Ah, por cierto... me canso de decir que comentéis... de verdad. Me gusta leer comentarios, mucho. Es la ÚNICA manera que tengo de saber si os gusta o no. Y además si me dais opiniones como "yo creo que Sam y Zayn deberían acabar juntos" o "yo quiero que Caroline se vaya con Adam" o lo que queráis que pase puede que ocurra.... porque así la historia tiene muchos más giros, y os hago que sea más interesante y sobretodo que sea como VOSOTROS queráis que sea.
Ahora os hablaré de este capítulo. La canción es como ya fue en uno anterior, Enchanted de Taylor Swift. Os dejo el link aquí debajo para que podáis escucharla mientras leeis. Espero que os guste mucho y eso. Es un capítulo en el que pasan muchas cosas y que dará pie a que pasen más. Y.... creo que ya está. Sin más dilaciones os dejo el link y el capítulo.
Disfrutad. <3
Enchanted - Taylor Swift ( http://www.youtube.com/watch?v=lJpKQkzrJTo )
Capítulo veintitrés: El cumpleaños de la pequeña Jodie.
Eran las ocho y media de la
mañana y en una casa de las afueras de Londres la vida empezaba a despertarse.
Todos, menos Harry, se habían despertado pronto para acabar de concretar las
cosas para aquella noche. Acabaron de decidir que ropa se pondrían y a qué hora
harían acto de presencia en la fiesta de Jodie, aunque Harry no tenía ni idea
de que sus amigos irían. Se arriesgaban a ir sin él y así comprobarían si a el
chico de rizos le importaba lo suficiente aquella chica como para presentarse
sin avisar a nadie. Pero si no iba se exponían a destrozar la fiesta de
cumpleaños. Así que más le valía a Harry aparecer con el regalo más perfecto
del mundo, o luego se las vería con ellos.
Era como una especie de concurso
de sorpresas; Harry por un lado contra Louis, Niall, Zayn y Liam. El pequeño no
tenía ni idea de lo que sus amigos preparaban y ellos no sabían que ideas locas
revoloteaban por su cabeza. Harry rió mientras se desperezaba; estaba seguro de
que a Jodie nunca se le olvidaría el día de su dieciocho cumpleaños. Cogió su
teléfono debía hacer un par de llamadas para comprobar que todo estaba saliendo
según lo previsto.
-Floristería Marge, ¿dígame? –
dijo una voz femenina al otro lado de la línea.
-Hola Marge, soy Harry. – contestó él.
-Vaya, ¡que sorpresa! Peter me dijo que llamaste el otro día.
-Sí, y también me pasé por allí, para hacer un pedido que tenía que ser entregado hoy. – explicó mientras caminaba por la habitación.
-Creo que Peter ha salido ya de camino a entregarlo. ¿Eran dieciocho rosas blancas y rojas verdad? – corroboró la mujer.
-Exacto; nueve rojas, y nueve blancas.
-Y con una nota tuya escrita, ¿cierto? – el chico hizo un sonido gutural en señal de aprobación. – Pues no te preocupes, pequeño, que tu ramo esta de camino.
-Perfecto, Marge. Gracias.
-De nada. Y a ver si se te ve más el pelo por aquí, eh.
-Me dejaré caer algún día, lo prometo – él sonrió.
-Te estaremos esperando.
-Hola Marge, soy Harry. – contestó él.
-Vaya, ¡que sorpresa! Peter me dijo que llamaste el otro día.
-Sí, y también me pasé por allí, para hacer un pedido que tenía que ser entregado hoy. – explicó mientras caminaba por la habitación.
-Creo que Peter ha salido ya de camino a entregarlo. ¿Eran dieciocho rosas blancas y rojas verdad? – corroboró la mujer.
-Exacto; nueve rojas, y nueve blancas.
-Y con una nota tuya escrita, ¿cierto? – el chico hizo un sonido gutural en señal de aprobación. – Pues no te preocupes, pequeño, que tu ramo esta de camino.
-Perfecto, Marge. Gracias.
-De nada. Y a ver si se te ve más el pelo por aquí, eh.
-Me dejaré caer algún día, lo prometo – él sonrió.
-Te estaremos esperando.
Y así acabó su conversación.
Ahora sólo le quedaba llamar a la tienda de animales en la que había estado un
par de días antes para confirmar que hoy pasaría a buscar un precioso gato
blanco que había comprado para Jodie.
Bajó las escaleras ya vestido y
canturreando alegremente. Nada más entrar a la cocina vio a los chicos sentados
todos alrededor de la mesa, la cual estaba llena de comida, hablando. Pasó como
un rayo por allí cogiendo el vaso de zumo de Louis y bebiéndoselo de un trago.
-¡Eh rizos, eso era mío! – se
quejó su amigo.
El pequeño sonrió, se limpió los
restos de zumo de la boca y le dio un beso en la mejilla en señal de buenos
días.
