Lelelelelelele. Siento no haber subido antes y todo ese rollo que que suele decir pero es que.... mi querido verano me quita mucho tiempo (y mis amigos también, todo hay que decirlo xDDDDDDD) Espero que disfrutéis de la noche más corta del año, que hagáis mucho el tonto y que no os paséis con el alcohol (si es que estáis en edad de beber, oseaser de 18 para arriba eh majaaaaaaaaaas.... que nos conocemos). Okya.
Aquí os dejo este capítulo que espero que os guste y deciros que... a partir de aquí empieza el meollo del asunto, donde pasarán cosas más que interesantes.
Capítulo
cuarenta y cinco: Sentimientos encontrados.
Cuando Harry se fue y Jodie se quedó sola en su habitación, otra vez,
no pudo dormir. No sabía que le había pasado pero la emoción y, sobre todo, su
amor por Harry se apoderaron de ella y la impulsaron a besarlo. Y sintió que
las mariposas de su estómago se volcaban en aquel beso y volaban a su
alrededor, envolviéndolos en una atmósfera de amor desbordado y pasiones
reprimidas.
Se tocó los labios y sonrió al recordar que luego había sido él quien
la había besado, otra vez. Entonces ella sintió esa conexión que les unía y que
era más fuerte de lo que ambos habían pensado nunca. Sintió que, por una vez,
había dejado de ser la típica adolescente enamorada de su ídolo para pasar a
ser una chica que se había ganado un trocito del corazón de la superestrella.
Como en las películas. Como en los libros.
Estaba tumbada boca arriba en su cama, pensando en todo aquello,
cuando notó que sus ojos se empañaban de lágrimas. Lágrimas que no sabía si
eran de felicidad o de tristeza. Quizá era de ambas. Alegría y tristeza.
Euforia y desilusión. Amor y desamor. Fantasía y realidad. Eran sentimientos
encontrados que le oprimían el pecho, que la dejaban sin aliento, que le hacían
pensar demasiado.
Antes de que él se fuera, definitivamente, a su casa ella le había
preguntado por qué, por qué había ido precisamente esa noche, por qué actuaba
así, por qué era tan impredecible y contradictorio. Pero obtuvo una respuesta
que, quizá, no se esperaba.
* * *
Harry y
Jodie se habían separado después de besarse por segunda vez. Después de aquello
decidieron que aún no querían dejar de verse, que querían quedarse juntos un
rato más. No sabían cuanto tiempo podía abarcar ese rato que habían determinado
pero más que aquello, estaba claro. Necesitaban hablar, necesitaban estar en
silencio, necesitaban estar juntos.
Caminaron
en silencio por el patio hasta sentarse en la hierba, justo debajo de la
ventana de Jodie,
-
¿Por qué
has venido precisamente hoy?
-
No lo sé
ni yo. – dijo Harry en un suspiro. – Sólo sé que aunque te dijera que no podía
dejarlo todo por ti, porque tengo a Caroline y tengo una vida que considero que
es más que satisfactoria, desde que te conocí no he sido el mismo. –Jodie lo
escuchaba con atención y cuando esas palabras salieron de su boca le dio un
vuelco el corazón. – He decidido volver a ser el adolescente temerario que se
deja llevar por sus sentimientos y ellos me han traído hasta aquí: hasta tu
ventana. – la sonrisa de Harry se ensanchó, de oreja a oreja, cuando dijo eso
mirando hacia arriba, hacia la ventana. – Quizá te esperaras a otra persona, un
pelirrojo, quizá. – el silencio se hizo entre ambos pero él volvió a hablar. –
Puedo teñirme si quieres. – ella rió sin poder evitarlo, Harry era muy crío, a
veces. Él también rió. – Vale, definitivamente eso sería una mala idea. –
añadió rápidamente a lo que ella simplemente asintió. – Supongo que mis pies querían
traerme aquí para que te confesara que, en el fondo, me molesta que estés con
Eddie.
-
A mi
también me molesta que estés con Caroline. – dijo ella mirando al infinito. –
Te lo he dicho repetidas veces.
-
Sí, lo
recuerdo. – accedió Harry. – La primera vez fue en la revista. Creo que tus
palabras fueron: “Simplemente no me gusta tu novia”.
-
Y tu no
parabas de repetir: “Caroline no es mi novia”. – él rió al recordarlo. – No
sabes mentir, Styles.
-
¿Eso
crees? – preguntó él enarcando una ceja. Jodie simplemente asintió. – Yo no
estoy tan seguro.
-
¿Cómo que
no? Eres un pésimo mentiroso. – rió ella.
