Hola a todas preciosisisisisisisimas lectoras :)
Pues no sé si lo sabréis o no, pero hoy es mi cumple y bueno me hago oficialmente una adulta. Sí, sí... cumplo 18. ¡Qué vieja! Pero gracias a eso podré entrar sin un adulto al concierto del 22 porque el adulto seré yo. MUAHAHAHAHAHAHAHA. Ok. Dejando eso de lado... pues he tenido un día bastante chachioso y me ha venido a ver una amiga a la cual quiero mucho mucho mucho y me ha traído una cosica muy bonica de parte de Harry (teoricamente xDDD). Era una piruleta de esas gigantes, unas gafas rollo rayban de mi color favorito y un dibujito del guaposo de rizos.
( Este es el dibujito que me ha hecho Eli... es una tontería de nada pero me ha hecho mucha ilusión)
Capítulo treinta y siete: Tiene que salir bien.
Harry había amanecido en un Londres bastante tranquilo después de los
últimos tumultuosos días en los que había pasado de todo. Los chicos ya se habían
enterado de lo de Jodie y Eddie y encima habían escuchado el propio testimonio
de la chica, aunque ella no era consciente. Sintió celos al escuchar su propia
voz decir que sí se había enrollado con él y que, probablemente, no le
importaría repetirlo.
* * *
Se encontraban sentados en dos sofás,
todos, alrededor del móvil que estaba en la mesa de café. Los chicos algo
desconcertados y más callados que un muerto estaban siendo testigos de todo lo
que las chicas hablaban.
-
Va Jodie, cuéntanoslo todo. – le pidió Anne mientras se acercaba más al
teléfono que tenía puesto el manos libres.
-
No hay mucha cosa que contar, Anne. Además si ya lo sabéis…
-
Bueno, queremos escucharlo de tu boca. – esta vez habló Eleanor. –
Venga, enana, no te hagas de rogar. Cuéntanos esos detalles de chicas, por
favor.
-
Si, venga, cuentamos. – la animó Danielle. - ¿Cómo besa? ¿Besa bien? ¿Y
quien se lanzó él o tu?
Los chicos estaban algo atónitos. ¿Aquello era algo que las chicas
solian contarse siempre? ¿Sabrían todo de todas y, por tanto, también de lo que
hacían con ellos? Liam rodó los ojos. ¡Qué cotillas podían llegar a ser! Aunque
pensándolo bien… ellos también solian contarse esas cosas.
Harry rodó los ojos sin estar muy seguro de si quería escuchar la
respuesta a eso. Estaba a punto de levantarse e irse pero la mano de Louis en
su hombro lo retuvo y lo tranquilizó, en parte. Aunque el menor seguía sin
entender porque se sentía así.
-
A ver… - cedió la pequeña que en
su cuarto miraba a Eddie mordiéndose un labio. – Sí, besa bien. Muy bien.
¿Cómo? Es… no sé. Es suave e intenso a la misma vez, como si te electrizara. Y
respecto a quién dio el paso… sinceramente no lo sé.
Harry rodó los ojos. ¡Lo que le faltaba! Escuchar como narices besaba
otro…
-
¿Cómo que no lo sabes? – dijo Eleanor, intentando investigar en el
asunto.
-
No. Había bebido algo más de la cuenta por lo de Harry, ya sabéis.
Todas las miradas se dirigieron al chico de rizos que les devolvió la
mirada serenamente. Él no tenía la culpa. Bueno, quizá un poco sí… Había creado
cierta tensión entre ellos y encima, Caroline, que era como la guinda del
pastel la había liado más. Pero… ¿qué cojones hacía él intentando justificar
todo aquello? Si no era asunto suyo…
-
Hablando de Harry… ¿quién besa mejor? ¿El pelirrojo o él? – preguntó
Anne mirando al susodicho. Aquello era una provocación en toda regla pero, por
alguna extraña razón, quería quedarse a escuchar la respuesta.
