Y otra cosa que me ha hecho escribir más rápido este capítulo es que quería quitarme de encima esta situación cuanto antes... y hacer que aquel personaje que ya no me gusta para nada desaparezca lo antes posible. Además de que no podía dejaros mucho tiempo con la intriga de lo de Jodie y Harry (aunque se quedará un poquito más ahí, no me matéis, eh?).
Ah bueno... y... este capítulo quiero dedicárselo a Noelia, su twitter es @awayfrom1D, si queréis seguirla. Porque no sé que ha pasado pero hoy no estaba de humor... así que, nada, guapa que sabes que me tienes aquí para lo que necesites. <3
¡UNA COSA MÁS! Hacía mucho tiempo que un capítulo no tenía canción.... pero este tiene dos, y son las siguientes: "You could be happy" de Snow Patrol y "One more night" de Maroon 5 (en ese orden).
Espero que os guste.
Capítulo
veintiocho: Sólo una noche más.
Harry estaba con la cabeza recostada en el respaldo
de su coche. Respiraba fuertemente, y tenía las mejillas mojadas por las
lágrimas. Lloraba de rabia y de impotencia. Lloraba porque no era capaz de
saber lo que sentía y no era capaz de mantenerlas a las dos felices. Tenía que
elegir… y después de aquello estaba clara su elección.
Jodie, sentada en el suelo de su casa apoyada contra
la pared de la puerta de salida, lloraba desconsoladamente. ¿Por qué tenía que
ser tan cruel con ella? ¿Y por qué ella seguía teniendo la esperanza de que él
volviera y la besara con todas sus ganas? ¿¡Por qué!? “Jamás aprenderé” pensó
para ella misma. Tenía muchos recuerdos, unas flores medio marchitas y el
corazón roto. Y, aún así, lo único que deseaba es que él fuera feliz. Existía
una canción que a ella le gustaba mucho que describiría ese sentimiento
perfectamente; “You could be happy” de Snow Patrol. Entre lágrimas deseó en lo
más hondo de su ser que él fuese feliz y también se prometió que no quería
volver a saber nada de él.
El teléfono de Harry sonó rompiendo la tranquilidad
del coche e interrumpiendo sus pensamientos. Miró la pantalla con los ojos
llorosos, era Louis. Se secó las lágrimas con la manga de la camisa y contestó.
-¿Diga?
-¡Hey Hazza! ¿Dónde estás? Necesito consejo. – la voz despreocupada de Louis lo animó levemente.
-Ya iba de camino para casa, ¿qué te pasa Lou?
-He quedado con Naomi y que ponerme.
-Ponte lo de siempre, estás muy guapo con tu camisa de marinero. – Harry sonrió levemente.
-Eso había pensado. – se quedaron ambos en silencio. – Oye, Harry, ¿estás bien?
-Sí, sí. No te preocupes. – añadió rápidamente. – Vístete y vete que has quedado. Cuando vuelvas a casa ya estaré allí con los demás.
-Gracias amigo. Luego te cuento.
-Que te vaya bien. Hasta luego. – dicho esto, Harry colgó y tiró el teléfono al asiento del copiloto.
-¡Hey Hazza! ¿Dónde estás? Necesito consejo. – la voz despreocupada de Louis lo animó levemente.
-Ya iba de camino para casa, ¿qué te pasa Lou?
-He quedado con Naomi y que ponerme.
-Ponte lo de siempre, estás muy guapo con tu camisa de marinero. – Harry sonrió levemente.
-Eso había pensado. – se quedaron ambos en silencio. – Oye, Harry, ¿estás bien?
-Sí, sí. No te preocupes. – añadió rápidamente. – Vístete y vete que has quedado. Cuando vuelvas a casa ya estaré allí con los demás.
-Gracias amigo. Luego te cuento.
-Que te vaya bien. Hasta luego. – dicho esto, Harry colgó y tiró el teléfono al asiento del copiloto.
