25 nov 2012

You Belong With Me; Capítulo veintiocho.

Hi there again! Sé que no es lo habitual que suba dos días después de haber subido... pero ha habido una serie de cambios y circunstancias. Primero de todo el cambio principal es que los capítulos serán más cortos la cual cosa me permitirá poder subir antes. Normalmente eran de siete páginas, incluso más, de word.... y tardaba bastante en escribirlos. Entonces, para que no tarde tanto y pueda subir antes... se acortarán a cuatro o cinco páginas de word. Eso hará que hayan más capítulos en menos tiempo. Os favorece a vosotras y a mi también.
Y otra cosa que me ha hecho escribir más rápido este capítulo es que quería quitarme de encima esta situación cuanto antes... y hacer que aquel personaje que ya no me gusta para nada desaparezca lo antes posible. Además de que no podía dejaros mucho tiempo con la intriga de lo de Jodie y Harry (aunque se quedará un poquito más ahí, no me matéis, eh?).
Ah bueno... y... este capítulo quiero dedicárselo a Noelia, su twitter es @awayfrom1D, si queréis seguirla. Porque no sé que ha pasado pero hoy no estaba de humor... así que, nada, guapa que sabes que me tienes aquí para lo que necesites. <3
¡UNA COSA MÁS! Hacía mucho tiempo que un capítulo no tenía canción.... pero este tiene dos, y son las siguientes: "You could be happy" de Snow Patrol y  "One more night" de Maroon 5 (en ese orden).
Espero que os guste.


Capítulo veintiocho: Sólo una noche más.
Harry estaba con la cabeza recostada en el respaldo de su coche. Respiraba fuertemente, y tenía las mejillas mojadas por las lágrimas. Lloraba de rabia y de impotencia. Lloraba porque no era capaz de saber lo que sentía y no era capaz de mantenerlas a las dos felices. Tenía que elegir… y después de aquello estaba clara su elección.
Jodie, sentada en el suelo de su casa apoyada contra la pared de la puerta de salida, lloraba desconsoladamente. ¿Por qué tenía que ser tan cruel con ella? ¿Y por qué ella seguía teniendo la esperanza de que él volviera y la besara con todas sus ganas? ¿¡Por qué!? “Jamás aprenderé” pensó para ella misma. Tenía muchos recuerdos, unas flores medio marchitas y el corazón roto. Y, aún así, lo único que deseaba es que él fuera feliz. Existía una canción que a ella le gustaba mucho que describiría ese sentimiento perfectamente; “You could be happy” de Snow Patrol. Entre lágrimas deseó en lo más hondo de su ser que él fuese feliz y también se prometió que no quería volver  a saber nada de él.
El teléfono de Harry sonó rompiendo la tranquilidad del coche e interrumpiendo sus pensamientos. Miró la pantalla con los ojos llorosos, era Louis. Se secó las lágrimas con la manga de la camisa y contestó.
-¿Diga?
-¡Hey Hazza! ¿Dónde estás? Necesito consejo. – la voz despreocupada de Louis lo animó levemente.
-Ya iba de camino para casa, ¿qué te pasa Lou?
-He quedado con Naomi y que ponerme.
-Ponte lo de siempre, estás muy guapo con tu camisa de marinero. – Harry sonrió levemente.
-Eso había pensado. – se quedaron ambos en silencio. – Oye, Harry, ¿estás bien?
-Sí, sí. No te preocupes. – añadió rápidamente. – Vístete y vete que has quedado. Cuando vuelvas a casa ya estaré allí con los demás.
-Gracias amigo. Luego te cuento.
-Que te vaya bien. Hasta luego. – dicho esto, Harry colgó y tiró el teléfono al asiento del copiloto.
Louis se quedó pensativo mientras miraba el teléfono. Harry estaba raro. Lo había notado diferente y apenas habían intercambiado unas palabras. ¿Qué habría pasado? Se encogió de hombros y se puso la camisa de marinero. Bajó las escaleras de casa, cogió la chaqueta y salió por la puerta gritando que volvería en un par de horas. Nadie sabía dónde iba. Y ni falta que hacía. Si se enteraban seguramente le calentarían la cabeza con problemas y responsabilidades, y él no era así. Era un espíritu libre y todos lo sabían. No quería ataduras, ni problemas. Quería ser él sin limitaciones. Y eso era lo que estaba haciendo. Mientras conducía iba escuchando la radio y pensando en lo que le esperaba aquella tarde. Entonces, el presentador del programa puso una canción que a Louis no le gustó nada… no porque no fuera buena, que lo era, sino porque le recordaba a Eleanor. Le recordaba a ella y a las veces que le había hecho lo que ahora iba a hacer, otra vez. Malditos Maroon 5 y sus canciones tan oportunas.
You and I go on at each other like we're going to war.”
Siempre que se peleaban era por su culpa y él sabía que ella no se merecía todo aquello. ¿Entonces por qué seguía haciéndolo? “Louis, eres idiota” pensó. Pero ya no había marcha atrás.
Now you're stuck on my body, on body like a tattoo oh.”
Eleanor, para él, era exactamente eso. Un tatuaje del cual no se podía deshacer. Era una persona imprescindible en su vida pero a la cual había hecho mucho daño por su comportamiento. ¿Por qué no era capaz de tratarla como se merecía?
And I know I said it a million times but I'll only stay with you one more night.”
Louis suspiró. Viva las canciones con dobles sentidos, que vivan esas que te hacen sentirte identificado y te hacían pensar demasiado. “Sólo una noche más”, pensó. Esta es la última vez. “Ella no se merece algo así”, añadió. Entonces, ¿por qué lo haces, Tomlinson?