-Lo siento, guapo. Pero es que
llego tarde.
-¿A dónde vas? – preguntó Zayn.
-A recoger la sorpresa de Jodie.
-¿A dónde vas? – preguntó Zayn.
-A recoger la sorpresa de Jodie.
Cogió una tostada del plato de
Niall que también se quejó pero no se molestó tanto ya que el motivo de que
tuviera tanta prisa era Jodie. Así que simplemente sonrió, la cual cosa dejó al
chico de rizos un poco extrañado ya que si cogías comida del plato de Niall,
era la última cosa que hacías en tu vida.
-Vaya. ¿Y se puede saber qué es?
– esta vez fue Liam quién preguntó.
-No, no se puede saber.
-Jo, que aburrido eres – se quejó Niall.
-Es lo que hay, rubito. Ya lo veréis.
-Estamos impacientes – añadió Louis.
-No, no se puede saber.
-Jo, que aburrido eres – se quejó Niall.
-Es lo que hay, rubito. Ya lo veréis.
-Estamos impacientes – añadió Louis.
Harry cogió otra tostada y se la
fue comiendo mientras salía de la cocina. Salió por la puerta principal con la
tostada en la boca y rebuscando en sus bolsillos las llaves. “Estoy para que me
echen una foto ahora mismo los paparazzis” pensó para sus adentros riendo.
Sería divertido y el titular tendría gancho “Harry Styles desayunando en medio
de la calle”. Movió la cabeza de un lado al otro dejando de pensar tonterías y
centrándose en lo importante.
En otra parte de la ciudad Sam y
Naomi estaban juntas acabando de preparar todo para aquella noche. Miraron el
reloj; nueve de la mañana. Era hora de despertar a Jodie y contarle que tenía
que ponerse guapa para aquella noche. Así que cogieron el móvil y marcaron el
número de su amiga.
-¿Si? – contestó su amiga con voz
de dormida.
-¡Buenos días, dormilona!
-Buenos días, malas pécoras. Me habéis despertado.
-Esa era la intención. – sus dos amigas rieron.
-¿Qué queréis? – preguntó la pequeña.
-Desearte un feliz cumpleaños – esta vez habló Naomi.
-Ah, y que te pongas guapa para esta noche. Te pasamos a buscar a las siete.
-¡Buenos días, dormilona!
-Buenos días, malas pécoras. Me habéis despertado.
-Esa era la intención. – sus dos amigas rieron.
-¿Qué queréis? – preguntó la pequeña.
-Desearte un feliz cumpleaños – esta vez habló Naomi.
-Ah, y que te pongas guapa para esta noche. Te pasamos a buscar a las siete.
La chica de ojos verdes iba
contestar cuando llamaron a la puerta. ¡Qué fastidio! ¿Se habían puesto todos
de acuerdo o qué?
-Chicas os tengo que dejar,
llaman a la puerta. Nos vemos luego, ¿vale?
-Vale. Luego nos cuentas si el que llamaba era Harry montado en un caballo blanco. – rió Naomi.
-Capulla.
-Te queremos – dijeron ambas a la vez y colgaron.
-Vale. Luego nos cuentas si el que llamaba era Harry montado en un caballo blanco. – rió Naomi.
-Capulla.
-Te queremos – dijeron ambas a la vez y colgaron.
Jodie bajó las escaleras a toda
prisa mientras se recogía el pelo en una coleta. Mientras recorría la planta
baja volvió a escuchar el timbre y gritó para que, fuese quién fuese el que
picaba, se esperara un momento. Ya más calmada después de correr por su casa
abrió la puerta y se encontró a un chico rubio con un ramo de flores enorme.
-Eres Jodie, ¿verdad? – dijo él.
-Sí, soy yo.
-Sí, soy yo.
Ella se fijó en la camiseta que
llevaba; era un uniforme de trabajo y en ella ponía “Floristería Marge”. ¿Aquel
ramo era para ella? No podía ser; tendría que hacer alguien más que se llamara
Jodie y que el pedido estuviera equivocado. Nunca nadie le había mandado
flores, y menos a su casa.
-Ten, esto es para ti – sonrió el
repartidor.
-¿En serio? ¿Y quién me lo manda? – preguntó ella mientras cogía el ramo.
-Lo siento señorita, no puedo desvelar la identidad de la persona que se lo envía.
-Vaya… - susurró.
-Puede que en la nota especifique quien se las envía.
-Puede – repitió ella.
-Necesito que me firme aquí. – le pidió entregándole una tabla donde había unos papeles confirmando que ella era Jodie y que le había llegado el pedido.
-Ya está.
-Perfecto. Gracias.
-¿En serio? ¿Y quién me lo manda? – preguntó ella mientras cogía el ramo.
-Lo siento señorita, no puedo desvelar la identidad de la persona que se lo envía.
-Vaya… - susurró.
