Nada que decir a excepción de que lo siento y de que espero que os guste el capítulo :DDD <3
Capítulo
cuarenta y ocho: Sin huellas no hay delito.
Liam bajó las escaleras de la casa con
semblante serio y se internó en el comedor. Intentó ocultar su preocupación y
actuar con normalidad pero no lo consiguió. Los otros tres chicos, al verle
entrar, se tensaron en sus sitios esperando, impacientes, a que su amigo les
contara lo sucedido. Lo que no sabían es que no tenía intención de contarles
nada, porque no podía hacerlo, porque se lo había prometido a Niall. Ninguno
dijo ni una palabra a pesar de que todos tenían muchas cosas que decirse.
Demasiadas quizá. Liam se sentó en el sofá al lado de Harry y le puso una mano
en la rodilla, como si quiera reconfortarlo de la hostia que aún no se había
metido pero que sabía que iba a llegar. El pequeño le sonrió cansadamente, como
asi simplemente quisiera entender lo que su amigo le quería decir a pesar de
que no lo hacía. Cada uno tenía la cabeza llena de pensamientos diferentes que
eran como ríos de agua, corriendo, sin parar, desbordándose y llegando al mar aunque
no siempre era el mismo.
- ¿Cómo está
Niall? - preguntó Louis.
- Más
tranquilo.
- Eso es bueno.
- la voz de Zayn resonó en el comedor.
- No os voy a
contar lo que ha pasado. Así que no insistáis que os veo venir - advirtió Liam
mirando a sus compañeros. Ellos hicieron una mueca.
- ¿Qué? ¿Por
qué? - se quejó Harry.
- Por que no.
Es una tontería. Ya se le pasará.
- ¿Ya se le
pasará? Casi tira la pared, tío.
- Lo sé Louis,
estaba allí.
El silencio se hizo entre los cuatro
amigos, que seguían demasiado serios. Pero Liam era un chico de palabra que
siempre cumplía lo que decía y si le había prometido a Niall no decirle nada a
nadie así sería. Aunque los chicos le suplicaran y aunque le costara más de una
bronca y más de dos con ellos. De repente Harry se levantó del sofá y todos le
miraron. Él se encogió de hombros, no quería dar explicaciones, pero sabía que
debía darlas porque sus amigos eran como eran.
- ¿Qué? -
siseó.
- Voy a llamar
a Jodie. Quiero invitarla a ella y a Sam a que vengan con nosotros a la gala de
The X Factor.
Nada más decir esto el chico se metió la
mano en el bolsillo y sacó su teléfono movil dispuesto a hacer una llamada a la
chica en cuestión. La cara de los presentes fue de desconcierto y alegría a la
vez. Si Harry quería que ellas estuvieran presentes, y todos sabían que Sam era
una excusa para que fuera Jodie, significaba que las cosas entre ellos estaban
bastante mejor.
- ¡Espera! -
gritó Louis. Su amigo se giró en medio del salón, desconcertado.
- ¿Qué vas a
hacer qué?
- Llamar a Jodie
para invitarlas a venir con nosotros. - repitió más poco a poco para que Louis
entendiera lo que había dicho.
- Ya, si te
había entendido. - Harry enarcó una ceja y dio con la palma de la mano en la
frente. ¡Este Louis nunca cambiaría! - ¿Eres consciente de que estás invitando
a una chica a la que has besado, como mínimo un par de veces, a un programa que
presenta tu novia?
Harry arrugó la frente. Mierda. No había
pensado en eso. Observó las caras de sus amigos y vio en ellas alegría y
preocupación. Torció el gesto. ¿Que se suponía que debía hacer? Quería pasar
tiempo con Jodie y pensó que gracias a su condición de fan le gustaría ver todo
lo que pasaba en un plató de televisión y demás.
- Soy
consciente. - susurró.
Eso fue todo cuanto dijo antes de salir del
comedor intentando buscar una solución a aquello.
*
A Adam se le había ocurrido una idea
genial solo tenía un fallo: no sabía como ponerse en contacto con Jodie Simons
y ella era la parte clave del plan. Chasqueó la lengua, fastidiado. Había
pensado algo como perseguirla por la calle y secuestrarla, sería un secuestro
totalmente inofensivo, solo quería hablar con ella, pero no le servía si quería
que ella coperara en el plan. Reternerla en contra de su voluntad no le daría
muchos puntos para que ella estuviera dispuesta a ayudarle. Así que esa idea la
descartó rápidamente. Se le ocurrieron otras tantas más pero que también eran
demasiado hostiles y no producirían en la chica el efecto esperado. Adam tenía
un plan, tenía pruebas solidas, lo único que le faltaba era poder acercarse a
Jodie lo suficiente para poder entablar una conversación civilizada y poderle
contar el mayor secreto jamás revelado de Caroline Flack. Y en aquel momento
mientras estaba en casa de su chica, justo en el momento en que sonó su teléfono,
se le ocurrió la idea perfecta.
