Capítulo ocho; One Direction y su intento de ejercer de salvadores de la humanidad.
Después de la fiesta que los chicos tuvieron la noche anterior tocaba levantarse pronto y tocaba responder a sus obligaciones como cantantes que son. Por la mañana tenían que ir a hacer una sesión de fotos y por la tarde tenían una entrevista en la revista más leída del momento sobre cotilleos adolescentes.
A las diez y media de la mañana los chicos se encontraban en el estudio fotográfico. Habían ido con Simon, como siempre, y ahora les tocaba una hora, o puede que incluso dos de fotografías. Lo divertido es que mientras las hacían ellos hablaban, cantaban, bailaban… y así las fotos quedaban más naturales y bonitas.
Cada uno estaba en una posición diferente; Louis le pasaba la mano por encima de los hombros a Zayn, Niall y Liam hablaban de cualquier tontería, y Harry posaba tranquilamente mirando a la cámara. Iban siguiendo las indicaciones del fotógrafo y así poco a poco iba pasando el tiempo.
-Anoche lo pasamos bien, ¿eh? – comentó Louis.
-Sí, sobretodo tú – rió Niall.
-Él siempre se lo pasa bien – esta vez fue Liam el que habló.
Foto. Sonrisas. Foto. Risas.
-¿Y qué esperáis? ¿Qué sea un aburrido? – rió el veinteañero cambiándose de posición.
-Eso en ti es imposible – rió Harry colocándose bien la chaqueta.
-Y tú tampoco te quedas atrás, majete – opinó Liam.
-¡Eso, eso! – metió lío Louis mientras lo miraba.
-¿Yo? ¿Qué se supone que he hecho?
Foto. En esta Harry salió agarrándose la chaqueta, y Louis con el brazo apoyado en su hombro al más puro estilo rockero. Liam estaba con Niall y Zayn creando un singular trío.
-Encima preguntas que has hecho… - murmuró Zayn.
-¡Es que si no sé de qué habláis! Tendré que preguntar… ¿no? – rió.
-Hablamos de tu bailecito ayer con quién tú ya sabes – rió Niall poniendo énfasis en las últimas palabras.
-Parecías sacado de una película de Harry Potter y que estuvieras hablando de Voldemort – opinó Liam.
-Pues no vas mal encaminado – rió Louis. – A Harry lo tenemos, y a Voldemort también.
Louis se quejó ya que su amigo le había dado una colleja bastante fuerte. Todos rieron. No es que les cayera mal Caroline, pero ya habían advertido a Harry de que las cosas podían salir mal, no solo por su diferencia de edad sino también por la fama de ambos, y por las cosas típicas que tiene el amor; riñas, disputas, celos…
-Sois idiotas – rió Harry. No se lo quería tomar a mal. Estaba feliz.
-No lo somos – protestó Louis.
-Oye por curiosidad, ¿te dijo porqué vino tan tarde? – preguntó Zayn.
-Sí. Me dijo que había surgido un imprevisto en los estudios, y que tuvo que quedarse un poco más.
-¿De qué clase? ¿De la clase: una amiga mía está llorando porque su novio la ha dejado? ¿O de la clase... tengo que quedarme a hacer horas extras con mi compañero de programa? – rió Louis. Le gustaba chinchar a Harry aunque sabía que si Caroline había hecho algo parecido su amigo lo pasaría muy mal.
-¡Y yo que sé! La cuestión es que vino, y que luego me compensó el rato que no pudo estar conmigo. Y ya está.
-A saber cómo te lo compensó – volvió a reír Louis.
-¿Y a ti que te importa? – rió Niall – Es mejor que no lo sepamos, créeme.
-Cierto. Mejor que no lo sepamos. – concluyó Louis riendo.
Todos rieron mientras el fotógrafo no había parado de hacer fotos a lo largo de toda esa conversación. Había una del momento exacto en que Harry le pegaba a su amigo y se veía como todos reían debido a aquel gesto. Era todo tan natural, tan espontaneo. Así eran ellos, y eso era lo bueno de aquellos cinco chicos.