-
Emh… - la voz de Jodie dudó al otro lado de la línea. – Son diferentes.
Primero que el beso que me di con Harry fue como una especie de reto donde uno
intentaba dominar al otro. Fue muy pasional e intenso. Y… - suspiró. – Empate.
-
¡Lo sabía! – gritó Danielle. – Te gustan los besos de Eddie tanto como
los de Harry y eso es un problema, enana.
* * *
Los acontecimientos estaban sorbrepasando la capacidad de aguante del
chico de rizos quien se había ido a dar un paseo para poder despejar sus ideas.
Quería pensar y reflexionar sobre sus sentimientos de celos a los cuales no les
encontraba una explicación lógica. Suspiró. Había pasado casi una semana desde
eso y seguía siendo el tema de casi todas las conversaciones y el tema
predominante en sus pensamientos.
Su subconsciente y su coche lo llevaron hasta un Milkshake City. Ese
sitio le traía muchos recuerdos, de todo tipo. Se sentó en una de las mesas y
pidió un batido y una madalena.
- Aquí tienes Harry. – le dijo la conocida
camarera cuando le trajo el pedido.
- Gracias. – sonrió él. – Oye, ¿tienes un
papel y un boli?
- Claro, ahora mismo te lo traigo.
Poco después Harry estaba absorto en sus cosas, sin prestar atención a
la gente que le miraba, escribiendo cosas en ese papel. Cosas inconexas y sin
sentido. Cosas como: celos, ojos verdes, peleas, idiota, fan, novia, pelirrojo…
*
Niall y Louis estaban en el recibidor de su casa poniéndose las
chaquetas y preparándose para salir. Ya habían avisado a Paul que les esperaba
en la puerta con un equipo de seguridad reducido. Se iban de paseo por el
centro de Londres y aunque normalmente lo hacían sin necesidad de la escolta…
aquel día habían quedado con alguien y querían tener cierta soledad que era lo
que esos gorilas que parecían armarios les proporcionaban.
- ¡Nos vamos! – anunció Louis abriendo la
puerta.
- ¡Adiós! Pasarlo bien y darle recuerdos a
Jodie de nuestra parte. – gritó Liam desde el comedor.
- ¡Lo haremos!
Salieron de la casa y se montaron en el gran Range Over negro. Durante
el trayecto hasta el centro de Londres, concretamente hasta el London Eye que
era el punto de encuentro con Jodie, Niall se quedó mirando por la ventana con
una expresión algo preocupada.
- ¿Sabes algo de Harry? – preguntó a su
amigo.
- No, ahora iba a llamarlo para que mueva su
culo hasta el London Eye.
- Como no salga bien, Tomlinson… - susurró
Niall.
- Saldrá bien, irlandés. – le aseguró el
mayor. – Tiene que salir bien o nos tocará salir al escenario en calzoncillos.
- Y seguiremos aguantando a la… - el rubio
iba a decir una palabrota pero se contuvo porque esa “zorra” de Caroline Flack
seguía siendo la novia de su amigo.
- No me lo recuerdes.
Louis cogió su teléfono y llamó a
su amigo, tal y como tenía previsto aunque este no supiera nada del plan que él
y el irlandés se traían entre manos. El mayor confiaba en sus dotes de
convicción para hacer que, estuviera donde estuviera, Harry moviera su
asqueroso trasero hasta la noria más importande del Reino Unido.
Siendo sinceros, le costó un poco convencerlo ya que tampoco se
encontraba en su mejor momento pero, al final, después de asegurarle miles de
veces que iban a arreglar su asunto con Jodie el pequeño accedió a encontrarse
con ellos en el London Eye a las siete.
* * *
-
Sobre todo, no te puede ver nadie. Ocúltate, escóndete, lo que sea. –
Louis había repetido eso como ochenta veces y el chico de rizos seguía sin
encontrarle un significado a aquello.
