3 sept 2013

You Belong With Me: Capítulo cuarenta y ocho.

¿Sabéis qué? He llegado a la conclusión de que el día que quiera morir dejaré de subir capítulos. HAHAHAHAHAHAHAHA. Lo siento babies, de verdad. Y me jode tener que empezar cada entrada diciendo lo mismo (aunque no sé si esto os lo leéis o vais directas al capítulo). Pero es que... este mes de agosto ha sido un tanto accidentado para mí: empecé con unos días tristona, que se convirtieron en algo más grave, luego pillé anginas, después unos pinchazos en el pecho que resultaron ser ansiedad por lo de los días tristona... y ahora bueno, ya estoy mejor. Así que aquí me hallo.
Nada que decir a excepción de que lo siento y de que espero que os guste el capítulo :DDD <3

Capítulo cuarenta y ocho: Sin huellas no hay delito.
Liam bajó las escaleras de la casa con semblante serio y se internó en el comedor. Intentó ocultar su preocupación y actuar con normalidad pero no lo consiguió. Los otros tres chicos, al verle entrar, se tensaron en sus sitios esperando, impacientes, a que su amigo les contara lo sucedido. Lo que no sabían es que no tenía intención de contarles nada, porque no podía hacerlo, porque se lo había prometido a Niall. Ninguno dijo ni una palabra a pesar de que todos tenían muchas cosas que decirse. Demasiadas quizá. Liam se sentó en el sofá al lado de Harry y le puso una mano en la rodilla, como si quiera reconfortarlo de la hostia que aún no se había metido pero que sabía que iba a llegar. El pequeño le sonrió cansadamente, como asi simplemente quisiera entender lo que su amigo le quería decir a pesar de que no lo hacía. Cada uno tenía la cabeza llena de pensamientos diferentes que eran como ríos de agua, corriendo, sin parar, desbordándose y llegando al mar aunque no siempre era el mismo.

            -       ¿Cómo está Niall? - preguntó Louis.
            -       Más tranquilo.
            -       Eso es bueno. - la voz de Zayn resonó en el comedor.
            -       No os voy a contar lo que ha pasado. Así que no insistáis que os veo venir - advirtió Liam mirando a sus compañeros. Ellos hicieron una mueca.
            -       ¿Qué? ¿Por qué? - se quejó Harry.
            -       Por que no. Es una tontería. Ya se le pasará.
            -       ¿Ya se le pasará? Casi tira la pared, tío.
            -       Lo sé Louis, estaba allí.

El silencio se hizo entre los cuatro amigos, que seguían demasiado serios. Pero Liam era un chico de palabra que siempre cumplía lo que decía y si le había prometido a Niall no decirle nada a nadie así sería. Aunque los chicos le suplicaran y aunque le costara más de una bronca y más de dos con ellos. De repente Harry se levantó del sofá y todos le miraron. Él se encogió de hombros, no quería dar explicaciones, pero sabía que debía darlas porque sus amigos eran como eran.

            -       ¿Qué? - siseó.
            -       Voy a llamar a Jodie. Quiero invitarla a ella y a Sam a que vengan con nosotros a la gala de The X Factor.

Nada más decir esto el chico se metió la mano en el bolsillo y sacó su teléfono movil dispuesto a hacer una llamada a la chica en cuestión. La cara de los presentes fue de desconcierto y alegría a la vez. Si Harry quería que ellas estuvieran presentes, y todos sabían que Sam era una excusa para que fuera Jodie, significaba que las cosas entre ellos estaban bastante mejor.

            -       ¡Espera! - gritó Louis. Su amigo se giró en medio del salón, desconcertado.
            -       ¿Qué vas a hacer qué?
            -       Llamar a Jodie para invitarlas a venir con nosotros. - repitió más poco a poco para que Louis entendiera lo que había dicho.
            -       Ya, si te había entendido. - Harry enarcó una ceja y dio con la palma de la mano en la frente. ¡Este Louis nunca cambiaría! - ¿Eres consciente de que estás invitando a una chica a la que has besado, como mínimo un par de veces, a un programa que presenta tu novia?

Harry arrugó la frente. Mierda. No había pensado en eso. Observó las caras de sus amigos y vio en ellas alegría y preocupación. Torció el gesto. ¿Que se suponía que debía hacer? Quería pasar tiempo con Jodie y pensó que gracias a su condición de fan le gustaría ver todo lo que pasaba en un plató de televisión y demás.

            -       Soy consciente. - susurró.

Eso fue todo cuanto dijo antes de salir del comedor intentando buscar una solución a aquello.

