18 ene 2014

You Belong With Me: Prólogo + Capítulo uno.

¡Holi lector@s!

Sé que no toca que suba este capítulo... pero no sé por qué se borró la entrada en la que estaba puesta y si alguien que no se ha leído el fic quiere hacerlo... pues es importante que se lea todos los capítulos pero este más porque es el primero... XDDD Así que lo subo para que se quede aquí y se pueda releer cuando se quiera. :))
(Y sí, subiré el siguiente pronto, ya estoy trabajando en ello!!! <3)


Prólogo.¿Dejarías de luchar por tus sueños porque los consideras inalcanzables? ¿Y dejarías que el corazón de un amigo se rompiera en mil pedazos? ¿Dejarías que todo aquello que conoces, y que te hace feliz, se hunda? ¿Dejarías que un chico que no conoces te invitara a cenar? ¿Dejarías que tus amigos dejaran de sonreír? ¿Dejarías toda tu vida por alguien a quien quieres pero que no conoce tu existencia? ¿Dejarías de vivir tu vida por alguien a quién no le importas? ¿Llorarías por él, cuando sabes que él llora por otra? ¿Serías capaz de hacerle creer a alguien que le quieres cuando sabes qué no? Es más, ¿serías capaz de renunciar a tu propia felicidad por la de aquella persona a la que quieres? ¿Serías capaz de hacer ver que todo está bien cuando realmente tu mundo se desmorona por momentos? ¿Serías capaz de hacer las locuras más idiotas sólo por amor? ¿Tú lo harías? Los protagonistas de esta historia son capaces de eso y mucho más. No tardarás en descubrir todo esto y mucho más. Pero es que realmente sólo son las consecuencias de enamorarse locamente y sin medida.
Capítulo uno; ¿Y el amor, dónde queda?
Era una tranquila tarde de invierno y cinco chicos estaban de camino hacia un grandioso recinto donde esa misma noche darían un concierto. Iban a ver el escenario, a hacer las pruebas de sonido y, por qué no, a divertirse un rato. El tour estaba siendo todo un éxito, las entradas agotadas en doce minutos, los estadios llenos, y miles de fans entregadísimas en todos los conciertos. Bien cierto es, y todos los integrantes del grupo lo sabían, que una gira es agotadora pero también tiene muchas cosas buenas.
En el coche se respiraban nervios, inquietudes, pero también ganas de comerse el escenario. Todo estaba demasiado tranquilo en aquel vehículo donde viajaban los cinco chicos y su amigo (y jefe) Simon. Aquellos cinco chicos eran bastante peculiares, y divertidos. Todos tenían entre diecisiete y veinte años. Tenían en común demasiadas cosas pero la más clara era su pasión por la música.
Uno de ellos le enviaba un mensaje a su madre. No era un mensaje largo, ni extremadamente sentimental, era un simple “Te quiero mamá”. Él estaba seguro, y no se equivocaba, de que haría sonreír a su madre. Ninguno de ellos tenía todo el tiempo que desearían para estar con su familia pero… ¡estaban cumpliendo su sueño! ¿Qué más podían pedir? Desde el principio sabían que aquello sería así pero asumieron el riesgo y tuvieron el apoyo de su familia para adentrarse en aquella aventura. El chico de pelo ondulado acababa de leer el mensaje por enésima vez y se guardó el teléfono en el bolsillo sonriendo. Se llamaba Liam, Liam Payne. Tenía los ojos marrones y una marca de nacimiento en el cuello. Era sensato y responsable pero también divertido. Liam aportaba a aquel pequeño grupo lo que necesitaban en cada momento, les daba estabilidad. Y luchaba por lo que quería. Siempre lo había hecho porque desde bien pequeño creyó en aquel viejo dicho que dice: “Quien la sigue, la consigue”. Y Liam siguió su sueño desde que tenía catorce años y en aquel momento, cuatro años más tarde, se daba cuenta de que lo había conseguido.