Les enseñaron las fotos una vez terminada la sesión y la verdad es que quedaron preciosas todas y se lo habían pasado bien aquella mañana. Una vez hecha la sesión fueron con Simon a comer en un restaurante del centro, y luego se pusieron rumbo a la entrevista que tenían aquella tarde a las cinco.
No muy lejos de allí se encontraban las chicas en casa de Jodie. Estaban nerviosas, y felices. Se estaban cambiando de ropa, probándose miles de conjuntos, y maquillándose mientras de fondo en el ordenador de la más pequeña sonaba música. Bailaban y reían; cómo cuando eran unas crías. Sin preocupaciones, sin problemas, simplemente disfrutando del momento.
Naomi no estaba muy convencida con todo aquello, siempre había vestido a su manera, con sudaderas y por lo general no usaba maquillaje. Pero por alguna extraña razón que no consigue entender se dejó engatusar por aquellas dos chicas locas de la moda y la belleza. En aquel momento la chica de pelo rizado se estaba probando un conjunto creado por la más pequeña no le convencía mucho, se veía rara, pero de todo lo que se había probado era lo que más le gustaba. Llevaba unos pantalones ajustados, una camisa de tirantes negra que parecía un vestido, además de una chaqueta estilo gabardina que iba a juego.
-No me convence mucho… - murmuró saliendo del baño.
-¡Vamos, Naomi! ¡Estás preciosa! – exclamó al pequeña. – Cuando Louis te vea se va a caer de culo como que yo me llamo Jodie.
-Pues vete cambiando el nombre… - volvió a murmurar ella.
-¡No seas tonta! – rió Sam.
Todas sonrieron y Naomi que aún seguía sin estar demasiado convencida de aquello se quedó en la cama sentada esperando a que sus amigas terminaran de discutir sobre que ropa deberían ponerse.
Poco después ya sabían que ropa se iba a poner cada una; Sam había optado por unos pantalones ajustados, una camisa de color blanco y una chaqueta preciosa de color marrón a juego con los zapatos. Y Jodie había escogido un vestido en tonos marrones y unos legins del mismo color además de una gabardina. Una vez vestidas se dirigieron al cuarto de baño al lado de la habitación de Jodie, que era parecido a un hotel en el cual tenías tu espacio para dormir y el baño. Mientras se maquillaban en el reproductor aleatorio de Jodie empezó a sonar una canción que, por lo menos aquella tarde, era muy adecuada para aquel momento. “Your biggest fan” de los Jonas Brothers.
-¡Súbele la voz! – le dijo Jodie desde el baño a su amiga.
Naomi hizo caso y subió el volumen. Aquella canción inundó toda la estancia, y las tres empezaron a cantar la canción. Jodie y Sam acabaron de maquillarse mientras que bailaban y cantaban aquella canción. Volvieron a el cuarto de la chica y allí se encontraron con Naomi, las tres disfrutaron de esa canción que las describía por completo. Ellas eran sus mayores fans. ¿Quién más sino podría hacer locuras como aquellas? Sólo ellas, estaba claro. Ellas no tenían claro, ahora se lo tenían que hacer ver a ellos.
-Every time you smile for me – cantó Naomi.
-Takes me a while to bring myself back… - continuo Sam.
-‘Cause you’re all that... And I just had to let you know that I’m screaming out in the crowd for you – esta vez cantaron las tres cómo si no hubiera mañana.
Sam miró el reloj; cinco menos diez. Por suerte no estaban muy lejos del lugar y si se daban un poco de prisa podrían llegar para verles entrar… sino, deberían esperar hasta que ellos salieran de la entrevista. Y con su habitual prisa de no llegar nunca a tiempo salieron corriendo de camino al recinto varios minutos más tarde.
En la calle todo estaba gris, como siempre en Londres, pero ellas estaban acostumbradas y en parte les gustaba que estuviera así. Caminaron entre la multitud, esquivando a la gente, a la vez que iban calculando el tiempo mentalmente. No iban a llegar. Pero tenían que intentarlo.
-No vamos a llegar – advirtió Sam mirando al reloj.
-¡Deja de mirar el reloj, y corre! – gritó Naomi mientras empezaba a correr por la transitada calle.
No era demasiado frecuente ver correr a tres chicas vestidas como si fueran a salir de noche en plena tarde por el centro de Londres pero es que nuestras chicas no eran demasiado corrientes. De alguna manera u otra siempre destacaban, y eso las hacía diferentes. Cruzaron un semáforo a toda prisa, parecía una carrera olímpica y su medalla iba a ser verles. Todo el mundo se giraba a mirarlas y sonreían extrañados pensando que motivo podía haber hecho que corrieran de semejante manera. Giraron por la calle a la derecha, la recorrieron entera, y luego giraron a la izquierda. Estaban cerca. Sam miró el reloj sin dejar de correr; cinco menos dos minutos.
-¡No vamos a llegar! – repitió la rubia.
-¡Eres una pesimista! – contestó Jodie.
Estaban a tan solo dos calles de la meta; la redacción de la revista. Apretaron un poco más, y giraron hacia la derecha otra vez. Una calle. Sólo una. Pocos minutos después mientras corrían por la calle fijando su vista en la puerta de la redacción vieron un coche negro llegar. “¡Mierda! Sam tenía razón” pensó Jodie.
-¡Lo veis! - dijo Sam dejando de correr.
-Bueno, no pasa nada… Había que intentarlo – sonrió Naomi.
Respiraron mientras caminaban hasta la redacción. Con un poco de suerte los chicos se pararían a saludar algunas fans y podrían verles algunos segundos. Si no les tocaría esperar hasta el final de la entrevista, y lo más seguro es que fueran las únicas que se quedaran hasta que salieran puesto que las demás ya les habían visto y el cielo amenazaba tormenta.
Llegaron a la puerta y se quedaron atrás puesto que todas las chicas que habían llegado antes estaban ocupando todo el espacio. Se intentaron hacer paso entre la gente, y pudieron ver como los chicos se habían parado a hacerse un par de fotos. Estaban igual de guapos como los recordaban, e igual de sonrientes, aunque puede que incluso un poco más. Segundos más tarde los chicos entraron por la puerta del edificio dejando a todas aquellas chicas allí. Y no pasó mucho tiempo hasta que la puerta se despejó casi por completo.
-¿Y ahora qué hacemos? – preguntó Jodie. – Parece que va a llover.
-¿Qué quieres que hagamos? – contestó Sam con otra pregunta.
-No sé. – murmuró la pequeña.
-No me he vestido así para nada – rió Naomi. – Así que nos quedamos aquí aunque truene.
-Me parece bien – Sam se encogió de hombros.
Dentro de la redacción los chicos estaban más pendientes del tiempo que hacía fuera que de la entrevista en sí. No sabían si quedaba gente fuera esperándolos pero si era así no querían que la tormenta les pillara. Preocupados fueron contestando las respuestas que el entrevistador les hacía, hasta que cayó un rayo. Los chicos se miraron; tenían que hacer algo por las fans que estaban fuera, si es que quedaba alguna.
-Simon, ¿puedes ir a mirar si hay alguien fuera? – preguntó Niall.
-¿Alguien fuera? ¿Por qué? – preguntó su jefe atónito.
-No queremos que, si hay alguien fuera esperando a que salgamos, se mojen – explicó Liam.
-¿No se podrían quedar en el vestíbulo de la redacción? – preguntó Louis con cara de pena. – Por favor.
-Está bien, veré que puedo hacer. – contestó Simon sonriente y orgulloso de que aquellos cinco chicos se preocuparan tanto por sus fans.
Simon salió de la sala y bajó por las escaleras hasta el vestíbulo. No se dio mucha prisa, no parecía que fuera a llover de inmediato, y tampoco veía muy probable que con aquel tiempo hubiera alguien esperando fuera. Saludó a la chica de recepción y la informó que iba a mirar si había alguien para hacerles pasar allí para resguardarles de la lluvia. Ella sonrió a modo de respuesta y Simon siguió su camino.
Fuera quedaban cinco personas pero, antes de que llegara Simon a la puerta para informar de aquella decisión tan repentina, dos de ellas decidieron marcharse. Por tanto allí se quedaron las tres amigas con un ojo puesto en el cielo.