- ¡Caroline! Te
suena el móvil. - anunció gritando.
- Cógelo tú,
que voy a meterme en la ducha.
Adam se encogió de hombros y se dispuso
a coger el teléfono. Sabía que el que llamara era Harry pero quería hablar con
él y por eso no le dijo a Caroline quien era el autor de la llamada. Si ella lo
hubiera sabido no habría dejado jamás que Adam contestara. Cuanto menos
supieran el uno del otro mejor. El chico no se lo pensó más y descolgó el
teléfono.
- ¿Si?
- Emh... ¿Caroline?
- preguntó Harry al otro lado de la línea.
- No, no soy
ella, obviamente - rió Adam. - Soy un compañero de trabajo.
- Ah. Aún
estáis trabajando.
- Tú debes de
ser Harry, ¿verdad? Su novio. - el pequeño sonrió, a pesar de que las cosas no
funcionaran muy bien entre ellos últimamente le gustaba que reconocieran su
relación.
- Así es. Soy
yo. ¿Puedo hablar con ella?
- Lo siento
Harry, está reunida con el productor. - Adam rodó los ojos. ¡Qué fácil le
estaba resultando todo aquello! - ¿Quieres que le diga algo de tu parte?
- Bueno, creo
que esto también puedo decírtelo a ti... - susurró el chico de rizos, no muy
convencido. - Trabajas en el programa, así que quizá puedes ayudarme.
- Oh. Claro.
¿Qué puedo hacer por ti, Harry?
- Verás... los
chicos y yo tenemos muy buena relación con unas fans y nos gustaría invitarlas
a que vieran como es el programa y demás. No saldrían, pero se quedarían entre
bambalinas y en el público. Les hace mucha ilusión... y quería preguntar si
podrían venir.
Harry se mordió el labio a espera de una
respuesta, nervioso. Por su lado Adam, sentado en el sofá de Caroline, sonrió.
Se le acababa de presentar la oportunidad que necesitaba. Estaba seguro que
esas fans eran Jodie Simon y sus amiguitas. Si el día de la gala, a pesar de que
él tuviera que trabajar, podría encontrar un momento para acercarse a hablar
con ellas y así llegar a su objetivo: Jodie. Una carcajada silenciosa se
propició por su garganta y pensó en lo fácil que se lo estaba poniendo Harry.
¡Quién lo iba a decir!
- Lo que pides
es un tanto complicado, Harry. - empezó a decir Adam. - Porque no puede entrar
cualquiera a los estudios, ¿sabes? Por razones de seguridad más que nada. Y no
por nosotros, sino por los concursantes o por celebridades como vosotros que
vienen a formar parte del espectáculo...
- Ya, lo
entiendo... emh.... ¿cómo te llamas?
- Eso no
importa ahora. - rió él. - Pero creo que, siendo vosotros los que solicitáis
traer invitadas y dada vuestra trayectoria en el programa y como grupo, podría
hablar con los productores y hacer una excepción.
- ¿¡En serio!?
- dijo Harry, emocionado y sonriendo. - ¡Eso sería fantástico!
- Ahora mismo,
en cuanto de cuelgue, lo preguntaré y yo mismo te envío la respuesta desde este
móvil mismo.
- ¡Muchísimas
gracias, de verdad! - el pequeño estaba pletórico de alegría aunque lo que no
había pensado era en la reacción de Caroline.
- De nada,
Harry. Siempre es un placer ayudar. - Adam sonrió falsamente, a pesar de que su
interlocutor no podía verle. - Nos vemos en la gala.
- Allí nos
veremos y espero que tu respuesta sea afirmativa.
Después de aquello ambos colgaron sin
decir nada más. Adam miró a su alrededor y escuchó el sonido del agua de la
ducha caer. Perfecto. Con un poco de suerte le daría tiempo a esperar un poco
para que su excusa de que debía preguntar si podían estar las chicas allí
resultara creíble, enviarle el mensaje a Harry y luego borrarlo. Y Caroline no
se habría dado cuenta de nada. Era un plan perfecto. Pasados siete minutos Adam
le envío el esperado mensaje a Harry, algo sencillo, simplemente un "Afirmativo, pueden venir, esperemos
que lo pasen bien. Nos vemos." Y después de eso, lo borró. Una cosa
era obvia: eliminando las huellas no se podía probar el delito.