-Porque soy un imbécil… - susurró.
Ya había llegado a su destino. Aparcó en la calle y se puso las gafas de sol antes de salir del vehículo. Caminó por la acera, con la cabeza agachada, mirando el suelo intentando no arrepentirse más. Se paró en un portal y sacó las manos de los bolsillos del pantalón para picar al timbre.
-¿Si? – dijo una voz femenina.
-Ermm… ¿Naomi? Soy Louis. – contestó él.
-Perfecto, te estaba esperando. Sube.
La puerta hizo un ruido y, gracias a un pequeño empujón por parte de Louis, se abrió. Se adentró en el recinto y con paso lento caminó hasta el ascensor. Un piso. Y otro. Y otro. Sonrió torcidamente. El deseo de lo prohibido le gustaba y lo iba dominando por momentos. Necesitaba tener todo lo que se le antojaba y, ella, se le había antojado. Debido a esos deseos y antojos… su vida había sido un tanto accidentada pero era un riesgo con el que había vivido siempre, y no le importaba. Salió del ascensor y vio una puerta entre abierta. Su sonrisa se ensanchó más todavía. Entró por ella haciendo el menor ruido posible y dentro del piso vio a Naomi de espaldas a él preparando algo en una mesa. Se apresuró a acercarse por la espalda y la abrazó por detrás.
-Hola, preciosa. – susurró él contra su cuello.
-Hola, Louis.
Él le dio un beso detrás de la oreja.
-¿Me echabas de menos?
-Bastante. – contestó ella.
La cabeza del chico le repetía una y otra vez que no lo hiciera pero su cuerpo le decía que sí. Giró a la chica sobre sí misma y la pegó contra una pared cercana. Se acercó peligrosamente, casi rozando sus labios. Ella respiró fuertemente disfrutando del olor que desprendía el chico. Su colonia la dejaba atontada y totalmente a la merced de aquel chico de ojos azules. Él enterró su cabeza en su cuello, haciéndole cosquillas con la nariz. Y le dio tiernos besos que poco a poco se fueron tornando más pasionales. “Sólo una noche más” pensó para él una y otra vez. Entonces fue ella la que buscó la boca de Louis y lo besó ardientemente. Se tambalearon buscando el sofá sin dejar de besarse. Él le quito la camisa y la tiró al sofá. Acto seguido se quitó él también la camiseta y la miró. Su excitación creció y se abalanzó sobre ella con pasión. Estuvieron un buen rato compartiendo caricias y besándose, devorándose como si llevaran esperándolo toda su vida. La ropa iba sobrando: le quitó el sujetador con cuidado y besó su barriga poco a poco. Ella gimió ante el contacto de sus labios. Louis estaba dominado por la pasión y acabó de desnudarse rápidamente. Era el momento. Lo iba a hacer, una vez más. Y probablemente después de ello… se volviera a sentir culpable y se volviera a odiar así mismo.
-Louis… - susurró ella en su oreja.
Él estaba a punto de hacer aquello que ambos deseaban tanto. Pero frenó. Le dio un beso en los labios. Y se separó de ella buscando su camiseta.
-¿Louis? – preguntó.
-Lo siento, no puedo hacerlo. No otra vez.
-¿Ahora te invaden los remordimientos? No es la primera vez que lo haces Tomlinson.
-Lo sé. Y no puedo seguir haciéndolo.
Se colocó los calzoncillos y los pantalones. Después buscó sus zapatos por todo el comedor y se los puso bajo la atenta mirada de la chica que se había quedado atónita.
-¿Y ahora lo piensas? Haberlo pensado antes de citarte conmigo por segunda vez. – le recriminó ella.
-No me eches reprimendas que para eso ya tengo a Liam. Sé que debía habérmelo pensado antes… y lo siento. No puedo volver a verte, o por lo menos, no para darte lo que tú quieres.
-¿Tú qué te crees que soy? ¿Crees que puedes acostarte conmigo una vez y luego dejarme a medias?
-Ya te he dicho que lo siento, ¿¡vale!? – dijo él molesto.
Se dirigió a la puerta de entrada y la abrió. Volvió a mirar a la chica quien se estaba vistiendo avergonzada.
-No puedo, Naomi. Hasta otra.
Dicho esto el chico salió y cerró la puerta. Bajó por las escaleras corriendo y sonrió levemente: sabía que había hecho lo correcto. Debía disculparse con Eleanor por todas las veces que la había cagado aunque ya lo hubiera hecho. Ella le perdonaba todo siempre. Pero él quería que supiera que ya no iba a ser el niñato sin responsabilidades y con miedo al compromiso que había conocido un tiempo atrás.
Se montó en el coche, sacó su teléfono móvil y marcó el número de Liam. Un pitido, dos pitidos, tres pitidos…
-Vamos, cógelo Payne. – se quejó.
-¿Ya me estabas metiendo prisa para que te cogiera el teléfono? – rió Liam.
-Sí, la verdad es que sí.
-¿Qué pasa, Lou?
-Lo he vuelto a hacer. – resopló él.
-¿¡Qué!? – Liam parecía sorprendido. – Louis, ya hablamos de eso… y quedamos que no se repetiría más. No es justo lo que…
-Liam, escúchame… Lo hice hace un par de días. Nadie lo sabía. Y hoy iba a repetirlo… pero no sé porqué me he frenado en el último momento. Sé que la quiero. Y no puedo hacerle esto más.
-¿En serio has hecho eso? ¡Es genial, Louis! Has hecho lo correcto.
-Necesitaba contártelo. ¿Crees que Els me perdonará?
-Lo hará, Lou. Es consciente de que la quieres, y el amor lo cura todo.
-Gracias, tío, de verdad.
-No las des. Corre a ver a Eleanor y dile que la quieres.
-Eso haré – sonrió. – Luego hablamos.
-¡Hasta luego!
Ambos colgaron a la vez y Louis suspiró aliviado.
Conducir le tranquilizaba así que callejeó por Londres, en la soledad de su coche, sin un rumbo fijo. Acabó, como era habitual, en Milkshake City. Se pidió un batido y se quedó allí, pensando, durante un buen rato. Pensó en todas las chicas que habían pasado por su vida, y pensó en todas las veces en las que se había comportado como un idiota; que no eran pocas precisamente.
La gente le miraba pero no le importaba. ¿Qué pasa? ¿Los famosos no podían tener un tiempo a solas con ellos mismos? Sonrió sarcásticamente. No tenía ni una pizca de privacidad, por mucho que quisiera. Aunque agradeció que nadie fuera a decirle nada. Simplemente se dedicaban a mirarlo, sacarle fotos, y saludarlo en la distancia.
-¿Ya se marcha, señor Tomlinson? – preguntó la camarera cuando vio que el chico se acercaba al mostrador para pagar.
-Sí, me temo que me están esperando.
La chica le cobró el batido y la madalena que se había tomado.
-Espero que todo haya sido de su gusto.
-Todo estaba genial, como siempre. Gracias. – sonrió.
Se puso las manos en los bolsillos y salió de allí. Ahora sí tenía un rumbo, un sitio a donde ir, y no estaba demasiado lejos de allí. Decidió que iría caminando, no le vendría mal un paseo. Además, el barrio de Eleanor era encantador. Tenía algo mágico y especial. Louis no sabría decir si era por el tipo de construcciones, por la gente, por la vivacidad de las calles o porque ella vivía en él, pero le gustaba.



23 nov 2012

You Belong With Me; Capítulo veintisiete.

¡WIHI, DIEZ DÍAS DESPUÉS ESTOY DE VUELTA CON OTRO CAPÍTULO! TIEMPO RÉCORD, LO SÉ. Suerte que esta semana termino los exámenes y tal... necesito un descanso ya, pero hasta el viernes que vienes nada. HORRIBLE. De verdad. Bueno... Voy a hablaros del capítulo... sé que me vais a matar por hacer que Harry sea tan hijo de su madre... hasta yo me odio por eso. Y digo totalmente en serio que me costó mucho escribir la escena porque es demasiado dura, me duele hasta a mí. Pero bueno... ya veréis como las cosas se solucionan. HAHAHAHA. Espero que os guste y eso...
Ah, y un saludo a las nuevas lectoras como Noelia que me twitteó diciendo que se la había leído y le gustaba mucho :) Gracias a todas, de verdad.


Capítulo veintisiete; Me estás arruinando la vida.
Ese mismo día, en el que Niall había salido con las chicas, Harry se propuso arreglar las cosas: primero con Caroline y, luego con Jodie. Sería complicado complacer a las dos, y lo sabía, pero él sólo quería enmendar sus errores. Mientras se peinaba los rizos delante del espejo pensó en cómo había empezado todo aquello una noche de invierno después de un concierto. Agitó la cabeza intentando sacarse a Jodie de la cabeza, necesitaba pensar con claridad para poder aclarar las cosas con su novia que se recordó, por si se le había olvidado por un segundo, que era Caroline y no la chica de los ojos verdes esmeralda.
Bajó las escaleras de casa, sin ser visto, y salió sigilosamente. Nadie lo echaría de menos, excepto Louis pero ya se inventaría alguna excusa. Se montó en su coche y se dirigió a casa de Caroline donde, estaba seguro, que ella le estaba esperando. Condujo con cautela por las calles de Londres hasta que llegó a un lugar algo apartado lleno de casitas apareadas y con jardines todos iguales. Se quedó en el coche, unos minutos, con las manos en el volante. Lo agarró con fuerza, cerrando los ojos, intentando ser lo suficientemente valiente para hacer frente a la situación. Se bajó del coche y caminó hasta la puerta con paso sereno. Picó y esperó pacientemente y con una sonrisa en la cara a que Caroline le abriera.
-¡Harry, cariño, que sorpresa! – dijo ella dándole un beso.
-¿Verdad que sí? Me gusta sorprender a mi princesa.
Él le correspondió el beso estrechándola entre sus brazos. Y se quedaron así un buen rato.
-¿Cómo te encuentras hoy? – preguntó él.
-¿Lo dices contando, o sin contar, que he sido desacreditada públicamente sobre si soy o no tu novia?
-Va, tonta, no te pongas así. Ya está todo solucionado, ¿no?
-A medias… - él intentó darle otro beso pero ella se hizo de rogar.
Harry resopló sin saber qué hacer. Ya había hablado con la prensa y todo el país se había enterado de lo feliz que era con Caroline y de lo mucho que la quería. Había dejado claro que entre él y Jodie no había más que una cordial amistad. ¿Qué se suponía que tenía que hacer más? No quería seguir discutiendo pero es que realmente no entendía lo que su novia esperaba de él. Quizá si comprendiera lo que era podría hacerla feliz, quizá podría complacerla de la manera que ella se merecía.
-Cariño, no he venido a pelearme más. Yo sólo quiero hacerte feliz.
-¿Quieres hacerme feliz? – ella sonrió y esta vez fue ella la que le dio un corto beso.
-Eso he dicho.
-Pues ya puedes empezar ahora mismo… - susurró ella.
Se besaron apasionadamente y las manos de Caroline se metieron debajo de la camiseta de su novio recorriendo su torso, como otras muchas veces. Perdieron la noción de sí mismos entre el amor y el deseo. Hacía mucho tiempo que no tenían un rato para ellos solos, y cuando lo tenían se lo pasaban discutiendo. Se trasladaron como por arte de magia al cuarto de la chica y allí, entre caricias y besos, fueron felices durante un rato.
En otro lugar de la ciudad Jodie estaba en su sofá sentada con un pijama de color rosa y un moño mal hecho y mientras miraba la televisión sin verla desayunaba un tazón de cereales. Pensaba en cosas en cosas sin sentido pero la mayoría del rato pensaba en él y en las palabras que pronunció en la entrevista. Se acordó de una de las sagas que había leído recientemente, Crepúsculo, y sobre todo se acordó de aquel momento en que Bella tiene que elegir entre su mejor amigo y su novio. “No me hagas elegir, Jake, porque lo elegiré a él, siempre ha sido él.” Suspiró y comió otra cucharada más de cereales. Siempre había sido ella. Siempre. Y no había nada que se pudiera interponer entre ellos. No pudo evitar pensar que estaría haciendo él en ese mismo momento y, sin saber por qué, le entró un escalofrío en el cuerpo. Fue entonces cuando se dio cuenta de que prefería no saberlo.
Cuando acabó de desayunar dejó el tazón en la fregadera y se dirigió a su cuarto. Al pasar por el comer vio encima de la mesa las flores que Harry le había regalado por su decimo octavo cumpleaños. Ya estaban algo marchitas, como su amor, pero ella las conservaría allí hasta el fin de los tiempos, hasta que no cayera el último pétalo. Sonrío tristemente al darse cuenta de que lo que ella sentía por él era como aquellas dieciocho rosas: poco a poco se marchitaba más debido a que nadie regaba ese amor, pero permanecía allí, inmóvil, esperando a que sus pétalos resistieran lo suficiente mientras esperaba un final feliz, que probablemente no llegaría. Pasó de largo y una vez en su habitación cogió su teléfono y llamó a Naomi.
-¡Hey Jodie! ¿Qué tal va todo? – preguntó la otra chica.
-Vamos haciendo, ¿y tú qué tal?
-De lujo, he quedado con Louis.
-¿En serio?
-Totalmente. – respondió su amiga.
-Estás loca. Vigila, que es un chico comprometido.
-Yo no le obligo a hacer nada que no quiera, y lo sabes. Él ya es mayorcito para saber lo que hace.
-Bueno, avisada estás… luego no me vengas con movidas, que Eleanor me cae bien – susurró Jodie.
-Ya, y a mí también, pero me cae mejor Louis. – se escuchó una risa sarcástica por parte de la morena. - Sabes a lo que me refiero, ¿no?
-Sí, Naomi, sí.
Se quedaron en silencio unos minutos. ¿Qué se supone que debía decir Jodie? ¿Qué se alegraba por ella, que era fantástico que estuviera viviendo su aventura adolescente con Louis cuando ella estaba sufriendo como una idiota por Harry? Entonces Naomi rompió el silencio y empezó a parlotear contándole que habían quedado en casa de ella, la ropa que se iba a poner, lo que había pensado preparar de cena y miles de cosas más. La joven de los ojos verdes no tenía fuerzas para seguir escuchando eso.
-Espero que te vaya bien – intentó hacer ver que se alegraba por su amiga, pero no tuvo mucho éxito.
-Gracias, pequeña. Ya te contaré.
-No es necesario que me lo cuentes… De verdad. – suspiró. – Sinceramente, no me apetece saberlo cuando estoy pasándolo mal por el idiota con rizos.
-Oh, es verdad… Lo siento. – se disculpó.
-No pasa nada. Bueno, te dejo que quiero estudiar un poco.
-Vale. Adiós.
-Adiós. – Jodie colgó el teléfono y lo tiró contra la alfombra. Aunque por suerte no sufrió ningún desperfecto.
Y es cierto que tenía intenciones de estudiar pero con todo lo que estaba pasando le era completamente imposible. Llevaba un par de días, desde la entrevista de televisión, que no podía dejar de pensar en Harry y su novia… y ahora su amiga le venía con que había quedado con el mejor amigo de éste y restregándole su historia de amor. Si es que a eso se podía llamar historia de amor, porque más bien ella lo llamaría historia de cuernos.
Las horas iban avanzando inexorablemente y el día no estaba siendo nada productivo, al menos para Jodie. Aunque para Harry si lo estaba siendo. Después de comer salió de casa de su novia con una sonrisa de oreja a oreja y parecía que el sol brillaba más fuerte y los pájaros cantaban más alegremente. Sería verdad eso de que cuando tienes sexo el mundo se ve diferente, como más bonito. Iba de camino a su coche tarareando una canción que le gustaba mucho de un grupo de música británica que tenía el gusto de conocer personalmente y de haber trabajado con ellos, McFly. Abrió la puerta del coche y se puso el cinturón.
-If this is love, then love is easy… - cantaba mientras programaba el GPS para ir a casa de Jodie a darle una explicación. If this is love, then love completes me…
No sabía cómo le recibiría la chica ya que no le esperaba y mucho menos sabía que iba a decirle. Él estaba contento con su novia, la quería, y era consciente de que Jodie tenía algún tipo de sentimientos hacía él… pero era una fan y no podía dejar que en menos de medio año cambiara toda su vida por completo. No iba a permitirlo. Pero por otro lado, no quería ver mal a aquella pobre chica que siempre le había visto como algo inalcanzable. Pensándolo bien en cierta manera seguía siéndolo, porque su corazón estaba ocupado por otra persona. Suspiró. No quería pelearse con nadie más. Quería estar bien con ambas y eso era lo que se proponía hacer. Una parte ya estaba arreglada, Caroline estaba más que contenta con el comportamiento de su chico… ahora faltaba Jodie, que era bastante más inconformista.
