Ayer terminé todos los exámenes de segundo de bachillerato, lo cual quiere decir que ya soy oficialmente libre. Y podré dedicarme a escribir plentamente en mis ratos libres (además de ver una serie a la cual estoy muuuy enganchada). Eso es una buena noticia pero... ayer ocurrió algo no tan bueno. Creo que he roto mi portátil. Aún así escribiré en el otro ordenador si el mio ha decidido morirse para siempre.
Pero centrándnos en hoy... debo decir que hoy es un día muy muy muuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuy especial. ¿Y por qué? Pues porque hoy, justamente, queda nada más y nada menos que UNA SEMANA para ver a los nenes en directo. Siete días. Siete días. Sólo siete. Y creo que eso es razón más que suficiente para estar que me subo por las paredes.
Pero por si eso fuera poco... hace un par de días llegué a las 6.000 visitas en el blog. Ahora pensaréis que os voy a echar la chapa de que tal y cual. Bueno, pues más o menos, aunque espero que no se haga muy larga o me mataréis. Sinceramente, esto para mi - que me quiero dedicar a la escritura profesionalmnete - es muy importante porque nunca me había leído tanta gente, porque nunca había sentido que REALMENTE le gustaran mis escritos a alguien. Y he tenido más de 1.000 visitas en un mes. Y eso me hace feliz. Porque... porque significa que de verdad os interesa y que lo leéis. Aunque no tengo ni idea de cuántas personas exactamente sois las que seguís la historia, no puedo poner una cifra númerica porque sencillamente no sé cuántos sois, el hecho es que estáis y me leéis. Y eso para alguien que escribe y que quiero dedicarse a ello es lo más grande que le puede pasar.
También aprovecho para deciros que he cambiado el diseño del blog y que espero que os guste tanto como me gusta a mi.
Y poca cosa más por hoy. Os dejo el capítulo cuarenta. Quería escribir más y subir pero como no es mi ordenador creo que va a ser un poco imposible... pero bueno, escribiré en cuanto pueda. Espero que os guste y MUCHAS GRACIAS POR VUESTRO APOYO, a todos, de verdad.
Capítulo cuarenta: El prícnipe irlandés.
A los pies de la noria se habían quedado Niall y Louis a los cuales no les importaba esperar cuarenta minutos a la intemperie si después de todo eso los dos que se habían subido peleados bajan reconciliados.
A los pies de la noria se habían quedado Niall y Louis a los cuales no les importaba esperar cuarenta minutos a la intemperie si después de todo eso los dos que se habían subido peleados bajan reconciliados.
-
¿Crees que Harry lo coneguirá? – preguntó Niall.
-
Espero que sí, sino en cuanto baje le doy de tortas – rió
Louis.
Los
dos amigos se quedaron mirando a la noria y vieron aparecer a su guarda
espaldas y al equipo de seguridad.
-
¿Cuánto dura esto? – la voz de Paul era autoritaria y grave pero
los chicos ya estaban más que acostumbrados.
-
¡Parece mentira que vivas en Londres y no lo sepas! – se
quejó Louis riendo. – Cuarenta minutos.
-
¿Y cuanto rato llevan allí arriba?
-
Puede que unos quince – comentó Niall mirando el reloj. – No
estoy seguro.
Los
tres volvieron a mirar hacia arriba y Louis rodós los ojos, más les valía
arreglarlo. Luevo volvió a mirar a su amigo irlandés y sonrió recordando que
tenían un tema pendiente.
-
Eh, irlandés – le llamó, su amigo lo miró interrogante. -
¿Con Anne qué? La besaste el día de los premios… ¿el siguiente paso es una
relación formal?
-
No lo sé. No la he vuelto a ver – contestó él sonrojado. –
Quizá esté molesta porque la besé en público.
-
Yo creo que no.
-
Eh, tu sabes más de lo que cuentas. Eso no es justo. – los dos
rieron.