Louis se quedó pensativo mientras miraba el
teléfono. Harry estaba raro. Lo había notado diferente y apenas habían
intercambiado unas palabras. ¿Qué habría pasado? Se encogió de hombros y se
puso la camisa de marinero. Bajó las escaleras de casa, cogió la chaqueta y
salió por la puerta gritando que volvería en un par de horas. Nadie sabía dónde
iba. Y ni falta que hacía. Si se enteraban seguramente le calentarían la cabeza
con problemas y responsabilidades, y él no era así. Era un espíritu libre y
todos lo sabían. No quería ataduras, ni problemas. Quería ser él sin limitaciones.
Y eso era lo que estaba haciendo. Mientras conducía iba escuchando la radio y
pensando en lo que le esperaba aquella tarde. Entonces, el presentador del
programa puso una canción que a Louis no le gustó nada… no porque no fuera
buena, que lo era, sino porque le recordaba a Eleanor. Le recordaba a ella y a
las veces que le había hecho lo que ahora iba a hacer, otra vez. Malditos
Maroon 5 y sus canciones tan oportunas.
“You and I go on at each
other like we're going to war.”
Siempre
que se peleaban era por su culpa y él sabía que ella no se merecía todo
aquello. ¿Entonces por qué seguía haciéndolo? “Louis, eres idiota” pensó. Pero
ya no había marcha atrás.
“Now you're stuck on my
body, on body like a tattoo oh.”
Eleanor,
para él, era exactamente eso. Un tatuaje del cual no se podía deshacer. Era una
persona imprescindible en su vida pero a la cual había hecho mucho daño por su
comportamiento. ¿Por qué no era capaz de tratarla como se merecía?
“And I know I said it a
million times but I'll only stay with you one more night.”
Louis
suspiró. Viva las canciones con dobles sentidos, que vivan esas que te hacen
sentirte identificado y te hacían pensar demasiado. “Sólo una noche más”,
pensó. Esta es la última vez. “Ella no se merece algo así”, añadió. Entonces,
¿por qué lo haces, Tomlinson?
-Porque
soy un imbécil… - susurró.
Ya
había llegado a su destino. Aparcó en la calle y se puso las gafas de sol antes
de salir del vehículo. Caminó por la acera, con la cabeza agachada, mirando el
suelo intentando no arrepentirse más. Se paró en un portal y sacó las manos de
los bolsillos del pantalón para picar al timbre.
-¿Si?
– dijo una voz femenina.
-Ermm… ¿Naomi? Soy Louis. – contestó él.
-Perfecto, te estaba esperando. Sube.
-Ermm… ¿Naomi? Soy Louis. – contestó él.
-Perfecto, te estaba esperando. Sube.
La
puerta hizo un ruido y, gracias a un pequeño empujón por parte de Louis, se
abrió. Se adentró en el recinto y con paso lento caminó hasta el ascensor. Un
piso. Y otro. Y otro. Sonrió torcidamente. El deseo de lo prohibido le gustaba
y lo iba dominando por momentos. Necesitaba tener todo lo que se le antojaba y,
ella, se le había antojado. Debido a esos deseos y antojos… su vida había sido
un tanto accidentada pero era un riesgo con el que había vivido siempre, y no
le importaba. Salió del ascensor y vio una puerta entre abierta. Su sonrisa se ensanchó
más todavía. Entró por ella haciendo el menor ruido posible y dentro del piso
vio a Naomi de espaldas a él preparando algo en una mesa. Se apresuró a
acercarse por la espalda y la abrazó por detrás.
-Hola,
preciosa. – susurró él contra su cuello.
-Hola, Louis.
-Hola, Louis.
Él
le dio un beso detrás de la oreja.
-¿Me
echabas de menos?
-Bastante. – contestó ella.
-Bastante. – contestó ella.