-Puede que en la nota especifique quien se las envía.
-Puede – repitió ella.
-Necesito que me firme aquí. – le pidió entregándole una tabla donde había unos papeles confirmando que ella era Jodie y que le había llegado el pedido.
-Ya está.
-Perfecto. Gracias.
El chico se giró y a medio camino le dijo que esperaba que disfrutara
del día de su cumpleaños. Jodie extrañada solamente sonrió y pasó con el enorme
ramo al interior de su casa. Se sentó en el sofá, cogió la nota que había entre
las rosas y dejó el ramo apoyado en el sofá con cuidado. “Las rosas son
bonitas, ¿verdad? Espero que te haya gustado tu sorpresa, pero no va a ser la
única que tengas. Feliz cumpleaños, Jodie. Besos.” Releyó la nota miles de
veces, intentando encontrar en su cabeza el autor de aquel regalo que, sin
duda, había sido uno de los mejores que le habían hecho nunca. Aunque, por
alguna extraña razón, sentía que aquella caligrafía la había visto en otro
sitio pero no podía recordar donde. Mientras le daba vueltas al mismo tema puso
las flores en un jarrón con agua y dejó pasar el día hasta que sus amigas la
fueran a recoger.
Las horas iban pasando y el día pasó sin imprevistos; únicamente el ramo sorpresa en casa de Jodie. Era la hora de prepararse para asistir a la fiesta de Jodie. En la casa de Anne se encontraban Danielle y Eleanor, en casa de Sam estaban ella y Naomi, y en casa de los chicos estaban todos, cada uno en su habitación. Aunque Harry no estaba solo; por su habitación correteaba un gato blanco que había estado pululando por ahí todo el día. Los chicos no sabían nada, y más les valía porque le había costado lo suyo retener al gato quieto y callado en su habitación.
Las horas iban pasando y el día pasó sin imprevistos; únicamente el ramo sorpresa en casa de Jodie. Era la hora de prepararse para asistir a la fiesta de Jodie. En la casa de Anne se encontraban Danielle y Eleanor, en casa de Sam estaban ella y Naomi, y en casa de los chicos estaban todos, cada uno en su habitación. Aunque Harry no estaba solo; por su habitación correteaba un gato blanco que había estado pululando por ahí todo el día. Los chicos no sabían nada, y más les valía porque le había costado lo suyo retener al gato quieto y callado en su habitación.
-Harry, ¿puedo pasar? – preguntó Liam desde fuera.
-Si, un momento.
-Si, un momento.
Harry correteó tras aquel gato sin nombre y lo metió en una caja
decorada con un lazo; luego lo volvería a sacar para que pudiera campar a sus
anchas otra vez. Abrió la puerta e hizo pasar a Liam. Él se sentó en la cama y
su amigo en la silla del escritorio que quedaba libre. Se quedaron en silencio;
Harry esperando a que Liam dijera algo, y su amigo escudriñando cualquier
rincón de la habitación. ¡Maldita la hora que le hizo caso a Louis! Las
palabras que el veinte añero le había dicho seguían resonando en su mente; “Ves
a mirar si Harry tiene la sorpresa de Jodie en su cuarto.” Cuando él le
preguntó porqué debía ir él y no otra persona le contestó que de él era el
único del cual Harry nunca iba a sospechar. Y odiaba reconocerlo, pero tenía
razón. El pequeño Harry nunca sospecharía de él.
-¿Querías algo? – preguntó el chico de rizos.
-Ah… nada en especial. Solo quería saber que harás esta tarde.
-Pues no lo sé. Quedarme en casa supongo… ¿Y vosotros?
-¿En casa? ¿Y la sorpresa de Jodie? – preguntó Liam que no dejaba de observarlo todo.
-No te preocupes, eso está bien atado ya.
-¿Ya se la has dado? – inquirió otra vez centrándose en la conversación para no levantar sospechas.
-Sí y no.
-Me estás liando.
-Eso es lo que quiero. – rió Harry.
-¿Y por qué quieres liarme, rizos?
-Porque no te interesa. – Liam le miró con mala cara y el pequeño volvió a reír. – Es broma, Liam. Es que… las sorpresas no se dicen.
-Bueno, bueno… Haz lo que quieras.
-Ah… nada en especial. Solo quería saber que harás esta tarde.
-Pues no lo sé. Quedarme en casa supongo… ¿Y vosotros?
-¿En casa? ¿Y la sorpresa de Jodie? – preguntó Liam que no dejaba de observarlo todo.
-No te preocupes, eso está bien atado ya.
-¿Ya se la has dado? – inquirió otra vez centrándose en la conversación para no levantar sospechas.
-Sí y no.
-Me estás liando.
-Eso es lo que quiero. – rió Harry.
-¿Y por qué quieres liarme, rizos?