-
Eleanor y Danielle se pasan el día hablando de eso; al
parecer a ella le gustó que lo hicieras pero está confundida por todo el rollo
de la fama. – Niall suspiró. Otra vez el mismo tema. – Habla con ella, Nialler.
-
Eso haré. – ambos sonrieron.
Estuvieron
allí, a los pies del London Eye, esperando a que los cuarenta minutos pasaran y
así podrían marcharse todos juntos, felices. Cuando la noria se paró, con la
casualidad de que el cubículo, en el cual se encontraban sus amigos, se paró
delante de ellos, vieron bajar de ella a Jodie y Harry que reían alegremente
por cualquier tontería.
Louis
y Niall se miraron. Parecía que las cosas habían ido bien allí arriba. Una cosa
solucionada, pensó Niall, ahora le tocaba a él.
-
¡Vaya par de tortolitos! – rió Louis. Harry y la chica se
miraron intensamente.
-
¡Si te oyera Eddie, te faltarían piernas para salir
corriendo, Lou! – rió Jodie.
-
Ya, ya… el pelirrojo no corre tanto como yo. – Harry rodó
los ojos. ¿No podían dejar el tema un poco? Suspiró sabiendo que no podía
molestarse por aquella relación.
- ¿Nos vamos? – dijo de repente.
- ¿Nos vamos? – dijo de repente.
Todos
accedieron y se marcharon del London Eye hablando de cosas sin importancia
mientras, a lo lejos, la noche de Londres se hacía más intensa, más oscura, más
bonita.
*
Pasaron
un par de días y las cosas seguían su curso natural. Los chicos por fin tenían
un merecido descanso y podían dedicarse a sus novias, familias, amigos, etc. Y
por eso, esa mañana, Niall Horan no esperó más y se fue corriendo, bien
temprano, a casa de Anne. Necesitaba verla y aclarar las cosas.
Estaba nervioso. Era normal, ¿no? Suspiró. Claro que sí. Era totalmente normal. Llevaban mucho tiempo con esa historia y encima luego ella desapareció, como por arte de magia, pero ahora que había vuelto no pensaba dejarla escapar. Ni loco.
Estaba nervioso. Era normal, ¿no? Suspiró. Claro que sí. Era totalmente normal. Llevaban mucho tiempo con esa historia y encima luego ella desapareció, como por arte de magia, pero ahora que había vuelto no pensaba dejarla escapar. Ni loco.
-
¿Nialler? – preguntó Anne abriendo la puerta. Él sonrió.
-
Ya veo que te alegras de verme. – ella sonrió también
aceptando el abrazo que el irlandés le daba. – Buenos días, preciosa.
-
Buenos días, rubito.
Los
dos pasaron al interior de la vivienda de la chica y se quedaron en silencio.
Niall observó todo, hacía mucho tiempo que no entraba allí pero todo estaba
como la última vez, tal y como lo recordaba. Sonrió porque se dio cuenta que
era como si el tiempo no hubiera pasado para él, ni para ella, ni para su amor.
-
Yo siempre me alegro de verte – murmuró ella sacándole de
sus pensamientos.
-
Es bueno saberlo.
Niall se acercó, con paso lento, al sofá y se sentó.
Anne, quien le seguía sin entender el motivo de su visita, le imitó y se le
quedó mirando. No por nada en especial, simplemente que admirar esa belleza de
buena mañana la ponía de buen humor. Y entonces pensó que podría verle
despertar todos los días a su lado y que no le importaría una mierda lo famoso
que fuera ese chico de ojos azules y carita de niño bueno.
-
¿Alguna nueva noticia, Horan? – Él
enarcó una ceja, raras veces le llamaba por su apellido pero ella simplemente
rió.
-
Ah, no sé. Dímelo tú, Smith.
-
¿Yo? – Niall se acercó peligrosamente a
la chica y tocó su nariz con la yema de sus dedos, juguetonamente.