Poco después estaba plantado delante de la puerta de la casa de Jodie esperando que ella le abriera. Seguía con esa sonrisa en la cara y que, por el momento, nada ni nadie podría borrar. Cuando la puerta se abrió, Jodie se sorprendió al encontrarle en la puerta.
-¿Harry?
-Sí, soy yo. – rió él. - ¿Puedo pasar?
-Claro. Pasa.
Ella se apartó y él entró al interior de la casa. Lo primero que vio fueron las flores que él mismo le envió en un jarrón aunque ya llevaban tanto tiempo allí que se estaban marchitando. Las miró con cierta tristeza ya que si seguían allí es porque para ella habían significado mucho más de lo que significaba para él.
-Bueno... y… ¿qué te trae por aquí? – susurró ella.
-Quería hablar contigo… - respondió.
-¿Sobre qué? - él se giró contemplando toda la casa. - ¿Quieres algo de beber?
-Sí, una coca cola estaría bien.
-Perfecto. – ella caminó por el comedor. – Siéntate en el sofá si quieres, no tardo nada. – dijo mientras desaparecía hacia la cocina.
Minutos más tarde Jodie volvía con una coca cola para él y una botella de agua mineral para ella. Harry se había sentado en el gran sofá que ocupaba el centro de la estancia. Durante esos escasos minutos pensó que le iba a decir y, sobre todo, cómo se lo diría para no herirla más de lo que ya debía estar.
-Toma – dijo ella dándole la lata y un vaso.
-Gracias. – respondió él cortésmente.
-¿Y bien?
-Bueno… verás… - empezó a decir él. – Quería saber cómo estabas.
-Estoy bien. ¿No me ves? Sigo entera. No me he matado ni nada por el estilo. – ella rió levemente.
-Eso ya lo veo. Me refiero a si estás bien respecto a todo lo que pasó con Caroline y los rumores que decían que eras mi supuesta amante.
-En cierta manera lo fui, ¿no? – él suspiró. Eso era en parte cierto, aunque solo fue un beso. – No te preocupes, me va bien siendo la otra.
-Jodie… por favor. No te pongas así.
-¿Así cómo? ¡Tú tienes la culpa, Harry! Tú eres el único culpable.
-¿Yo? ¿¡Por qué!? – la conversación iba subiendo de tono, y aquello no le agradaba  para nada al chico, que se había propuesto no discutir.
-¡Por qué eres tú el que me haces creer cosas que no son! Primero dices que quieres dormir conmigo, cuando no viene a cuento, luego me besas sabiendo y siendo totalmente consciente de que tienes novia. A la que según tú, quieres muchísimo… ¡Anda ya! Luego me regalas rosas y un gato… y después me desacreditas públicamente.
-¿¡Y qué quieres que diga!? ¿¡Qué eres mi novia cuando eso es mentira y todos lo sabemos!? ¡Tienes que aceptar que estoy con Caroline! Soy imposible para ti como lo era antes de que me conocieras.
Harry se arrepintió al momento de decir lo que había dicho. Sabía que le había hecho daño. Y mucho, además. Los ojos de la chica se empañaron y se levantó corriendo del sofá para que él no la viera llorar. Él la siguió y la cogió del hombro intentando enmendar lo que había hecho.
-Jodie… lo siento. Yo… de verdad que no quería decir eso. – se disculpó.
-Pero lo has dicho. – ella sacudió el hombro intentando quitarse la mano de Harry de encima.
-Perdóname, de verdad. Soy un inútil y un insensible…
-En eso te voy a dar la razón, eres un completo idiota que solo haces daño a los demás.
-¿Y el daño que los demás me hacen a mi nadie lo ve? ¡Jodie estás arruinando mi vida! La has puesto patas arriba en menos de seis meses…
-¡Encima voy a tener yo la culpa! Eres un hipócrita. – caminó por el comedor intentando esquivarlo. No quería ni verle. - ¡Tú eres tan feliz con ella! ¡Siempre lo has dicho! Y no me niegues eso… porque entonces ya… es para darte de hostias.
-¡Sí, era feliz con ella! Hasta que llegaste tu… y entonces empezaron los malos rollos. ¿Sabes cuántas veces nos hemos peleado? ¿¡Y cuantas veces yo te he defendido!? ¡No lo sabes!
Harry se estaba empezando a poner nervioso y gritaba más de lo habitual. Todo aquello que decía era verdad. Le estaba cambiando la vida de manera radical y ella no se daba cuenta. Empezaba a sentir cosas, cosas que no quería sentir debido a que él, como había dicho en varias ocasiones, era muy feliz con Caroline. Se pasó la mano por los rizos, exasperado. Ya la había cagado demasiado y no había vuelta atrás. Aquello no iba a terminar bien, por mucho que quisiera.
-¡Venga ya! ¡Ahora eres el santo y el salvador de la humanidad, ¿no?! – ella suspiró. – Todo esto te lo has buscado tu solito. Y no te vayas de victima porque tu vas por ahí con tu novia en plan pareja feliz dándoos besos y haciendo otras cosas peores de las cuales prefiero no estar enterada mientras yo me quedo en casa pensando qué Harry voy a encontrarme la próxima vez que te vea.
-¿¡Me estás reprochando lo que hago con mi novia!? ¡Eso no es asunto tuyo! ¡Y si ella y yo queremos darnos un beso nos lo damos! Tú no tienes nada que ver en eso, y lo sabes.