-
Según tú
pero yo creo que no es así. – esta vez fue la pequeña Jodie la que enarcó una
ceja y él rió a carcajadas. - ¿Recuerdas la noche en la que te besé bajo la
lluvia de estrellas? – Jodie asintió siendo incapaz de decir nada. ¿Cómo iba a
olvidar aquel día? ¿Cómo olvidar la primera vez que él la besó? – Bien, pues
esa noche, la cual recuerdo muy bien, te solté una mentira, una de las más
grandes que he dicho en mi vida, y tu te la creíste. Y yo también.
Los ojos
de Jodie se ensancharon y no pudo creer lo que Harry le había dicho. ¿Cuántas
cosas se habían dicho aquella noche? Muchas. ¿Y cuál de todas aquellas era
mentira? ¿O lo eran todas?
-
Un
mentiroso no debería creerse sus mentiras. – susurró ella.
-
Si le
parecen buenas puede acabar creyéndoselas.
-
¿Y en qué
se supone que me mentiste? – quiso saber Jodie. Él la miró a los ojos y sonrió.
-
Te dije
que besabas bien pero que ese beso no cambiaba nada. – Harry le acarició la
cara, con suavidad, apartando el pelo de la chica. – Era mentira. – Jodie se
tensó a su lado y él simplemente volvió a sonreír. – Ese beso me trastocó más
de lo que quería aceptar.
-
¡Eres un
mentiroso, Styles! – rió ella.
-
Sí y uno
de los buenos.
-
Eso parece.
Las
distancias entre ellos, mientras mantenían aquella intensa conversación, se
habían acortado bastante. Sus frentes casi se tocaban, sus alientos casi se
mezclaban, sus pulsaciones casi se acompasaban, sus corazones casi se rozaban. Harry
inclinó su cabeza en busca de los labios
de la chica, esos que parecía que nunca se cansaba de probar, que parecían
adictivos, pero en ese momento tan crucial para ambos notó unas patas
juguetonas en su pie. Se giró y se encontró a Snow White, la gata de Jodie, mordisqueando
sus zapatos como si estuviera reclamando a su dueña, como si solo pudiera ser
suya. Él sonrió levemente, ya que no podía hacer otra cosa, y Jodie suspiró.
-
Snow
White, ¿qué haces aquí? Deberías estar en casa, durmiendo, no aquí
fastidiándome.
La gata
maulló en respuesta y ella suspiró otra vez. La quería mucho pero le había
fastidiado el momento con Harry. ¡Estaban apunto de besarse! Otra vez. El
animal caminó por encima de las piernas de Harry hasta acercarse a la chica
quien la cogió en brazos unos segundos. A su lado Harry se revolvía los rizos
colocándoselos bien a su manera tan especial y después contempló a Jodie con el
deseo aún ardiendo en sus ojos. ¡Maldito gato!
Harry cogió a la gata de las manos de la chica y la dejó en el suelo.
Harry cogió a la gata de las manos de la chica y la dejó en el suelo.
-
Venga va,
vete por ahí un rato, Snow White. – le susurró él, Jodie rió. – Vete a buscar
algún gato guapo.
-
¿Y eso? –
preguntó ella.
-
No voy a
dejar que un gato me impida besarte.
Justo
antes de que Jodie pudiera asimilar esas palabras los cálidos labios de Harry,
estaban sobre los suyos otra vez. Él hizo que la chica se inclinara hasta
quedar recostada sobre el césped, como la primera vez que se besaron sólo que
esta vez pensaba disfrutar como el que más de ese beso.
Exploró la
boca de Jodie con parsimonia, respirando en medio del beso, haciéndole
cosquillas con los rizos en la frente, escondiendo sus manos debajo de la ropa
de ella.
Cuando,
finalmente, se separaron, a pesar que ninguno de los dos quería hacerlo, los
dos tenían una gran sonrisa dibujada en su rostro, a diferencia de la primera
vez.
* * *
Pero Jodie no era la única que estaba pensando en su encuentro Harry
también lo hacía mientras conducía su coche, de camino a casa.
El chico de rizos sonreía mientras sus dedos tamborileaban en el
volante. Ya se había sentido así otras veces pero por otra persona, persona que
aún en aquel momento seguía siendo su novia.
Se encogió de hombros evitando pensar en eso ahora, lo único que
quería recordar eran sus labios encima de los de Jodie, sus manos recorriendo
su cuerpo, sus ojos mirando a los de ella… Después de aquella noche, después de
aquella visita a escondidas del mundo, algo había cambiado para ambos. Y eso le
hacía feliz, no sabía porqué exactamente pero así era. Quizá era porque, a
pesar de todo, ambos habían reconocido que existían sentimientos. Ambos habían
abierto la puerta, una puerta que dependería de ellos que se cerrara para
siempre o que se abriera de par en par dando paso a lo que, en aquel momento,
parecía el paraíso.
Harry sonrió, otra vez, mientras aparcaba el coche en la puerta de su
casa. Al bajarse del coche miró la hora en su reloj: cinco y media de la
mañana. Se encogió de hombros. No había dormido en toda la noche pero tampoco
le importaba, había invertido bien el tiempo.