-
Sí, tú. – susurró. Ella quiso alejarse
pero estaba tan hechizada por sus ojos azules que no supo responder a lo que su
cerebro le decía. – Cuéntame... algo... sobre un beso... que te dieron
Niall arrastró las palabras, una a una, pronunciándolas
lentamente, provocando a la chica que tenía delante, sin perder la sonrisa en
sus labios.
-
¿Un beso? – preguntó ella
inocentemente, dispuesta a seguirle el juego. – No recuerdo ningún beso
reciente.
-
¿No?
El enarcó una ceja y ella rió. Resultaba gracioso que
después de tanto tiempo siguieran con aquellos jueguecitos de seducción, tan de
adolescentes. Anne negó con la cabeza, respondiendo sin palabras a la pregunta
que le había hecho Niall, y la sonrisa del irlandés se ensanchó.
-
Vamos a hacer memoria, entonces. –
susurró él.
Se acercó a ella, acortando todas las distancias,
quedando solo a dos milímetros de ella y la besó, otra vez. Fue un beso lento,
tierno, dulce, pero a la vez tenía muchos sentimientos escondidos y algo de
desesperación. Desesperación de haberse estado conteniendo tanto tiempo
estuviera ella lejos o cerca.
-
¿Te acuerdas ya?
-
Umh… - ronroneó ella. – Creo que un
poco, pero no mucho.
Ambos sonrieron y se lanzaron, literalmente, el uno a por
el otro. Cayeron de espaldas al sofá mientras se comían a besos, cada vez más
desesperados, más fieros, más pasionales.
Las manos del chico recorrían el cuerpo de Anne, todas
las veces que no lo habían recorrido mientras estaban separados, y sus bocas
apenas se separaban. Puede que les faltara el aire, pero no les importaba.
-
Entonces… ¿te acuerdas ya? – preguntó
él riendo.
-
Puede que recuerde que un príncipe
irlandés que toca la guitarra y se crió entre prados verdes y duendes me besara
en medio de una gala súper importante y televisada. Pero solo puede, eh. – ella
rió también. Niall le dio otro beso corto.
-
Gracias por lo de príncipe.
-
Eh, ¿quién ha dicho que seas tú?
Niall paró en seco y la miró serio pero cuando vio que
una sonrisa se escapaba de sus labios se relajó. Esta chica era de lo que no
había… Sonrió y la besó otra vez.
-
Anne, no te vayas nunca más.
-
Nunca más, Nialler.
Ambos se miraron unos segundos y los dos acordaron, sin
palabras, que aquello era el principio de algo nuevo, que nadie podría destruir
lo que estaban construyendo. Y se dieron otro beso, el primero de muchos, que
sellaba aquel pacto de amor inconfesable.
*
Eran las cuatro de la tarde, de un día totalmente normal,
cuando Sam y Dylan paseaban cogidos de la mano por una de las calles más
transitadas de Londres. Un tenue sol brillaba, tímido, y había hecho que la
ciudad se llenara de gente que iba de aquí para allá, mirando tiendas o dando
un simple paseo.
-
Mira, cariño, que vestido tan mono –
dijo Sam señalando a un escaparate.
-
¿Otro vestido? Si ya tienes muchos,
princesa.
-
Ya, pero ese es muy bonito. – él rodó
los ojos, a veces parecía una niña pequeña, pero le gustaba.
-
Estoy seguro de que te quedaría
precioso, pero es una pena que no te quepa en el armario.
-
Ya le haré sitio, no te preocupes. –
ambos rieron y siguieron caminando.
Caminaron, poco a poco, sin soltarse de la mano,
observando las tiendas, la gente, las bolsas, el sol, los colores… Eran felices
dando paseos juntos.
Pero la tranquilidad no duró mucho. Un poco más adelante
vieron a un grupo bastante grande de chicas reunidas entorno a alguien que no
podían ver que, por lo visto, las había alterado demasiado. Dylan observó la
escena enarcando una ceja pero Sam lo entendió enseguida, la única cosa que
podía revolucionar tanto a unas adolescentes era un famoso.