-Mira, Harry… ¿sabes qué? ¡Que me da igual! Como si quieres encerrarte con ella en una puñetera habitación y no salir en cuatro días. ¡Haced lo que os dé la gana pero olvidarme de una vez!
Jodie se secó las lágrimas que caían por sus mejillas. No podía creer que se hubiera presentado en su casa para decirle aquellas cosas. Era egoísta, mezquino y sin escrúpulos. ¿Tenía la osadía de decirle, a ella, que lo estaba pasando mal? Por favor… Si él vivía en su mundo de felicidad y amor… Qué sabrá él de pasarlo mal.
-¿Huyes de los problemas? Muy maduro. – dijo él algo más calmado.
-¿Me estás hablando precisamente tu sobre madurez? No me hagas reír, Harry.
-Jodie, por favor… yo no quiero esto.
-¿¡El qué!? ¿¡Qué no quieres!? ¿¡Qué esté enamorada de ti!? ¡Yo tampoco lo quiero y aquí estoy!
Él se quedó helado. Sabía que ella tenía ciertos sentimientos hacía su persona, pero jamás podría imaginarse que aquello fuera tan grande. Le cambió la expresión de la cara y se sintió peor de lo que ya se sentía. Se dio cuenta de que estuvo jugando con los sentimientos de la chica. Y ya era demasiado tarde. Pero no iba a dejar que se le notara ni un solo signo de debilidad. Y menos en aquel momento.
-Si no tienes nada más que decir, vete de mi casa. Corre con tu novia y haz lo que te dé la gana con ella.
Jodie se acercó a la puerta y la abrió de par en par enseñándole el camino por el cual tenía que salir. A Harry le sentó mal aquel comentario por parte de la chica y herido en su orgullo salió por la puerta no sin antes decir la última palabra:
-No te preocupes, que mis cosas ya las había hecho antes de venir a verte.
Ella no se esperaba aquello. Era el colmo. O sea que él había estado teniendo sexo con su novia mientras ella no paraba de pensar en él. ¡Lo que le faltaba! Ella como una idiota detrás de él para que él estuviera pasando de ella como de la mierda. Jodie empujó a Harry para que saliera fuera de la casa y así poder cerrar la puerta con un portazo. Él, que se quedaba fuera, era el victorioso. Había salido relativamente ileso de todo aquello. Y ella, que se quedaba dentro, era la perdedora. La que no quería volver a verle en su vida, y la que quería pasarse llorando el resto de su existencia puesto que todo carecía de sentido en aquel preciso momento.


Lots of love, Mery. xx! 

13 nov 2012

You Belong With Me: capítulo veintiséis.

¡BUEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEENAS SEÑORITAS! Ya estoy por aquí, no me matéis pls pls pls. Y lo peor es que tampoco podré estar por mucho tiempo... segundo de bachillerato es estresante no, lo siguiente. No tengo ni un sólo segundo para respirar... Pero bueno, voy sacando tiempo de donde puedo. Ahora estoy de exámenes de mitad del trimestre, y la semana que viene empiezan los exámenes finales... supongo que os podéis hacer una idea, ¿no? Pues eso (que es un poseído (?)  #okya xD). Bueno, no me enrollo más. Os dejo aquí el capítulo veintiséis que, a mí, personalmente me encanta. Es sobre Niall y Anne, que ya tocaba. Y debo deciros que son tan kfjhdfuhsjdikjdfuihsaksauhsaysgajsma. Eso. Espero que os guste. Y espero poder subir pronto.


Capítulo veintiséis: La acompañante de Niall Horan.
Niall pegó un salto de alegría al marcar un pleno en su primera jugada bajo la atenta mirada de Anne que estaba más que preocupada por su poca habilidad derribando bolos. Lo más seguro es que el irlandés se reiría de ella y de su pésima coordinación mano ojo, pero aguantar sus risas y sus burlas era algo que a Anne no le costaba demasiado. Cierto es que si ese mismo acto viniera de cualquier otra persona, de Louis por ejemplo, no se lo permitiría. Pero Niall era especial para ella y sabía que jamás le diría algo con la intención de herirla. Sonrió ante aquel pensamiento dándose cuenta de que su patosidad serviría para reírse un buen rato con aquel chico con el que hacía mucho tiempo que no compartía un rato a solas.
-Te toca, preciosa. – dijo Niall sentándose en la mesa que había al lado de la pista y bebiendo de su refresco. – A ver qué tal se te da.
Niall recordaba perfectamente que a su amiga no se le daban muy bien aquel tipo de cosas, nunca habían ido juntos a una bolera (aquella era le primera vez) pero sabía de buena mano que su amiga tenía una vitrina entera de trofeos en cuanto a meteduras de pata.
Anne cogió una de las bolas de colores que tanto pesan y se dirigió a la línea que separaba la pista del espacio de lanzamiento. Estaba bastante nerviosa ya no sólo por no saber jugar sino porque notaba que la mirada de Niall no se apartaba ni un segundo de ella. Cogió aire intentando tranquilizarse, echó el brazo hacia atrás y lanzó la bola de la mejor manera que supo. Esta se deslizó por el medio de la pista la mayor parte del tiempo pero casi al final del recorrido se torció hacia la derecha haciendo que solo cayera un bolo. La cara de frustración de Anne fue más que evidente y mientras, humildemente, volvía a su sitio para dejarle el turno a su amigo la risa del irlandés resonaba por todo el local. La chica le sacó la lengua cuando estuvo a su altura y se sentó en la mesa cruzándose de brazos.