*

A Adam se le había ocurrido una idea genial solo tenía un fallo: no sabía como ponerse en contacto con Jodie Simons y ella era la parte clave del plan. Chasqueó la lengua, fastidiado. Había pensado algo como perseguirla por la calle y secuestrarla, sería un secuestro totalmente inofensivo, solo quería hablar con ella, pero no le servía si quería que ella coperara en el plan. Reternerla en contra de su voluntad no le daría muchos puntos para que ella estuviera dispuesta a ayudarle. Así que esa idea la descartó rápidamente. Se le ocurrieron otras tantas más pero que también eran demasiado hostiles y no producirían en la chica el efecto esperado. Adam tenía un plan, tenía pruebas solidas, lo único que le faltaba era poder acercarse a Jodie lo suficiente para poder entablar una conversación civilizada y poderle contar el mayor secreto jamás revelado de Caroline Flack. Y en aquel momento mientras estaba en casa de su chica, justo en el momento en que sonó su teléfono, se le ocurrió la idea perfecta.

            -       ¡Caroline! Te suena el móvil. - anunció gritando.
            -       Cógelo tú, que voy a meterme en la ducha.

Adam se encogió de hombros y se dispuso a coger el teléfono. Sabía que el que llamara era Harry pero quería hablar con él y por eso no le dijo a Caroline quien era el autor de la llamada. Si ella lo hubiera sabido no habría dejado jamás que Adam contestara. Cuanto menos supieran el uno del otro mejor. El chico no se lo pensó más y descolgó el teléfono.

            -       ¿Si?
            -       Emh... ¿Caroline? - preguntó Harry al otro lado de la línea.
            -       No, no soy ella, obviamente - rió Adam. - Soy un compañero de trabajo.
            -       Ah. Aún estáis trabajando.
            -       Tú debes de ser Harry, ¿verdad? Su novio. - el pequeño sonrió, a pesar de que las cosas no funcionaran muy bien entre ellos últimamente le gustaba que reconocieran su relación.
            -       Así es. Soy yo. ¿Puedo hablar con ella?
            -       Lo siento Harry, está reunida con el productor. - Adam rodó los ojos. ¡Qué fácil le estaba resultando todo aquello! - ¿Quieres que le diga algo de tu parte?
            -       Bueno, creo que esto también puedo decírtelo a ti... - susurró el chico de rizos, no muy convencido. - Trabajas en el programa, así que quizá puedes ayudarme.
            -       Oh. Claro. ¿Qué puedo hacer por ti, Harry?
            -       Verás... los chicos y yo tenemos muy buena relación con unas fans y nos gustaría invitarlas a que vieran como es el programa y demás. No saldrían, pero se quedarían entre bambalinas y en el público. Les hace mucha ilusión... y quería preguntar si podrían venir.

Harry se mordió el labio a espera de una respuesta, nervioso. Por su lado Adam, sentado en el sofá de Caroline, sonrió. Se le acababa de presentar la oportunidad que necesitaba. Estaba seguro que esas fans eran Jodie Simon y sus amiguitas. Si el día de la gala, a pesar de que él tuviera que trabajar, podría encontrar un momento para acercarse a hablar con ellas y así llegar a su objetivo: Jodie. Una carcajada silenciosa se propició por su garganta y pensó en lo fácil que se lo estaba poniendo Harry. ¡Quién lo iba a decir!

            -       Lo que pides es un tanto complicado, Harry. - empezó a decir Adam. - Porque no puede entrar cualquiera a los estudios, ¿sabes? Por razones de seguridad más que nada. Y no por nosotros, sino por los concursantes o por celebridades como vosotros que vienen a formar parte del espectáculo...
            -       Ya, lo entiendo... emh.... ¿cómo te llamas?
            -       Eso no importa ahora. - rió él. - Pero creo que, siendo vosotros los que solicitáis traer invitadas y dada vuestra trayectoria en el programa y como grupo, podría hablar con los productores y hacer una excepción.
            -       ¿¡En serio!? - dijo Harry, emocionado y sonriendo. - ¡Eso sería fantástico!
            -       Ahora mismo, en cuanto de cuelgue, lo preguntaré y yo mismo te envío la respuesta desde este móvil mismo.
            -       ¡Muchísimas gracias, de verdad! - el pequeño estaba pletórico de alegría aunque lo que no había pensado era en la reacción de Caroline.
            -       De nada, Harry. Siempre es un placer ayudar. - Adam sonrió falsamente, a pesar de que su interlocutor no podía verle. - Nos vemos en la gala.
            -       Allí nos veremos y espero que tu respuesta sea afirmativa.

Después de aquello ambos colgaron sin decir nada más. Adam miró a su alrededor y escuchó el sonido del agua de la ducha caer. Perfecto. Con un poco de suerte le daría tiempo a esperar un poco para que su excusa de que debía preguntar si podían estar las chicas allí resultara creíble, enviarle el mensaje a Harry y luego borrarlo. Y Caroline no se habría dado cuenta de nada. Era un plan perfecto. Pasados siete minutos Adam le envío el esperado mensaje a Harry, algo sencillo, simplemente un "Afirmativo, pueden venir, esperemos que lo pasen bien. Nos vemos." Y después de eso, lo borró. Una cosa era obvia: eliminando las huellas no se podía probar el delito.