-
¿Y cuando sé que tengo que salir para encontraros? – preguntó
desconcertado.
-
Tú escóndete y envíame un mensaje diciéndome dónde estas. Paul irá a
buscarte cuando se lo diga o yo mismo, si es necesario.
-
Lou, esto es muy raro de verdad. – susurró Harry. - ¿De qué me va a
servir para arreglar las cosas con Jodie esconderme en el London Eye?
- Confia en nosotros, ricitos.
* * *
Llegaron al centro de Londres y
los dos chicos se bajaron del coche seguidos de tres seguratas y Paul.
Caminaron tranquilamente por las concurridas calles hablando sobre el plan:
repasándolo una y otra vez. Tenía que salir bien.
Niall miró su reloj eran las seis y media, con suerte harían una cola
para entrar de algo más de treinta minutos y así le daría tiempo a Harry a
llegar hasta el punto de reunión. Él no era muy fan de las colas y más desde
que ahora tenía el chollo de poder saltárselas todas pero esta vez debían
hacerla y, es más, quería hacerla.
- Louis… es peligroso que hagáis la cola
para subir. Podéis subir los primeros, si queréis. – dijo Paul.
- ¿Peligroso, Paul? ¿Qué tipo de gente hay
en el London Eye? ¿Niños con sus madres, quinceañeras, parejas de enamorados?
¿Qué es lo máximo que nos puede pasar? ¿Qué nos reconozcan y nos pidan fotos? –
Louis rodó los ojos. – Por favor, me apetece ser una persona por normal una
vez.
- Vale, vale. Como queráis.
Justo en aquel momento le virbró el móvil. Le acababa de llegar un
mensaje que ponía todo el plan en marcha.
“Hey, Lou, estoy en el London. ¿Dónde estáis? Me voy poniendo a la cola,
os espero. Jodie, xx.”
Sonrió. Estaban a menos de cinco minutos a pie del lugar donde se
reunirían con la chica. Apretó un poco más el paso y los demás se amoldaron a
su nuevo ritmo.
Al llegar allí observaron una larga cola pero no les importó. Buscaron a
Jodie entre la gente, bajo la atenta mirada de todos aquellos que ya les habían
reconocido, y se acercaron a ella. La saludaron con abrazos, besos y palabras
de alegría.
- ¿Era necesario traer tanta seguridad? –
rió ella. – Os he visto en situaciones peores sin ninguno de ellos.
- Ellos son como… tu seguro. – rió Niall,
también.
- ¿Mi seguro?
- No preguntes. – dijo simplemente Louis.
Niall miró el reloj. Seis y cuartenta. Sonrió más tranquilo. Ahora solo
tenían que esperar a Harry y que, por una vez, hiciera las cosas bien.
Capítulo treinta y ocho: London Eye (parte uno).
Llevaban en la cola del London Eye cerca de cince minutos. Casi eran las
siete y eso significa que Harry estaba al llegar.
En esos quince minutos algunas fans se acercaron a los dos chicos y les
pidieron unas fotos que Jodie sacó de muy buena gana y esperó pacientemente a
que los chicos pudieran estar por ella otra vez. Podría haberle molestado
puesto que ambos habían quedado con ella pero el hecho de ser una fan hacía que
ella lo comprendiera mejor.
- Por cierto, os conozco ya desde diciembre
o así… - empezó a decir Jodie. – Y no tengo ni una foto, ni un autógrafo, ni
nada… ¿Qué clase de fan soy?
- Una que tiene nuestros números de teléfono
y viene a nuestra casa a dormir. – rió Niall.
- Ya veo ya. – ella miró a la noria. – Me
debéis una foto, eh.
- Cuando quieras. – repuso Louis mirando a
su teléfono.
A unos cincuenta metros del London Eye, Harry aparcaba su coche y se
bajaba de él con tranquilidad aunque sin dejarle de dar vueltas a lo que le
había dicho Louis. Su amigo podía ser muy raro e enigmático si se lo proponía.