Al lado de Liam se encontraba un chico de pelo largo y liso que estaba cantando una canción de una manera un tanto peculiar. Pero no sólo su manera de hacer las cosas era peculiar, él también. Su nombre era Louis Tomlinson y a sus veinte años no parecía el más mayor del grupo. Tenía el pelo de color castaño y los ojos azules claros. Era divertido, y alegre. Además tenía un gran sentido de la amistad y la lealtad. A pesar de ser risueño y soñador tenía los pies puestos en la tierra. Apreciaba los pequeños placeres de la vida, y aprecia más que nadie los pequeños detalles al igual que también apreciaba muchísimo los grandes esfuerzos. Le gustaba mucho hacer reír a la gente y eso es lo que estaba haciendo en aquel momento; hacer que tres chicos, que estaban también en aquel vehículo, se retorcieran de risa. ¿Qué hacía exactamente? Cantaba una canción conocida para todos aquellos chicos que se titulaba “Tell me a lie” donde se narra la historia de un desamor bastante trágica. Pero un desamor siempre tiene dos partes y como nadie había querido participar en aquella interpretación junto a él decidió hacer los dos papeles. Cambiaba la cara dependiendo de la parte de la canción y gritaba como un loco la letra.
El causante de que aquella risa provocada por Louis se contagiara por todo el coche era Niall Horan. El chico irlandés de la eterna sonrisa. Tenía dieciocho años, al igual que Liam, su pelo era rubio y sus ojos de color azul cielo. Era bastante inseguro en depende que sentidos, pero a la vez disfrutaba de cada segundo de la vida como si fuera el último. También podría decirse que era bastante supersticioso, tenía por costumbre ponerse siempre calcetines blancos para las ocasiones importantes ya que, según sus experiencias, le daban suerte. Le tenía mucho miedo a la muerte, y por eso sus amigos se apoyaban en la teoría, bastante inverosímil, de que había sido criado por elfos y que por ello jamás crecería. Algo así como una especie de “Peter Pan” irlandés. A pesar de que siempre ha querido cantar y dedicarse a la música profesionalmente no estaba demasiado acostumbrado a la fama. No se podía imaginar una habitación de una chica adolescente toda llena de posters con su cara. Y también le costaba acostumbrarse a ver a sus fans llorar y gritar ya que jamás nadie había tenido una reacción similar por conocerle.
A su lado, también muerto de risa, se encontraba un joven de cabello y ojos oscuros pero su mirada a pesar parecer una noche sin estrellas era bonita y muy irresistible. El joven de ascendencia paquistaní se llamaba Zayn Malik y tenía diecinueve años. Era bastante tímido y reservado al principio pero poco a poco empezaba a salir de esa jaula. O eso decía Louis. Era sensato, protector y simpático. Una de sus mayores pasiones era la moda, le encantaba la ropa y podía pasarse horas y horas de compras. Al igual que Liam, él también es un luchador. Tuvo algún que otro problema con el baile a la hora de empezar aquella gran aventura y al principio trató de esconderse pero se dio cuenta de que debía hacerlo. Y lo hizo. No volvió a suponer un problema para él. A veces era un poco perezoso, le gustaba dormir mucho. Tenía un mal hábito que aún no ha conseguido cambiar; su adicción al tabaco. Vale, puede que no sea exactamente una adicción pero lo hacía, y era algo que descontentaba a sus fans por lo que él siempre ha intentando mejorar ese aspecto de su vida. En aquellos instantes Zayn reía a carcajadas pero no sabía si era por las tonterías de Louis o por la risa, algo más que contagiosa, de su amigo irlandés.