La puerta se abrió y las chicas observaron nerviosas. ¿Ya iban a salir? ¿Tan rápido? Era imposible. No serían ellos. Durante los segundos que la puerta se quedó abierta la expectación fue máxima, y cada vez estaban más nerviosas. Otro rayo, acompañado por un trueno. Y entonces por la puerta apareció Simon. Él sonrió. Sólo tres personas, que ya le eran un poco conocidas, habían aguantado allí para ver a los chicos.
-¡Hola chicas! Encantado de veros, otra vez– sonrió él.
Ellas estaban atónitas. ¿A dónde iba Simon? Saludaron tímidamente intentando averiguar qué era lo que él estaba haciendo allí, y que pensaría de ellas. Es posible que pensara que estaban locas, pero no importaba demasiado en aquel momento.
-Os estaréis preguntando que hago aquí… - prosiguió él. – La verdad es que no sé porque les hago caso a estos cinco chicos más malos que el diablo. – rió.
-Si no lo sabes tú, ¿cómo lo vamos a saber nosotras? – rió Sam también.
-Cierto. Bueno, la cosa es que… Los chicos estaban preocupados por el tiempo, y me han pedido que baje para ver si había alguien aquí fuera. Y cómo estáis aquí tengo que informaros de la segunda parte de su plan maestro.
-¿Plan maestro? – preguntó Jodie.
-Sí. Quieren ejercer de protectores y salvadores de toda la humanidad – todos rieron. - Bueno tanto quizá no, pero no querían que sus fans se mojaran y el cielo cada vez está más negro.
-Vaya… - murmuró Naomi.
- Así que Louis me ha pedido por favor y con cara de cordero degollado (y a eso no me puedo resistir) que os hiciera pasar al vestíbulo para esperarles. – concluyó Simon.
Las chicas se quedaron atónitas. ¿Iban a estar ellas tres en el vestíbulo de la redacción de la revista, con Simon, esperando a los chicos? Sonrieron tímidamente y pasaron por la puerta que él les sostenía para que entraran.
Una vez dentro se sentaron en un banco y empezaron a charlar con Simon ya que no quería dejarlas allí solas esperando vete tú a saber cuánto rato. Él les contó anécdotas graciosas de los chicos, y ellas escuchaban con atención.
-Un día estaba Niall comiéndose un bocadillo enorme con mayonesa, pollo, lechuga, y no sé que más, y llegaron Louis y Harry por detrás gritando… - las chicas rieron. – Lo mejor de todo es que Niall pegó tal bote de su asiento que todo el bocadillo se desmontó y se le cayó encima. Se manchó toda la camisa y la lechuga, el pollo, el tomate, y demás, quedó tirado por la mesa. – explicó Simon.
-Pobre Niall – rió Naomi.
-La verdad es que sí, pero los chicos se rieron un montón – comentó Simon.
-Normal. Lo siento por él, pero yo también me hubiera reído muchísimo – añadió Sam.
-Por lo menos le ayudarían a recoger todo, ¿no? – rió Jodie.
-Pues… no. Me tocó recogerlo a mi – Simon se rascó la nuca, y rió. – Al parecer soy como una especie de padre-madre y servicio de limpieza a la vez.
Mientras ellos estaban allí abajo charlando, arriba en el estudio los chicos estaban mucho más relajados a medida que la entrevista pasaba, y se estaban riendo un montón. Pero había ciertas preguntas incomodas que ellos preferían obviar, sobretodo el más pequeño. Aunque siempre acababan respondiéndolas con amabilidad.
-Harry, tengo que hacerte una pregunta un poco personal – empezó a decir el entrevistador.
El chico se tocó los rizos, sabía exactamente qué era lo que le iba a preguntar, pero él hizo como si nada.
-Dispara – sonrió él.
-Verás… hay ciertos rumores sobre que tu y Caroline Flack tenéis un romance, ¿es cierto? Si es así, ¿Cómo es vuestra relación, no os afecta todo aquello que dicen sobre vuestra diferencia de edad?
Todos los chicos miraron a su amigo. ¿Diría la verdad o tiraría otra de sus evasivas para no responder a aquella pregunta? Seguramente optara por lo segundo, Harry no quería causar un revuelo mediático y menos a causa de su vida personal.
-Caroline y yo somos buenos amigos – respondió con calma. – Ella es una persona encantadora, y creo que es muy guapa. Además, ¿qué hay de malo en qué seamos amigos? Quiero decir… ella es una persona muy agradable, y me gusta pasar tiempo con ella. Eso es todo.
-Y para interés de tus fans… ¿es posible que entre ella y tú pasara algo? – insistió el entrevistador.
-En estos temas nunca se puede dar nada por seguro, quien sabe. Sólo el tiempo puede acabar hablando en temas del corazón – sonrió Harry.
Pero el tiempo ya había hablado en aquella relación, y es que ambos llevaban viéndose cerca de dos meses o puede que incluso un poco más. Se conocían de antes y la presentadora sabía que Harry sentía algo más que respeto y admiración por ella. Y aparentemente todo les iba de maravilla.
Lo que quedaba de entrevista fue agradable, y sin más preguntas personales o con respuestas fingidas. No mucho más tarde el entrevistador dio por finalizado su encuentro, y los chicos se dirigieron hacía el vestíbulo. Se encontraban en el inicio de las escaleras, Liam empezó a bajar los peldaños poco a poco junto a él iban Harry y Zayn. Las risas no cesaban y ya empezaban a ver la recepción.
-¿Y Niall? – preguntó de repente Liam.
-¡Estoy aquí! – gritó el irlandés.
El chico de pelo rubio se estaba deslizando por la barandilla de la escalera en plan película, avanzándolos a todos. Las chicas lo observaron sonrientes. Se escuchó a alguien decir “¡Eh! ¡Qué buena idea!” y acto seguido apareció Louis deslizándose, también, por allí. Se quedaron a los pies de las escaleras sin percatarse todavía de la presencia de las tres chicas. Quienes sí lo hicieron fueron los otros tres chicos. La mirada de Sam y Zayn conectó desde el primer instante, y ninguno de los dos estaba dispuesto a perder el contacto visual. Liam miró a Jodie, sonrió tiernamente y ella le devolvió la sonrisa. Harry, que se había dado cuenta de que estaban allí, hizo ver que no las había visto. Pero nada más verlas sonrió inconscientemente.
-¡Sois más lentos que un desfile de cojos! – exclamó Louis desde abajo.
-Y tu eres un incivilizado, igual que Niall. – dijo Liam. - ¿Qué maneras son esas de bajar una escalera? – intentó parecer enfadado pero no lo consiguió.
-¡No intentes parecerte a Simon! ¡Eres un muermo! – rió Niall.
-Niall, te he oído – esta vez habló Simon.
-¿Cuánto rato llevas ahí sin decir nada? – preguntó girándose.
Lo primero que vio Niall fue a Simon sentado en el banco junto a tres chicas. Esas caras le eran familiares, ya las había visto antes. Se quedó pensativo un segundo y lo recordó todo; eran las chicas del concierto, las de la foto del facebook, las del camerino. Sí, eran ellas. La rubia era Sam, la otra chica castaña era Naomi, y la que tenía los ojos verdes era Jodie.
-Desde hace un buen rato – contestó Simon.
-¡Vaya, tenemos visita! – exclamó ignorando completamente a Simon.
-Hola – saludaron las chicas al unísono.
-Hola – contestaron todos.
Se acercaron y se saludaron debidamente; una larga y bonita ronda de besos. Dos para cada uno. Les explicaron que habían corrido por toda la calle para verles pero que casi no llegaron a tiempo y que por eso se habían quedado esperándoles a pesar del mal tiempo. Cayó otro rayo en ese mismo instante, y las nubes empezaron a llorar. Londres se convirtió en su pañuelo de lágrimas y en su consuelo. Pero nadie sabía cuánto tiempo les duraría el disgusto a aquellas caprichosas y tristes nubes.
Ja no se que dir-te perquè sempre et dic el mateix. Jo crec que més d'una hem corregut per veure als nostres idols o algú estimat! M'ha agradat molt ja ho saps! I l'últim paràgraf preciós!!!!
ResponderEliminarMolts petons preciosa! :)
Ayyyyy, qué ganas de leer el siguiente capítulo :'''')
ResponderEliminarcomo siempre, me encanta! :3