – dijo Sam señalando a un escaparate.
-          ¿Otro vestido? Si ya tienes muchos, princesa.
-          Ya, pero ese es muy bonito. – él rodó los ojos, a veces parecía una niña pequeña, pero le gustaba.
-          Estoy seguro de que te quedaría precioso, pero es una pena que no te quepa en el armario.
-          Ya le haré sitio, no te preocupes. – ambos rieron y siguieron caminando.
Caminaron, poco a poco, sin soltarse de la mano, observando las tiendas, la gente, las bolsas, el sol, los colores… Eran felices dando paseos juntos.
Pero la tranquilidad no duró mucho. Un poco más adelante vieron a un grupo bastante grande de chicas reunidas entorno a alguien que no podían ver que, por lo visto, las había alterado demasiado. Dylan observó la escena enarcando una ceja pero Sam lo entendió enseguida, la única cosa que podía revolucionar tanto a unas adolescentes era un famoso.
La chica arrastró a su novio calle abajo, rápidamente, para poder enterarse de lo que estaba pasando pero aún estando más cerca la masa de chicas era tal que seguían sin poder ver quien era.
-          ¿Sam de verdad es esto necesario? – preguntó Dylan cuando vio que la chica se subía a un muro que había para poder verlo todo.
-          Sí, lo es. – rió ella haciendo equilibrios para no caerse.

La chica, que no soltaba la mano de Dylan por seguridad si llegaba a caerse y porque le reconfortaba saber que él estaba con ella, estiraba el cuello para adivinar quien era el famoso en cuestión. Entonces lo vio. Y el mundo se paró. Los ojos le brillaban, las mejillas se le habían teñido de escarlata y las piernas le fallaron, provocando que se cayera del muro pero Dylan la cogió al vuelo, aunque este se temía lo peor.
-          ¡Es Zayn! .- dijo ella ilusionada. Y Dylan rodó los ojos, sus sospechas de habían cumplido.
Sam se acercó corriendo, seguida de su novio muy de cerca, y se coló entre las chicas que la miraron mal y no le dijeron cosas bonitas precisamente. Se abrió paso entre la gente, saltando, para verle un poco más de cerca, para – simplemente – saludarle.
-          ¡Zayn! – gritó.
El chico de ascendencia árabe reconoció su voz, la reconocería en cualquier sitio, y la empezó a buscar con la mirada hasta que, de repente, ella apareció delante de él. Alguien la empujó y acabó en los brazos del chico quien la acogió gratamente.
-          ¡Sam! – ella lo miró. - ¿¡Qué haces aquí!?
-          Vivo en Londres, ¿recuerdas? – los dos rieron y las chicas que los rodeaban les miraban con cara de pocos amigos. Ah, y Dylan también.
-          Claro que lo recuerdo
Se separaron bajo la atenta mirada de todos y entonces ambos se dieron cuenta de que allí no podrían hablar. Fue entonces cuando Sam se percató de que estaba con Dylan y de que, probablemente, aquello no le haría mucha gracia.
-          Bueno, yo debería irme. – dijo ella algo desanimada. – Es que estoy con Dylan y eso…
-          Oh. Entiendo. – fue todo cuando pudo decir. Segundos después le dirigió una mirada hostil al novio de la rubia quien lo miraba de la misma manera. – Espero verte pronto, eh.
-          Claro que me verás, más pronto de lo que tú te crees. – ambos rieron y se dieron dos besos.
-          Seguro. Te llamaré, pero cógeme el teléfono, eh. – hubo más miradas de odio por parte de las chicas que esperaban para hablar con él que no entendían quien era ella y porqué tenía su número.
-          Esperaré impaciente. ¡Nos vemos Zayn!

Dicho esto un brazo masculino sacó de allí a Sam llevándosela lejos, calle abajo, lejos de todo aquel bullicio.