Finalmente el chico de los ojos verdes y el pelo ondulado también estaba a punto de morir de la risa. No podía parar. A la actuación tan peculiar de Louis se le sumaban aquellos dos chicos riendo, y probablemente Liam acabaría igual que ellos. Él era el más pequeño del grupo con apenas diecisiete años. Le encantaba su pelo y lo cuidaba mucho porque además de ser muy coqueto siempre había dicho que a las chicas les gustaba más su pelo rizado. Era bastante soñador, y a veces un poco romántico pero le costaba dar el primer paso aunque gracias a aquellos cuatro chicos empezaba a ser un poco más descarado en aquel sentido. Tenía la mala costumbre, a su parecer, de ir desnudo casi siempre cosa que ha hecho que otros miembros de la banda empezaran a hacerlo también pero a sus fans no les desagradaba. Reconocía que su estilo para vestir era un tanto peculiar ya que poca gente solía combinar unos tejanos con una americana. Él sí, y lo lucía bien orgulloso. Harry Styles, se llamaba. Y era divertido, gracioso. Puede que hubiera roto bastantes corazones, aunque él no lo supiera. De hecho… los cinco habían roto muchos corazones de chicas adolescentes, y ellos ni tan siquiera lo sabían.
-Louis…. – empezó a hablar Simon. - ¿Quieres parar de hacer ya el tonto? ¿No ves que se van a morir de la risa?
-Esa es la gracia – replicó Louis riendo.
-Nunca ideas una buena – añadió.
-Vale, ya paro.
-¿Lo prometes? – preguntó Harry aún riendo.
-Lo prometo – asintió el chico.
Se quedaron callados unos minutos y miraron por la ventana ya que Simon les había indicado la llegada a su destino. Bajaron del coche sin dejar de mirar el edificio que tenían ante sí. Delante de sus ojos se alzaba un imponente estadio que, por lo menos a Harry, le hacía sentir demasiado pequeño. Sonrío levemente puesto que aquello era lo que siempre había soñado, cantar en un estadio enorme para hacer disfrutar a miles de personas.
Aquel recinto era igual de impresionante por fuera que por dentro. Había un montón de pasillos con camerinos y salas para dejar todos los materiales necesarios para los conciertos y un inmenso espacio interior donde en unas horas se encontrarían sus fans.
El camerino que les habían asignado era muy grande y espacioso. Tenía dos sofás de color rojo, cinco sillas, cinco espejos, y cosas preparadas en las mesas que necesitarían para prepararse. También había una pequeña mesilla de café donde había botellas de agua y una nota. Liam se acercó, la cogió y la leyó en voz alta:
-Queridos One Direction esperamos que el camerino sea de vuestro agrado, y que estéis cómodos. Hay cinco botellas de agua en la mesa, pero no os preocupéis que traeremos más en breves, al igual que también traeremos la ropa para que seleccionéis cual queréis poneros. Un cordial saludo; la organización.
-Vaya… ¡qué simpáticos! – dijo Niall sentándose en un sofá.
-Mucho – corroboró Louis.
-Chicos, podéis relajaros aquí un rato. Voy a hablar con los de luces y sonido para ver cómo van los preparativos. En una hora empezamos con la prueba de sonido, ¿de acuerdo? – informó Simon abriendo la puerta para salir.
-Entendido – afirmaron casi al unísono.
-No hagáis mucho el tonto, que os conozco… - les pidió antes de salir por la puerta pero sabía que les estaba pidiendo demasiado.
Los chicos se sentaron en los sofás y empezaron a conversar sobre temas diversos; la gira, los conciertos, las fans. El ambiente estaba cada vez más relajado, los nervios ya no se olían tanto, y las tensiones ya se habían exiliado a algún sitio demasiado lejano. Harry siempre decía que entre broma y broma las risas de asoman. Sí, es un dicho que se había inventado él, ¿pero a caso no es totalmente cierto? Claro está que, también, entre broma y broma la verdad se asoma, pero nadie podía negarle que entre esas bromas y verdades también se asomaban risas. Niall rió a causa de una tontería que Louis había dicho. ¿Veis? Una risa que se asomaba, y alguna que otra verdad no tardaría en aparecer por allí.
-Harry te está sonando el móvil. – le advirtió Zayn.