*

En otro lugar de Londres Sam se revolvía en su cama mirando una foto que guardaba muy bien, entre sus libros. La guardaba allí porque aquella foto era como un secreto para ella. Recordaba perfectamente el día que se hizo. Fue el día del concierto, aquel día en que las estrellas se alinearon a su favor, y al de sus amigas, para poder tener unos minutos a solas con One Direction. En esa foto salían ella y Zayn: él la cogía de la cintura y ella sonreía de oreja a oreja, demostrando que era uno de los momentos más felices de su vida. Volvió a sonreír de esa manera sin dejar de observar esos grandes ojos morenos que, de alguna manera, le devolvían la mirada.
En ese momento le llegó un mensaje. Miró la pantalla de su móvil y suspiró. Era Dylan. Abrió el mensaje con emoción pero también con resignación: “¿Que haces princesita? Espero que estés pensando mucho en mi. ¿Nos vemos esta noche?”. Sonrió sin poder evitarlo. Realmente, estaba convencida de que, con Dylan le había tocado la lotería. Era un amor de chico que la trataba como nadie lo había hecho nunca, a pesar de sus peleas y sus roces. Sam volvió a mirar la foto y suspiró. La mayoría de las peleas que tenían Dylan y ella eran precisamente por el chico que aparecía con ella en la foto.
Minutos después empezó a sonar su teléfono, otra vez, y Sam sabía que sería Dylan ya que no le había contestado al mensaje. Y no se equivocó. Rodó los ojos y contestó.

            -       Hey, ¿qué hay?
            -       ¿Estabas ocupada? – preguntó el chico, con un deje de rencor en su voz.
            -       Algo así. Me has pillado durmiendo – mintió ella.
            -       Vaya, siento despertarte entonces... – siseó Dylan. - ¿Todo bien?
            -       ¡Claro! ¿Qué iba a ir mal?
            -       No sé.
            -       Dylan, no empecemos. – ella rió para quitarle hierro al asunto y se levantó de la cama. – Estoy bien. Simplemente estaba durmiendo porque estaba cansada. ¿Y tú que tal?
            -       Bastante bien. Ha sido un día agotador, ya sabes como es la academia, pero eso es el pan de cada día.
            -       Ya. Y además tú te lo tomas todo muy  en serio...
            -       Para eso están las cosas, para tomárselas en serio.

Sam paseaba por su habitación con el teléfono en la oreja cuando el timbre de la puerta la sobresaltó. No esperaba ninguna visita así que no tenía ni idea de quien podía ser.

            -       ¿Quién llama? – preguntó Dylan.
            -       ¡Vaya oído, chico! – rió ella. – No sé quien es, voy a abrir la puerta. Seguramente sea mi madre ya que no está en casa, habrá salido a comprar o algo.
            -       Oh, salúdala de mi parte.
            -       Lo haré, no te preocupes.

La chica corrió hasta la puerta sin colgarle a su novio, que esperaba en silencio al otro lado de la línea, y la abrió. Allí, plantado en la puerta de su casa, se encontró a la última persona que esperaba encontrarse. Se quedó paralizada, con el teléfono aún pegado en la oreja, cuando sus ojos se encontraron con unos preciosos ojos morenos.

            -       Dylan, tengo que colgarte. – se apresuró a decir ella.
            -       ¿Qué? ¿Por qué?
            -       Una visita inesperada de un.... viejo amigo.

Zayn sonrió y se sacó las manos de los bolsillos mientras que ella colgó rapidamente, aún a sabiendas de que aquello le costaría otra pelea con Dylan, y se echó a sus brazos del chico moreno, como una niña pequeña.

            -       ¿Con que un viejo amigo, eh? – susurró él.
            -       ¿Qué querías que le dijera?   
            -       La verdad.
            -       No puede ni verte, y lo sabes.
            -       Ya pero tu sí – sonrió con suficiencia mientras se separaban. Y ella le hizo pasar a casa.
            -       ¿A qué se debe tu visita tan inesperada, Malik?
            -       Pasaba por aquí y quería verte. Es lo que hacen los amigos, ¿no?
            -       Ah. Que tú y yo... somos amigos.
            -       Eso parece.

Ambos rieron y pasaron al comedor del pequeño y acogedor piso de Sam dispuestos a pasar la tarde juntos, como amigos, y sin contarle ni una sola palabra de todo aquello a Dylan.  


Cheers and kisses, Mery!! xx

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