-Porque no te interesa. – Liam le miró con mala cara y el pequeño volvió a reír. – Es broma, Liam. Es que… las sorpresas no se dicen.
-Bueno, bueno… Haz lo que quieras.
Se levantó de la silla y caminó por la habitación hasta llegar al
armario. Una vez allí sin pedirle permiso al pequeño lo abrió y buscó entre la
ropa alegando que necesitaba una chaqueta para salir aquella noche con
Danielle. Harry no opuso resistencia a que su amigo rebuscara en su armario así
que le dejó hacer. Liam lo regiró todo en busca de la sorpresa de Jodie pero no
encontró nada, ni rastro.
-No tienes ninguna chaqueta que me guste – dijo el mayor cerrando las
puertas del armario.
-Es que tienes un estilo de vestir raro – Harry se encogió de hombros.
-Mira quién lo dice… - rió Liam. – Voy a ver si los chicos tienen algo para prestarme esta noche.
-Vale. Pásalo bien con Danielle – dijo su amigo a modo de despedida.
-Gracias. Espero que tu también lo pases bien encerrado en casa.
-Es que tienes un estilo de vestir raro – Harry se encogió de hombros.
-Mira quién lo dice… - rió Liam. – Voy a ver si los chicos tienen algo para prestarme esta noche.
-Vale. Pásalo bien con Danielle – dijo su amigo a modo de despedida.
-Gracias. Espero que tu también lo pases bien encerrado en casa.
Dicho esto salió de la habitación, pensativo. ¿Dónde habría escondido
Harry el regalo? Quién sabe… De todas maneras debían dejar de pensar en eso
ahora y darse prisa porque quedaban apenas dos horas para la fiesta del décimo
octavo cumpleaños de Jodie. En su habitación se encontró con los chicos que
recibieron la mala noticia de que no había encontrado nada en la habitación del
enano. Nada. Aunque dos puertas más allá un gatito blanco correteaba, otra vez,
por la habitación de Harry.
En otro lugar de la ciudad Naomi
y Sam corrían por la calle para llegar a casa de su amiga. Allí debían
arreglarse y llevar a su amiga al restaurante donde ya la esperarían sus amigos
y sus familiares más cercanos.
Llamaron al timbre e intentaron
recuperar el aliento mientras esperaban a que su amiga les abriera, que no
tardó mucho. Nada más entrar al comedor vieron en la mesa central un enorme y
precioso ramo de rosas blancas y rojas. Se acercaron a él corriendo y gritando
como locas pidiendo explicaciones sobre la persona que se las había regalado.
-¿Cómo que no sabes quién te las
regala? ¿No hay una nota o algo? – preguntó Sam.
-Sí, hay una nota y la letra me resulta familiar… pero no pone su nombre.
-A ver, déjame ver la nota – pidió Naomi.
-Sí, hay una nota y la letra me resulta familiar… pero no pone su nombre.
-A ver, déjame ver la nota – pidió Naomi.
La miraron atentamente y,
efectivamente, aquella letra la había visto en algún otro sitio pero no
recordaban donde. La leyeron ochenta veces tal y como había hecho Jodie aquella
mañana.
-Lo que importa es el detalle, al
fin y al cabo – dijo Naomi.
-Pues sí – reconoció la pequeña Jodie. – Ha sido precioso, y las rosas son muy bonitas.
-Sí lo son. Y la persona que te las envía debe estar arrepentida de algo que ha hecho – esta vez habló Sam.
-¿Arrepentida? No entiendo…
-Jodie, la combinación de rosas blancas y rojas se usa para pedir perdón. Así que no solo te está felicitando por tu cumpleaños, quién sea que te envíe las flores, además te está pidiendo perdón por algo que hizo mal, supongo. – explicó Sam.
-Vaya. ¿Y quién puede ser?
-Si no lo sabes tú, nosotras menos - dijo Naomi.
-Ya lo averiguaremos, pero ahora vamos a prepararnos que nos tenemos que ir.
-Pues sí – reconoció la pequeña Jodie. – Ha sido precioso, y las rosas son muy bonitas.
-Sí lo son. Y la persona que te las envía debe estar arrepentida de algo que ha hecho – esta vez habló Sam.
-¿Arrepentida? No entiendo…
-Jodie, la combinación de rosas blancas y rojas se usa para pedir perdón. Así que no solo te está felicitando por tu cumpleaños, quién sea que te envíe las flores, además te está pidiendo perdón por algo que hizo mal, supongo. – explicó Sam.
-Vaya. ¿Y quién puede ser?
-Si no lo sabes tú, nosotras menos - dijo Naomi.
-Ya lo averiguaremos, pero ahora vamos a prepararnos que nos tenemos que ir.