La verdad había hecho su acto de presencia, y la persona que le llamaba esperaba una respuesta. El chico de pelo rizado sacó el móvil del bolsillo y miró la pantalla para ver quién era la persona que dedicaba parte de su preciado tiempo en llamarle. Caroline. Sonrió inconscientemente al imaginársela al otro lado de la línea con el teléfono pegado a la oreja escuchando los tonos de llamada. Bip. Bip. Bip. Quizá empezaba a desesperarse y estaría pensando en cómo vengarse de aquel endiablado adolescente que no le respondía a su llamada. Esperó un poco más, le gustaba hacerla esperar. No por nada, sino porque luego le hacía gracia ver como ella intentaba hacerse la ofendida o la enfadada.
-Hey preciosa, ¿Cómo estás? – contestó risueño.
-No tan bien como tú – le dijo ella riendo – Sabes, estabas a punto de quedarte sin beso de buenas noches.
-¿Si? Vaya… Suerte que he contestado antes de que me quitaras ese privilegio.
Se levantó del sofá y les hizo una seña a sus amigos para decirles que se iba a ir a otro sitio para no tener que aguantarles mientras mantenía aquella conversación.
-Vigila la próxima vez porque es posible que si tardas tanto te quedes sin él… – parecía un intento de amenaza y si no se hubiera reído en el último segundo es posible, sólo es posible, que Harry la hubiera creído.
-¿Qué vigile? ¿Me estás amenazando, Caroline Flack? – intentó sonar ofendido.
-Es posible. – rieron ambos.
-Pues no lo vuelva a hacer a ver si va a ser usted la que se quede sin mis besos… y no sólo el de buenas noches, sino todos.
-¿Todos? No eres capaz de estar sin besarme y lo sabes. Y no me trates de usted, enano – dijo ella al otro lado de la línea.
-Y tú no me llames enano. – replicó tocándose los rizos.
-Intentaré no intentarlo.
Se la imaginó, entonces, riendo ella sola o tocándose el pelo. Siempre se toca el pelo cuando está nerviosa. Puede que acabara de llegar a casa después de un largo día de trabajo, o puede que ya estuviera preparada para irse a la cama. Quién sabe. Sonrió, y se apenó un poco ya que aquella preciosa chica no podía alegrarle la noche con su grata presencia. Se quedó callado recordando esas pequeñas cosas que tanto le gustaban de ella; el olor de su pelo, su perfecta sonrisa, lo guapa que estaba recién levantada, esa mirada que le había hipnotizado desde el primer segundo…
-¿Harry? ¿Estás ahí? – preguntó Caroline al ver que no le contestaba con cualquier tontería o impertinencia.
-Sí que estoy. Lo siento es que estaba pensando… - contestó el chico volviendo otra vez al mundo real.
-¿Y en que pensabas?
-En ti. Y en lo mucho que te voy a echar de menos esta noche.
-Yo también te voy a echar de menos.
-Pero yo más. – se apresuró a decir él.
Esta vez el silencio fue por parte de ella. No sabía que decir. ¿Qué se suponía que tenía que decir? ¿Para qué mentirle? Ella sabía que no le iba a echar de menos, bueno, quizá un poco sí pero no tanto como él a ella… y es que aquel pobre adolescente estaba muy enamorado. Todo el mundo decía que desde que su relación se había estrechado más a Harry se le veía más contento, más feliz. Y ella todo cuanto podía hacer era sonreír. No eran novios, pero tampoco eran simples amigos, y ambos lo sabían. Pero el amor… ¿Y el amor, dónde quedaba? El amor de Caroline parecía un fugitivo escapándose para no ser encarcelado. Ella quería quererle pero su amor se había ido. Puede que la mejor solución fuese ir a buscarlo y traerlo de vuelta, pero ella no tenía fuerzas para hacerlo. Y para qué engañarse; tampoco le importaba demasiado dónde diablos estuviera el amor. Harry era como un niño pequeño, con poco se contentaba, y eso a la larga le compensaría a ella de un modo u otro. 

See you soon, xoxo
Mery.   

1 comentario: