13 nov 2012

You Belong With Me: capítulo veintiséis.

¡BUEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEENAS SEÑORITAS! Ya estoy por aquí, no me matéis pls pls pls. Y lo peor es que tampoco podré estar por mucho tiempo... segundo de bachillerato es estresante no, lo siguiente. No tengo ni un sólo segundo para respirar... Pero bueno, voy sacando tiempo de donde puedo. Ahora estoy de exámenes de mitad del trimestre, y la semana que viene empiezan los exámenes finales... supongo que os podéis hacer una idea, ¿no? Pues eso (que es un poseído (?)  #okya xD). Bueno, no me enrollo más. Os dejo aquí el capítulo veintiséis que, a mí, personalmente me encanta. Es sobre Niall y Anne, que ya tocaba. Y debo deciros que son tan kfjhdfuhsjdikjdfuihsaksauhsaysgajsma. Eso. Espero que os guste. Y espero poder subir pronto.


Capítulo veintiséis: La acompañante de Niall Horan.
Niall pegó un salto de alegría al marcar un pleno en su primera jugada bajo la atenta mirada de Anne que estaba más que preocupada por su poca habilidad derribando bolos. Lo más seguro es que el irlandés se reiría de ella y de su pésima coordinación mano ojo, pero aguantar sus risas y sus burlas era algo que a Anne no le costaba demasiado. Cierto es que si ese mismo acto viniera de cualquier otra persona, de Louis por ejemplo, no se lo permitiría. Pero Niall era especial para ella y sabía que jamás le diría algo con la intención de herirla. Sonrió ante aquel pensamiento dándose cuenta de que su patosidad serviría para reírse un buen rato con aquel chico con el que hacía mucho tiempo que no compartía un rato a solas.
-Te toca, preciosa. – dijo Niall sentándose en la mesa que había al lado de la pista y bebiendo de su refresco. – A ver qué tal se te da.
Niall recordaba perfectamente que a su amiga no se le daban muy bien aquel tipo de cosas, nunca habían ido juntos a una bolera (aquella era le primera vez) pero sabía de buena mano que su amiga tenía una vitrina entera de trofeos en cuanto a meteduras de pata.
Anne cogió una de las bolas de colores que tanto pesan y se dirigió a la línea que separaba la pista del espacio de lanzamiento. Estaba bastante nerviosa ya no sólo por no saber jugar sino porque notaba que la mirada de Niall no se apartaba ni un segundo de ella. Cogió aire intentando tranquilizarse, echó el brazo hacia atrás y lanzó la bola de la mejor manera que supo. Esta se deslizó por el medio de la pista la mayor parte del tiempo pero casi al final del recorrido se torció hacia la derecha haciendo que solo cayera un bolo. La cara de frustración de Anne fue más que evidente y mientras, humildemente, volvía a su sitio para dejarle el turno a su amigo la risa del irlandés resonaba por todo el local. La chica le sacó la lengua cuando estuvo a su altura y se sentó en la mesa cruzándose de brazos.
-La próxima vez tendrás más suerte. – rió él mientras le pasaba la mano por la mejilla intentando suavizar la expresión de enfado de su amiga. 
-Eso espero. – susurró entre dientes.
Niall caminaba con soltura por la pista mientras seguía riéndose sabiendo que lo iba a pasar de maravilla aquella estupenda mañana. Anne lo miraba sentada desde la mesa con los brazos y las piernas cruzadas, en señal de enfado, como una niña pequeña. Aunque, en realidad, no estaba enfadada le gustaba hacer creer a Niall que era así. El irlandés iba con total seguridad, sacudió todo su cuerpo para destensarlo y al momento hizo que la bola se deslizara rápida y ligera por la pista. Pleno.
-¡Yeah buddie! – rió mientras saltaba de aquella manera tan espectacular como si llevara un muelle en los pies.
Anne sacudió la cabeza sin poder evitar sonreír por la reacción del rubio y se levantó con parsimonia a buscar una bola. El irlandés al contrario que la vez anterior estaba esperando de pie en la pista cosa que extrañó a la chica pero que, sin inmutarse, se puso a decidir qué color de bola le gustaba más para tirar. Ya que no podía derribar muchos bolos por lo menos tiraría las bolas más bonitas que encontrara. Al fin encontró una ideal y muy adecuada para la ocasión era verde y naranja; muy parecida a la bandera irlandesa. Sonrió alegren ante aquel triunfo de la coincidencia y se dirigió con paso firme a la pista.
-Bonita bola.
-¿Verdad que sí? – rió ella.
Niall estaba ocupando el que, supuestamente, era el sitio donde su amiga debía colocarse para tirar la bola. Ella empezó a dar golpecitos con el pie impacientemente esperando que el irlandés se apartara, pero no lo hacía. ¿Qué quería hacer de aquella partida la más larga y toca narices del mundo?
-Quita, anda. – se quejó mientras lo intentaba apartar con la mano.
-No, no me quito.
-Que sí. ¿Cómo quieres que tire si estás aquí en medio? – ambos forcejearon para conseguir el sitio.
-No quieres que te ayude, ¿entonces?
-¿Ayudarme? ¿Plantado aquí en medio como si fueras un árbol de navidad? Así no ayudas mucho, irlandesito. – el chico rió ante aquel comentario.
-Déjame ayudarte.
Niall le dejó el sitio a Anne y se colocó detrás de ella. La barriga del chico estaba casi totalmente pegaba a la espalda de su amiga, y apoyó su cabeza en el hombro para poder ver el mismo campo de visión que estaba teniendo ella. Anne estaba mucho más nerviosa ahora y apenas podía pensar con él tan cerca.  ¿Así iba a ayudarla? ¿Ayudarla a qué? ¿A no saber cómo se pensaba? Suspiró intentando concentrarse en la pista, la bola, y los bolos.
-Relájate. Estás muy tensa. – le indicó el rubio.
Le posó las manos sobre los hombros y aplicó un delicado masaje para que la chica se sintiera más aliviada. Acto seguido una de sus manos se posó sobre la de la chica ayudándola a coger la bola y la balanceó hasta atrás.
-Pon los pies como si fueras a empezar a correr, centra tu vista en los bolos, y desliza suavemente la mano hacia delante dejando caer la bola con fuerza.
-No voy a poder hacerlo, Niall. – dijo ella.
-Céntrate en los bolos; confía en mí.
Ella suspiró, y notó como el cuerpo de Niall se alejaba lentamente. Su miraba estaba concentrada en el final de la pista donde se hallaban los bolos que debía derribar y las esperanzas de tirar más de un bolo seguían en pie.
-¡Ahora! – volvió a indicarle el irlandés.
Anne dejó caer la bola con la suficiente fuerza como para que rodara por el centro de la pista y derribara, al llegar a su destino, siete bolos. Niall levantó los brazos eufórico y contento porque su amiga lo había logrado, ella se giró sonriente y dando pequeños saltos de alegría se acercó a Niall quién la esperaba con los brazos abiertos. Ambos se fundieron en un efusivo y alegre abrazado tanto que Niall la cogió en volandas y empezó a darle vueltas en medio de la pista. La volvió a dejar en el suelo y se quedaron peligrosamente cerca el uno del otro mientras ambos sonreían.
-¿Ves? Te dije que quería ayudarte.
-Gracias. – contestó ella separándose del chico poco a poco.
La partida siguió tranquilamente entre risas, enfados, y tonterías. Anne fue mejorando sus tiros gracias a las indicaciones de Niall, aunque estas últimas se las hacía a distancia. El irlandés estaba creando una especie de tensión amorosa bastante tangible; primero producía una serie de acercamientos intensos y agradables y luego se mantenía apartado, como si decidiera quedarse en el banquillo. Aquella actitud desconcertaba a Anne que quería que él la abrazara y no la soltara jamás, pero sabía que aquello no sería posible. Bueno los deseos de Anne no acababan ahí. En el momento en que habían estado tan cerca celebrando su buen tiro le hubiera encantado que el irlandés la besara pero entonces se acordó de una frase que le dijo Niall no hacía mucho: “Esta es la última vez que te beso sin tu permiso, si quieres un beso tendrás que pedírmelo”. Rió ella sola al recordarlo. ¿Estaba loco? Ella no le iba a pedir un beso y mucho menos después de marcharse y hacer ver que ya no quedaba nada de aquel amor. Volviendo a la realidad Anne se dio cuenta de que había perdido la partida pero no le importaba demasiado ya que había sido un rato divertido en el que había disfrutado de su amigo como lo hacían antes, cuando todo era más fácil.
-¿Quieres ir a comer algo? – preguntó Niall.
-No tengo mucha hambre, ¿y tú?
-Vaya pregunta más tonta.
-Cierto, tú siempre tienes hambre. – ambos rieron mientras dejaban los zapatos en el mostrador y salían de la bolera.
Deambularon por el centro comercial sin un rumbo fijo hablando y captando las miradas de todos los curiosos que reconocían al chico. Anne rezaba para que ninguna fan se encontrara allí en aquel momento y así él no debería pararse cortésmente a atenderlas, pero luego se dio cuenta de que aquel pensamiento era inútil. Estaban en un centro comercial que solían estar plagados de adolescentes así que, lo más probable, era que la escena se volviera a repetir y ella tuviera que esperar impacientemente a que su amigo pudiera estar por ella. Se regañó por tener aquella actitud tan egoísta sobre las fans y el irlandés pero no podía evitar pensar así. Entendía a las fans, obviamente que sí, y sobretodo entendía a aquellas que estaban enamoradas platónicas del chico rubio más irlandés y más adorable de todo el mundo pero… ¿y a ella quién la entendía? Podría sonar aún más egoísta pero quería a Niall para ella sola. Bueno, mejor dicho, necesitaba a Niall para ella sola. Le gustaba tanto disfrutar de su compañía cuando estaban juntos que no quería desperdiciar ni un solo segundo de su presencia. Necesitaba oír el sonido de su risa y mirar sus ojos cada tres segundos. Necesitaba notar su cuerpo caminando al lado de ella aunque fuese en silencio. Y estaba tan perdidamente enamorada de él que tenía miedo de perderle, tenía miedo que en uno de estos encuentros con fans se enamorara de una a primera vista y perdiera el culo por ella.  