Hicieron turnos para ducharse,
vestirse, maquillarse y peinarse. Y otra vez, como era habitual, tuvieron que
pelearse con Naomi para que se pusiera un vestido y tacones. Aunque aquella
noche era especial, así que no se hizo de rogar demasiado. Después de una hora
y media las tres estaban listas para irse; Sam llevaba un vestido ceñido de
color rosa palido, Naomi llevaba uno de color negro más ancho, y Jodie llevaba
uno del mismo estilo que el de Sam pero de color blanco.
Se montaron en el coche de Dylan,
ya que se lo había prestado a Sam para poder acercarse hasta el restaurante que
estaba bastante lejos de casa de Jodie y se pusieron en marcha. Dentro del
coche Naomi le puso una venda en los ojos a Jodie para que no pudiera ver a
donde iban, aunque no fue fácil de conseguir. Tuvieron que aguantar los
comentarios de Jodie durante todo el viaje pero en ese momento no importaba
mucho; la noche tenía que ser mágica e iba a serlo.
Llegaron al restaurante y pasaron
al interior; Jodie seguía con los ojos vendados por tanto tuvo que ser guiada
por sus amigas hacía el interior. Entraron en una sala llena de gente
elegantemente vestida que cuchicheaba cosas esperando a que le quitaran la
venda a la cumpleañera para sorprenderla. Entre esa gente se encontraban Dylan,
Eleanor, Danielle, Anne… y muchos más.
-¿Dónde estamos? Oigo muchas
voces. – preguntó la pequeña.
-Ahora lo verás, impaciente – le contestó Naomi.
-Ahora lo verás, impaciente – le contestó Naomi.
La condujeron entre las mesas que
estaban preparadas para la cena hasta el medio de la sala donde había una pista
de baile y allí la dejaron sola y se acercaron al grupo de gente.
-Ya puedes quitarte la venda – le
dijo Sam.
La pequeña hizo caso y se la
quitó. No podía creerse lo que estaba viendo; era la fiesta más perfecta de
toda su vida y con todos sus amigos y familiares. Los ojos se le llenaron de
lágrimas cuando toda aquella gente gritó “¡Sorpresa!” pero se prometió no
llorar. La gente fue a saludarla, a hablar con ella, en diferentes grupos
mientras que los demás hablaban entre ellos y se saludaban. Entre el gentío
Jodie se acercó a sus padres y estuvo hablando con ellos sobre un par de cosas.
A su vez Naomi y Sam estaban hablando con sus recientes amigas famosas.
Después de todo aquello se
sentaron en las mesas, cada uno donde ponía su nombre, y disfrutaron de una
agradable cena que les ayudaría a reponer fuerzas para la noche que les
esperaba entre sorpresas, bailes y risas. Aunque sólo tres personas de aquella
sala sabían que justo al lado se encontraban los chicos de One Direction,
cenando también, para coger fuerzas. Estaban allí porque querían esperar y dar
tensión a la fiesta para que la sorpresa fuera más grande.
Dos horas más tarde la cena había
terminado y ahora tocaba la hora de las sorpresas y los regalos. Sentaron a la
pequeña Jodie delante de una pantalla que estaba en negro y en ella proyectaron
un vídeo. En él iban saliendo las imágenes de sus amigos felicitándola, de sus
padres, sus tíos, sus primos, también Sam y Naomi… Y Dylan. Y Eddie, el chico
de la discoteca. También salieron Anne, Danielle y Eleanor en un vídeo
conjunto. Y la pantalla se quedó negra otra vez. Jodie tenía una sonrisa en la
cara y se notaba que estaba emocionada. Pero justo cuando menos se lo esperaba
la pantalla se iluminó otra vez y salió un sofá de color negro. Acto seguido se
escucharon voces conocidas, cinco voces muy conocidas, y luego aparecieron
ellos en la pantalla. One Direction. A la chica se le empañaron los ojos y las
lágrimas se le acumulaban cuando vio que sus ídolos le habían hecho un vídeo
para felicitarla en aquel día tan especial. Al finalizar el vídeo se fue a
abrazar a sus dos amigas, Sam y Naomi, y después a las tres nuevas amigas que
había hecho ya que sabía que aquel vídeo había sido obra de ellas; Danielle,
Eleanor, Anne, Sam y Naomi. Se secó las lágrimas y sonrió, feliz, de haber
recibido ese regalo.
-Pero eso no es todo… - dijo Sam.
– Ahora faltan los regalos y luego podremos bailar toda la noche.
Y sin más dilación todos los
presentes, en orden, le dieron sus regalos de aniversario a la cumpleañera. Ropa,
zapatos, maquillaje, pulseras, collares… Miles de cosas que le encantaban y que
la hacían feliz. Las últimas en darle el regalo fueron sus dos amigas que le
habían hecho una especie de mega fotografía con muchas fotos de ellas durante
todo ese tiempo. La sala observó cómo se abrazaban y aplaudieron emocionados.
Ahora sí, podrían bailar hasta
que los pies no les respondieran. O eso creían todos los presentes. Se hicieron
grupos que se empezaban a balancear al ritmo de la música, entre ellos las tres
amigas inseparables. A un par de metros sonó el teléfono de Danielle, era Liam.