*
En otro lugar de Londres Sam se revolvía
en su cama mirando una foto que guardaba muy bien, entre sus libros. La
guardaba allí porque aquella foto era como un secreto para ella. Recordaba
perfectamente el día que se hizo. Fue el día del concierto, aquel día en que
las estrellas se alinearon a su favor, y al de sus amigas, para poder tener
unos minutos a solas con One Direction. En esa foto salían ella y Zayn: él la
cogía de la cintura y ella sonreía de oreja a oreja, demostrando que era uno de
los momentos más felices de su vida. Volvió a sonreír de esa manera sin dejar
de observar esos grandes ojos morenos que, de alguna manera, le devolvían la
mirada.
En ese momento le llegó un mensaje. Miró
la pantalla de su móvil y suspiró. Era Dylan. Abrió el mensaje con emoción pero
también con resignación: “¿Que haces
princesita? Espero que estés pensando mucho en mi. ¿Nos vemos esta noche?”. Sonrió
sin poder evitarlo. Realmente, estaba convencida de que, con Dylan le había
tocado la lotería. Era un amor de chico que la trataba como nadie lo había hecho
nunca, a pesar de sus peleas y sus roces. Sam volvió a mirar la foto y suspiró.
La mayoría de las peleas que tenían Dylan y ella eran precisamente por el chico
que aparecía con ella en la foto.
Minutos después empezó a sonar su teléfono,
otra vez, y Sam sabía que sería Dylan ya que no le había contestado al mensaje.
Y no se equivocó. Rodó los ojos y contestó.
- Hey, ¿qué
hay?
- ¿Estabas
ocupada? – preguntó el chico, con un deje de rencor en su voz.
- Algo así. Me
has pillado durmiendo – mintió ella.
- Vaya, siento
despertarte entonces... – siseó Dylan. - ¿Todo bien?
- ¡Claro! ¿Qué
iba a ir mal?
- No sé.
- Dylan, no
empecemos. – ella rió para quitarle hierro al asunto y se levantó de la cama. –
Estoy bien. Simplemente estaba durmiendo porque estaba cansada. ¿Y tú que tal?
- Bastante
bien. Ha sido un día agotador, ya sabes como es la academia, pero eso es el pan
de cada día.
- Ya. Y además tú
te lo tomas todo muy en serio...
- Para eso están
las cosas, para tomárselas en serio.
Sam paseaba por su habitación con el teléfono
en la oreja cuando el timbre de la puerta la sobresaltó. No esperaba ninguna
visita así que no tenía ni idea de quien podía ser.
- ¿Quién llama?
– preguntó Dylan.
- ¡Vaya oído,
chico! – rió ella. – No sé quien es, voy a abrir la puerta. Seguramente sea mi
madre ya que no está en casa, habrá salido a comprar o algo.
- Oh, salúdala
de mi parte.
- Lo haré, no
te preocupes.
La chica corrió hasta la puerta sin
colgarle a su novio, que esperaba en silencio al otro lado de la línea, y la
abrió. Allí, plantado en la puerta de su casa, se encontró a la última persona
que esperaba encontrarse. Se quedó paralizada, con el teléfono aún pegado en la
oreja, cuando sus ojos se encontraron con unos preciosos ojos morenos.
- Dylan, tengo
que colgarte. – se apresuró a decir ella.
- ¿Qué? ¿Por
qué?
- Una visita
inesperada de un.... viejo amigo.
Zayn sonrió y se sacó las manos de los
bolsillos mientras que ella colgó rapidamente, aún a sabiendas de que aquello
le costaría otra pelea con Dylan, y se echó a sus brazos del chico moreno, como
una niña pequeña.
- ¿Con que un
viejo amigo, eh? – susurró él.
- ¿Qué querías
que le dijera?
- La verdad.
- No puede ni
verte, y lo sabes.
- Ya pero tu sí
– sonrió con suficiencia mientras se separaban. Y ella le hizo pasar a casa.
- ¿A qué se
debe tu visita tan inesperada, Malik?
- Pasaba por
aquí y quería verte. Es lo que hacen los amigos, ¿no?
- Ah. Que tú y
yo... somos amigos.
- Eso parece.
Ambos rieron y pasaron al comedor del
pequeño y acogedor piso de Sam dispuestos a pasar la tarde juntos, como amigos,
y sin contarle ni una sola palabra de todo aquello a Dylan.
Cheers and kisses, Mery!! xx
Cheers and kisses, Mery!! xx
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