La
cabeza del chico le repetía una y otra vez que no lo hiciera pero su cuerpo le
decía que sí. Giró a la chica sobre sí misma y la pegó contra una pared cercana.
Se acercó peligrosamente, casi rozando sus labios. Ella respiró fuertemente
disfrutando del olor que desprendía el chico. Su colonia la dejaba atontada y
totalmente a la merced de aquel chico de ojos azules. Él enterró su cabeza en
su cuello, haciéndole cosquillas con la nariz. Y le dio tiernos besos que poco
a poco se fueron tornando más pasionales. “Sólo una noche más” pensó para él
una y otra vez. Entonces fue ella la que buscó la boca de Louis y lo besó
ardientemente. Se tambalearon buscando el sofá sin dejar de besarse. Él le
quito la camisa y la tiró al sofá. Acto seguido se quitó él también la camiseta
y la miró. Su excitación creció y se abalanzó sobre ella con pasión. Estuvieron
un buen rato compartiendo caricias y besándose, devorándose como si llevaran
esperándolo toda su vida. La ropa iba sobrando: le quitó el sujetador con
cuidado y besó su barriga poco a poco. Ella gimió ante el contacto de sus
labios. Louis estaba dominado por la pasión y acabó de desnudarse rápidamente.
Era el momento. Lo iba a hacer, una vez más. Y probablemente después de ello…
se volviera a sentir culpable y se volviera a odiar así mismo.
-Louis… - susurró ella en su oreja.
Él estaba a punto de hacer aquello que ambos
deseaban tanto. Pero frenó. Le dio un beso en los labios. Y se separó de ella
buscando su camiseta.
-¿Louis? – preguntó.
-Lo siento, no puedo hacerlo. No otra vez.
-¿Ahora te invaden los remordimientos? No es la primera vez que lo haces Tomlinson.
-Lo sé. Y no puedo seguir haciéndolo.
-Lo siento, no puedo hacerlo. No otra vez.
-¿Ahora te invaden los remordimientos? No es la primera vez que lo haces Tomlinson.
-Lo sé. Y no puedo seguir haciéndolo.
Se colocó los calzoncillos y los pantalones. Después
buscó sus zapatos por todo el comedor y se los puso bajo la atenta mirada de la
chica que se había quedado atónita.
-¿Y ahora lo piensas? Haberlo pensado antes de
citarte conmigo por segunda vez. – le recriminó ella.
-No me eches reprimendas que para eso ya tengo a Liam. Sé que debía habérmelo pensado antes… y lo siento. No puedo volver a verte, o por lo menos, no para darte lo que tú quieres.
-¿Tú qué te crees que soy? ¿Crees que puedes acostarte conmigo una vez y luego dejarme a medias?
-Ya te he dicho que lo siento, ¿¡vale!? – dijo él molesto.
-No me eches reprimendas que para eso ya tengo a Liam. Sé que debía habérmelo pensado antes… y lo siento. No puedo volver a verte, o por lo menos, no para darte lo que tú quieres.
-¿Tú qué te crees que soy? ¿Crees que puedes acostarte conmigo una vez y luego dejarme a medias?
-Ya te he dicho que lo siento, ¿¡vale!? – dijo él molesto.
Se dirigió a la puerta de entrada y la abrió. Volvió
a mirar a la chica quien se estaba vistiendo avergonzada.
-No puedo, Naomi. Hasta otra.
Dicho esto el chico salió y cerró la puerta. Bajó
por las escaleras corriendo y sonrió levemente: sabía que había hecho lo
correcto. Debía disculparse con Eleanor por todas las veces que la había cagado
aunque ya lo hubiera hecho. Ella le perdonaba todo siempre. Pero él quería que
supiera que ya no iba a ser el niñato sin responsabilidades y con miedo al
compromiso que había conocido un tiempo atrás.
Se montó en el coche, sacó su teléfono móvil y marcó
el número de Liam. Un pitido, dos pitidos, tres pitidos…
-Vamos, cógelo Payne. – se quejó.