Caminaba rápido y dio un rodeo para llegar a la noria por la parte de
atrás y así no ser visto por la cola, que era lo que Louis le había dicho.
“Sobre todo, no te puede ver nadie.” Había cogido uno de sus gorros del coche,
además de unas gafas de sol y la bufanda que ya llevaba. Supuso que con eso
serviría para no llamar la atención. Rodó los ojos sin entender nada de la
situación pero confiaba en sus amigos, eran su única opción.
Se acercó a la cabina en la cual se compraban los tickets para subir a
la noria por la puerta de atrás y picó a ella con fuerza. Esperó con las manos
en los bolsillos y los hombros encogidos, como si así fuera a pasar
desapercibido. Poco después abrió un chico joven y lo miró.
- Hola. – dijo simplemente.
- Señor, la cola es por el otro lado.
- Lo sé, lo sé. Es que… verás…
Harry se quitó la bufanda y las gafas de sol y sonrió alegremente. La
expresión del chico cambió por completo y también le sonrió.
- Señor Styles… - susurrró él.
- Sé que la cola es por el otro lado y que
me la estoy saltando con todo el morro… pero he quedado con alguien, que sí que
está en la cola, pero no me apetece ser visto precisamente hoy. – le explicó el
chico de rizos.
- ¿Y que puedo hacer por usted?
- ¿Me deja que me quede aquí, en un rincón
de la cabina, hasta que esa persona llegue para comprar el ticket y subir con
ella?
- Claro, no hay ningún problema. Pase.
Harry pasó a la pequeña cabina y
se quedó allí sin decir absolutamente nada, con sus gafas, su gorro y su
bufanda. Miró su reloj: las siete y cinco. Sonrió. Sacó su móvil y le envió un
mensaje a su amigo.
“Estoy en la cabina de los tickets, por si te interesa. ¿Cómo va todo?
Harry. Xx”
Louis estaba tan pendiente de su móvil que nada más recibirlo le contestó.
“Perfecto, Styles. Todo está saliendo a pedir de boca, cuando estemos
a punto de llegar a comprar los tickets voy a por ti. Louis, xx.”
Ahora sí, no había marcha atrás. Y todo saldría bien. Sino… les iba a
dar de hostias a los dos hasta que se perdonaran. Aunque sí que estaba claro
que iba a ser muy difícil que Jodie escuchara las explicaciones de Harry. Eso
estaba en las manos del ricitos.
Otros quince minutos habían pasado y Jodie, Niall y Louis se encontraban
ya al principio de la cola prácticamente. La noche iba cayendo en Londres, las
luces se encendían y Jodie no paraba de repetir que las vistas desde la noria
serían estupendas aunque Louis y Niall creían que cuando estuviera allí no se
fijaría precisamente en las vistas.
- Voy a comprar los tickets, quedaros aquí y
prepararos para subir que ya esta acabando la vuelta. – anunció Louis.
- Perfecto. Te esperamos. – sonrió el
irlandés.
Louis salió corriendo de la cola y se acercó al mostrador de los tickets
sin mucho problema puesto que la gente le dejaba pasar. Eso de ser famoso tenía
sus ventajas.
Se acercó a la ventanilla y el chico que había allí, el mismo que le
había abierto la pierta a Harry le miró.
- Hey, ¿Qué hay? – saludó Louis.
- Señor Tomlinson, un placer tenerle por
aquí.
Harry levantó la vista de su teléfono y miró a su amigo a través de las
gafas. Sonrió ampliamente. No tenía ni idea de que era lo que tenía que hacer
ahora pero le daba igual. Louis estaba allí y estaba dispuesto a ayudarle en lo
que hiciera falta.
- El placer es mío. – dijo él. – ¿Me podrías
ayudar?