-¿En qué piensas?
La voz de Niall la apartó de sus pensamientos. Levantó la cabeza para verle y lo encontró sonriente, como siempre. El corazón le dio un vuelco: ¿cómo podía ser tan perfecto? Ella le devolvió la sonrisa feliz de haber tomado la decisión de volver, feliz de estar a su lado otra vez.
-En nada especial. – mintió.
Ninguno de los dos dijo nada más, no hacía falta. Después de caminar durante mucho rato entraron en un restaurante de comida rápida dónde Niall se pidió un par de hamburguesas y una ración de patatas. Con el pedido en la mano buscaron un sitio donde sentarse y cuando lo encontraron él se dedicó a comer como si le fuera la vida en ello y ella lo miraba como si no hubiera nada más interesante que verle comer. A medida que pasaba el tiempo Anne se sentía más cómoda puesto que muchas de las personas que reconocían a su acompañante se dedicaban a mirarlo y dedicarle un saludo con la mano desde la lejanía para dejarle privacidad.
-Me gustaría que vinieras a un evento importante al que tenemos que acudir en un par de semanas – dijo entonces él.
-¿Qué tipo de evento? Aunque sea cuál sea, la respuesta es no.
-¡Vamos Anne! No estarás sola, también vienen Danielle, Eleanor y… - Niall hizo una mueca antes de continuar hablando. – Caroline Flack.
-Me has quitado más las ganas de ir, entonces.
-Por favor, Anne, ven.
-¿Pero por qué quieres que vaya?
-Es importante para mí: es un momento muy importante de mi carrera y tú eres una persona muy especial… me gustaría que estuvieras ahí. – Niall la cogió de la mano y la acarició suavemente intentando ablandar a su compañera.
-No sé Niall… - empezó a decir ella.
-Por favor.
Anne suspiró. ¿Por qué ponía esa cara tan extremadamente irresistible? Era como la cara que tienen los animales cuando quieren que los saques a pasear o les des mimitos. Cerró los ojos meditando la respuesta. Aquello era algo realmente importante puesto que Niall le estaba abriendo su corazón y estaba intentando que ella viera lo importante que era en su vida. Le importaba hasta el punto de pedirle que fuera su pareja en un evento muy importante que podría significar un antes y un después en su vida, tanto personal como profesionalmente. Cuando volvió a abrir los ojos había tomado una decisión, que a Niall no le haría gracia oír, pero al ver sus ojos, que le imploraban sin palabras que fuera con él, cambió de opinión completamente.
-Está bien… - dijo por fin.
-¿De verdad? ¿Vendrás?
-Claro que iré. Si es tan importante para ti, te aseguro que tendrás mi apoyo.
La presión de la mano del chico en la suya se hizo más fuerte y vio como su cara de niño bueno se iluminaba por completo. Se le veía feliz, muy feliz.
-Gracias por acompañarme. Me haces muy feliz.
¿Acompañarle? ¿Cómo? ¿Había oído bien? No, no podía ser. Ella no sería su acompañante aquella noche. Ser la acompañante de alguien en un evento de aquellas índoles significaba que la relacionaran con él y que luego no la dejaran vivir en paz. Además de tener que soportar miles de comentarios sobre ella en las redes sociales, teniendo en cuenta que la mayoría de personas que opinarían sobre ella no tendrían ni la más mínima idea de cómo es ella en realidad. No, ni en broma, ella no sería su acompañante. No quería exponerse a eso; no quería que todas las portadas de las revistas hablaran de la nueva novia del chico irlandés. Ella no quería ser una más de todas, quería ser la única pero sabía que aquello no era posible.
-Voy a ir a apoyarte pero no esperes que sea tu acompañante esa noche.
-¿Qué? – respondió él atónito.
-Pues eso. Iré pero no como la acompañante de Niall Horan. – él agachó la cabeza.
-Yo tenía la esperanza de que sí lo fueras.
-Buscaré a alguien con quien ir pero, te prometo, que iré.


Lots of love, xx!
Mery.  

3 comentarios:

  1. Tenías razón, es muuuuy asjnklhgaesgkbfh. Lo adoro. Estaré aquí, esperando el suguiente capítulo.
    PD: suerte con los exámenes.

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    1. Jo, que fdjhfuishjaudshasja. No sé quien eres, pero muchas gracias por comentar, por leer y por darme ánimos con mis exámenes :) De verdad, significa mucho para mi.

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    2. De nada mujer! Si esque, ya que tu me sacas sonrisas con tus historias, lo menos que puedo hacer es intentar sacarte una a ti con comentarios, que no cuesta nada.
      A lo se que no sabes quien soy, dejemos-lo en Clara.

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