-¿Ya me estabas metiendo prisa para que te cogiera el teléfono? – rió Liam.
-Sí, la verdad es que sí.
-¿Qué pasa, Lou?
-Lo he vuelto a hacer. – resopló él.
-¿¡Qué!? – Liam parecía sorprendido. – Louis, ya hablamos de eso… y quedamos que no se repetiría más. No es justo lo que…
-Liam, escúchame… Lo hice hace un par de días. Nadie lo sabía. Y hoy iba a repetirlo… pero no sé porqué me he frenado en el último momento. Sé que la quiero. Y no puedo hacerle esto más.
-¿En serio has hecho eso? ¡Es genial, Louis! Has hecho lo correcto.
-Necesitaba contártelo. ¿Crees que Els me perdonará?
-Lo hará, Lou. Es consciente de que la quieres, y el amor lo cura todo.
-Gracias, tío, de verdad.
-No las des. Corre a ver a Eleanor y dile que la quieres.
-Eso haré – sonrió. – Luego hablamos.
-¡Hasta luego!
-¿Ya me estabas metiendo prisa para que te cogiera el teléfono? – rió Liam.
-Sí, la verdad es que sí.
-¿Qué pasa, Lou?
-Lo he vuelto a hacer. – resopló él.
-¿¡Qué!? – Liam parecía sorprendido. – Louis, ya hablamos de eso… y quedamos que no se repetiría más. No es justo lo que…
-Liam, escúchame… Lo hice hace un par de días. Nadie lo sabía. Y hoy iba a repetirlo… pero no sé porqué me he frenado en el último momento. Sé que la quiero. Y no puedo hacerle esto más.
-¿En serio has hecho eso? ¡Es genial, Louis! Has hecho lo correcto.
-Necesitaba contártelo. ¿Crees que Els me perdonará?
-Lo hará, Lou. Es consciente de que la quieres, y el amor lo cura todo.
-Gracias, tío, de verdad.
-No las des. Corre a ver a Eleanor y dile que la quieres.
-Eso haré – sonrió. – Luego hablamos.
-¡Hasta luego!
Ambos colgaron a la vez y Louis suspiró aliviado.
Conducir le tranquilizaba así que callejeó por
Londres, en la soledad de su coche, sin un rumbo fijo. Acabó, como era
habitual, en Milkshake City. Se pidió un batido y se quedó allí, pensando,
durante un buen rato. Pensó en todas las chicas que habían pasado por su vida,
y pensó en todas las veces en las que se había comportado como un idiota; que
no eran pocas precisamente.
La gente le miraba pero no le importaba. ¿Qué pasa?
¿Los famosos no podían tener un tiempo a solas con ellos mismos? Sonrió
sarcásticamente. No tenía ni una pizca de privacidad, por mucho que quisiera.
Aunque agradeció que nadie fuera a decirle nada. Simplemente se dedicaban a
mirarlo, sacarle fotos, y saludarlo en la distancia.
-¿Ya se marcha, señor Tomlinson? – preguntó la
camarera cuando vio que el chico se acercaba al mostrador para pagar.
-Sí, me temo que me están esperando.
-Sí, me temo que me están esperando.
La chica le cobró el batido y la madalena que se
había tomado.
-Espero que todo haya sido de su gusto.
-Todo estaba genial, como siempre. Gracias. – sonrió.
-Todo estaba genial, como siempre. Gracias. – sonrió.
Se puso las manos en los bolsillos y salió de allí.
Ahora sí tenía un rumbo, un sitio a donde ir, y no estaba demasiado lejos de
allí. Decidió que iría caminando, no le vendría mal un paseo. Además, el barrio
de Eleanor era encantador. Tenía algo mágico y especial. Louis no sabría decir
si era por el tipo de construcciones, por la gente, por la vivacidad de las
calles o porque ella vivía en él, pero le gustaba.