-La próxima vez tendrás más suerte. – rió él mientras le pasaba la mano por la mejilla intentando suavizar la expresión de enfado de su amiga. 
-Eso espero. – susurró entre dientes.
Niall caminaba con soltura por la pista mientras seguía riéndose sabiendo que lo iba a pasar de maravilla aquella estupenda mañana. Anne lo miraba sentada desde la mesa con los brazos y las piernas cruzadas, en señal de enfado, como una niña pequeña. Aunque, en realidad, no estaba enfadada le gustaba hacer creer a Niall que era así. El irlandés iba con total seguridad, sacudió todo su cuerpo para destensarlo y al momento hizo que la bola se deslizara rápida y ligera por la pista. Pleno.
-¡Yeah buddie! – rió mientras saltaba de aquella manera tan espectacular como si llevara un muelle en los pies.
Anne sacudió la cabeza sin poder evitar sonreír por la reacción del rubio y se levantó con parsimonia a buscar una bola. El irlandés al contrario que la vez anterior estaba esperando de pie en la pista cosa que extrañó a la chica pero que, sin inmutarse, se puso a decidir qué color de bola le gustaba más para tirar. Ya que no podía derribar muchos bolos por lo menos tiraría las bolas más bonitas que encontrara. Al fin encontró una ideal y muy adecuada para la ocasión era verde y naranja; muy parecida a la bandera irlandesa. Sonrió alegren ante aquel triunfo de la coincidencia y se dirigió con paso firme a la pista.
-Bonita bola.
-¿Verdad que sí? – rió ella.
Niall estaba ocupando el que, supuestamente, era el sitio donde su amiga debía colocarse para tirar la bola. Ella empezó a dar golpecitos con el pie impacientemente esperando que el irlandés se apartara, pero no lo hacía. ¿Qué quería hacer de aquella partida la más larga y toca narices del mundo?
-Quita, anda. – se quejó mientras lo intentaba apartar con la mano.
-No, no me quito.
-Que sí. ¿Cómo quieres que tire si estás aquí en medio? – ambos forcejearon para conseguir el sitio.
-No quieres que te ayude, ¿entonces?
-¿Ayudarme? ¿Plantado aquí en medio como si fueras un árbol de navidad? Así no ayudas mucho, irlandesito. – el chico rió ante aquel comentario.
-Déjame ayudarte.
Niall le dejó el sitio a Anne y se colocó detrás de ella. La barriga del chico estaba casi totalmente pegaba a la espalda de su amiga, y apoyó su cabeza en el hombro para poder ver el mismo campo de visión que estaba teniendo ella. Anne estaba mucho más nerviosa ahora y apenas podía pensar con él tan cerca.  ¿Así iba a ayudarla? ¿Ayudarla a qué? ¿A no saber cómo se pensaba? Suspiró intentando concentrarse en la pista, la bola, y los bolos.
-Relájate. Estás muy tensa. – le indicó el rubio.
Le posó las manos sobre los hombros y aplicó un delicado masaje para que la chica se sintiera más aliviada. Acto seguido una de sus manos se posó sobre la de la chica ayudándola a coger la bola y la balanceó hasta atrás.
-Pon los pies como si fueras a empezar a correr, centra tu vista en los bolos, y desliza suavemente la mano hacia delante dejando caer la bola con fuerza.
-No voy a poder hacerlo, Niall. – dijo ella.
-Céntrate en los bolos; confía en mí.
Ella suspiró, y notó como el cuerpo de Niall se alejaba lentamente. Su miraba estaba concentrada en el final de la pista donde se hallaban los bolos que debía derribar y las esperanzas de tirar más de un bolo seguían en pie.
-¡Ahora! – volvió a indicarle el irlandés.
Anne dejó caer la bola con la suficiente fuerza como para que rodara por el centro de la pista y derribara, al llegar a su destino, siete bolos. Niall levantó los brazos eufórico y contento porque su amiga lo había logrado, ella se giró sonriente y dando pequeños saltos de alegría se acercó a Niall quién la esperaba con los brazos abiertos. Ambos se fundieron en un efusivo y alegre abrazado tanto que Niall la cogió en volandas y empezó a darle vueltas en medio de la pista. La volvió a dejar en el suelo y se quedaron peligrosamente cerca el uno del otro mientras ambos sonreían.
-¿Ves? Te dije que quería ayudarte.
-Gracias. – contestó ella separándose del chico poco a poco.
La partida siguió tranquilamente entre risas, enfados, y tonterías. Anne fue mejorando sus tiros gracias a las indicaciones de Niall, aunque estas últimas se las hacía a distancia. El irlandés estaba creando una especie de tensión amorosa bastante tangible; primero producía una serie de acercamientos intensos y agradables y luego se mantenía apartado, como si decidiera quedarse en el banquillo. Aquella actitud desconcertaba a Anne que quería que él la abrazara y no la soltara jamás, pero sabía que aquello no sería posible. Bueno los deseos de Anne no acababan ahí. En el momento en que habían estado tan cerca celebrando su buen tiro le hubiera encantado que el irlandés la besara pero entonces se acordó de una frase que le dijo Niall no hacía mucho: “Esta es la última vez que te beso sin tu permiso, si quieres un beso tendrás que pedírmelo”. Rió ella sola al recordarlo. ¿Estaba loco? Ella no le iba a pedir un beso y mucho menos después de marcharse y hacer ver que ya no quedaba nada de aquel amor. Volviendo a la realidad Anne se dio cuenta de que había perdido la partida pero no le importaba demasiado ya que había sido un rato divertido en el que había disfrutado de su amigo como lo hacían antes, cuando todo era más fácil.
-¿Quieres ir a comer algo? – preguntó Niall.