Ya estaba todo listo para su sorpresa. Se acercó a las tres chicas y les dijo
que necesitaba su atención un momento en especial la de Jodie. Además le pidió
al chico que ponía la música que bajara el volumen y se llevó a la cumpleañera
al centro de la sala.
-¿Qué pasa, Danielle? – preguntó
la chica de ojos verdes.
-Pasa, que si crees que se han acabado las sorpresas… lo llevas claro – contestó Anne.
-¿Más sorpresas? – inquirió la pequeña.
-Sí. Más. Y te va a encantar – canturreó Eleanor.
-Pasa, que si crees que se han acabado las sorpresas… lo llevas claro – contestó Anne.
-¿Más sorpresas? – inquirió la pequeña.
-Sí. Más. Y te va a encantar – canturreó Eleanor.
Todos los demás miraban desde la
lejanía sin entender nada. ¿Qué estaba pasando? ¿Iba a entrar el chico más
guapo del mundo en elefante o qué? Habría que esperar para saber cuál era la
sorpresa. No esperaron mucho cuando empezó a sonar una canción que aquel año
estaba siendo de lo más exitosa, “What makes you beautiful” de One Direction. A
Jodie le temblaron las piernas, siempre que la escuchaba le pasaba aquello.
-¿Preparada? – preguntó Danielle
cogiéndola de los hombros.
-Sí. – susurró ella.
-¡Que pase la sorpresa! – dijo Eleanor.
-Sí. – susurró ella.
-¡Que pase la sorpresa! – dijo Eleanor.
Las puertas del final de la sala
se abrieron y al ritmo de la música entraron cuatro chicos galantemente
vestidos y sonrientes. Liam, Zayn, Niall y Louis. Todo el mundo se quedó
boquiabierto; sobretodo Sam, Naomi y Jodie. Avanzaron con paso lento,
retrasando más el momento del encuentro, y dándole más emoción. Niall llevaba
un papel en la mano y Zayn llevaba una caja pequeña de color rojo. ¿Qué sería?
Los nervios estaban a flor de piel, y la expectación era máxima.
Los cuatro chicos se pararon
delante de la cumpleañera y la música bajó de volumen. Se quedaron mirando un
momento, en silencio.
-¡Felicidades, pequeña! – dijo
Louis abriendo los brazos para abrazarla.
-¿Qué pensabas que con un vídeo ya iba a estar o qué? – rió Liam.
-¿Qué pensabas que con un vídeo ya iba a estar o qué? – rió Liam.
Jodie abrazó a todos los chicos
llena de alegría y sin poder contener las lágrimas. Aunque hasta entonces no
había caído que habían venido todos menos él. Intentó no pensar en eso y
concentrarse en lo que ellos querían decirle.
-Mira, Jodie… Esto es para ti –
le dijo Niall teniéndole el papel. – Sé que no te lo vas a leer ahora porque
estás medio llorando, así que te explico lo que pone.
-Mejor… - susurró ella.
-Ahí dice que estás invitada a uno de nuestros conciertos; tú y tus acompañantes, – esto último lo dijo mirando a sus amigas – a nuestro próximo concierto en Londres con pases especiales para que podáis ver todo lo que pasa.
-¿En serio? – abrió el papel y lo miró sin verlo a causa de las lágrimas.
-Totalmente en serio – corroboró Louis.
-Sois geniales. De verdad. Es un regalo perfecto – sonrió ella emocionada.
-Y en esta caja tienes nuestro nuevo libro que habla sobre la gira y bla bla bla… firmado por nosotros – rió Zayn entregándole la caja de color rojo.
-Es de color rojo por aquello de que el símbolo del grupo es rojo y esas cosas – explicó Liam riendo.
-Que detalle chicos… gracias.
-Mejor… - susurró ella.
-Ahí dice que estás invitada a uno de nuestros conciertos; tú y tus acompañantes, – esto último lo dijo mirando a sus amigas – a nuestro próximo concierto en Londres con pases especiales para que podáis ver todo lo que pasa.
-¿En serio? – abrió el papel y lo miró sin verlo a causa de las lágrimas.
-Totalmente en serio – corroboró Louis.
-Sois geniales. De verdad. Es un regalo perfecto – sonrió ella emocionada.
-Y en esta caja tienes nuestro nuevo libro que habla sobre la gira y bla bla bla… firmado por nosotros – rió Zayn entregándole la caja de color rojo.
-Es de color rojo por aquello de que el símbolo del grupo es rojo y esas cosas – explicó Liam riendo.
-Que detalle chicos… gracias.
Se quedaron en silencio ellos
cinco en medio de la sala y todos los demás observando desde una cierta
distancia. Era una escena realmente bonita, pero estaba incompleta. Faltaba
Harry.