Se paseó por los rincones de la enorme casa que ahora estaba tranquila,
puesto que todos dormían, hasta llegar a su habitación. Allí encontró, colgada
en la puerta, una nota firmada por todos sus amigos.
-
Ya nos contarás que has estado haciendo hasta tan
tarde eh… pillín. No estarías tan cansado. – leyó en voz alta y sonrió al ver
el guiño que acompañaba a la nota. – PD: Nos debes unas cuantas explicaciones
sobre lo que ha pasado en el karaoke.
El pequeño rodó los ojos. ¡Vaya amigos que se había buscado! Rió para
sí mismo y guardándose la nota en los pantalones entró en su habitación.
Realmente no se podía quejar de sus amigos, eran los mejores que jamás podría
haber tenido, eran sus hermanos.
Se tumbó en la cama con las manos detrás de la cabeza y en su mente volvieron
a proyectarse imágenes de su encuentro, se reproducieron las conversaciones,
una y otra vez, reviviendo el momento, atrapándolo en sus recuerdos, abriendo
una brecha en su corazón, dispuestos a quedarse.
*
El sol salió a las siete de la mañana e iluminó Londres con esmero.
Niall sonrió al ver la estampa en su ventana. Sol veraniego. Sí. Iban a montar
una fiesta esa misma noche por aquello.
El irlandés caminó por el pasillo silbando alegremente y al llegar
delante de la habitación de Harry asomó la cabeza por la puerta. Observó, entre
la oscuridad, al chico de rizos dormir placidamente, con una sonrisa en sus
labios. Y fue entonces cuando se prometió que descubriría que narices ocultaba
su novia porque él no se merecía ese tipo de relación.
Siguió su camino pensando en las cosas que tenía que hacer aquel día.
Entre él y Louis habían acordado desenmascarar a Caroline porque ambos estaban
seguros que ocultaba algo, algo malo. El mayor se había ofrecido para ir a unas
cuantas revistas para hablar con periodistas y demás sobre Caroline Flack, a
ver si podía sacarles alguna información valiosa o fotos y conversaciones
confidenciales de la presentadora y Niall había pensado en presentarse al plató
de televisión con la excusa de ir a ver a su querido amigo Olly Murs que era el
co-presentador del programa. Aquello era mucho más rápido y efectivo pero se
arriesgaba a que Caroline le viera y luego le fuer a Harry con el cuento pero
no le importaba.
Al llegar al comedor, en la planta baja, se encontró a Liam tomándose
un café y sonrió. Una idea le cruzó la mente. No iba a hacer sus recados solo,
claro que no.
-
Buenos días.
-
¡Hey! – le contestó el mayor con tranquilidad.
-
¿Qué hay?
-
Nada nuevo. – rió. – Por lo visto Harry ayer llegó a
las tantas… así que hoy no creo que vea la luz del sol.
-
Lo suponía. ¿Qué crees que estaría haciendo? –
preguntó echándose café en una taza.
-
¿Caroline?
-
No creo. Le dijo delante nuestro que “estaba
cansado” – Niall exageró las comillas con las manos, dando a entender que
aquella había sido la excusa más mala del mundo. – Puede que haya ido a pegarle
de hostias a Eddie.
-
Harry no es de esos.
-
Nadie es de esos hasta que tocan algo que te
importa. – susurró Niall. Liam calló dándole la razón así que el irlandés atacó
de nuevo. – Oye, Liam, ¿te vienes conmigo?
-
¿A dónde?
-
Tengo que ir a los estudios de televisión. – Liam
frunció el ceño.
-
¿A qué?
-
Voy a ver a Olly.
-
Ya. A ver a Olly. – murmuró Liam no muy convencido.
-
Que sí. Me dijo que me pasara para hablar con él. –
se sentó a su lado sin perder la sonrisa. – Anda, acompáñame. – Liam no dijo
nada y el irlandés chasqueó la lengua. – Va que están grabando Factor X,
Danielle estará por allí vestida en sus trajes sexys de bailarina.
Liam casi escupe el café al escuchar aquello y Niall rió a carcajadas.
Todavía recordaba la primera vez que Liam vio a Danielle cuando ellos
participaban en dicho concurso y aún recordaba la de veces que ellos habían
intentado sacarle los colores hablándole sobre ella y siempre lo conseguían.
Fueron buenos tiempos.
Al mayor se le tiñeron las mejillas de rojo ya que también recordaba
todo aquello. Las veces que la habría visto entre bambalinas antes de salir a
actuar, o en los ensayos, la de miradas que cruzaron en medio del programa… una
sonrisa se dibujó en su cara. No estaría mal volver a ver a su chica enfundada
en alguno de aquellos trajes tan extremadamente sexys que tanto le gustaban.
-
Cuenta conmigo.
Cheers and kisses.
Mery, xxx!