-No tengo mucha hambre, ¿y tú?
-Vaya pregunta más tonta.
-Cierto, tú siempre tienes hambre. – ambos rieron mientras dejaban los zapatos en el mostrador y salían de la bolera.
Deambularon por el centro comercial sin un rumbo fijo hablando y captando las miradas de todos los curiosos que reconocían al chico. Anne rezaba para que ninguna fan se encontrara allí en aquel momento y así él no debería pararse cortésmente a atenderlas, pero luego se dio cuenta de que aquel pensamiento era inútil. Estaban en un centro comercial que solían estar plagados de adolescentes así que, lo más probable, era que la escena se volviera a repetir y ella tuviera que esperar impacientemente a que su amigo pudiera estar por ella. Se regañó por tener aquella actitud tan egoísta sobre las fans y el irlandés pero no podía evitar pensar así. Entendía a las fans, obviamente que sí, y sobretodo entendía a aquellas que estaban enamoradas platónicas del chico rubio más irlandés y más adorable de todo el mundo pero… ¿y a ella quién la entendía? Podría sonar aún más egoísta pero quería a Niall para ella sola. Bueno, mejor dicho, necesitaba a Niall para ella sola. Le gustaba tanto disfrutar de su compañía cuando estaban juntos que no quería desperdiciar ni un solo segundo de su presencia. Necesitaba oír el sonido de su risa y mirar sus ojos cada tres segundos. Necesitaba notar su cuerpo caminando al lado de ella aunque fuese en silencio. Y estaba tan perdidamente enamorada de él que tenía miedo de perderle, tenía miedo que en uno de estos encuentros con fans se enamorara de una a primera vista y perdiera el culo por ella.  
-¿En qué piensas?
La voz de Niall la apartó de sus pensamientos. Levantó la cabeza para verle y lo encontró sonriente, como siempre. El corazón le dio un vuelco: ¿cómo podía ser tan perfecto? Ella le devolvió la sonrisa feliz de haber tomado la decisión de volver, feliz de estar a su lado otra vez.
-En nada especial. – mintió.
Ninguno de los dos dijo nada más, no hacía falta. Después de caminar durante mucho rato entraron en un restaurante de comida rápida dónde Niall se pidió un par de hamburguesas y una ración de patatas. Con el pedido en la mano buscaron un sitio donde sentarse y cuando lo encontraron él se dedicó a comer como si le fuera la vida en ello y ella lo miraba como si no hubiera nada más interesante que verle comer. A medida que pasaba el tiempo Anne se sentía más cómoda puesto que muchas de las personas que reconocían a su acompañante se dedicaban a mirarlo y dedicarle un saludo con la mano desde la lejanía para dejarle privacidad.
-Me gustaría que vinieras a un evento importante al que tenemos que acudir en un par de semanas – dijo entonces él.
-¿Qué tipo de evento? Aunque sea cuál sea, la respuesta es no.
-¡Vamos Anne! No estarás sola, también vienen Danielle, Eleanor y… - Niall hizo una mueca antes de continuar hablando. – Caroline Flack.
-Me has quitado más las ganas de ir, entonces.
-Por favor, Anne, ven.
-¿Pero por qué quieres que vaya?
-Es importante para mí: es un momento muy importante de mi carrera y tú eres una persona muy especial… me gustaría que estuvieras ahí. – Niall la cogió de la mano y la acarició suavemente intentando ablandar a su compañera.
-No sé Niall… - empezó a decir ella.
-Por favor.
Anne suspiró. ¿Por qué ponía esa cara tan extremadamente irresistible? Era como la cara que tienen los animales cuando quieren que los saques a pasear o les des mimitos. Cerró los ojos meditando la respuesta. Aquello era algo realmente importante puesto que Niall le estaba abriendo su corazón y estaba intentando que ella viera lo importante que era en su vida. Le importaba hasta el punto de pedirle que fuera su pareja en un evento muy importante que podría significar un antes y un después en su vida, tanto personal como profesionalmente. Cuando volvió a abrir los ojos había tomado una decisión, que a Niall no le haría gracia oír, pero al ver sus ojos, que le imploraban sin palabras que fuera con él, cambió de opinión completamente.
-Está bien… - dijo por fin.
-¿De verdad? ¿Vendrás?
-Claro que iré. Si es tan importante para ti, te aseguro que tendrás mi apoyo.
La presión de la mano del chico en la suya se hizo más fuerte y vio como su cara de niño bueno se iluminaba por completo. Se le veía feliz, muy feliz.
-Gracias por acompañarme. Me haces muy feliz.
¿Acompañarle? ¿Cómo? ¿Había oído bien? No, no podía ser. Ella no sería su acompañante aquella noche. Ser la acompañante de alguien en un evento de aquellas índoles significaba que la relacionaran con él y que luego no la dejaran vivir en paz. Además de tener que soportar miles de comentarios sobre ella en las redes sociales, teniendo en cuenta que la mayoría de personas que opinarían sobre ella no tendrían ni la más mínima idea de cómo es ella en realidad. No, ni en broma, ella no sería su acompañante. No quería exponerse a eso; no quería que todas las portadas de las revistas hablaran de la nueva novia del chico irlandés. Ella no quería ser una más de todas, quería ser la única pero sabía que aquello no era posible.
-Voy a ir a apoyarte pero no esperes que sea tu acompañante esa noche.
-¿Qué? – respondió él atónito.
-Pues eso. Iré pero no como la acompañante de Niall Horan. – él agachó la cabeza.
-Yo tenía la esperanza de que sí lo fueras.
-Buscaré a alguien con quien ir pero, te prometo, que iré.


Lots of love, xx!
Mery.