- Claro, ¿Qué se le ofrece?
- Quiero dos tickets para la siguiente
vuelta y llevarme al rizos que tienes allí apalancado – los tres rieron.
- Ahora mismo, señor.
El chico le dio los dos tickets y Louis los pagó de buena gana, ya pasaría
cuentas luego con Harry si era necesario. Esperó a que Harry saliera de la
cabina y se reunió con él. Se abrazaron unos segundos y luego chocaron los
puños.
- Cuéntame tu plan.
- Vas a subirte a la noria con Jodie. Los
dos en una cabina. Tienes cuarenta minutos para hacer que te escuche y te
perdone. Es todo cuanto puedo hacer.
- ¿¡Estás loco!? Me matará… - repuso Harry.
- La encerrona era la única opción. Tienes
que hacerlo si quieres arreglar las cosas y sé que quieres porque no sueles
comportarte como lo hiciste.
Mientras Louis le explicaba todo y Harry pensaba que narices iba a hacer
con Jodie solos en la cabina por cuarenta minutos… y, sobre todo, como narices
iba a hacer que ella le escuchara caminaban hasta la entrada de la noria.
Jodie y Niall esperaban allí a que Louis llegara pero estaba tardando
mucho. El guarda les hizo pasar la cinta que indicaba que estarían dentro en la
siguiente vuelta. Jodie miraba a todos lados
y Niall observaba su teléfono por si se provocaba algún contratiempo.
Pero levantó la vista un momento y vio a Louis y Harry corriendo hacia su
posición.
- ¡Mira Jodie, que bonito el Big Ben
iluminado! – le dijo a la chica intentando desviar su atención.
- Es bonito sí, pero parece que no lo
hubieras visto nunca, Niall.
- Sabes que estas cosas me hacen ilusión –
él se encogió de hombros.
- Oye, ¿y Louis?
- ¡Estoy aquí! – se escuchó su voz y lo
vieron llegar entre la gente, solo.
- Has tardado mucho…
- Lo siento. Unas fans me pillaron por
sorpresa – se disculpó rascándose la nunca.
Niall lo miró con cara de expectación preguntando sin palabras donde se
encontraba el chico de rizos y Louis sonrió dando a entender que todo estaba
bajo control.
La noria se paró y la gente empezó a pasar por grupos cada una a una
cabina. Cuando les tocó a ellos Jodie
entró hablando tranquilamente confiando en que Niall y Louis la seguían y que
ellos entregarían sus tres tickets. Pero tras ella entraron ambos y Harry a un
metro de distancia, sin que ella lo supiese.
Se metió dentro de la cabina y miró el paisaje sin dejar de hablar. Todavía
no se había dado cuenta de nada. Harry fue empujado, literalmente, hacia el
interior de la cabina aunque no estaba muy seguro de hacer aquello. Le tenía
demasiado aprecio a su vida.
- Buena suerte – susurró Niall a Harry cerrando la puerta tras él.
- Louis, ¿me estás oyen…
Jodie se giró y no se encontró a Niall y a Louis como ella esperaba sino
que en su lugar se encontró a Harry con una expresión indescifrable. Miró al
exterior y se encontró a los dos amigos saludándola. ¡Los mataría!
- ¿¡Harry!?
- Hola. – dijo él, simplemente.
- ¿¡Qué estás haciendo aquí!?
- Yo también me alegro de verte.
Se sentó en uno de los bancos que había bajo la atenta mirada de ella. Ahora
que ya estaba metido de lleno en el asunto no se encontraba tan nervioso como
antes y, a decir verdad, ya se esperaba una reacción como aquella así que no se
sorprendió en absoluto.
Observó como ella se pasaba las manos por el pelo, desesperada.
Claramente no le gustaba la idea de la encerrona pero, como había dicho Louis,
esa era su única opción. La única manera de que le escuchara.
Besitooos y abrazos,
Mery Da Font, xx!
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