-Pues eso… Que One Direction no
se quería perder tu fiesta de cumpleaños – esta vez habló Niall para romper el
silencio.
Jodie se secó las lágrimas y
sonrió afrontando la situación, dándose cuenta de que quizá el chico de rizos
estaba demasiado ocupado pasando una bonita velada con su novia. Pero delante
suyo había cuatro chicos maravillosos que la habían sorprendido el día de su
cumpleaños solo para verla sonreír. Entonces un recuerdo inundó la mente de
Jodie; aquel día en el baño de la revista hablando con Harry. Él le dijo que no
se encerrara en aquel baño porque fuera de él había cuatro personas que la
querían ver sonreír; las mismas cuatro personas que estaban allí aquella noche.
Suspiró intentando tranquilizarse para poder pronunciar algo sin que se le
rompiera la voz.
-Todo esto que habéis hecho es
precioso, chicos, de verdad. Aunque no estéis todos, porque no os creáis que no
me he dado cuenta de que falta el ricitos, lo valoro mucho. – ella sonrió. –
Supongo que debe tener otros asuntos más importantes a los que atender.
-Verás… - susurró Louis maldiciendo a su amigo interiormente por tener que excusarle, una vez más.
-Me parece que te equivocas – dijo una voz lejana y familiar.
-Verás… - susurró Louis maldiciendo a su amigo interiormente por tener que excusarle, una vez más.
-Me parece que te equivocas – dijo una voz lejana y familiar.
La sala entera se giró para ver
de donde procedía la voz y todos, excepto Jodie y los chicos que tenían a la
gente de barrera, pudieron observar que Harry acababa de hacer acto de
presencia justo en el momento apropiado. Los presentes se apartaron e hicieron
como una especie de pasillo para que el chico de rizos se pudiera reunir con la
cumpleañera y los demás chicos. La escena parecía de película; en un lado de la
sala ella y al otro él, mirándose fijamente. Sam y Naomi estaban más que emocionadas
y no paraban de mirar al recién llegado. Él avanzó por el pasillo bajo la
atenta mirada de todos los invitados y se acercó hasta la pequeña chica de ojos
verdes. La sonrisa de la cara de la chica, inconscientemente, se ensanchó al
verle allí. Estaban a tan sólo dos metros el uno del otro observándose en
silencio.
-Has venido. – fue todo cuanto
pudo decir ella.
-Sí, he venido. – corroboró Harry. – Y eso no es todo, tengo una cosa para ti.
-Sí, he venido. – corroboró Harry. – Y eso no es todo, tengo una cosa para ti.
El pequeño miró a sus amigos que
se encontraban detrás de la chica. Todos sonreían en señal de aprobación y
felices de que hubiera llegado en ese momento. Él también sonrió y le entregó
una caja con un lazo a Jodie.
-Cuidado que es frágil – le
advirtió el chico.
Ella le hizo caso y la cogió con
cuidado. Parecía que iba a ser algo considerablemente grande puesto que la caja
pesaba un poco. Y entonces se escuchó un sonido muy flojo. Jodie miró a Harry y
él se tocó el pelo sin saber que decir.
-¡Ábrela
ya, que quiero saber que es! – dijo Louis ansioso.
Todos los presentes rieron y la
cumpleañera le desató el lazo a la caja. Justo entonces la tapa se movió y
asomó la cabeza un pequeño gato blanco. Una gran exclamación de ternura inundó
la sala. Harry cogió la caja y Jodie se quedó con el animal en los brazos.
-Es precioso, Harry. – acarició
al gato.
-Sabía que te gustaría. Todavía no tiene nombre, así que ya puedes ir pensando uno bien bonito.
-Lo pensaré bien, no te preocupes.
-Puedes llamarlo Louis – volvió a decir el veinteañero acercándose a los dos.
-Ni lo sueñes – rebatió Harry. – En todo caso que le ponga Harry.
-Lo lleváis claro los dos; le pondré Niall – rió Jodie mirando al irlandés.
-¿En serio? – preguntó el aludido.
-No.
-Sabía que te gustaría. Todavía no tiene nombre, así que ya puedes ir pensando uno bien bonito.
-Lo pensaré bien, no te preocupes.
-Puedes llamarlo Louis – volvió a decir el veinteañero acercándose a los dos.
-Ni lo sueñes – rebatió Harry. – En todo caso que le ponga Harry.
-Lo lleváis claro los dos; le pondré Niall – rió Jodie mirando al irlandés.
-¿En serio? – preguntó el aludido.
-No.