La chica arrastró a su novio calle abajo, rápidamente,
para poder enterarse de lo que estaba pasando pero aún estando más cerca la
masa de chicas era tal que seguían sin poder ver quien era.
-
¿Sam de verdad es esto necesario? –
preguntó Dylan cuando vio que la chica se subía a un muro que había para poder
verlo todo.
-
Sí, lo es. – rió ella haciendo
equilibrios para no caerse.
La chica, que no soltaba la mano de Dylan por seguridad
si llegaba a caerse y porque le reconfortaba saber que él estaba con ella, estiraba
el cuello para adivinar quien era el famoso en cuestión. Entonces lo vio. Y el
mundo se paró. Los ojos le brillaban, las mejillas se le habían teñido de
escarlata y las piernas le fallaron, provocando que se cayera del muro pero
Dylan la cogió al vuelo, aunque este se temía lo peor.
-
¡Es Zayn! .- dijo ella ilusionada. Y
Dylan rodó los ojos, sus sospechas de habían cumplido.
Sam se acercó corriendo, seguida de su novio muy de
cerca, y se coló entre las chicas que la miraron mal y no le dijeron cosas bonitas
precisamente. Se abrió paso entre la gente, saltando, para verle un poco más de
cerca, para – simplemente – saludarle.
-
¡Zayn! – gritó.
El chico de ascendencia árabe reconoció su voz, la
reconocería en cualquier sitio, y la empezó a buscar con la mirada hasta que,
de repente, ella apareció delante de él. Alguien la empujó y acabó en los
brazos del chico quien la acogió gratamente.
-
¡Sam! – ella lo miró. - ¿¡Qué haces
aquí!?
-
Vivo en Londres, ¿recuerdas? – los dos
rieron y las chicas que los rodeaban les miraban con cara de pocos amigos. Ah,
y Dylan también.
-
Claro que lo recuerdo
Se separaron bajo la atenta mirada de todos y entonces
ambos se dieron cuenta de que allí no podrían hablar. Fue entonces cuando Sam
se percató de que estaba con Dylan y de que, probablemente, aquello no le haría
mucha gracia.
-
Bueno, yo debería irme. – dijo ella
algo desanimada. – Es que estoy con Dylan y eso…
-
Oh. Entiendo. – fue todo cuando pudo
decir. Segundos después le dirigió una mirada hostil al novio de la rubia quien
lo miraba de la misma manera. – Espero verte pronto, eh.
-
Claro que me verás, más pronto de lo
que tú te crees. – ambos rieron y se dieron dos besos.
-
Seguro. Te llamaré, pero cógeme el
teléfono, eh. – hubo más miradas de odio por parte de las chicas que esperaban
para hablar con él que no entendían quien era ella y porqué tenía su número.
-
Esperaré impaciente. ¡Nos vemos Zayn!
Dicho esto un brazo masculino sacó de allí a Sam
llevándosela lejos, calle abajo, lejos de todo aquel bullicio.
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ResponderEliminarLo leí ayer, pero quería comentar bien y tal, y no a las tantas de la noche.
Sabes que me está encantando, y que quiero leer más más y más.
Me está empezando a caer bien tu futuro marido... Es un capullo monísimo. ><
Y bueno, sin duda la parejita que mas me gusta y quiero saber como seguirás es Hodie. Esque son adorables.
Que sepas que te odio mucho por hacer que estos cinco señoritos se metieran en mi vida. ><
Y nada... Que sigas ya o te pego, porque me está encantando y no puedo hacer nada más que leer YBWM. :)
Awwwwwwwwww que adorable eres Ari <3333
Eliminar¿A que Harry es un vfjklvdfjksfhweuidfhsidh pero a la vez muy bgjkfdkgjdfgjkdfjksdfmass? Eso xDDDDDDDDD
Jo, me alegra que te guste pero no me alegra que me odies.. lele, son muy monísimos estos chicos hay que darles una oportunidad, mujer. <3
And don't worry, que subo otro capítulo right now.