Todos rieron otra vez y las cosas
volvieron a la normalidad; la música empezó a sonar, la gente se volvió a
juntar y ellos se quedaron allí pensando que nombre ponerle a la nueva gatita
de Jodie. Un poco más tarde aún no lo habían decidido pero tendrían tiempo así
que ahora eso no importaba. La pequeña de ojos verdes dejó a la gatita corretear
por toda la sala y que disfrutara un poco de la fiesta, que también tenía
derecho. Y acto seguido se fue con sus dos amigas a charlar mientras se movían
al ritmo de la música. En otro lado de la sala estaban los chicos de One
Direction con sus respectivas novias y Anne, que nadie sabía si era o no (otra
vez) la novia del irlandés. Dylan estaba hablando con otros amigos cerca de la
barra del bar mirando a lo lejos a su novia, que esa noche estaba especialmente
guapa. Aunque la cara de enamorado le cambió especialmente cuando vio que Zayn
se acercaba a ella. Su expresión se volvió más dura y amenazadora; no le
gustaba ese chico. Ni ese, ni los otros cuatro. Los observó mientras bailaban
atentamente. Ella balanceaba su cuerpo sin parar de reírse, y él seguía el
ritmo de sus caderas. Sus miradas se encontraban más veces de las que fueran
necesarias y eso a Dylan le ponía más furioso. Le entraron ganas de ir allí y
llevarse a su novia hacia otro lugar, pero no era el momento para montar un
espectáculo de semejante envergadura porque eso supondría fastidiarle la fiesta
a Jodie. Así que se limitó a seguir mirando desde la distancia.
-Eh, bailas bien – rió Sam sin
parar de moverse.
-He mejorado bastante. – rió el chico a su lado.
-Ya se nota, ya.
-He mejorado bastante. – rió el chico a su lado.
-Ya se nota, ya.
Ella dio una vuelta y él la cogió
por la espalda. Sam le miró por encima de su hombro y encontró la cara del
chico demasiado cerca. Sonrió y se apartó sutilmente. Aunque le encantaría
poder besarle y estar con él debía pensar en su novio, su perfecto y guapo novio.
Después de un par de bailes juntos, de risas, y de conversaciones sin sentido
ella volvió con sus amigas y Zayn se fue a bailar con Louis y Niall.
Las canciones pasaban y las tres
amigas estaban hablando del detalle que habían tenido los chicos, y también del
detalle de Harry.
-Nos llevarás contigo al
concierto de Londres, ¿no? – preguntó Sam.
-No, me llevo a tu novio para que me proteja. – rió la pequeña.
-Oye eso no es justo… - se quejó la rubia.
-Claro que os venís conmigo, petardas.
-¡Faltaría más! – dijo Naomi.
-No, me llevo a tu novio para que me proteja. – rió la pequeña.
-Oye eso no es justo… - se quejó la rubia.
-Claro que os venís conmigo, petardas.
-¡Faltaría más! – dijo Naomi.
La música de fiesta fue bajando y
empezó a sonar una más lenta. Una canción que conocían todos los presentes y
que a la cumpleañera le gustaba mucho además significaba mucho para ella.
“Enchanted” de Taylor Swift. La mayoría de las parejas de sala fueron a buscar
a su media naranja; Danielle y Liam, Eleanor y Louis, Sam y Dylan, y muchas más. Los demás se quedaron hablando y
mirando como los demás bailaban. Jodie miró a Harry en la distancia y recordó
el momento en que se conocieron y como aquella canción no pudo parar de
repetirse en su cabeza mientras hablaban por primera vez. Él le devolvió la
mirada y hablaron sin necesidad de palabras, puede que dijeran cosas distintas…
pero las decían. Como si aquello estuviera más que ensayado Harry esperó el
momento adecuado para acercarse a ella; nada más y nada menos que cuando la
canción decía exactamente “tu silueta empieza hacer su camino hacia mi”. A
Jodie le temblaron las piernas cuando él se plantó delante de ella y le tendió
la mano.
-¿Quieres bailar? – preguntó.
No hizo falta una respuesta. Le
cogió de la mano y juntos se fueron hacia la pista. Harry posó sus manos en la
cintura de ella y Jodie lo cogió por los hombros, bailando juntos. El mundo se
paró alrededor de ellos dos que tan solo daban pequeños pasitos de un lado al
otro. Era un momento mágico y era tan sólo de ellos dos. Ni de Caroline, ni de
nadie más; sólo de ambos. Y nadie podría quitárselo, nunca. Ella apoyó su
cabeza en el hombro del chico disfrutando todo lo que podía de ese momento, que
probablemente no volviera a repetirse.
-¿Te han gustado las flores? –
susurró él.
-¿Has sido tu? – preguntó Jodie atónita. No podía ser cierto.
-Te lo debía después de lo mal que me he portado contigo.
-¿Has sido tu? – preguntó Jodie atónita. No podía ser cierto.
-Te lo debía después de lo mal que me he portado contigo.
No quiso añadir nada más, no
quería estropear ese momento. Así que se dejó llevar apoyando su cabeza en el
hombro de Harry, bailando junto a él una canción más que especial.
Un beso muy fuerte;
Mery Da Font.